martes, septiembre 27, 2005

Las razones del éxito

¿Es por la brillantez del juego? Esa respuesta se desploma a los pies de cualquiera que vea fútbol con cierta regularidad. El juego en sí sólo tiene el mérito del espacio abierto conjugado con la ocasional emoción en las áreas. ¿Es porque cada vez se juega mejor? Sigan con atención un partido normal de cualquier Liga normal, la japonesa, la colombiana o la polaca, y comprueben lo que da de sí. ¿Es por el brillo del césped? ¿Por el talento de los grandes futbolistas?

Un par de economistas, Stefan Szymanski y Andrew Zimbalist, han publicado un libro titulado National pastime Pasatiempo nacional) en el que comparan la organización administrativa del béisbol y el fútbol y sugieren una posible respuesta.

El béisbol, como todos los deportes estadounidenses, se organiza sobre un sistema limitado de franquicias. Los clubes pueden cambiar de ciudad, pero son siempre los mismos. No hay ascensos ni descensos, se regula el mercado de fichajes de forma que favorezca a los débiles y se limitan tanto los sueldos de los jugadores como el presupuesto de los clubes. El resultado, en teoría, es una competición casi perfecta.

El fútbol, en cambio, se mueve en el caos. Cuando una junta directiva se fija el objetivo de ascender de categoría gasta todo lo que puede y lo que no puede en fichajes; si el equipo no logra ascender, no mejoran los ingresos y todo ese gasto, convertido en deuda, supone un paso hacia la quiebra. Aunque todo depende al final del juego y de los marcadores, las grandes instituciones disponen de un margen de ventaja: su importancia social las hace en la práctica inmunes al colapso económico. Pueden gastar y gastar y son cada día más fuertes frente a una clase media proletarizada ante el carísimo envite de los torneos continentales. El resultado, en teoría, es una competición desigual, previsible, imperfecta.

¿Saben qué sugieren Szymanski y Zimbalist? Que la gracia del fútbol está justamente ahí. El Juventus tiene que ganar al Parma y gana; el Milan tiene que ganar al Treviso y gana. Pero no siempre. La fluidez de la escala futbolística permite que un club de un barrio de Verona, el Chievo, pueda medirse hoy con las superpotencias. Cualquier otro club de barrio, en Ucrania o México, tiene el derecho a soñar en unos cuantos años mágicos, en una escalada desde las categorías regionales hasta la Primera División y en una fabulosa victoria internacional. ¿Por qué no? El truco es ése. El fútbol acoge todas las pasiones personales, sociales y nacionales porque en él nada es imposible. Llevado al extremo, resulta que el éxito del fútbol tiene más que ver con las normas federativas de ascensos y descensos que con la inspiración de Kaká.

Todo el mundo sabe que el Livorno no puede ganar la Liga. De momento, sin embargo, ese pequeño club de provincias ha decidido no vender a su héroe, Lucarelli, y está ahí, a rebufo del Juventus. Tras toda una vida en la oscuridad, disfruta de una época dorada. Quizá efímera, pero real. Olvídense de la belleza, del desmarque y del toque prodigioso. Lo que cuenta es otra cosa. El fútbol, como el halcón maltés, es del material con que se fabrican los sueños.


ENRIC GONZÁLEZ
EL PAÍS  -  Deportes - 26-09-2005

sábado, septiembre 24, 2005

La virtud de los sistemas de juego

Dice mi amigo Jorge Valdano que Hugo Sánchez no sabía driblar pero que a lo largo de su carrera nunca nadie lo supo.¿Saben por qué?Porque nunca lo intentó.No sé yo si Hugo estará de acuerdo con la afirmación (yo lo que sé es que siempre que jugaba contra mi equipo marcaba un gol ¡Si hasta con el Rayo lo consiguió! Mejor, si Jorge tiene razón, que se hubiese entretenido driblando).Hemos oído y dicho que el mejor sistema de juego es aquél en el que la suma de los jugadores nos da un mejor resultado que su rendimiento individual.Y es cierto.La primera virtud que debe cumplir el sistema de juego es mejorar a los nuestros, hacer que juntos rindan más y sea capaz de resolver las ecuaciones que nos plantee el rival.Pero en este proceso se nos olvida una clave igual de importante.El sistema ha de proteger, ocultar, enmascarar los defectos que tiene nuestro colectivo.Por mucho que nos duela no hay equipo perfecto. No hay plantilla que reúna todas las soluciones, todas la variantes, todas las opciones.Desde este punto de vista, tan importante es potenciar lo positivo como disimular lo negativo.Si lo prefieren en forma de ejemplo, ya lo dijo J. C.: "Si no tenemos gente alta para defender los córners, pues no concedamos corners al rival".Así de fácil.O lo que puso en práctica el amigo Hugo, si no sé hacer algo y no quiero que se sepa, ni siquiera lo intento, entre otras cosas porque de esa forma le quito información a mi rival.Y en ese equilibrio difícil es el que se mueve constantemente el entrenador. No solamente conseguir la forma que más sume sino que, además, que menos reste.Sobre rombos y demásY partir de ahí uno empieza con la cuestión de los cuadrados, rombos, líneas más o menos adelantadas, conos, paralelas y todo el espectro de la geometría.Y en este fútbol tan igualado, en esos pequeños detalles, es por donde se suelen escapar los partidos que no dominamos.Pero es ésta una cuestión que, aunque la podamos intuir, es difícil de precisar hasta que llegamos a la propia competición entre otras cosas porque depende también de nuestros contrarios. Ellos nos habrán analizado, estudiado para buscarnos esos defectos, esos espacios en blanco que reúne nuestro equipo y que intentarán hacer visibles.Es por todo ello que un sistema de juego nunca es algo rígido e inmóvil sino que debe estar en continua evolución a ser posible anticipándose a las dificultades y dando respuestas a preguntas que aún no han sido formuladas.Decía Aimé Jacquet que Francia empezó a ganar el Mundial cuando se enfrentó a España en la inauguración del Estadio de Saint Denis. En aquel partido además de ganarnos, descubrió un nuevo sistema, ése ya conocido 4-2-3-1 que por aquél entonces Javier Clemente, otro J. C. (si es que Dios los cría y ellos se juntan) utilizaba en el equipo español.Está visto que el espionaje industrial está en todas partes y sin posibilidad de copyright por las ideas.

Andoni Zubizarreta

lunes, septiembre 12, 2005

La Copa más deseada















Vuelve el espectáculo. La Liga de Campeones más abierta de los últimos años empieza mañana con el Chelsea, Barça, Milan y Madrid como grandes dominadores en las casas de apuestas británicas. Pero si hay un torneo, el más deseado por los grandes, en el que es arriesgado hablar de favoritos ése es la Champions. Oporto y Liverpool, los últimos ganadores, así lo demuestran. Equipo a equipo resumo mis impresiones:

1 Liverpool

Será difícil que el Liverpool repita el título que logró la temporada pasada ante el Milan, ya que por su condición de campeón ha perdido el factor sorpresa con el que noqueó a rivales como la Juventus, el Chelsea y el propio Milan. Benítez ha españolizado aún más el equipo con la llegada de Reina y podrá contar con Morientes en Europa, pero el potencial de los reds es inferior al de los principales aspirantes. Aunque siempre queda la magia de Anfield para un equipo que nunca camina solo...

2 Chelsea

El Chelsea lo tiene todo a favor para destronar al Liverpool. Mantiene el mismo bloque con el que ganó la Liga la temporada pasada después de 50 años y, encima, se ha reforzado con jugadores de la calidad de Essien, Del Horno y Wright-Phillips. El Chelsea tiene, sin embargo, un factor en su contra. La UEFA no le perdona a Mourinho el show que protagonizó contra el Barça y que provocó la retirada del arbitraje del sueco Frisk. Y la UEFA nunca olvida.

3 FC Barcelona

Cuando Rijkaard habla de la Champions siempre se acuerda del partido en el campo del Chelsea. El Barça llegó al encuentro más físico sin sus hombres más corpulentos, ya que Motta, Edmilson y Márquez estaban lesionados. Y el equipo lo pagó. Rijkaard está satisfecho porque tiene ahora a dos jugadores por posición, pero también sabe que eso no le garantiza el título. "Ganar la Champions no lo determina la calidad. Ahora toca consolidar los resultados; ganar partidos. Y esto es posible con la plantilla que tenemos", declaró el otro día. Sin embargo es prudente. "Aún es pronto para pensar que podemos marcar una época". El Barça figura en las casas de apuestas como el segundo candidato al título por detrás del Chelsea. Quizá este año el poste de Iniesta vaya dentro y no fuera...

4 Real Madrid

El Madrid necesitará algo más que Robinho para ganar la Champions pese a que Vanderlei Luxemburgo ha prometido un año de éxitos: "Nunca he pasado dos años sin lograr un título. Queremos ganar la Champions, la Liga y la Copa". Luxemburgo tiene un grave problema para conseguir la Champions: él mismo para empezar. No parece que, a pesar de haber fichado razonablemente este verano, su cuadrado mágico de ángulos mágicos funcione a las primeras de cambio. No obstante, tres años sin llegar a las semifinales parecen demasiados..

5 Milan

Los aficionados del Milan (tanto italianos como de otros lugares) nunca olvidarán lo que ocurrió el pasado 25 de mayo en Estambul, cuando su equipo vencía 3-0 en el descanso contra el Liverpool y acabó perdiendo la final de la Champions en los penalties, y también cediendo en el Scudetto ante la presión de la Juventus. En su cuarta temporada al frente del Milan, Ancelotti está bajo la sospecha del todopoderoso Berlusconi. Este año tendrán más presión, si no renuncian a su propia identidad de equipo menos italiano de Italia, son favoritos como el que más.

6 Juventus

Tras conquistar el scudetto en su primera temporada con la Juventus, a Fabio Capello le llega el reto de la Liga de Campeones. La vecchia signora no gana la Champions desde 1996, cuando superó al Ajax en los penaltis. Desde entonces, ha perdido tres finales (1997, 1998 y 2003) y quiere acabar con la racha. Capello ha armado un bloque rocoso con el fichaje de Vieira. Ibrahimovic y Trezeguet garantizan pólvora y magia, y Del Piero ayudará aún.

7 Bayern

Viendo el potencial del Chelsea, Barça, Milan, Juventus y Real Madrid, es atrevido considerar al Bayern de Múnich un firme candidato a la victoria final. Sin embargo ya son líderes en la Bundesliga y están dispuesto a dar guerra en Europa, como casi siempre. Creo que la proximidad del Mundial de Alemania les ayudará. La calidad de Ballack y Zé Roberto, y los goles de Makaay y Pizarro son sus bazas.

8 Manchester United

La hegemonía del Chelsea en Inglaterra ha relegado las ilusiones europeas del United, campeón en 1999 en aquella gloriosa final en el Camp Nou. No obstante, por lo visto en las primeras jornadas de la Premier, el equipo ha cogido bastante seriedad defensiva con el fichaje de Van der Sar y la buena forma de Rio Ferdinand (parece que se acabaron las cantadas en Old Trafford),y Ferguson ha adoptado el 4-3-3 de Chelsea y Barça; Keane sigue sosteniendo el medio campo flanqueado por Scholes y el joven escocés Darren Fletcher. Van Nistelrooy, recuperado físicamente y en racha encabeza el ataque ayudado desde las bandas por Cristiano Ronaldo (gran inicio de temporada hasta el fallecimiento esta semana de su padre) y Rooney. La bala coreana Park y Ryan Giggs ofrecerán oxígeno desde el banquillo. En mi opinión más opciones de las que se les conceden a priori.

miércoles, septiembre 07, 2005

Cesc, el nuevo Mariscal


Traspasado Vieira a la Juventus, Wenger decidió que ya era su momento y el joven catalán lo está aprovechando bien. “Es un jugador muy especial y en pocos años será una estrella mundial”, dijo el técnico.Tres partidos lleva el Arsenal disputados en la Premier League y en todos ellos ha aparecido su nombre en el once inicial. Con apenas 18 años cumplidos, Cesc Fabregas ya no es una joven promesa para el club de Highbury. Ni tan sólo debería considerársele una simple realidad. Más que todo eso, el jovencísimo futbolista catalán se ha convertido en poco menos que la piedra angular del equipo dirigido por Arsène Wenger, quien no dudó el pasado mes de julio en aceptar la marcha de Vieira a la Juventus… Sabía que tras el excelente jugador francés tenía una joya.“Es un jugador muy especial. Observa el fútbol con una sencillez fuera de lo común y en pocos años será una estrella mundial de primer orden”. Son palabras del entrenador francés, el pasado año, poco después de darle la alternativa en el primer equipo del Arsenal y no haciendo ningún caso a los tan manidos consejos esos de ‘proteger’ a los jóvenes y no darles excesiva responsabilidad.Wenger no sólo ha hecho eso; no sólo le ha dado la responsabilidad incluso antes de cumplir los 18, sino que se atrevió en julio a dar el visto bueno al traspaso de Vieira –20 millones de euros son buenas razones– y puso el eje del juego ‘gunner’ en manos del joven jugador catalán.Y Cesc no le ha decepcionado, sino todo lo contrario. El primer partido oficial de la temporada inglesa, la ‘Community Shield’, enfrentó a Arsenal y Chelsea y fue el equipo de José Mourinho quien, por 2-1, se llevó el título. Sin embargo, para los analistas quedó un nombre marcado de forma especial. Cesc marcó el gol de los ‘gunners’ pero, más allá de eso, tomó en el césped un grado de responsabilidad, de integración en el equipo y de ansia que para muchos demostró ser el inicio de una nueva era en el equipo.Todo ello se ha repetido en los tres partidos de Liga que ha disputado el Arsenal. Vieira ya es historia en Highbury y el futuro del equipo pasa por su mando. Cesc Fàbregas, el sucesor, ya es el nuevo mariscal de los ‘gunners’ y le espera la gloria.

martes, septiembre 06, 2005

David Trueba y Guardiola

Conocí a Pep Guardiola por azar poético. Y no es una metáfora lírica.
Carga con esa maldición en el mundo del fútbol que es encontrarle
placer a la lectura. No en vano hace poco leí una entrevista con un
futbolista y a la pregunta "¿último libro leído?" contestaba
"ninguno". Con un par. Bueno, pues Pep se sumó a unas lecturas, junto
a Lluis Llach y Ariadna Gil, del poeta Miquel Martí Pol, que desde
entonces lo adoptaría como lector predilecto, y allí nos conocimos. Y
como siempre pasa, Pep quería hablar de libros y películas, y los
literatos y peliculeros lo único que queríamos era hablar de fútbol.
La amistad instantánea consiste en conocer a alguien, charlar con él y
saber inmediatamente que aquel tipo se va a convertir en
imprescindible en tu vida. Eso nos pasó.
Poco tiempo después Pep sufrió la más grave lesión de su carrera, esa
lesión que los médicos no acertaban a definir, que le impedía golpear
el balón y que le mantuvo inactivo durante un año. Año en el que
muchas lenguas especularon con sus gustos sexuales, aficiones
psicotrópicas, enfermedades incurables y demás patrañas, en lugar de
preocuparse por si había un tío sufriendo que necesitara un gesto de
apoyo.
Un futbolista que no juega es una persona infeliz. Como amigo yo traté
de llenarle los ratos sociales con libros, películas, gente nueva,
mientras él ocupaba los ratos privados en ensayos con su novia
Cristina para fabricar a su hija que llegaría definitivamente a tres
días del cambio de siglo. Pero quién me iba a decir a mí que el annus
horribilis de Pep se iba a convertir en un lujo para mí. Vi sentado
junto a él en la tribuna del Nou Camp, a ras de césped, algunos
partidos que jugaron sus compañeros. Y entonces supe que de fútbol se
podía saber, no sólo especular con teorías vacuas y fanatismos
desatados, sino que tenía un lenguaje sencillo, como el de todos los
oficios, pero que sólo los muy profesionales saben descodificar.
Yo escuchaba a Pep decir cosas como: "Cruyff me dijo que si me hacían
faltas era culpa mía, por tener el balón demasiado rato. Hay que
soltarlo antes", "El balón corre más que cualquier persona, es él
quien debe correr", "Ese tipo es un 'cartero' entrega el balón después
de darle la mano a su compañero, en lugar de lanzárselo", "La primera
patada y el primer tiro a puerta siempre tiene que ser de tu equipo,
así juegan los italianos", "Mira ese de ahí, se esconde, tus
compañeros lo que necesitan es saber que estás disponible siempre",
"Antes de que te pasen el balón debes saber dónde lo vas a mandar, si
no está claro, mejor guárdalo, dáselo a tu portero, nunca lo regales",
"Te sonará a gilipollez, pero al fútbol se juega con un balón", "Con
Romario sabías que no podías contar, pero que si le ponías un buen
balón él iba a meter el gol, y el gol era lo único que necesitabas de
él", "Cuanto mejor es el rival y más temible el campo, mejor juegas",
"El público suele aplaudir al jugador populista, que regatea
inútilmente, que corre a salvar un saque de banda estúpido, que
abronca a los compañeros cuando se pierde y que pide la pelota cuando
se gana, esto es así", "El fútbol es el juego más sencillo del mundo,
basta que tu pie obedezca a tu cabeza".
Pep no es nada profesoral, pero será un gran profesor de futbolistas.
Es un producto de entrenadores adecuados en la edad adecuada, es
seguidor a ultranza del equipo en el que juega, del equipo en el que
soñó jugar, privilegio que le está permitido a muy pocos. Posee varias
peculiaridades como futbolista que lo engrandecen: respeta a los
mitos, escucha a los que saben más que él, ambiciona el partido
perfecto, se reconoce pieza de un circo mediático y social
incontrolable, del mismo modo que a ratos se ve como un gran impostor,
es buen compañero, le divierte jugar y tiene curiosidad por todo.
Pep es como los personajes de las películas de Howard Hawks, hace las
cosas en el campo no esperando que le feliciten, sino porque considera
que hacerlo bien es su trabajo. Además, suele afirmar que llegará el
día en que nadie sepa quién es. Yo lo dudo.

David Trueba

Liga Globalizada




La Liga arranca en medio de una imparable globalización del fútbol. La mayoría de los clubes han dedicado el verano a largas giras por los países de Extremo Oriente, en busca de recursos en los nuevos mercados. No hay sitio ni dinero para todos, pero la idea de un Eldorado asiático tiene fascinados a los equipos europeos. Cada vez hay menos fronteras en un deporte que durante décadas se movió entre Europa y Suramérica. Ahora su ámbito es decididamente planetario. Una vez más, el fútbol es un símbolo de su tiempo. Su capacidad de adaptación al entorno social, económico y tecnológico resulta asombrosa. Convertido en el gran fenómeno de ocio de nuestra época, el fútbol es una gigantesca industria que aprovecha todos los recursos que le permiten los avances contemporáneos.No son pocos los que pronostican un fútbol de dos velocidades. En el papel que les toca como máximos representantes del negocio, los grandes clubes estarían abocados a crear una selecta Liga europea, donde dirimirían sus rivalidades en el campo de juego y en el mercado. A las competiciones nacionales les quedaría un papel menor, interpretado por aquellos que no pueden acercarse a los colosales presupuestos de los principales equipos europeos. Estos campeonatos locales serían un vestigio de otra época, de otro fútbol, de otro tipo de sociedad. Sin embargo, al fútbol no sólo le define el negocio. Desde sus inicios siempre ha mantenido un complejo equilibrio entre el valor de la tradición y el efecto de lo novedoso. En este sentido, resultará muy difícil desplazar a la Liga como la competición preferida de los aficionados.
Después de un periodo que ha visto cinco ganadores en diez años (Barcelona, Real Madrid, Valencia, Deportivo y Atlético de Madrid), la Liga parece que vuelve a la vieja bipolaridad entre el Barça y el Madrid. La crisis económica ayuda a esta idea. Los clubes han invertido 150 millones de euros en fichajes, con el Madrid como principal protagonista que ha contratado a los brasileños Robinho y Baptista para atacar el título que defiende un Barça que se beneficiará de la recuperación de varios lesionados y la irrupción del joven Messi, destinado a consagrarse como estrella. Será de nuevo un campeonato donde se apreciarán casi todos los estilos del fútbol: la escuela holandesa del Barça, la apuesta brasileña del Madrid, el interesante proyecto de corte argentino del Villarreal, la querencia inglesa del Athletic. Y también será una Liga de incertidumbres. El Valencia y el Deportivo comienzan una difícil transición, el Atlético de Madrid pretende regresar con Bianchi a sus mejores tiempos y el Betis tratará de oficiar de tapado. Como siempre, es tiempo de cábalas. Comienza la Liga.

jueves, junio 16, 2005

Laporta año II: Promesas cumplidas

Llegado al ecuador de su mandato, son evidentes las mejoras en los ámbitos social, económico y deportivo. A dos años de las elecciones, el Barça ha recuperado el rumbo en la mayor parte de las áreas de gestión.

Joan Laporta cumple hoy su segundo año al frente del FC Barcelona. El presidente blaugrana llega al ecuador de su primer mandato tras cumplir buena parte de las premisas que él y su equipo se marcaron. El aspecto más negativo de esos dos años de gestión no es tanto las asignaturas pendientes como el desgaste que ha sufrido la junta, que, tras un cisma profundo, ha visto la marcha de cuatro directivos con el vicepresidente deportivo Sandro Rosell a la cabeza.

El programa de Joan Laporta, encabezado por el lema ‘Primer, el Barça’, estaba dividido en cuatro ámbitos: deportivo, económico, social y secciones. Tras cosechar más votos que ningún otro presidente barcelonista (27.138, el 52,57 %), la nueva junta puso en funcionamiento su ‘círculo virtuoso’.

Dos años después, el Barça ha vuelto a la senda de los títulos, aunque el coste ha sido alto: el divorcio Laporta-Rosell con Rijkaard como arma arrojadiza. Frente al éxito que supone fichar a futbolistas como Ronaldinho, Eto’o o Deco, la instauración de un estilo de juego y la recuperación de la imagen de club competitivo, está el fracaso de la sección de basket, fiasco en buena medida ligado a las diferencias que se vivieron en el seno de la junta. El Barça parece haber recuperado el rumbo en el aspecto económico al estabilizar su presupuesto y refinanciar la deuda histórica, aunque queda por despejar las incógnitas en torno al futuro del patrimonio de la entidad o la firma de un patrocinador para la camiseta. El crecimiento social y la mejora de la imagen internacional son otros aspectos en el haber de la directiva.

Ámbito deportivo

1.- Volver a ser un referente a nivel mundial para tener un estilo de juego propio y dar espectáculo (Conseguido)

El Barça vuelve a ser un equipo absolutamente reconocible sobre el terreno de juego. Ha recuperado un estilo de juego propio que, como es el deseo de la mayor parte de sus seguidores, apuesta por el fútbol de ataque y calidad. Esta recuperación de su personalidad, tras años de poco fútbol y ningún éxito, ha permitido conquistar la Liga y que el nombre del Barça vuelva a sonar en el concierto de los grandes clubs europeos.

2.- Encontrar lo mejores jugadores para nuestra filosofía futbolística (Conseguido)

En dos temporadas el Barça ha transformado una plantilla envejecida y perdedora en un grupo ganador y con proyección de futuro. Ronaldinho, el mejor futbolista del momento, es la bandera de un equipo en el que forman estrellas de la calidad de Deco, Eto’o o Xavi, junto a especialistas de primera línea como Belletti o Márquez y referentes para el barcelonismo como Carles Puyol. Pese a errores como Quaresma o Rustu, el Barça ha conformado una plantilla potente que con los nuevos refuerzos podrá aspirar a la conquista de cualquier título.

3.- Establecer una organización deportiva profesionalizada

Los resultados cosechados en estos dos años confirman que el trabajo que se ha llevado a cabo va por el buen camino. Txiki Begiristain y Frank Rijkaard mantienen una buena sintonía. Queda la incógnita de saber cómo puede afectar en un futuro al proyecto la convulsa partida de Sandro Rosell, hasta hace poco vicepresidente deportivo, así como los profundos cambios que se avecinan en el fútbol base.


Ámbito económico

1.- Déficit cero el primer año de gestión (Conseguido)

Era urgente frenar la sangría presupuestaria del club que generaba un déficit anual de 70 millones de euros. Tras reducir los gastos en 30 millones e incrementar los ingresos en 40, el equipo económico cerró la herida hasta conseguir que el primer balance diera un superávit de alrededor de un millón de euros. Para esta campaña se prevé un superávit de 15 millones de euros.

2.- Soluciones creativas y contrastadas para financiar el crecimiento del club (Conseguido)

La enorme deuda histórica acumulada, que la directiva tasó en 151 millones de euros, obligó a conseguir un crédito sindicado que permitiera reactivar la economía del Barça. La entidad consiguió esa vía financiera, así como no empezar la devolución de esa deuda hasta el tercer año de mandato. Esa fórmula ha permitido invertir en fichajes en las dos primeras campañas y así renovar la plantilla sin tener que incrementar el déficit, que habría acabado hasta con las telarañas de las arcas blaugrana.

3.- No vender ni un metro cuadrado de patrimonio, que seguirá en manos del socio (Pendiente)

Es un punto por resolver. En el caso de los terrenos de Can Rigalt, la intención de la junta es vender parte de esos terrenos con el fin de que, con la recalificación de parte de los mismos, mantener o aumentar el valor del resto. También se ha de despejar el futuro del Mini Estadi. Igualmente, están pendientes de acabarse las obras de la Ciudad Deportiva.


Ámbito social/Fundació

1.- Una Fundació referente mundial por su actividad y utilidad social (Pendiente)

Desde la Fundació FC Barcelona se han emprendido interesantes proyectos solidarios como el partido contra el sida, el partido de la FIFA en favor de las víctimas del tsunami, caravanas solidarias, etcétera. La nueva junta transformó el contenido de la Fundació, que nació como fuente de financiación y ahora ya tiene un contenido social. Sin embargo, se debería profundizar más en su papel social.

2.- “Barça enfora”: Proyectar el Barça en todo el mundo (Conseguido)

Desde el club se ha realizado un gran esfuerzo para proyectar el Barcelona y Catalunya en todo el mundo. Se han abierto nuevos e interesantes mercados como el asiático y el americano, por donde el equipo ha realizado sendas giras comerciales. A nivel instucional se han realizado visitas, como la de Marruecos, que tuvo una gran acogida. Todo sin olvidar que la imagen del club se ha potenciado con estrellas de primer nivel. El Barça ha vuelto a primera línea mundial.

3.- “Barça endins”: Hacerlo próximo al socio y a la afición, participativo y plural (Conseguido)

Uno de los proyectos más ambiciosos de la junta fue la campaña de captación de socios ‘El Gran Repte’. Hoy el Barça cuenta ya con más de 130.000 socios, la más alta de toda su historia. Para acercar el Barça a los aficionados y también para ‘fer país’ se programaron juntas itinerantes, stages en Peralada y se organizaron fiestas temáticas antes de los partidos.


Secciones

1.- Mantener los buenos resultados deportivos (Pendiente)

Secciones como el hockey (Copa de Europa, Copa del Rey, Supercopa de Europa y de España) y el balonmano (séptima Copa Europa) mantienen el buen nivel a que nos tienen acostumbrados, pero en el caso del basket se ha desintegrado el proyecto campeón Europa y se ha perdido a Bodiroga, que era el estandarte y el símbolo del equipo. La sección de basket ampliará su presupuesto para el año que viene, y contará con uno de los mejores entrenadores europeos (Dusko Ivanovic, acabando la temporada con el TAU).

2.- Capitalizar los buenos resultados deportivos en el ámbito económico (Pendiente)

Uno de los grandes objetivos del club era conseguir que la secciones fueran rentables y se autofinanciaran. Sin embargo, a día de hoy las secciones siguen siendo deficitarias. El club ha encontrado dificultades para lograr ingresos que permitan mantener el nivel competitivo. El club podría estar interesado en que el sponsor de la camiseta del primer equipo amplíe su sponsorización al resto de secciones del club.

3.- Conseguir que la masa social del Barça conecte con todas las secciones (Conseguido)

El FC Barcelona sigue siendo el club polideportivo más grande del mundo, ha seguido creciendo, y todas las secciones profesionales siguen contando con un público fiel que se ha ido incrementando gracias a la inauguración de nuevas secciones. Una de ellas es el ciclismo. El club ha estudiado la posibilidad de ampliar el Palau, porque en las grandes citas el recinto se ha quedado pequeño.

lunes, abril 18, 2005

RAMÓN BESA Libertad condicional

La UEFA encontró un tono duro para disimular una sanción blanda. Implacable como oficina de recaudación, pues nunca diferenció entre ricos y pobres, la administración deportiva europea se muestra condescendiente en la aplicación de las penas en función del condenado, y el Inter le ha merecido un trato indulgente, quizá por su condición de italiano o por su naturaleza de club conflictivo, al menos en los últimos años.
A veces da la sensación de que el mundo del fútbol se ha acostumbrado a que los hinchas radicales del Inter expresen irremediablemente cada temporada su frustración por tener un equipo perdedor. Más que reprobación, la lluvia de bengalas que vuela a menudo sobre San Siro parece merecer incluso la mejor de las comprensiones, tal que fuera un ritual que se saluda con una cierta expectación, por no decir complicidad.
A los goles en contra europeos responden los neroazzurri más beligerantes con una salva de fuego, y a los tres días la UEFA anuncia la clausura del campo por dos partidos. Así ocurrió contra el Madrid en 1983 y el Alavés en 2001. Al tratarse esta vez de una doble reincidencia, la suspensión ha comportado un castigo doble: cuarto partidos, y hasta el curso que viene si Dios quiere.
Aunque la UEFA ha cantado que son seis encuentros de clausura, más que nada para darle el timbre del mayor castigo de la historia, el asunto tiene truco porque se trata de seis menos dos, siempre que el Inter se porte bien, de manera que se incluye una bonificación por buen comportamiento más que la prolongación del castigo por ser malo.
El Inter cumplirá una pena menor, pagará una fianza de aquí te espero, nada nuevo en una entidad que despilfarra el dinero, y quedará después en libertad condicional. Experta en la sanción a la carta, la UEFA ha sabido encontrar una nueva manera de reprender a un club que merece una consideración aparte por fatalista. No se entiende si no que también haya salido absuelto de la trifulca el entrenador, Roberto Mancini, que protagonizó una acción más reprobable que la de José Mourinho, entrenador del Chelsea, declarado como enemigo público número uno.
A juzgar por la resolución de la UEFA, el pasado martes en San Siro no se suspendió ningún partido si no que se repuso, como ya es costumbre en las grandes noches, la película Jour de fete, y en la portería del Milan no estaba Dida sino que quien esquivaba las bengalas era Jacques Tati.

JOSÉ SÁMANO Irresponsable Mancini

El fútbol, como ocurre en otros órdenes de la vida, da cobijo a un puñado de irresponsables que se refugian bajo la bandera del club que les hace millonarios y creen tener barra libre para decir la primera estupidez que se les ocurra. Por supuesto, sin medir el daño que provocan. Esa menudencia queda para los terrenales, no para las estrellas deslumbradas por los focos y los ahorros, caso de Roberto Mancini, el entrenador del Inter.El martes, mientras los ultras interistas se dedicaban al vandalismo en San Siro, este ex jugador recién llegado a los banquillos, con aire de maniquí de Armani, se dirigió con grandes aspavientos al árbitro Markus Merk, que desde el medio campo asistía estupefacto a lo que estaba sucediendo. "Señor Mancini, ¿qué le dijo al colegiado?", preguntaron al técnico en la rueda de prensa posterior al vergonzoso espectáculo. "Que la culpa era suya", espetó sin titubear. "¿Y qué le han parecido los incidentes?". "Sólo hablaré del partido", respondió. Justo el mensaje que los indeseables que incendiaron el derby milanés querían escuchar.
Injustificables en cualquier caso las palabras de Mancini. El pecado de Merk había sido anular un gol a Cambiasso. Fuera o no legal, que no es la cuestión, de haber sido concedido, el Inter habría tenido que marcar otros tres para clasificarse: casi nada para los 20 minutos que quedaban. Mancini, como algunos de sus jugadores -caso de Córdoba, que también riñó al árbitro-, actúo con una descarada demagogia para intentar maquillar la derrota de una institución que hace tiempo que va a la deriva. Es tal el caldo creado en los estadios italianos que muchos actores del calcio ya ni se inmutan cuando cae una moto desde la grada, las tribunas se decoran con esvásticas o vuelan bengalas como cáscaras de pipas.
Lo mismo da que haya resultado herido un compañero. Sólo así se entiende que, durante la pirotecnia de San Siro, ni Mancini ni sus jugadores se dirigieran hacia la grada para pedir sosiego. Qué demonios, tampoco ningún ejecutivo del club dio la orden de emitir un mensaje de concordia por la megafonía del estadio. Es la ley que impera en el calcio: la que dictan los vándalos, con los que el irresponsable Mancini tuvo un guiño cómplice.
Si la UEFA actúa con la contundencia que tanto proclama, con micrófonos por delante, el técnico interista debe recibir un duro correctivo. José Mourinho, por bocazas y bravucón, se acaba de llevar un severo tirón de orejas. Y bien merecido. Lo de Mancini es aún peor que lo del luso. ¿O no se debe reprender a quien se deslengua para culpar a un árbitro de una barbarie semejante y, encima, no condena la violencia? Que la UEFA juegue limpio.

miércoles, abril 13, 2005

JORGE NARGANES No a la permisividad

Simplemente quería hacer unos comentarios al hilo de lo expuesto por Dani en su email referente al lamentable suceso de ayer noche.
En los ultimos años, han quedado grabados en mi retina numerosos casos deviolencia dentro de un estadio de fútbol europeo: los casos que comenta Danidel fútbol italiano (cada vez más radicalizado y defectuoso en formas yjuego), la violencia contra el guardia de seguridad del Sevilla, la lluviade objetos de diversa índole del Camp Nou, los lanzabegalas en el campo delBetis, la portería del Bernabeu en Europa... y seguro que muchos otros degravedad similar a la sucedida ayer, o potencialmente igual de peligrosapara salud de aficionados o jugadores.Referente a todos estos casos, ¿me podéis decir cuáles han sido lassanciones de la UEFA o Federaciones? ¿Cuáles han sido las reacciones deaficionados y Juntas Directivas al respecto? Todas ellas han quedado ennada, en una pequeña multa o algún partido de cierre en el mayor de loscasos.Sin embargo las soluciones nunca llegan: se recurre las sanciones por viaordinaria desde las propias Directivas, se excusan los hechos en laindividualización de 4 desalmados incontrolados...pero no es así.Cierto es que la radicalización y la periodicidad de este tipo de actos esen la actualidad mayor en el fútbol italiano que en cualquier otra parte deEuropa, pero no lanzemos la primera piedra pues nadie estamos a salvo, ymucho menos el fútbol español. No quiero yo ser el salvaguarda o defensordel fútbol italiano, fútbol que me horroriza en muchos aspectos, pero seamosecuánimes. Sanciones duras para todos, no sólo para el Inter, y desde ya. Nonos rasguemos las vestiduras con tanta facilidad hablando de expulsión decompeticiones europeas, cierres de campos... estoy de acuerdo en las másduras sanciones económicas y deportivas en todos estos actos, pero paratodos, o acaso a alguien le han cacheado en la entrada a un campo de fútbol?a mi desde luego no, ni en el Camp Nou, ni en el Bernabeu, ni en San Mamés.
En fin permisividad no, pero para ninguno.

¿Calcio es Fútbol?

No hablaré aquí de lo que suele ocurrir exclusivamente en el césped en la Liga italiana partido tras partido y año tras año, es de sobra conocido por todos.
Lo ocurrido esta noche en San Siro trasciende lo deportivo, lamentablemente. Es cierto que para la verguenza de todos los aficionados al fútbol, nadie en España está libre de pecado (incidentes en el Camp Nou, Bernabéu o Sevilla), pero en Italia el tema está convirtiéndose ya en delincuencia pura y dura:

1- Caída de decenas de bengalas, hoy 12 de abril, partido Inter-Milan de Liga de Campeones. Una de ellas alcanza al portero Dida. Jugadores como Córdoba o Cambiasso, y el propio entrenador interista Mancini, presunto gentleman del fútbol, insultan y amedrentan al árbitro indignados porque éste detiene el partido. El desencadenante de todo, un presunto gol mal anulado..
2- Desde esa misma grada de San Siro, la temporada pasada se arrojó...¡una motocicleta!
3- Sanción y cierre del Olímpico de Roma también esta misma temporada en Chmapions, por un monedazo que impactó en el árbitro Anders Frisk. La Roma era reincidente.
4- Sanción y cierre de nuevo del Olímpico de Roma, ésta vez por cánticos racistas y vítores nazis y fascistas de seguidores del Lazio. El capitán de este club, Paolo Di Canio, saluda tras marcar un gol en el derby romano con brazo en alto, semejando el saludo de Mussolini.
5- En vísperas del partido de mañana 13 de abril, cuartos de final de Champions League en Turín, Juventus-Liverpool, la ciudad está en alerta roja por constantes amenazas en prensa e internet de seguidores juventinos clamando venganza y anticipando incidentes como represalia por los desgraciados acontecimientos del estadio Heysel. Hace una semana, en Anfield Road, casi cincuenta mil hinchas reds guardaron un escalofriante minuto de silencio, mostraron pancartas con el lema Memoria y amistad en las gradas y saludaron con una cerrada ovación a los jugadores de la Juve al saltar a la cancha.

En el acceso de los campos italianos no hay controles ni cacheos, las bengalas están permitidas...A todos nos gustan los tipos en los derbys del calcio, pero desde luego no a este precio. ¿A qué espera el fútbol italiano para detener este dominó de destrucción y verguenza,a tener muertos sobre el césped? ¿Tendrá algo que ver que el Presidente del Gobierno italiano sea a la vez, entre otras cosas, el dueño de uno de los principales clubes y un descrédito para la clase politica mundial?

Creo que esto merece una profunda reflexión, y desde luego el Inter no puede jugar competiciones europeas la próxima temporada.

miércoles, abril 06, 2005

'Jugaremos por vosotros'

"Jugaremos por vosotros"

Liverpool y Juventus se enfrentan en Anfield 20 años después de que los capitanes Neal y Scirea aceptasen disputar la final de Bruselas poco después de la muerte de 39 aficionados

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

"Lo que menos nos importa es quién ganó la maldita copa".La Gazzetta dello Sport del día siguiente, 30 de mayo de 1985, reflejaba la auténtica realidad. La noche anterior se nos pusieron los pelos de punta cuando, a las 19.20 horas, 85 minutos antes de que Liverpool y Juventus disputasen la final de la Copa de Europa más esperada de la historia --la organización recibió 450.000 solicitudes de entrada--, se desató la tragedia y el estadio Heysel de Bruselas se convirtió en el infierno. Entre los escombros murieron 39 aficionados, 32 de ellos italianos.Desgracia anunciadaVeinte años después, el caprichoso sorteo de la Champions ha emparejado, de nuevo, a los dos protagonistas de aquella final que, para muchos, no debió disputarse. "Fue indecente que se jugase", reconoció el Partido Socialista Belga.La tragedia de Heysel contó no sólo con la complicidad de los hooligans más ultras, liderados por los reds animals, que amedrentaron, apedrearon, insultaron, acorralaron y empujaron hasta el precipicio de la curva Z del gol sur a miles de seguidores bianconeros, sino con la ineptitud de los responsables de seguridad del evento, liderados por Charles Ferdinand Nothomb, ministro del Interior belga entonces, que no tuvo más remedio que dimitir ante tamaño desaguisado.Nada más llegar a Bruselas, dos días antes, todos percibimos un ambiente que presagiaba tragedia. Los hooligans empezaron a romper los escaparates de las joyerías de la Grand Place el lunes, maltrataron a las inofensivas familias juventinas en la plaza de Brouckere el martes y asaltaron a aficionados belgas indefensos, el mismo miércoles, en los alrededores del Atomium.Ferdinand, secundado por el entonces presidente de la UEFA, el belga Jacques Georges, anunció a bombo y platillo que no podrían adquirirse bebidas alcohólicas en dos kilómetros a la redonda de Heysel. ¡Falso! Había furgonetas hasta las mismas puertas del estadio y, cuando a las seis de la mañana del día 30, entramos en el estadio, en compañía de un equipo de la televisión danesa, un tanto por ciento elevado de cascotes y escombros estaba compuesto por botellas, vidrios rotos, latas y cajones de cerveza.No sólo les pusieron al alcance de la mano la bebida; tampoco controlaron a los ultras. Todos los antidisturbios, según reconoció después el comandante Boileau, se instalaron en las afueras del estadio "porque temíamos que las peleas se produjesen a la llegada". Los 10, 12, a lo sumo 15 policías --ni eso, guardias-- que custodiaban la verja de separación de las aficiones en el gol sur fueron los primeros que huyeron al producirse el ataque inglés.La avalancha, las correrías y el derrumbe del muro se produjeron en cuestión de segundos, cuando los hooligans atacaron y acorralaron a las familias italianas, a las que pillaron de improviso. Los auténticos tifosi estaban en el gol norte, justo donde Michel Platini marcó el penalti del triunfo italiano después de que el árbitro suizo André Daina convirtiese en pena máxima una entrada de Gillespie a Boniek dos metros fuera del área.Confusión sobre los avisosSe fue la luz y se cortaron las comunicaciones. Mientras los heridos eran atendidos en el aparcamiento del estadio, en un improvisado hospital de campaña, el único contacto con el mundo exterior era la televisión. Los periodistas acudimos a las cabinas para informar, ya que los comentaristas no podían moverse de sus asientos para recabar información. Mientras Ferdinand reconocía su asombro "porque nadie me previno de que podía ser un choque tan violento", Neil McFarlane, ministro de Deportes británico, aseguraba haberle enviado "más de un aviso y faxes previniéndole de la peligrosidad de los aficionados ingleses".El italiano Otello Lorentini, presidente de la asociación de las familias de las víctimas de Heysel, que asegura no haber vuelto a ver un partido desde que perdió a su hijo Roberto, médico de profesión, espera que hoy "el partido se convierta en un homenaje a las víctimas de aquella desgracia".El Liverpool Memorial, junto a la puerta principal de Anfield Road, estaba ayer repleto de flores. "En recuerdo de los fallecidos, esperando que no ocurran más tragedias similares", se podía leer sobre una bandera española. La firma era de "The Núñez's friends", los amigos del jugador del Liverpool. No quedaba claro si el recuerdo era para los italianos que murieron en Heysel o para los 91 seguidores del Liverpool que perecieron en otro desgraciado accidente, ocurrido en el estadio del Sheffield cuatro años después, en 1989.Baros tenía cuatro añosEl checo Milan Baros, goleador de los reds, reconoció ayer que no sabe nada de Heysel. "Tenía sólo cuatro años". Confiesa, eso sí, que ha oído hablar. "Se está hablando de ello y se hablará más, pero cuando el árbitro pite el inicio del encuentro, nadie pensará en ello".Puede que a Baros no le hayan contado que, mientras evacuaban a centenares de heridos, los capitanes Phil Neal y Gaetano Scirea anunciaron que jugarían el partido: "Os pedimos que no hagáis caso a los provocadores. ¡Jugaremos por vosotros!"."El fútbol --pidió ayer Rafa Benítez, técnico español del Liverpool-- ha de unir y no dividir. Debemos honrar a las víctimas con el mejor de los partidos posibles".

S.SEGUROLA La herida de la verguenza

La herida de la vergüenza

El Liverpool y el Juventus se encuentran hoy por primera vez desde la tragedia de Heysel en 1985

SANTIAGO SEGUROLA - Liverpool
EL PAÍS - Deportes - 05-04-2005

Una ciudad orgullosa, profundamente marcada por tensiones, éxitos y fracasos, se enfrenta hoy al recuerdo de una tragedia que pretende enterrar en la memoria. A Liverpool llegó ayer el Juventus de Turín, con menos estrellas que recuerdos de una desastrosa tarde del 29 de mayo de 1985, en el decrépito estadio Heysel de Bruselas, escenario aquel día de la tragedia que acabó con la edad de la inocencia en el fútbol. Empujados por el alcohol y una violencia incontenible, cientos de hooligans del Liverpool se lanzaron contra los aficionados de la Juve ubicados en uno de los fondos del estadio. Faltaba poco más de una hora para el comienzo del encuentro y todo lo que sucedió después fue un monumento a la indignidad. La macabre acometida de los vándalos ingleses se cobró la vida de 39 espectadores, todos ellos italianos, excepto un aficionado belga. Al lado del recuerdo poco importan los nombres de Ibrahimovic, Buffon, Del Piero, Emerson o Trezeguet. Se diría que han llegado para remitir al Liverpool, al fútbol en general, a la evidencia de un drama abrumador.
Un rosario de deficiencias ayudó a los hooligans en el crimen: apenas había policías, las barreras metálicas no existían, los tornos no funcionaban, los muros estaban agrietados. Ése era el estado del viejo Heysel, elegido por la UEFA como escenario de la esperadísima final de la Copa de Europa. A un lado, los reds de Liverpool, a la conquista de su quinto título, conducidos por el gran Kenny Dalglish. Enfrente, la Juve que había servido como espinazo de la selección italiana que ganó el Mundial 82, entre ellos los inolvidables Scirea, Cabrini, Tardelli, Gentile, coronados por dos futbolistas excepcionales: el francés Platini y el polaco Boniek. La Juve, que nunca había logrado la Copa de Europa, era la clase de equipo capaz de acabar con la supremacía del Liverpool, el equipo más eficaz de aquellos días, quizá no el más espectacular, pero sí el más confiado en un estilo que mezclaba la energía tradicional del fútbol inglés con el elaborado juego que había dado fama al Ajax una década antes. Pero aquella final nunca se recordará por lo que sucedió en el campo, y hasta añade más sombras a la tragedia que el partido se disputase frente a los cadáveres depositados junto al terreno de juego -venció la Juve gracias a un inexistente penalti sobre Boniek, pero nadie habla de aquella victoria en Turín-, sino por la carnicería que se vivió antes del encuentro, en una vigilia que los jugadores recuerdan con horror porque las noticias les llegaban sin ningún filtro al vestuario. Sabían que había muertos, los vieron cuando entraron en el campo, los tuvieron al lado durante todo el encuentro y, así y todo, jugaron. Ahora, 20 años después, el Liverpool y el Juventus se enfrentan por primera vez desde la tragedia. Y en la ciudad inglesa un silencio espeso trata de impedir que aflore el recuerdo de un suceso que ha marcado al club, a sus hinchas, al fútbol inglés, a toda Inglaterra.
Pocos equipos sienten con tanta nitidez el compromiso de su hinchada.
En una ciudad marcada por el antagonismo entre el Everton y el Liverpool, los reds aprovecharon sus éxitos en los años sesenta y setenta para convertirse en el emblema de una región que representa todas las contradicciones de la vieja Inglaterra. Lugar de acogida de miles y miles de emigrantes irlandeses y escoceses, puerto imperial, escenario de tensiones sociales de tintes dickensianos y a la vez motor creativo capaz de producir el fenómeno pop a través de los Beatles. Liverpool vivía el fútbol apasionadamente. Cuando la economía empezó a derrumbarse y el thatcherismo abrió fracturas sociales irreparables, el Liverpool era el orgullo de la ciudad, el equipo bandera del fútbol europeo, una excusa de felicidad para una región que se hundía en la pobreza. ¿Cómo recordarles a sus hinchas que fueron los protagonistas del horror de Heysel? ¿Cómo recordarlo a una gente que ha vivido otras pesadillas inconcebibles? ¿Cómo aceptar el dolor que causaron precisamente a los aficionados del equipo que hoy juega en el legendario Anfield? El peso de la desgracia, seguramente de la culpa, es tan grande que parece enterrado en algún confín inexpugnable de la memoria colectiva del Liverpool.
No hay placas en Anfield, ni recordatorios de lo que sucedió en Heysel. No es fácil aceptar tanta responsabilidad por un hecho que sacó al fútbol de la ingenuidad y le convirtió en la metáfora más cruda de la violencia social. Sin embargo, pocos equipos son más respetuosos con su historia con el Liverpool, pocos están más enraizados con su comunidad y con los hombres que le hicieron grande, con el entrenador Shankly, con el himno que marca a fuego el vínculo entre los hinchas y sus jugadores -You'll never walk alone (Nunca caminaréis solos)-, con la victoria y también con otras desgracias tan impresionantes como las de Heysel. Junto a la estatua de Shankly, aparecen los nombres de los 96 hinchas que murieron aplastados y asfixiados el 15 de abril de 1989 en el estadio de Hillsborough, en Sheffield, en la semifinal de la Copa inglesa, esta vez no por la acción de la hinchada rival, sino por la incompetencia y la ineficacia de las autoridades del fútbol y de la policía. Murieron en una ratonera, contra la valla que separaba el campo del graderío, por el exceso de gente y porque se tomaron todas las medidas equivocadas para impedir la masacre. Es como si aquella tragedia, protagonizada exclusivamente por los hinchas del Liverpool, funcionara como un mecanismo de expiación de la culpa anterior, la de Heysel, la que avergüenza al Liverpool y sus aficionados. Hoy, los jugadores de ambos equipos, portarán brazaletes negros, pero no ha habido ningún acto institucional de los dos clubes, ni se ha conmemorado una de las fechas más infames de la historia del fútbol. La herida no se ha cerrado en estos veinte años. Es tan profunda que pretende ocultarse tras el más espeso de los silencios.

lunes, abril 04, 2005

Entrevista Rafa Benítez

"Quiero la esencia inglesa y la sutileza española"

SANTIAGO SEGUROLA - Liverpool
EL PAÍS - Deportes - 04-04-2005

El Liverpool se enfrenta mañana al Juventus en los cuartos de la Liga
de Campeones. El partido mide a dos clubes que han protagonizado buena
parte de la historia del fútbol: dos equipos que representan la mejor
tradición de dos escuelas, aunque el lado heterodoxo del Liverpool le
llevó a manejar conceptos casi impensables en el fútbol inglés. Aquel
equipo de Bill Shankly y sus fieles sucesores -Bob Paisley y Joe
Fagan- cerró su gloriosa época hace 20 años, en el estadio Heysel de
Bruselas, frente al Juventus precisamente. La macabra ofensiva de los
hooligans del Liverpool acabó con la vida de 39 hinchas del equipo
italiano. Por primera vez desde aquella tragedia, los dos equipos se
encuentran en la principal competición del fútbol europeo. En el
Liverpool, el técnico español Rafa Benítez trata de impulsar a un
equipo que ha atravesado años de dificultad.
Pregunta. ¿Encontró las grandes diferencias que se antojan entre el
fútbol inglés y el español?
Respuesta. Aprecié la diferencia inmediatamente. Es grande tanto en el
aspecto futbolístico como en el social, en los modos de vida. El juego
es mucho más físico, con un ritmo más vivo, más enérgico. También es
notable cómo viven los aficionados los partidos y cómo son sus lazos
con los equipos. El ambiente es muy pasional. Los estadios suelen
estar llenos y la atmósfera es muy especial. Se vive el fútbol con una
emotividad superior a la de España. Pero todo eso se relaciona con una
manera diferente de ver la vida. Aquí se hacen muy largos los días. Te
levantas muy temprano y a las siete de la tarde estás en la cena. Pero
no hay mucho que hacer: el invierno es muy largo y oscurece muy
pronto, a las cuatro. A veces, estos aspectos son los que determinan
las dificultades de adaptación.
P. ¿Cómo ha sido la suya?
R. Buena. Tengo mucho trabajo cada día. Casi todas las horas están
ocupadas. El club necesita un impulso y hay que concentrarse en
numerosas áreas. Afortunadamente, me he encontrado con la máxima
colaboración del Liverpool tanto en el respaldo a mi gestión como
mánager como en las facilidades. Las instalaciones son magníficas. A
veces, siento un poco de frustración por no dominar el inglés con más
precisión. En los momentos delicados, cuando hay mucha tensión y
necesitas ordenar algo muy concreto o no tienes tiempo para
explicaciones muy elaboradas, te das cuenta de que te faltan los giros
para explotar al máximo todos tus recursos como entrenador. Pero
también he avanzado bastante en este campo.
P. En Anfield y en la ciudad se ve un orgullo por el equipo que tiene
algo de peculiar y que hace del Liverpool un club diferente.
R. Es cierto. Hace un tiempo pasé algunos días visitando al Manchester
United y el Tottenham, de gran tradición, excelentes clubes. Sin
embargo, no encontré la clase de vínculos que he visto en el Livepool.
El compromiso de sus empleados con el club es excepcional, lo mismo
que el de los aficionados. La predisposición para ayudar es admirable.
Hay un sentido de pertenencia a la institución, un sentimiento de
orgullo, que es quizá su gran secreto, la clave de muchos de sus
éxitos y de su prestigio.
P. En esta atmósfera tan tradicional, ¿hay un peligro de rechazo a la
presencia de tantos españoles?
R. No. Por varias razones. La Liga inglesa ha cambiado bastante desde
la ley Bosman. Los aficionados se han acostumbrado no sólo a la
presencia de extranjeros, sino que han observado que su influencia ha
sido crucial en los éxitos del Arsenal, el Manchester de Cantona o Van
Nistelrooy, o el Chelsea. De lo que se trata es de contar con buenos
jugadores. Si son ingleses, mejor. Mi interés es que los españoles
aporten aspectos necesarios para la progresión del equipo, pero con el
máximo cuidado de mantener lo mejor del fútbol inglés. Para mí, sería
el equilibrio perfecto. Quiero que nuestro juego no sea sólo
intempestivo, directo, y más aún en un equipo que durante muchos años
fue el menos inglés. Me refiero a su estilo de juego, a su búsqueda de
la posesión de la pelota como aspecto fundamental, a la herencia de
Bill Shankly
[el técnico que convirtió al Liverpool en una potencia en los años 60
y 70]. Jugadores inteligentes como Xabi Alonso, Morientes o Luis
García pueden añadir el grado necesario de sutileza sin contrariar la
esencia del fútbol inglés.
P. ¿Hasta qué punto siente la exigencia de un club que durante casi
dos decenios fue una de las grandes referencias mundiales?
R. La siento como un factor de motivación. Observas el orgullo de la
gente y, lejos de sentirlo como un peso, te anima a intentar devolver
al Liverpool a la cima. Es una carga agradable. Así lo veo, porque te
exige más responsabilidad y lo único que quieres es devolver con
títulos el apoyo que recibe el equipo en todos los momentos.
P. A principios de año, recibió duras críticas en la prensa
londinense. ¿Tuvo la impresión de estar en dificultades?
R. Nunca he tenido esa sensación. El club ha tenido un comportamiento
perfecto. Siempre me he sentido respaldado a pesar de las tremendas
dificultades con las lesiones. Varios jugadores han pasado por el
quirófano o atravesado largos periodos sin jugar. Y casi todos
fundamentales: Gerrard, Xabi Alonso, Cissé, Baros, Josemi, Sinamá,
ahora Hamann... Sin embargo, el equipo ha respondido bien. No tenemos
las inmensas posibilidades económicas del Manchester, del Chelsea o
del Arsenal, pero estamos en la situación adecuada para acercarnos a
ellos.
P. ¿Cuáles son sus ideas básicas respecto al equipo?
R. La primera es practicar un buen fútbol, bien elaborado,
inteligente, compensado. En segundo lugar, tenemos que adaptarnos
mejor a las situaciones que nos incomodan, sobre todo al juego directo
de la mayoría de los equipos ingleses. En muchas ocasiones no lo hemos
logrado y hemos tenido malos resultados ante rivales inferiores. Si
logramos aligerar este problema, el equipo dará un buen salto, sobre
todo por la confianza que se generaría en los jugadores.
P. ¿Cómo califica el rendimiento de sus españoles?
R. Xabi Alonso arrancó de manera fenomenal. Inmediatamente se
convirtió en la referencia del equipo. No tuvo ningún problema de
reconocimiento. Recibió excelentes críticas y la gente se sintió
encantada con él. Su adaptación a la ciudad y al campeonato ha sido
magnífica. Josemi funcionó muy bien en el lateral derecho, pero se
lesionó pronto. Núñez, que llegó sin que el club pagara traspaso
alguno, estuvo lesionado los tres primeros meses. Ahora comienza a
aportar su velocidad por la banda derecha. Luis García ha tenido altos
y bajos, pero su aportación ha sido decisiva. Es un jugador
fundamental para nosotros porque es muy listo, sabe generar peligro
entre líneas y tiene gol. Morientes ha pagado su inactividad durante
los meses anteriores. Cuando se acerque a su mejor nivel, nos
permitirá un salto de calidad.
P. Le pone de segundo delantero, como en el Mónaco. ¿Por qué?
R. Quiero aprovechar su experiencia en el Mónaco para que nos aporte
una mejor lectura en el juego de ataque. Con jugadores como Morientes
ganas tiempo porque sabe lo que tiene que hacer y la gente mejora a su
alrededor.
P. Ahora ha contratado a Pellegrino. ¿Qué añade?
R. Es uno de los mejores profesionales que he visto, un jugador muy
experto y un hombre muy inteligente. Sabe manejar toda la defensa.
Ayala, que es un gran central por sí mismo, era aún mejor cuando
jugaba a su lado.
P. Gerrard está en boca de todo el mundo. Le quiere el Chelsea y
también se le tiene como objetivo del Madrid. ¿Cómo le define?
R. Como un jugador del Liverpool que no queremos que se vaya de
ninguna manera. Le quiero aquí, le necesitamos aquí. Es una bandera y
él lo sabe. Es muy completo. Es el más adelantado de los dos que
ocupan el eje en el medio campo. Tiene calidad, desplaza muy bien la
pelota, es valiente, su despliegue físico es generoso, competitivo,
con un buen remate de media distancia... Aún debe madurar un poco como
futbolista.
P. Es la primera vez que desempeña el cargo de mánager. Se tiene que
ocupar de lo técnico y de la gestión del equipo. ¿Una experiencia
complicada para quien viene estrictamente de la parte técnica?
R. Un mánager puede aportar muchas cosas al entrenador. Pero es
necesario que sea responsable. Es una figura respetadísima en
Inglaterra. Eso le da un poder enorme. El problema es que el poder
tiende a corromper. Hay que estar alejado de esa tentación
absolutista, mantener firmes los criterios, mantenerse alejado de la
idea de que el mánager está por encima del club. Eso es lo que
pretendo aquí.
P. ¿Reconoce en el juego del Liverpool el trabajo que hace?
R. Comienzo a reconocerlo, pero todavía no nos hemos estabilizado. Las
lesiones nos han machacado. Muchas veces me digo: 'Éste es mi equipo'.
Otras no veo lo que quiero. Es normal en una temporada con muchas
dificultades.
P. La eliminatoria contra el Juventus, en la Liga de Campeones, está
marcada por muchos factores, algunos extremadamente emocionales. ¿Pesa
todavía la tragedia de Heysel en el Liverpool?
R. No hablamos apenas de ello. Es como si no quisiéramos que salga un
tema tan doloroso para el club y los aficionados. Sabemos que está
ahí, en la memoria, pero procuramos no mortificarnos.
P. Su equipo parte como víctima en los pronósticos.
R. El Juventus es favorito. Es líder en la Liga italiana y no se puede
cuestionar su solidez. No podremos contar con Xabi Alonso, Cissé,
Morientes, Pellegrino, Hamann, Sinama... Pero el Liverpool tiene
buenas posibilidades. Ha funcionado muy bien y hay un fervor enorme en
jugadores y aficionados. Si hacemos las cosas bien, no conviene
descartarnos.

JOHAN CRUYFF El error de fichar jugadores libres

Siempre ocurre lo mismo. A estas alturas de la temporada, la semana en que no hay fútbol se disparan mil y un rumores. Que si se quiere fichar a éste, a ése y al de más allá... yo lo veo como un juego. Una forma como otra de llenar las páginas de los diarios deportivos. Y siempre sale el nombre de uno que queda libre. No entraré a valorar las calidades de Van Bommel. Ni de si encaja o no en el Barça de la próxima temporada. Me limito a recoger su caso, su nombre, para explicar una cosa que no me gusta del fútbol: la idea, equivocada, de que fichar a uno que acaba contrato es un acierto total en lo económico. Y no lo es por dos motivos. Uno, porque siempre debería existir un traspaso, un pago de club a club. Y dos, porque eso de fichar a uno gratis es relativo.El que viene con la carta de libertad bajo el brazo se la cobra. Su club no ve un duro, pero el jugador, por el simple hecho de llegar libre, obtiene unos ingresos mejores de los que tendría en el caso de haberse pagado un traspaso por él. Ya sea en forma de prima de fichaje -lo que no le pago al club te lo pago en parte a ti- o en forma de un contrato más generoso, el futbolista que llega libre pasa a cobrar, de salida, una cifra superior a la de un compañero de idéntica o incluso superior calidad-rendimiento. Y eso, en un vestuario, es un problema. Porque allí se sabe todo. La armonía en una plantilla es difícil de conseguir y los agravios comparativos no ayudan en este sentido.Pero más allá de que tú, como club, caigas en la trampa de pagar a un jugador por encima de su teórico rendimiento de entrada, más grave aún es la no existencia de un traspaso. ¿De qué viven los clubs? Del dinero. Eso es lo que mueve el fútbol. Eso es lo que lo mantiene vivo. Si lo tengo, ficho. Si no lo tengo, o no ficho nada o me endeudo más de lo que estoy. Ahí los clubs deberían darse cuenta de una cosa básica. El traspaso debería existir siempre. Ni que fuera un mínimo. Porque si tú lo pagas siempre lo vas a recibir. Es una rueda que se retroalimenta. Yo pago diez por uno de tu equipo. Y este equipo, con tus diez, comprará a otros dos de cinco. Y el que ha vendido a uno por cinco tendrá con qué salir de compras. Es una cadena que afecta al entramado del fútbol. El club grande ficha a uno por una cifra, y, a partir de ahí, la cifra se va dividiendo y dividiendo a medida que más clubs y más jugadores entran en la rueda. Y todo por un traspaso inicial. Sin él, la rueda se rompe y el fútbol se estanca. Actuando así ayudarás al fútbol y te ahorrarás que, un día, sea uno de los tuyos el que se espere a quedar libre.¿Hay alguna solución? Sí, aunque suene utópica, nadie debería fichar a un jugador que acaba contrato. No, sin existir un pago de club a club. De lo que se trata es de que todas las partes salgan ganando algo. Si es así, el beneficio, a la larga, también será para todos. A más entradas y salidas, cuanto más natural sea el movimiento de jugadores, mayores serán las oportunidades para que surjan nuevos valores y ocupen el sitio de los que ya se han formado y salido.Ésta es mi idea del fútbol global, de un fútbol vivo, en el que los equipos grandes necesitan, sí o sí, de la existencia de los equipos pequeños.Otra cosa que debería revisarse del fútbol es la existencia de las famosas cláusulas de rescisión. Tenían su sentido hace años. Hoy en día son parches sin baremo alguno. Hay un desequilibrio exagerado entre lo que gana un jugador y lo que se pide de traspaso. Y eso también contribuye a lo explicado antes: que los jugadores y los clubs esperen a que uno quede libre para cambiar de equipo. Unos y otros deberían pactar aquí un punto de equilibrio. Siempre desde el sentido común. ¿Qué ganas? ¿Dos millones? Pues tu traspaso lo ciframos, por ejemplo, en 20 millones. Lo que es inconcebible, y ocurre, es fijar una cláusula de rescisión de 20 millones y pagar al jugador 200.000 euros de ficha. Si es así, pide dos millones por venderlo, nunca 20. Ahí está la verdadera desproporción. A partir de aquí entran las variables. No es lo mismo pedir una cifra de traspaso por un futbolista joven que por otro plenamente formado. Al jugador se le ha de pagar por calidad-rendimiento. Si a los 22 años rindes y eres mejor que a los 20, tu contrato debe contemplar una mejora. Por eso defenderé siempre la fórmula del contrato corto de fijo más incentivos. Porque va en beneficio de todos. Como humanos que somos, siempre debemos tener una motivación. El rendimiento de un jugador nunca será igual con un contrato largo y blindado, pongamos de 8 años, que con uno corto y por incentivos. El primero te permite relajarte. El segundo te hará mantener alerta. Y el club, encantado de pagarte más si lo mereces.

lunes, marzo 21, 2005

RAMÓN BESA ¡Manolo, guanyarem la Lliga!


Aunque igual resulta que con sus amigos era una persona habladora, o cuanto menos su gruesa ironía podía levantar la charla más banal, Manolo Vázquez Montalbán parecía un hombre de pocas palabras y de muchas letras. A cualquier petición respondía siempre con dos preguntas: "¿Para cuándo? Y ¿cuántas líneas?" Infatigable y muy cumplidor, escribía mucho y bien, deprisa y de lo que fuera menester, porque sabía tanto de Kubala como de Di Stéfano, de Maradona como de Cruyff, del Barça como del Madrid, de Gil como de Núñez, de Porta como de García, de Les Corts como del Camp Nou, de Franco como de Berlusconi, de Beckham como de Ronaldinho.Lúcido y comprometido, su capacidad de análisis era tan precisa como agradecida. La previa más rutinaria cogía un vuelo extraordinario si se complementaba con un artículo de Manolo porque, puestos a dignificar el fútbol y la gastronomía cuando ni una cosa ni la otra estaban bien vistas en un escritor comunista, supo honrar incluso a uno de los más comunes de los nombres de pila. Fue el columnista perfecto para el editor, para el redactor jefe y para el lector. La firma le daba nobleza al diario, el texto aliviaba a la sección y el aficionado se sentía recompensado. Igual de fiable era contextualizando lo normal que lo excepcional.
Tocaba muchas teclas porque le interesaban varias cosas y sabía tanto de todo que sus artículos eran enriquecedores. No hacía distinciones entre una novela, un poema o un texto futbolístico, ni necesitaba utilizar seudónimos para diferenciarse o distanciarse, sino que simplemente cambiaba de ordenador y aplicaba la misma lógica, el rigor de siempre, el interés de cada día, la pasión y curiosidad que precisa el periodista. Manolo escribía para todas las secciones, y a partir de sus columnas, la gente de fútbol aprendía historia, la de política sabía de poesía y en cultura se hablaba de la copla y de restaurantes.
Uno de los mejores certificados de garantía para las páginas de deportes del diario fue durante mucho tiempo la rúbrica de Vázquez Montalbán, un barcelonista universal y, como tal, reconocido igualmente en Madrid y en Barcelona, en Milán y en Buenos Aires. No valían las dobles versiones porque practicaba un subjetivismo objetivable y ejerció la militancia culé desde el conocimiento, el criterio y, sobre todo, el sentido común. No había corresponsal extranjero que antes de iniciar su nota sobre el Barça no llamara al periódico para contactar con Manolo. Y él, siempre didáctico quizá porque era de formación precisamente más autodidacta que académica, no sólo respondía de acuerdo a las necesidades sino que daba el titular.
Lapidarias han sido la mayoría de sus definiciones, y pocas veces el nombre de Barça ha tenido tanta fuerza fuera del estadio como cuando presidió el célebre artículo que publicó en Triunfo: "Barça!, Barça!, Barça!". La onda expansiva liberó tanto a los militantes que temían ser dados de baja del partido por su afición al fútbol como a los escritores que no se atrevían a confesar su adicción al juego. ¿Y que era el Barcelona para Manolo? Muy bien podía ser "el desarmado ejército simbólico" de Cataluña. En cada época encontró una sentencia para explicar el momento del club, y si en su día apreció que "contra Núñez vivíamos mejor", esbozó una sonrisa cuando supo que el nuevo presidente "sabe construir oraciones compuestas".
Manolo fue el mejor y más célebre divulgador de la causa culé entendida como una liturgia laica, la religión de los no creyentes, un credo muy propio de uno de los mejores analistas de la sensibilidad de las izquierdas como le definió Antonio Franco. Puesto que era creíble, porque siempre decía la verdad, jamás se traicionó y traicionó a nadie y nunca practicó la adulación -la única concesión respecto al diario que se le conoce es cuando calificó a Santiago Segurola como el "profeta guardiolesco de EL PAÍS- supo explicar cómo nadie la carga ideológica que suponía militar en "més que un club". Borja de Riquer, uno de sus mejores amigos, le recordó en el homenaje celebrado en el Camp Nou con una frase brillantemente concisa y ajustada: "Ha sido el más leído, brillante y lúcido cronista del Barcelona".
Quizá porque supo razonar la irracionalidad del fútbol, tanto desde la épica como desde la estética, tuvo que aguantar ciertas miradas de desdén desde las alturas y de desprecio desde el sótano. A Manolo le dio igual, y en cualquier lugar del mundo siempre venció el miedo a ausentarse por un momento de la mesa para preguntar: "Què ha fet el Barça?" El resultado de su equipo era su cordón umbilical con la vida o, como decía, el síntoma de que aún conservaba cierta tensión energética. A todos cuantos nos contagió su gusto por el fenómeno del fútbol y su amor por el Barça, a quienes de alguna manera nos consuela releer sus textos para inspirarnos o ni que sea para mal copiarle, nos gustaría que hoy nos llamara para poder decirle: "¡Manolo, guanyarem la Lliga!".

S.SEGUROLA La negación de la realidad


Florentino Pérez envió ayer un enérgico mensaje de consumo interno. Lo dirigió a los socios y a los jugadores en un momento especialmente delicado. El Madrid se enfrenta el domingo al Málaga en un clima turbulento, dominado por el fracaso del equipo en la Copa de Europa y el resbalón casi definitivo en la Liga. Se anuncia la segunda temporada sin títulos y la situación se ha vuelto intolerable para un amplio sector de la hinchada. El presidente ha recurrido a una vieja estrategia para afrontar los dos duros meses que se avecinan. Con la designación de la prensa como enemigo exterior, Florentino Pérez pretende encastillarse con su desgastada tropa de jugadores y su criticado entrenador. A los aficionados les ha pedido que expresen un madridismo ferviente, es decir, que abandonen cualquier respuesta airada a un equipo al que considera injustamente tratado por el periodismo. Con esta estrategia, el presidente también pretende evitar que el Bernabéu se convierta en el escenario de un agitado plebiscito sobre su gestión en los últimos meses.No hay nada novedoso en el recurso elegido por Florentino. Ha seguido el manual. No es la primera vez que el resentimiento contra el enemigo externo actúa como motor competitivo. Pero el Madrid cada vez resulta menos competitivo. No puede serlo un equipo que en la última temporada fue cuarto en la Liga, salió eliminado de la Copa de Europa en los cuartos de final y cayó en la final de Copa frente un rival que jugó la mayor parte del segundo tiempo con diez jugadores. El declive se ha acentuado este año: el Madrid se encuentra a once puntos del líder, se ha despedido en los octavos de final de la Copa de Europa y terminó su aventura en la Copa frente al Valladolid, equipo de la Segunda División. Al Madrid cada año le quedan más lejos los títulos. Esa es la realidad.
Sin embargo, la aproximación a la realidad de Florentino Pérez es muy peculiar. Políticamente le convenía alinearse junto a sus futbolistas, pero su intervención no estuvo presidida por el cinismo. Por razones que a veces se antojan difíciles de entender, el presidente del Madrid cree en sus gastadas figuras más allá de lo razonable. Todavía cree que son los mejores del mundo. No es extraño en un hombre empeñado en recrear el Madrid de los años cincuenta, donde las estrellas se mantenían vigentes hasta edades imposibles. Y tampoco es extraño en un hombre que convive muy mal con la derrota, cuando no la niega. Florentino Pérez se ha destacado como un representante genuino de la cultura del éxito. Primero en los negocios y luego en el fútbol. Acostumbrado al éxito, dio la impresión de interiorizar la condición de hombre infalible. Pero el fútbol jamás garantiza el éxito, ni la infalibilidad. Es una de las características que definen a este juego. El presidente del Madrid no parece entenderlo y se resiste a aceptarlo, a pesar de que las dos últimas temporadas ofrecen todas las señales de un equipo declinante. Si lo acepta, significa asumir errores. Por ahora, Florentino Pérez no ha admitido ninguno públicamente. No se le ha escuchado ninguna autocrítica. Todo lo contrario. "Hemos hecho algo muy espectacular", dijo ayer en su comparecencia. Pero en la propia puesta en escena se apreciaban las señales de algunos gruesos errores.
No sólo era el dirigente de un club sacudido por las tensiones, con tres entrenadores en una temporada, dos directores deportivos, pésimos resultados y una sensación recurrente de crisis. También un hombre expuesto a un gran desgaste. Como sucedió hace cinco meses, con la imprevista marcha de Camacho, Florentino Pérez no ha encontrado a su alrededor a nadie que le alivie el trago. Después de padecer el primer calvario, ascendió a Butragueño al cargo de director deportivo y luego le concedió la vicepresidencia. En diciembre contrató a Arrigo Sacchi como gurú del área deportiva y a Vanderlei Luxemburgo como entrenador. Ninguno le ha servido en este momento crítico. Florentino Pérez era ayer un hombre solo, sin amparo, enrocado en una idea que la realidad desmiente: un equipo que lejos de producir entusiasmo sólo alimenta decepciones.
 
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