
No se puede presentar como un apóstol, pero tiene fe en el fútbol. Platini ha amado el balón, el juego y ha invertido mucho en las instancias desde que colgó las botas. Diría, sin gusto de polémica, que es un poco un anti-Zidane. Los dos hombres nunca se han apreciado ni valorado, pero los dos fueron figuras. Para mí, Platini tenía mucho más talento que Zidane. Con un balón, lo sabía y lo podía hacer todo: marcar, distribuir pases de gol, jugar para sus compañeros, encender el campo. En su apogeo como 10 y con la camiseta de la Juventus en la espalda, dijo un día: " En el campo, en plena acción, si cierro los ojos, puedo ver donde están colocados los demás 21 jugadores".
Más tarde, en las tertulias, cuando uno se atrevía a preguntar quién fue el mejor 10 del mundo, Maradona, Zidane o él, cortaba tajante: "Diego, hacía con una naranja lo que Zidane hace con un balón". Su padre, Aldo, inmigrante italiano, recordaba que siempre intuyó para su hijo, desde que empezó a tocar la pelota, en Joeuf, una pequeña ciudad en Lorena, "un destino fuera de lo normal". Tenía razón.
El destino de Michel Platini es extraordinario. Fue un futbolista visionario en los años 80, como lo es ahora en el fútbol del tercer milenio. Sus características en el fútbol son las de un visionario ultra moderno, con un carisma único. Cuando lo vio jugar por primera vez Giovanni Agnelli, el comandantísimo de la Juve y de la Fiat, se quedo hipnotizado por su talento y su personalidad en el campo. Lo trató luego como a su propio hijo y quiso darle las llaves del club al terminar su carrera, pero Platini tenía otro plan.
El éxito del Mundial de Francia de 1998 se le debe a él. Descubriendo el papel político del fútbol, Platini nunca escondió que le gustaba el poder. No le gusta el prestigio, pero el poder, sí. También rechazó siempre los iconos. Sin nombrarlo, se refería a Zidane. En plena campaña electoral para el cargo de presidente de la UEFA, denunció los excesos del dopaje, la idolatría y el dinero que amenazan el fútbol. Entre Zidane y él, existen dos modelos de sueño. En el campo, Platini recordaba que su prioridad siempre fue "pensar a quién dar el balón antes de recibirlo". Lo contrario de Zidane, quien lo daba cuando no sabía que hacer con él.
Nunca el margen de diferencias entre los dos monstruos del fútbol francés se hizo tan grande como durante la reciente campaña de Platini para la UEFA. Platini siempre huyó de las páginas people de las revistas. Solo aceptaba dar entrevistas para hablar de fútbol. Nunca se ha dejado fotografiar con chavales bengalís de favelas para justificar un contrato publicitario multimillonario pagado por un industrial de yogures. Platini no es un filántropo, conoce a muchos altos ejecutivos de grandes empresas, pero mezclar chicos pobres para vender zapatos o móviles, no es su filosofía. Sus acciones caritativas son secretas. El resto, conquistar el poder, lo hace a la luz.
Tras ser elegido presidente, Platini siguió fiel a su estilo. Y repitió que ese deporte no se resumía en una manada de clubs súper ricos que hacen su mercado robando por dos euros a los mejores jugadores de los países desfavorecidos. Aunque lo va a tener muy difícil frente al G-14, creo que no va a perder el hilo rojo de su política. Su objetivo principal, "devolver el fútbol a los futbolistas", será su máximo reto. Suerte.
Guy H. Roger Periodista de 'L’Équipe'
Publicado en El Periódico de Catalunya