martes, enero 30, 2007

El presidente de los pobres

La victoria de Michel Platini, de 51 años, nuevo presidente de la UEFA, es la de una visión noble del fútbol sobre otra conservadora y mercantil. Platini, campeón de casi todos los trofeos distribuidos por la UEFA en su tiempo de jugador, es ahora, para mí, el campeón del romanticismo social del deporte más popular del planeta.

No se puede presentar como un apóstol, pero tiene fe en el fútbol. Platini ha amado el balón, el juego y ha invertido mucho en las instancias desde que colgó las botas. Diría, sin gusto de polémica, que es un poco un anti-Zidane. Los dos hombres nunca se han apreciado ni valorado, pero los dos fueron figuras. Para mí, Platini tenía mucho más talento que Zidane. Con un balón, lo sabía y lo podía hacer todo: marcar, distribuir pases de gol, jugar para sus compañeros, encender el campo. En su apogeo como 10 y con la camiseta de la Juventus en la espalda, dijo un día: " En el campo, en plena acción, si cierro los ojos, puedo ver donde están colocados los demás 21 jugadores".
Más tarde, en las tertulias, cuando uno se atrevía a preguntar quién fue el mejor 10 del mundo, Maradona, Zidane o él, cortaba tajante: "Diego, hacía con una naranja lo que Zidane hace con un balón". Su padre, Aldo, inmigrante italiano, recordaba que siempre intuyó para su hijo, desde que empezó a tocar la pelota, en Joeuf, una pequeña ciudad en Lorena, "un destino fuera de lo normal". Tenía razón.
El destino de Michel Platini es extraordinario. Fue un futbolista visionario en los años 80, como lo es ahora en el fútbol del tercer milenio. Sus características en el fútbol son las de un visionario ultra moderno, con un carisma único. Cuando lo vio jugar por primera vez Giovanni Agnelli, el comandantísimo de la Juve y de la Fiat, se quedo hipnotizado por su talento y su personalidad en el campo. Lo trató luego como a su propio hijo y quiso darle las llaves del club al terminar su carrera, pero Platini tenía otro plan.

El éxito del Mundial de Francia de 1998 se le debe a él. Descubriendo el papel político del fútbol, Platini nunca escondió que le gustaba el poder. No le gusta el prestigio, pero el poder, sí. También rechazó siempre los iconos. Sin nombrarlo, se refería a Zidane. En plena campaña electoral para el cargo de presidente de la UEFA, denunció los excesos del dopaje, la idolatría y el dinero que amenazan el fútbol. Entre Zidane y él, existen dos modelos de sueño. En el campo, Platini recordaba que su prioridad siempre fue "pensar a quién dar el balón antes de recibirlo". Lo contrario de Zidane, quien lo daba cuando no sabía que hacer con él.
Nunca el margen de diferencias entre los dos monstruos del fútbol francés se hizo tan grande como durante la reciente campaña de Platini para la UEFA. Platini siempre huyó de las páginas people de las revistas. Solo aceptaba dar entrevistas para hablar de fútbol. Nunca se ha dejado fotografiar con chavales bengalís de favelas para justificar un contrato publicitario multimillonario pagado por un industrial de yogures. Platini no es un filántropo, conoce a muchos altos ejecutivos de grandes empresas, pero mezclar chicos pobres para vender zapatos o móviles, no es su filosofía. Sus acciones caritativas son secretas. El resto, conquistar el poder, lo hace a la luz.

Tras ser elegido presidente, Platini siguió fiel a su estilo. Y repitió que ese deporte no se resumía en una manada de clubs súper ricos que hacen su mercado robando por dos euros a los mejores jugadores de los países desfavorecidos. Aunque lo va a tener muy difícil frente al G-14, creo que no va a perder el hilo rojo de su política. Su objetivo principal, "devolver el fútbol a los futbolistas", será su máximo reto. Suerte.

Guy H. Roger Periodista de 'L’Équipe'

Publicado en El Periódico de Catalunya

lunes, enero 29, 2007

Entrevista Enric González Diarios de Fútbol

Por su interés y por la estrecha vinculación de su contenido con la declaración de intenciones de este blog, se reproduce a continuación la entrevista a Enric González realizada por los compañeros de Diarios de Fútbol.

Enric González es corresponsal en Roma del diario El País. Anteriormente, desarrolló su trabajo como corresponsal en ciudades como Londres, Nueva York (ciudades sobre las que tiene escritos sendos libros), Washington y París. Asimismo, es autor de la columna “Historias del Calcio”, que todos los lunes publica el mismo periódico, la cual es una magnífica muestra de cómo se puede escribir sobre fútbol, desde una perspectiva amplia culturalmente, y con un marcado estilo literario. Un auténtico oasis en el actual modo de tratar al llamado deporte rey.


Como corresponsal, ¿ha cambiado mucho tu trabajo en los 13 últimos años con la explosión de Internet y el acceso más sencillo a la información? En este sentido, la figura del corresponsal, de la persona que acude allí donde suceden los actos, ¿sigue estando vigente en este mundo globalizado? ¿Sigue teniendo autoridad el “haber estado allí”?

Empecé el asunto de las corresponsalías en Londres, en 1991, sin móvil ni Internet. Y mi trabajo, desde entonces, ha cambiado en tres cosas: es más fácil transmitir, es más, mucho más fácil acceder a la documentación elemental (antes podías volverte mico para averiguar cosas como el nombre completo de alguien) y es mucho más difícil manejar la corresponsalía. Explico esto último: la profusión de informaciones por Internet tiende a hacer pensar a los jefes en Madrid que lo saben todo sobre todo. Antes, la gran mayoría de los temas los proponía el corresponsal. Ahora, la mayoría son encargos de la redacción. Craso error. “Estar ahí” es tan importante como antes, o más, porque Internet supone abundancia, pero también confusión. Y es además accesible a todos. Los diarios, por señalar un tipo concreto de medio, llevan años recogiendo cosas que todo el mundo ha visto ya por televisión o ha escuchado por radio. Ahora copian sus propios diarios digitales del día antes. Somos así.

sábado, enero 27, 2007

La cosa más importante de las menos importantes

El escritor nigeriano y premio Nobel Wole Soyinka se reunió ayer con niños y jóvenes del Pozón -un sector pobre de Cartagena de Indias- que escriben su propia revista, Caja mágica. El poeta encantó a sus interlocutores con esta historia: de niño, su curiosidad lo llevó a hacerse mil preguntas y a buscar las respuestas en los libros. "Nunca estaba satisfecho. Decidí darme mis propias respuestas en mis propios libros".

Soyinka es uno de los invitados del Hay Festival, un evento literario que nació en Inglaterra y que desde el año pasado tiene una réplica en esta ciudad colonial y amurallada. La visita a este barrio de calles sin pavimentar y casas de madera la coordinó Plan Internacional, organización que nació rescatando a huérfanos de la Guerra Civil española. El Hay Festival adoptó como causa social el trabajo de esta organización en Cartagena.

El jueves fue la primera jornada de esta gran fiesta alejada de protocolos y formalismos. Literatura y fútbol fue el inicio de la maratoniana secuencia de eventos que empiezan siempre con puntualidad inglesa. El redactor jefe de Cultura de EL PAÍS y durante años destacado cronista deportivo, Santiago Segurola, hizo una afirmación contundente: "Los países que despuntan en fútbol -Argentina, Italia, Brasil...- han tenido grandes discursos intelectuales o literarios alrededor de este juego".
Se quejó de los intelectuales que le han dado la espalda a algo que interesa tanto a la gente. "No lo entiendo", dijo.

Jorge Valdano, considerado el filósofo de este deporte, se refirió al balompié como "la cosa más importante de las no importantes". El árbitro de la charla fue el periodista colombiano Daniel Samper Pizano.

Riquelme, el antilíder

El verdadero Román Riquelme estaba sentado en las gradas del Madrigal el sábado pasado. Es muy difícil que, ante una situación como la que él atraviesa, un jugador reaccione de la misma manera. Pero él no se perdía ningún detalle del partido que enfrentaba al Villarreal con el Sevilla. Sufría por su equipo. Sentía igual. Estaba ajeno a todo lo que rodeaba al campo, incluido él mismo, con esos pantalones vaqueros y esas zapatillas propias de alguien que no se preocupa por su aspecto. Al verle, me convencí de que seguía siendo como cuando lo conocí, hace 15 años, en Argentinos Juniors. Seguía comportándose como un niño que ama el fútbol. Acompañaba el balón con la mirada, como si estuviese en el campo, como si desde su asiento pudiese empujarlo. Sin prestarle atención a nada más. Manifestando su más profundo respeto por quienes saben jugar, se rindió ante un control de Kanouté con un gesto de asentimiento.

Siempre me asombró su inteligencia para simplificar. De todos los jugadores que he dirigido, niños y adultos, Román ha sido el más dotado para conducir a un equipo. A los 15 años ya manejaba todos los tiempos de un partido. Igual que ahora. Hacía mejor a sus compañeros. A los laterales les ponía el balón dos metros por delante para que centrasen bien perfilados; con los extremos era hábil para meterles el pase en el momento justo, para que ganaran la espalda a sus oponentes; a los nueves los hacía goleadores, y a los medios los volvía más ordenados. Después de 15 años no ha perdido la capacidad de hacer mejor a los demás. En la cancha es donde concentra sus sentimientos más elevados. Es su hábitat. Todo lo demás, para él, es secundario.

Es el dueño de la pelota. No lo acreditan sus palabras, sino sus hechos. En la final del Mundial sub 21 de Malaisia, en 1998, Argentina se enfrentó a Uruguay. El partido empezó mal para nosotros. Uruguay dominaba. Era el único equipo que había en el campo. Desde el banquillo lo veíamos todo negro. Los jugadores estaban perdidos. Pero en el momento de más desorientación ocurrió algo extraordinario. Román se acercó a la banda y me dijo: "Tranquilo, tranquilo, que ahora empiezo a jugar". Entonces empezó a pedir la pelota. Y con la pelota fue cambiando el ritmo del partido. En el momento de mayor desconfianza, cuando el equipo se había dejado atrapar por la inseguridad, Román tuvo claridad, convicción y sangre fría.

Otro momento que lo define es un partido del campeonato suramericano juvenil que jugamos con Brasil, en Chile. Antes de ir al estadio, en la charla técnica, hice hincapié en lo bien que le pegaban los brasileños a la pelota. Pedí a los jugadores que no hicieran faltas cerca del área y que armaran bien la barrera. En el descanso el partido iba 1-1, muy parejo. Recuerdo que Román recibió un balón al borde del área, producto de un rechace de los defensas. Amagó, pasó entre los dos centrales y, cuando el portero le salió al cierre, volvió a amagar. Hizo como que tiraba fuerte y la colocó despacito. Fue un golazo. Salió corriendo y fue al banquillo. Pasó a dos metros y me gritó: "¡José, cómo patean los brasileños!".

Román se abrió paso por la vida a golpe de puro talento. Por su calidad lo han querido hacer líder. Pero él es el antilíder porque nunca asume posturas demagógicas. Nunca perdió la sencillez de su juego. Esa sencillez hace que sufra lo que hay de artificioso y extravagante en el fútbol mediático. Da la impresión de ser un hombre hosco, una estrella. Pero es un niño. Tiene fama y dinero, pero sólo quiere ser un niño que juega al fútbol. Porque muere con su idea, es un antisistema en el fútbol moderno. En una industria que se alimenta de la imagen, no es capaz de sentirse cómodo. Tiene la rebeldía que antes tenían tantos jugadores y que hoy se ha perdido. No es que sea indisciplinado. Es que defiende a ultranza su identidad.

José Pekerman, El País

jueves, enero 25, 2007

Matthew Le Tissier, el genio olvidado

Pocos en España le conocen. Es lógico. Cualquier aficionado al fútbol nacional que se preste sabe poco de jugadores y equipos extranjeros y lo que probablemente conozca será acerca de los clubes grandes. Por ello no resulta extraño que no demasiada gente sepa responder a la pregunta ¿Quién es Matthew Le Tissier? Pues Le Tissier fue, con toda seguridad, uno de los jugadores ingleses con más calidad de los últimos veinte años, equiparable a Paul Merson o Paul Gascoigne. Jugadores todos ellos que vivieron y fueron partícipes de la transición de un fútbol duro y aguerrido, de balón a arriba y juego de cabeza al que ahora se practica en las islas, en los que predomina el balón al pie y el gusto por la técnica más que por la fuerza.


Sin embargo, si por algo Le Tissier no fue tan reconocido, si por algo su nombre nunca ha sonado con fuerza fuera de sus fronteras, sin duda fue por su amor a los colores de un equipo, el Southampton, más acostumbrado a luchar por evitar el descenso que por optar a cotas más altas. Nacido en Guernsey, una isla situada en el Canal de la Mancha, entre Inglaterra y Francia, Matt dedicó toda su carrera futbolística al club de sus amores, donde coincidió, entre otros, con Alan Shearer antes de su marcha al Blackburn. Poco a poco iban pasando a su lado jugadores que, más tarde o más temprano, terminaban aceptando un contrato para defender a otros clubes de mayor prestigio y objetivos. Él no, él decidió ser fiel a los Saints hasta convertirse en prácticamente un Dios entre los aficionados que, semana a semana, acudía a The Dell donde era recibido al grito de he is God, Le God. Allí jugó más de 500 partidos entre liga, Copa y Copa de la Liga, anotando más de 200 goles incluyendo 49 penaltis de 50 lanzados en quince temporadas (1986-2002).

Sus mejores años fueron, sin duda, desde la temporada 89/90 hasta la 94/95. En esos seis años, Le God anotó la friolera de 96 tantos en liga de entre los que destacó el que le marcó al Blackburn en la temporada 94/95, elegido “Gol de la temporada” y fue llamado en varias ocasiones para su selección. Sin embargo, Le Tissier nunca fue un fijo en el combinado nacional. De hecho, únicamente llegó a disputar ocho encuentros con la camiseta de los pross. A punto estuvo de que Glenn Hoddle le llevase con su selección al Mundial de Francia 98’. Sin embargo, a pesar de figurar en una preselección de 30 hombres, y como ocurió dos años antes en la Eurocopa de Inglaterra, se quedó fuera de la lista. Como curiosidad cabe apuntar que, debido a su procedencia, Le Tissier pudo elegir si jugar con Francia o con Inglaterra. El propio Matthew llegó a afirmar en una ocasión que si hubiese sido italiano o francés habría disputado muchos más partidos internacionales. Aún así, nunca se arrepintió de su decisión de defender a los tres leones.

Éste es Matthew Le Tissier, un genio que no quiso ser un grande. Fue feliz, jugó toda su vida para el equipo de su corazón, marcó un importante número de goles para su club, muchos de ellos de bellísima factura y tuvo a la grada de The Dell a sus pies, y eso es algo que muchos jugadores, por muchos títulos que ganen, nunca conseguirán. Los trofeos no lo son todo en el fútbol. Le Tissier lo demostró. Thanks, Le God!

Video Vía | Youtube

Enrique Lameyer Diarios de Fútbol DDF


domingo, enero 14, 2007

Shakespeare y 'El Especial'

"¡Oh, vil jugador de fútbol!". El rey Lear, de Shakespeare (1605: primera referencia a este deporte en la literatura inglesa) Es bastante habitual adaptar las obras de Shakespeare, en el teatro o el cine, a los tiempos modernos. Macbeth, convertido en un sanguinario dictador africano, por ejemplo, o Hamlet, como un jefe de Gobierno indeciso. La obra maestra de Shakespeare es El rey Lear. El personaje contemporáneo ideal para retratar al protagonista sería un entrenador de fútbol.
Lear es un megalómano sabelotodo gritón que lo pierde todo, enloquece, se recupera, se amansa y, a través de la humildad, obtiene la recompensa de la sabiduría.

El personaje contemporáneo de la Liga española que mejor cuadraría con él sería obviamente Fabio Capello. En Inglaterra, José Mourinho. No es que ninguno de los dos haya necesariamente llegado aún a la fase final de humildad y sabiduría, o incluso a la locura, pero hay indicios de que van por buen camino.

Hablemos de Mourinho, el entrenador del Chelsea y, en lo futbolístico, el hijo de Capello. No hay nadie en el mundo del fútbol actual, a excepción del italiano, con un ego más inflado o que haya demostrado una convicción más absoluta de haber resuelto el misterio del fútbol, de haber dado con la fórmula sagrada para crear un equipo ganador.

Alex Ferguson demuestra tendencias learescas, como podría constatar David Beckham en sus tiempos en el vestuario del Manchester United. En cuanto a brotes de furia demencial, pocos pueden competir con el escocés. Pero, a diferencia de Mourinho, Ferguson siempre ha preservado una pequeña dosis de humildad. Cuando ganó el triplete, en 1999, reconoció que el factor suerte había jugado un papel determinante.

Mourinho, poco después de llegar al Chelsea, hace dos años y medio, se autodefinió en público como The Special One, El Especial. La prensa se ha burlado un poco de él por esto, pero no tanto. Porque lo que ha logrado con el Chelsea, tras sus espectaculares éxitos con el Oporto, ha sido casi milagroso. Dos Ligas inglesas seguidas y un excelente rendimiento en la Champions, competición en la que esta temporada ha dado un par de buenos repasos al Barça.

Pero desde entonces el Chelsea y, por ende Mourinho, han mostrado señales de ser mortales. Han empatado sus últimos tres partidos de la Liga -contra equipos débiles, como el Reading, el Fulham y el Aston Villa- y en la Copa, esta misma semana, no pudieron pasar del empate, 1-1, contra el Wycombe Wanderers, un conjunto de la Cuarta División.

Incapaz de aceptar que él mismo es falible, Mourinho hizo como el rey Lear y como Capello: le echó la culpa a los demás. En este caso, a los jugadores. Mourinho declaró el 30 de diciembre, tras empatar, 2-2, con el Fulham en casa, que tenía algunos que "no estaban aportando lo debido al equipo".

El siguiente paso ha sido culpar a la directiva del club. Se ha estado quejando abiertamente esta semana de que le están negando el dinero necesario para hacer más fichajes. Lo cual tiene miga, claro, ya que nadie ha tenido más cheques en blanco para gastar lo que quiera en quien quiera que el portugués. Ahora, el fichaje más caro de todos, el de Andrei Shevchenko por 45 millones de euros el verano pasado, fue iniciativa no de Mourinho, sino del dueño del Chelsea, el Midas ruso, Roman Abramovich. Mourinho ha empezado a poner a Sheva en el banquillo, lo que algunos han interpretado como una declaración de guerra a Abramovich.

Los héroes trágicos de Shakespeare, como Lear, siempre caen como consecuencia de no reconocer sus límites; de un exceso de orgullo y vanidad. Declarar la guerra a Abramovich podría ser el salto de soberbia que propicie la caída de Mourinho.

Por eso se ha hablado mucho en Inglaterra esta semana, antes de que el último episodio de la saga Beckham acaparara todos los títulares, de que Mourinho se irá del Chelsea a fin de temporada. Ahora, la verdad es que sería un disparate dejar que se fuera. Por más egomaniaco que sea, no deja de ser brillantemente eficaz, como lo fue en su día su padre futbolístico italiano. El Chelsea, pregúntenlo en Barcelona, tiene un juego potentísimo. Mourinho sería un técnico muy dificil de reemplazar.

Pero, si se va, lo lógico sería que, como corresponde a un heredero, sustituya a Capello en el Real Madrid. Mourinho es lo que creía la directiva madridista que iba a ser el italiano. Eso y más. Y, si rumbo a España lograra ganar un poco de humildad y sabiduría, mejor.

John Carlin - El País

sábado, enero 13, 2007

Olympique Lyon, otro grande que sale a Bolsa

El Olympique de Lyon planea salir a Bolsa a mediados de febrero. En septiembre pasado el Gobierno francés autorizó la salida a Bolsa de los clubes deportivos, en respuesta a las peticiones de la Comisión Europea y de algunas entidades, como el Lyon. El club lionés ya se ha dirigido a la Autoridad de los Mercados Financieros, que es el órgano de control bursátil, para inscribir un documento previo a su eventual salida a Bolsa. El deseo es que la introducción pueda tener lugar dentro de poco más de un mes y que, a falta de definir qué parte pasará a manos de inversores, pueda reportar a las arcas del club unos 100 millones de euros.

Con ellos, el presidente desde 1987, Jean-Michel Aulas (en la foto recibiendo la medalla de la Legión de Honor francesa, quiere construir un nuevo estadio, que estaría listo en 2010. La intención es que los actuales accionistas conserven sus títulos y que la salida a Bolsa se haga a través de un aumento de capital.

miércoles, enero 10, 2007

Once jugadores para cien años de barcelonismo

El diario deportivo barcelonés Mundo Deportivo ha desarrollado durante los últimos meses una ambiciosa iniciativa, enmarcado en los actos de su centenario: elegir el mejor ‘11′ de todos los tiempos del FC Barcelona. Los resultados, sobre más de cien mil votaciones en su web, salieron publicados hace unos días.

Según los lectores o visitantes del diario, el mejor equipo posible de la historia azulgrana sería: Zubizarreta, Puyol, Koeman, Sergi, Guardiola, Deco, Laudrup, Maradona, Cruyff, Romario y Ronaldinho.

Por el formato de la votación, internet, es evidente que la opinión de los aficionados más veteranos y menos familiarizados con las nuevas tecnologías se ha podido ver un poco arrinconada. Dicho esto, y sabiendo que puede haber un equipo distinto por cada barcelonista o aficionado al fútbol, sí que hay cosas llamativas.

Es sorprendente que jugadores como Maradona o Romario, que apenas estuvieron dos años en el club, y sin negar su esplendorosa calidad, despierten aún ese afecto.

Es un hecho también el perdón de la afición blaugrana a Michael Laudrup; su calidad futbolística y humana se ha impuesto finalmente a su fichaje en su día por el Real Madrid.

Por líneas, para muchos culés será un sacrilegio no ver al mítico Antoni Ramallets en la portería. En defensa, puestos a elegir tres, no hay duda en Puyol, capitán, emblema del Barça refundado y por ello no sorprende su victoria como jugador más votado. Tampoco Koeman podía faltar. Sin embargo sí sorprende la ausencia de Migueli, Julio Alberto o Segarra.

En la media, victoria para Pep Guardiola (como en el caso de Puyol, nadie porta la senyera en el brazo izquierdo sin merecerlo), y menciones honoríficas para Schuster, Víctor Muñoz, Luis Enrique, Neeskens o Cocu, el extranjero con más partidos de blaugrana a sus espaldas.

Y en ataque, sin duda muchos opinarán que las ausencias de Kubala y Luis Suárez son imperdonables. Así es, pero sólo podían elegirse once jugadores y difícilmente todos podían ser delanteros.

En cualquier caso, para que conste, mi equipo sería: Zubizarreta, Puyol, Koeman, Migueli, Guardiola, Cocu, Laudrup, Cruyff, Ronaldinho, Stoitchkov y Kubala.

Estas elecciones, como las que se podrían hacer del Real Madrid, Manchester United, Milan, Ajax o Liverpool, nos permite recordar de cuando en cuando los sensacionales futbolistas que los aficionados hemos podido disfrutar, en vivo o en vídeo. Que sigan.

Publicado originalmente en Notas de Fútbol

Referencias:


Alfredo Relaño sobre el once culé
Guardiola, identidad del Barça

sábado, enero 06, 2007

La FA Cup en abierto en España

Por primera vez en nuestro país, desde hoy, gracias a la cadena televisiva La Sexta, se puede ver en abierto la FA Cup inglesa.

Se trata de la competición más antigua del fútbol mundial, cuya primera final se jugó en 1872. Su prestigio y misticismo son incuestionables. Su formato, pionero e ideal para una torneo copero: eliminatorias que se resuelven en un único partido y en el estadio del rival más débil o de inferior categoria.

En esta temporada se han inscrito más de seiscientos equipos, de los que sólo dos jugarán la final allá por el mes de mayo en el Millenium Stadium de Cardiff. Desde 1923 hasta 2000 se jugaron todas las finales en el recordado Wembley; si alguna vez termina la construcción de la nueva catedral de fútbol inglés, allí volverán. Ese partido decisivo es siempre especial, solemne, emocinante para los dos clubes que la juegan y para toda Inglaterra. Los dos capitanes y los managers presentan al miembro designado de la Corona británica al resto de futbolistas.

La historia de la Cup está repleta de grandes sorpresas y gestas deportivas. Equipos prácticamente amateurs eliminando a clubes de primera división, y míticos desenlaces. Por ejemplo, la final de 1988 ganada por el Wimbledon al Liverpool, en la que Dave Beasant, guardameta de los blues, fue decisivo deteniendo un penalty a John Aldridge, por lo que tuvo el honor de recibir el trofeo de manos de la princesa Diana de Gales (momento que recuerda la foto de este post). Otro momento podría situarnos en 1983, cuando Norman Whiteside se convirtió en el jugador más joven en marcar un gol en una final; con 18 años y 19 días contribuyó en el triunfo del Manchester United sobre el Brighton. Precisamente el club de Old Trafford encabeza el ranking con 11 títulos, seguido de Arsenal con 10 y de Tottenham con 8.

Durante decenas de párrafos podríamos seguir contando anécdotas y recuerdos de este estimulante torneo. Desde hoy como decíamos al principio, podemos disfrutarla por tv en España. Hoy arrancó la tercera ronda de la edición 2006/2007, destacando el duelo entre los dos últimos campeones: Liverpool y Arsenal, desde Anfield Road. El Liverpool, dirigido por Xabi Alonso, arrancó dominador el partido, pero con el paso de los minutos cayó enredado en una absurda dependencia de envíos a Peter Crouch y dominado por ese juego de entretiempos característico del Arsenal que, lamentablemente para sus hinchas, no desarrolla todas las veces que debería. Los gunners fueron conservadores, pero dos preciosas jugadas de toque acabaron en dos golazos sensacionales de Thomas Rosicky. Siempre intermitente, el checo ha sido el único fichaje destacado del Arsenal este año (lo que explicaría la dejadez y ausencia de Thierry Henry pese a su buen gol de hoy, que exigió refuerzos para no volar hacia el Camp Nou este verano), pero su juego puede encajar fácilmente en esa telaraña de toque y buen fútbol que forman Cesc Fábregas, Hleb y Van Persie, siempre sostenidos por el infatigable Gilberto Silva. La insistencia con Crouch le dio al Liverpool el gol en la segunda parte, tras córner, de Dirk Kuyt, pero finalmente 1-3 para el Arsenal.

Otros detalles de la jornada copera, el hat trick de Frankie Lampard en el engañoso (eso es la FA Cup) 6-1 del Chelsea al Macclesfield de la second division entrenado por el histórico Paul Ince, o la victoria del histórico Nottingham Forest, que rememoró sus días de gloria eliminando al Charlton Ahtletic.
Mañana, podremos seguir disfrutando, esta vez desde Vila Park con el Aston Vila vs. Manchester United.

Referencia La final de 2006

Publicado originalmente en Notas de Fútbol.

martes, enero 02, 2007

Los españoles conquistan la Premier

Los periodistas deportivos ingleses han estado publicando sus listas de los mejores jugadores del año y los que más han sonado han sido Cristiano Ronaldo y Paul Scholes, del Manchester United, Didier Drogba, del Chelsea, y un español, Cesc Fábregas, del Arsenal. Llamé a un par de periodistas y les pregunté si me ayudarían a hacer una evaluación anual no sólo del joven catalán sino también de los demás españoles que militan en equipos de la Premier League. La conclusión es que, con una desafortunada excepción, los españoles se han integrado con extraordinaria facilidad en el fútbol inglés, han conquistado los corazones de sus aficiones, y se han ganado la admiración de los analistas profesionales. En todos los casos, los equipos en los que juegan acaban el año en la mitad alta de la tabla.

- El más joven y el mejor. Paul Merson, antiguo integrante de la selección inglesa, ha dicho que Fábregas, un jugador de muchísimo temple para sus 19 años, será un día el mejor jugador del mundo. Puede que exagere pero lo que no se discute es que el centrocampista que los aficionados del Arsenal llaman "fab" (de "fabuloso") se ha convertido en el eje y el cerebro de un equipo que despliega el fútbol más fluido, inteligente y atractivo de Inglaterra. "Se está convirtiendo en el jugador más indispensable del Arsenal, más incluso que Thierry Henry", dijo un periodista que además es fanático del equipo londinense.

- El más respetado. Xabi Alonso, el controlador del centro del campo del Liverpool, posee -más que cualquier jugador inglés- la personalidad que más empatía despierta en Inglaterra. Además de ser un completísimo futbolista, logra el imposible reto de dejarse siempre la piel en el campo proyectando una glacial serenidad. Serio y modesto, lúcido en las entrevistas, los aficionados del mítico Anfield lo adoran.

- El más enigmático. Luis García, también del Liverpool, se ganó a la afición para siempre con sus goles decisivos, y algunos espectaculares, rumbo al inesperado triunfo en la Liga de Campeones de 2004-2005. No deja de sorprender con sus golazos, pero es uno de esos jugadores frustrantes (y por eso muchas veces suplente) que tiende a desaparecer durante un partido, o jugarlo a su aire.


- El genio más errático. Pepe Reina es el portero número uno del Liverpool, en parte porque mantiene viva una antigua tradición. No importa que hayan nacido en Zimbabue, Polonia, Inglaterra o España, los porteros del Liverpool de los últimos veinte años siempre han seguido un mismo modelo: hacen las paradas más espectaculares, y las pifias más bochornosas. Cuando jugaba en el Villarreal, Reina parecía el portero más sólido, más imperturbable del mundo, pero el maleficio de Anfield no lo supera nadie.

- El más querido. Nadie se lo hubiera creído hace tres años, pero la conquista española de la ciudad de los Beatles es casi total. El ídolo del otro equipo de Liverpool, el Everton, es el donostiarra Mikel Arteta. Reconocido como la figura de un club que está en la sombra del gran vecino, pero que cuenta con una media de 35.000 espectadores por partido en casa, el centrocampista español, de 24 años, fue elegido en mayo como el mejor jugador del Everton no sólo por los aficionados, sino por sus compañeros de equipo.


- El más frustrado. Albert Luque llegó al Newcastle United del Deportivo la Coruña en agosto de 2005 con la reputación de ser uno de los tres o cuatro delanteros más letales de España. Por eso el Newcastle pagó 14 millones de euros por él. Ha sido una de las peores inversiones del club peor administrado de Inglaterra. Luque tuvo mala suerte con una lesión seria nada más llegar, pero desde que se recuperó hace ocho meses apenas ha sido titular. Es el español que peor se ha adaptado a Inglaterra, o que Inglaterra menos ha sabido aprovechar.


- El más inglés. No por su personalidad, sino por su estilo de juego, es el otro donostiarra de la Premier, que ha vivido una especie de metamorfosis desde que llegó al Bolton Wanderers procedente del Real Madrid en 2002. Iván Campo, que jugaba de central en España, se mueve ahora como centrocampista. Pero lo más curioso es que se ha transformado en el prototipo de jugador del Bolton, que es lo mismo que decir un jugador cien por cien inglés. Más peleón que refinado, entregado a muerte a la causa, Iván Campo define y encarna a un equipo que está haciendo maravillas esta temporada: cuarto en la Liga y con serias posibilidades de clasificarse para la Liga de Campeones

John Carlin - El País
 
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