viernes, mayo 19, 2006

Catorce años














Catorce años habían pasado desde que el FCB fue Campeón de Europa en Wembley. Sí, 14, el número de Johan Cruyff y de Titi Henry. Catorce minutos quedaban para el final de la Final de París y el Barça perdía 0-1 con el Arsenal, que además no jugaba con catorce (aunque por alguna decisión arbitral a veces lo pareció) sino sólo con diez. Catorce minutos más tarde, el Barça era Campeón de Europa.

Tras una espectacular recuperación social, institucional y económica en tres años, y dos títulos de Liga, la segunda Copa de Europa llega bajo los elogios unánimes de prensa y gente de fútbol. Tras pasar por Londres y Milan, y una difícil final ante el competitivo Arsenal de Wenger y Henry, el fútbol se ha rendido ante un equipo humilde pero que hasta ha propiciado, con Ronaldinho a la cabeza, la creación de una campaña publicitaria titulada... Joga Bonito!!

La Champions de París es la culminación del carácter rupturista de Laporta, de la habilidad de Sandro, de las calculadoras de Soriano, de la imaginación de Esteve, del rápido aprendizaje de Txiki..pero sobre todo de la humildad y a la vez el hambre de Rijkaard y los futbolistas. Ninguno de ellos salvo Deco y Ronaldinho con Brasil había ganado prácticamente nada, y los de casa como Puyol vivían frustrados el devenir de su carrera sin ganar.
Ese vestuario ha sufrido estas dos temporadas lesiones gravísimas, dudas, la presión del entorno, los cracks fueron renovados hasta 2010 con el miedo al acomodamiento y a la pereza...pero nada. Nada ha interferido en el trabajo de ese vestuario, y los resultados, dada la calidad de sus componentes, han sido inmediatos. Las lágrimas de gente como Etoo, Gio, Giuly, Belletti, Oleguer o Valdés fueron muy significativas. Hasta los miembros del equipo campeón en 1992 alucinaban en París al ver la unión y el ambiente entre los jugadores.
Este grupo ha conseguido que para los aficionados no poder asistir a Paris fuera casi un drama personal, y pese a ello los 21000 que acudieron superaron en número, ánimo y decibelios a una afición británica...¡inaudito, los culés cantando!

Sólo me queda desde este modesto blog felicitar al Campeón y dar la clave de este FCB tras ver el documental Ronaldinho, la sonrisa del fútbol: ante la pregunta del periodista "Ronnie, con 26 años ya tienes todos los títulos que un futbolista puede ganar...¿y ahora qué?" Y el crack responde "Ahora quiero y queremos ganarlos todos otra vez, porque el disfrute es increíble".

domingo, mayo 07, 2006

Jugar mejor para ganar más

















El FC Barcelona celebra estos días su 18º título de Liga. Lo encadena con el título de la temporada pasada y con el subcampeonato de la 2003/2004 en la que en la segunda vuelta superó también a todos sus rivales.

Es la sexta vez que el club gana dos Ligas consecutivas, la octava en los últimos dieciséis años.
Casi todas ellas han llevado un sello que se ha hecho indispensable en el Barcelona: el buen juego.
Salvo el título del 85 con Terry Venables en el banquillo, el resto de los campeonatos de los últimos treinta años se han conseguido con entrenadores holandeses: el mítico y ya fallecido Rinus Michels, Johan Cruyff, Louis Van Gaal y ahora Frank Rijkaard. Con las lógicas diferencias entre todos ellos, sí que han compartido esa marca distintiva, ese objetivo por intentar jugar bien al fútbol. En el Camp Nou ya no se admite otra cosa. La afición perdona que no se ganen siempre títulos, que se pierdan partidos, pero no que el proyecto no pretenda un juego atractivo y ofensivo (inicial al menos, desde luego que siempre se puede lograr). Hasta la llegada de Joan Laporta el club pasó por casi un lustro tambaleándose institucional y económicamente, pero nadie nunca dudó de que el equipo debía jugar de manera atrevida aunque existieran riesgos defensivos. El estilo, reconocible para cualquier aficionado.
Ese deseo de buen fútbol, en Barcelona y en cualquier otra ciudad y equipo del mundo, te da, con buenos jugadores, unas mayores posibilidades de ganar títulos. Siempre ha sido así.

La clara victoria del FC Barcelona supone también el triunfo del fútbol sobre el marketing. El triunfo de la organización jerárquica y clara de un club sobre otros modelos. La Liga ha sido de todos, de Laporta, de Rossell, de Soriano y sus economistas, de Txiki, también por qué no decirlo de Cruyff, y sobre todo de Rijkaard y de los jugadores. Ha sido el título de la ilusión y de la ausencia de divismos y prepotencia. Con el título matemáticamente obtenido en el descanso en Balaídos, el equipo se comportó de manera absolutamente profesional en la segunda parte de ese partido y ayer ante el Espanyol. Ningún tercero podrá reprochar nada. Ahora, tras la rúa de celebración que está congregando en las calles de Barcelona a más de un millón de personas, todo se centrará en la preparación de la Final de París.

La Liga de Campeones, y más una final, concentra toda la épica y la grandeza de este deporte, y es una guinda sensacional para un doblete y lo que hace legendario y duradero a un equipo, pero la Liga, tras nueve meses y treinta ocho partidos de lucha, marca sin dudas y sin posibilidad de azar, quién es el mejor equipo. Y el Barça lo ha conseguido, igual que la temporada pasada, con graves ausencias de jugadores claves como Xavi, Etoo (casi un mes en la Copa África) o Messi, (fuera en la fase clave de la Liga y Champions).

Sobre los grandes protagonistas, los jugadores, este curso ha dejado la confirmación de Ronaldinho como mejor jugador del mundo y verdadero artífice del cambio en el club, la eficacia y lucha de Etoo (cincuenta goles en Liga en dos temporadas, cifra que nadie alcanzaba desde los tiempos de Hugo Sánchez, ni Ronaldo) y, con sus errores, su humanidad como persona.
Puyol volvió a liderar a sus compañeros dentro y fuera del campo, dando ejemplo, queriendo jugar todos y cada uno de los partidos hasta los primeros de la Copa del Rey, y formando un trángulo defensivo mágico junto a Márquez y Edmilson clave en Londres y en muchos partidos. Víctor Valdés ha superado errores puntuales con su personalidad y ha completado otro fenomenal año y tiene casi conseguido (de nuevo) el trofeo al portero menos goleado. Larsson (paradigma de lo que debe ser un profesional) y Giuly se alternaron en la banda derecha y dieron calidad, desmarque y goles, y Deco, pese a bajar su nivel, siempre estuvo presente y sin esconderse.

París el próximo día 17 puede coronar más aún a un equipo joven, humilde pero ambicioso, alegre y heredero fiel de un estilo de fútbol que afortunadamente aún sobrevive.
 
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