lunes, octubre 30, 2006

Futbolia, Filosofía para la hinchada

Uno puede decir que el fútbol son muchas cosas, las que le venga en gana: que son once contra once en calzoncillos; que no es más que un juego; que es el opio del pueblo; que fútbol es fútbol; o que lo hemos convertido en un negocio disparatado, de interés general y beneficios muy particulares… Y, probablemente, así sea —al menos en parte—. Pero eso no puede ser todo, es imposible. No es suficiente.

Éste es un libro sobre filosofía y fútbol. La filosofía busca la verdad del ser humano. Creemos que, en cierta medida, el fútbol también participa de esa búsqueda. Y este libro muestra los caminos trazados en los dos ámbitos. Y sus paralelismos.
Los once mejores futbolistas contra los once filósofos más brillantes.
La filosofía busca la verdad del Hombre. El fútbol a veces la encuentra.

Libro de José Machado y Manuel Valera, Editorial Kailas

lunes, octubre 23, 2006

El crédito de un equipo

Son numerosos los análisis pesimistas que se están realizando sobre el futuro en la presente temporada del FC Barcelona, tras las dos derrotas esta semana ante Chelsea y Real Madrid.
Desde el anuncio del cambio de un ciclo, hasta el presunto declive de jugadores que no pasan de 27-28 años, pasando por la de repente aparecida nulidad táctica del entrenador.
Negar que el Barça tiene problemas sería de necios, pero discutir las posibilidades y la vigencia de este equipo tras dos Ligas, una Copa de Europa y, lo que es más importante, un proyecto serio y consolidado, es de más necedad aún.
En el inicio de la pasada temporada, de los primeros 7 partidos de Liga, el Barcelona sólo fue capaz de ganar uno. Después, encadenó una racha de casi 20 victorias seguidas y ya se sabe el final.
Es normal que se genere agitación mediática y críticas tras dos derrotas ante los dos rivales actualmente más encarnizados del club blaugrana, Chelsea y Madrid.
Pero no se debe olvidar que anoche en casi toda la primera parte el FCB zarandeó (de nuevo, como en las últimas temporadas desde que llegó Rijkaard) al Madrid en el Bernabéu y el miércoles tuteó al Chelsea en Stamford Bridge. Aún así son dos campos en los que se puede perder. ¿Eso es razón para hablar de la decadencia de un equipo? La temporada es larga y el tiempo pondrá pronto a cada equipo en su lugar.

Dicho todo esto, el vigente Campeón de Liga y Europa tiene problemas. La lesión de Etoo es la peor baja que se podía tener. No sólo son sus goles, sino su espíritu, su ambición, su esfuerzo en cada partido. Es fútbol ficción, pero con él en el Bernabéu seguramente el Barça no se hubiera quedado a cero y el resultado...
Más. Hay jugadores que están lejos de su nivel. Paradigma de ello, Deco y Ronaldinho. Al menos, ambos estuvieron bien en la rueda de prensa posterior al partido de ayer (desde luego mucho mejor que en el césped), prometiendo mucho trabajo de entrenamiento y pocas palabras. En el caso del brasileño, es imprescindible: según Martí Perarnau, treinta entrenamientos en ochenta días.
Los fichajes no están aportando lo esperado. Fracasaron con estrépito Zambrotta (otra vez), Thuram, (habría que añadir a Cannavaro y Emerson en el otro bando, lo dejamos para otro post que analice la diferencia de jugar en Italia rodeado de ocho defensas más a no hacerlo), y Gudjohnsen evidenció que es un buen futbolista pero no delantero centro estático.

Otra consecuencia son las críticas a Rijkaard. El holandés, según muchos dicen influenciado por su ayudante Eusebio Sacristán, está pecando de, para algunos, excesivamente audaz. Dudo que en el Camp Nou nunca se le recrimine eso, pero en Londres dejó al equipo con 3 defensas rápidamente y anoche en Madrid arriesgó dejando ligero el mediocampo. De inicio además prescindió de su habitual pivote defensivo, y alineó a los tres pequeños: Iniesta, Deco y Xavi.
Pese a ser criticado, con ellos el Barça encerró al Madrid en su área durante casi toda la primera parte. No acertó con el gol, bueno, otro día será. Lo triste de esto será que los que abogan por situar a ese tercer central se verán cargados de razón y alimentarán ese estéril debate que debió quedar zanjado el año pasado tras los partidos de Champions en Lisboa y Milán.

El equipo debe perseverar en su fidelidad al proyecto que se inició en el verano de 2003 y abstraerse de la cháchara fácil de la prensa. Y los jugadores deben ser profesionales y agradecidos al club que les renovó hasta 2010 y les blindó su futuro para que sólo tengan que preocuparse de lo que, la mayoría de ellos hacen mejor que nadie en Europa a día de hoy: jugar bien al fútbol.

domingo, octubre 22, 2006

Un ejemplo de rivalidad

A unas horas de la disputa de un nuevo clásico entre Real Madrid y Barça, gracias a Diarios de Fútbol y a El País disfrutamos recordando un artículo de Javier Marías, que a su vez evocaba a su amigo Manuel Vázquez Montalbán. Se cumple el tercer aniversario de la muerte del escritor catalán, y él y Marías nos mostraban antes de cada derby cómo puede ser una rivalidad bien entendida.

Diarios de Fútbol

Estos días se cumple el tercer aniversario de la muerte de Manuel Vázquez Montalbán. Escritor poliédrico, que tan pronto se introducía de la mano de su inolvidable Pepe Carvalho en los bajos fondos del Raval como escribía un estupendo panfleto sobre el bacalao o diseccionaba sin piedad las entrañas de los Borgia, fue en particular conocido en el ámbito futbolístico por ser quizá la persona que mejor entendió y asumió la esencia del barcelonismo, y supo explicarlo. Ahí están sus cientos de artículos sobre el particular, su libro “Fútbol, una religión en busca de un Dios”, o sus míticos duelos dialécticos con Javier Marías en las páginas de El País en vísperas de los clásicos.

Evocando estos últimos, y con los dos grandes ya velando armas para el combate de mañana, recuperamos el homenaje que el madridista, emocionado, tributó a su rival y amigo. Y es que, para los que hemos crecido con los libros de Manolo, un Madrid-Barça no es lo mismo sin él.

En persona estuvimos juntos sólo una vez, hace ya muchos años. El mismo chófer nos recogía en el aeropuerto de Asturias (él llegaba de Barcelona; yo, de Madrid) para trasladarnos a Verines a una reunión de escritores. Nada más subir al coche sacó un auricular y se lo colocó en un oído. “Es para seguir el fútbol”, fue toda su explicación. Debía de ser un miércoles y se disputaban partidos de Copa, poco importantes aún. “Ah, ¿y cómo va el Madrid?”, aproveché para averiguar. “Pierde 1-0 con el Sporting”. Me fue imposible no preguntarme si le caía mal. No tenía motivos para pensarlo, aunque tampoco -desde luego- que le cayera bien, y de hecho no puedo evitar preguntarme ahora si le habría hecho la menor gracia que yo escribiera nada sobre él en un día como hoy, en contra de lo que ha creído El Paí. Futbolero como soy, respeté su casi total mudez de hora y pico de viaje, no me empeñé en darle conversación. Al fin y al cabo, pensé, yo haría lo mismo, seguir los partidos si tuviera valor. Así que aquel trayecto transcurrió en un silencio que, sin embargo, no me fue embarazoso. Y quise creer que quizá mal no le caía, a la postre, cuando al cabo de un buen rato me dirigió la palabra de nuevo para comunicarme algo que a él no le alegraría, pero a mí sí. “Ha empatado el Madrid”, me dijo.

Muchas veces coincidimos, en cambio, en las páginas deportivas de este periódico, y además, formando pareja de contrarios. Él, como representante literario o incluso “ideológico” del Barça; yo, del Madrid, cada vez que nuestros respectivos equipos se enfrentaban a muerte. Creo que en la última ocasión falté yo a la cita, y ahora sé que en las próximas quien faltará seguro será él. Hoy somos muchos los escritores que nos atrevemos a hablar de fútbol sin temer nuestro desprestigio por ello, pero no cabe duda de que Vázquez Montalbán fue el gran pionero y el más audaz, así como el primero en señalar lo que luego tantos hemos repetido: que así como uno cambia de gustos, de pareja, de convicciones, de ideas y aun de ideologías, de lo que nunca cambia es de equipo favorito de fútbol. Curioso que las lealtades mayores sean las que parecen menores. O no tanto: supongo que él sabía, desde su fuerte conciencia política, la importancia que algo tan desdeñado como el fútbol puede tener en la cotidianidad de las personas que poco tienen. Sabía que si tu equipo gana, los problemas reales no desaparecen ni se padecen menos las injusticias. Pero también que si tu equipo pierde, los problemas se aparecen más graves e irresolubles al día siguiente y uno se resiente más de las injusticias. Conocía y aceptaba la dimensión simbólica, y aun supersticiosa, porque ayuda a ir de día en día.

Fue a menudo un culé desesperado, ante la ineptitud de los dirigentes o el mal juego del Barça. Pero, pese a sus ocasionales amenazas de dejar de seguir al equipo, o hacerlo sólo de lejos, imagino que sabía que eso no es nunca posible del todo. Como también sabía que el rival más acérrimo, en su caso el Real Madrid, es tan necesario como el aire, en el juego como en la vida, para temerlo, envidiarlo, odiarlo, admirarlo y derrotarlo. Hoy yo sé que perder a un antagonista entristece tanto como perder a un aliado. Quizá más. Me alegro de que Manuel Vázquez Montalbán viera al menos una vez a su equipo campeón de Europa. Y la próxima vez que eso suceda, estoy seguro de que me acordaré de él y pensaré lo que también pienso y digo ahora en su honor: Visca el Barça.

Artículo de Javier Marías publicado en El País el día 19 de Octubre de 2003.

domingo, octubre 15, 2006

Diez años de Wenger

La pasada semana se cumplieron diez años de la llegada al Arsenal como manager de Arséne Wenger.
Se cuenta por Londres que, el por entonces y durante muchas temporadas capitán del equipo, Tony Adams, reaccionó al enterarse de la noticia con un sonoro "¿Un francés? Vamos, no me jodas".
Diez años más tarde, el Arsenal juega en un nuevo estadio (proyecto muy impulsado por Wenger) pese al cariñoso recuerdo al viejo Highbury, y viene de jugar la final de la Liga de Campeones con el equipo de media de edad más baja de toda la competición.
Históricamente, los gunners siempre habían sido un equipo aburrido. Reconocido hasta por sus propios hinchas. Existe un libro delicioso, recomendable para todos los aficionados al fútbol, el célebre Fever on the the pitch (Fiebre en las gradas) del reconocido Nick Hornby (fan del Arsenal y empedernido aficionado a la música, autor de Alta Fidelidad, por ejemplo). En él, aparte de narrar en clave de humor irónico la historia de un supporter del Arsenal que antepone prácticamente su club al resto de su vida, Hornby describe bien la imagen que durante muchas décadas tuvo el Arsenal: la del equipo tostón del 1-0.

A su llegada, Wenger se encontró con un vestuario difícil. Grandes jugadores pero con diversas adicciones como el propio Adams, Ray Parlour o Paul Merson, o también ídolos de la grada con endemoniado carácter como Ian Wright.
No tenía mucho currículo, de hecho venía de entrenar en Japón, pero una década después, es un entrenador deseado por grandes clubes como el Real Madrid e idolatrado por su afición.
Ha ganado varios títulos de la Premier League y de la FA Cup rompiendo la tiranía del Manchester United, y ha jugado finales europeas. Pero quizá, con ser ésto importante, lo mejor es que ha modernizado y cambiado el estilo. El Arsenal bajo su mando siempre ha tratado bien el balón, y resulta un equipo atractivo de ver, cosa muy importante, entre otros motivos, para poder afrontar la construcción de un nuevo estadio y vender el 100% de los abonos.
Más méritos, la confianza en jugadores que fracasaban en sus equipos como Bergkamp, Viera o Henry, o el espectacular trabajo con los jóvenes, tanto de búsqueda como de posterior formación y aprendizaje: Cesc, Touré, Senderos, Eboué, Flamini, Van Persie, Walcott. Seguramente todos ellos no estaban llamados a tener un papel protagonista en el equipo tan pronto, pero la plaga de lesiones sufrida la pasada temporada aceleró el proceso.
¿Deméritos? Quizá la poca presencia de jugadores británicos en el equipo sea de las pocas cosas que se le pueden objetar. Con la marcha de Ashley Cole al Chelsea este verano, en la mayoría de los partidos el once inicial del Arsenal no contiene jugadores nacidos en las Islas.

Es indudable que para poder llevar a cabo un proyecto así se necesita un tiempo que sólo se concede en la Premier League. ¿Hace cuánto que no llega un entrenador a los diez años en un mismo club en España o Italia? No hay comparación entre el nivel de los directivos. Allí en Inglaterra los presidentes no traspasan sus urgencias e inseguridades a los banquillos, y también se juegan su propio dinero. Wenger, Alex Ferguson son los casos paradigmáticos, pero hay decenas de casos de entrenadores que han permanecido cinco, seis, siete años en un mismo equipo, y casi siempre cuando hay cambios son a final de temporada o por fin de contrato, pocas veces hay despidos.
Esta forma lógica de trabajar acaba dando sus frutos, y lo que todos desean, títulos. En nuestra Liga deberían mirarse más en este espejo.

Las sonrisas vergonzantes

Seguramente no hay que tomarse el fútbol tan en serio, pero lo ocurrido anoche en el estadio Vicente Calderón en el partido Atlético de Madrid - Recreativo de Huelva debe hacernos reflexionar.

Es cierto que el árbitro Pérez Lima se equivocó en todas y cada una de las decisiones importantes que tuvo que tomar: penalties, goles ilegales, jugadores expulsados que pasan desapercibidos...
Sin embargo, a mi entender ésto no fue lo peor de todo. Si el árbitro se equivocó tanto fue porque los jugadores se empeñaron en engañarle. Si Viqueira, Galletti o Agüero no hubieran simulado jugadas y faltado al respeto a sus compañeros y a su profesión, el árbitro nada pintaría.
Muy dolidos eso sí debieron quedar los seguidores del Recre al ver al colegiado abandonar el campo sonriendo tras su actuación. Pensemos que el hombre confiaba en haber acertado. Aún así, a quien esto escribe le parece más grave la sonrisa y abrazo entre Fernando Torres y Maniche, complacidos por el gol con la mano de su compañero Agüero.
Desde el lamentable calificativo de la mano de Dios que algún exagerado comentarista argentino dedicó al gol con la mano de Maradona a Inglaterra en México '86 no se veía nada igual.
El seleccionador inglés de aquella época, Bobby Robson, declaró tras aquella jugada "me duele en el alma quitar de la lista de mis jugadores favoritos a Diego, pero esta jugada es indignante".
Todavía hoy, veinte años más tarde, se sigue riendo aquella gracia, y también hoy en varios medios escritos y tv se compara al Kun con Maradona...
Engañar al árbitro es particularmente celebrado en países como Argentina e Italia, con la excusa tópica esa que dice que el fútbol es para pillos.

Si los jugadores no son leales y dignos en su comportamiento, ¿cón qué ética se les pueden pedir responsabilidades a los árbitros?

viernes, octubre 06, 2006

Guti o la supervivencia del talento






















En el pasado derby madrileño, Aguirre y los jugadores atléticos lo tenían muy claro: la clave del partido era parar a Guti. El resto prácticamente no importaba.

El 14 madridista puede representar fielmente el paradigma de jugador talentoso pero eternamente discutido.
Así ha ocurrido desde que debutó en el Madrid, en 1995 de la mano de Jorge Valdano.
Su rendimiento siempre ha sido alto. Ha jugado de mediocentro, de mediapunta y hasta de ariete, y siempre satisfactoriamente (15 goles en 2001 jugando de delantero centro).

De nuevo, esta temporada, comenzó en el banquillo. Como cada verano durante las últimas temporadas, el club ha fichado jugadores en su puesto: Gravesen, Pablo García, Emerson, Diarra, y se ha interesado por algunos más, como Cesc, Ballack o Kaká. Incluso en la pasada pretemporada pareció cercana su salida del club.

Maltratado por gran parte de la afición por motivos extradeportivos difíciles de entender, viviendo entre el aplauso y el silbido, Guti siempre se ha sobrepuesto, acabando las temporadas de titular y jugando a buen nivel.
Su compromiso además con el Madrid ha resultado indudable. Madrileño y canterano, entiende los valores del club como nadie.

Ahora, con el equipo jugando a un nivel mediocre, hasta Capello, abanderado como declaró hace poco de eliminar el ex-fútbol (el toque), le ve, como la grada del Bernabéu, como el único capaz de crear fútbol en el desierto de los mediocentros defensivos y de los pivotes. El propio Diarra, que lleva entrenando con él menos de dos meses, ya ha declarado que le encantaría formar pareja con él.

Sólo el miedo de entrenadores o la terquedad de los seleccionadores como Aragonés están impidiendo la verdadera explosión del jugador con más calidad salido de la cantera blanca en los últimos diez años.

Tiene admiradores declarados en toda Europa, toda la cúpula deportiva del Milan, por ejemplo, desde que era un crío.
Guti lleva años sobreviviendo en el fútbol metalúrgico que sigue abriéndose camino en Europa. Afortunadamente, casi siempre el talento, como el aceite, acaba por encima de todo y emergiendo a la superficie.

domingo, octubre 01, 2006

Bill Shankly

El Ejército Rojo, la afición del Liverpool, conmemoró ayer el 25º aniversario de la muerte del legendario Bill Shankly. El homenaje de los seguidores reds a su mítico entrenador fue sencillo pero íntimo. Una simple pancarta alzada detrás de la figura de Shankly en las inmediaciones del estadio de Anfield rezaba “Bill Shankly 1913-1981. Hizo feliz a la gente”.

Los reunidos en el acto cantaron el “When the Saints Go Marching In”. Los barrotes de la verja en la puerta 'You'll Never Walk Alone' se vieron salpicados de ramos de flores y papeles en los que se recordaba aún, un cuarto de siglo después de su muerte, las proezas, la pasión y la emoción que ese hombre supo llevar a las gradas de Anfield y a los corazones de los que siguieron durante sus vidas al Liverpool. Por la noche se celebró una cena homenaje en la Shankly Suite, palco que se encuentra en la Tribuna Century de Anfield.

Y mientras el fiel ejército de seguidores del Liverpool conmemora la muerte de su mayor leyenda, un cuarto de siglo más tarde un hombre, Rafael Benítez, ha devuelto a la afición del Liverpool la misma emoción y esperanza y sobre todo felicidad que llevó Shankly en los mejores años de este centenario club.

Hay algo de Shankly en Benítez, algo que han reconocido los aficionados del Liverpool. Es la manera en la que trata a sus jugadores, motivándoles cuando les dice en sus mejores partidos que aún existe espacio para mejorar. El principal logro de Shankly fue el de convencer a sus jugadores de que eran 'supermanes'. Ahora Benítez hace lo mismo. Incluso en el espectacular gol de Peter Crouch frente al Galatasaray, el pasado miércoles, Benítez encontró una pequeña deficiencia técnica en la que trabajó con su delantero en el campo de entrenamiento de Melwood en los días posteriores al encuentro.

Pero quizás lo que vincula a los dos hombres completamente es su forma de vivir el fútbol, de manera total. La nieta de Shankly reconocía hace poco que su abuelo antepuso el fútbol a su familia y, aunque Benítez aunque habla de sus hijas en los actos del club, da la impresión aquí en Inglaterra de que fuera del balompié el técnico madrileño no existe, no tiene más vida, que no hay Benítez si no es para estar relacionado con algún aspecto del fútbol.

Estos días se habla de que el Liverpool abandonará la casa que Shankly construyó, el estadio de Anfield, para pasar a un nuevo super estadio. Quizás, quién sabe, dentro de 25 años se hable del estadio del Liverpool que se construyó en la era Benítez y su estatua de bronce pulido se levante delante de las puertas para la admiración de futuras generaciones del Ejército Rojo.


Recomendación:

La cita de Benítez y Shankly

 
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