viernes, marzo 30, 2007

Lecciones de balón: Arrigo Sacchi

¿Cómo se ha sentido estos días en Barcelona?

Siempre tengo un feliz recuerdo porque en este estadio estuve dos veces con el Milan. Ganamos al Steaua (4-0) y empatamos (1-1) en la Supercopa. Con el Atlético, el día del Centenario, también ganamos (0-1). Con el Madrid no vine porque estuve allí de diciembre a diciembre y los partidos se jugaron en el Bernabéu.

El sábado habló con Joan Laporta en el Congreso de la EFPA. ¿Le hizo una oferta para ir al Barça?

No (risas). Es un amigo. El año pasado, antes del Madrid-Barça, me dijo en el palco: “Debo darle las gracias. Rijkaard siempre me habla de usted porque aprendió muchas cosas”. Tras ganar el Barça (0-3), le dije a Laporta: “Tengo una duda. Rijkaard aprendió demasiado porque nos mató”. Cuando el Barça ganó al Madrid fue una pena para mí pero quedé contento como deportista. Tengo placer cuando un equipo gana al Milan jugando mejor.

¿Cómo se lleva con Laporta?

Laporta está haciendo un buen trabajo. Un entrenador no puede construir un club, pero un club puede ayudar a crecer un técnico. Trabajo y ambiente son fundamentales.

¿Cómo era el ambiente del Milan?

Era muy serio. Se trabajaba muchísimo. Los jugadores sabían que para quedarse allí, debía seguirse una línea. Si no, se marchaban.

¿Cuál es la aportación de Frank?

Frank es un innovador. Tiene talentos con él pero si no hay alegría, seriedad y profesionalidad, es mejor no tenerlos. Talentos, trabajo y ambiente son tres elementos importantes. El juego lo puede dar sólo el entrenador porque sabe desarrollar ideas y ejercicios para mejorar el movimiento colectivo. El colectivo mejora el individuo. Para que todo salga bien, lo primero es buscar un club serio, competente, paciente y después, buscar jugadores que entren en el proyecto técnico, que tengan afinidad entre ellos y personas fiables.

¿Qué ha cambiado entre el Rijkaard jugador y el entrenador?

Ahora está haciendo un trabajo fantástico. Este año no me gusta el juego pero la relajación del equipo es normal. Debe recuperar su estilo de juego y de vida. Hay que tener una motivación extraordinaria; con una motivación normal no se gana. El problema más grande no fueron los lesionados, pero por las características del equipo, Eto'o es fundamental. Siempre ataca a la espalda del rival, da siempre profundidad. Es el primer defensa del equipo. Es un jugador extraordinario que me encanta y es complementario de Ronaldinho y Messi. Si pones a éstos dos, falta algo. Si sólo juega Eto'o, también falta algo. Ha sido una unión fantástica.

Se dice que Rijkaard es mejor psicólogo que entrenador. ¿Está de acuerdo con esta afirmación?

No, pero es importante en esta profesión ser psicólogo, comunicador, trabajador. Hay muchas cosas pero lo prioritario es ser un maestro, ser didáctico, enseñar el juego colectivo, más allá de un talento. Yo he visto jugar al Barça y puedo decir por tanto que Frank es un gran entrenador.

Los tres holandeses del Milan son grandes técnicos. Gullit fue el padre del 'sexy-football' y Van Basten es de la 'escuela Cruyff'. ¿Rijkaard es de la 'escuela Sacchi'?

Debería decirlo él. Fueron tres grandes jugadores y ahora son tres grandes entrenadores. Tuve la suerte de tenerles. No sé si aprendieron algo o nada pero jugamos en tres Copas de Europa y ganamos dos. No está mal.

¿Era Rijkaard tan humilde como jugador como lo es ahora?

Sí. Aunque Berlusconi quería a Borghi, yo sí quería ficharle. Cuando llegó, Frank me dijo que no había visto jugar al Milan. Le puse dos vídeos y se los miró. “No puedo jugar aquí, son demasiado buenos”, fue su reacción.

¿Qué le encantaba de él?

Era un futbolista fantástico pero siempre me ha gustado más primero el hombre y luego el jugador. Éste puede mejorar, el hombre es más complicado. Es más fácil cambiar un pie que una mente. Frank estaba en el Zaragoza y no le conocía como hombre. Mandé una persona 15 días a Zaragoza para saber cómo entrenaba, cómo comía, cómo se comportaba con la prensa y los rivales. El informe fue positivo. Supe que no nos equivocábamos. Hoy en día hay que hacer eso aún más para tener ventaja. Si no, estás en las manos de Dios.

¿Cómo se llevaban ustedes?

Muy bien. El día que comuniqué al equipo que me iba del Milan dije: “No tengo voluntad, soy una persona honrada y me voy”. Cuando yo estaba ya en la selección italiana, el Milan quería renovar a Frank pero tenía problemas personales y se fue al Ajax cobrando el 10% de lo que ganaba en el Milan. Él sabía que yo comía en un restaurante y dejó una carta al dueño. En ella ponía: “Mister, soy una persona honrada, no tengo ilusión y vuelvo a Holanda”. Cuando fui director técnico del Parma, me llamaron a mitad de temporada con el equipo penúltimo. Fui un mes entrenador. El dueño (Stefano Tanzi) me dijo que siguiera como director técnico con otro entrenador. Llamé a Rijkaard. “Me gustaría trabajar con usted, siempre, pero desde el inicio de la temporada”, afirmó. Nos tenemos mucha estima.

¿Es posible un tándem Sacchi-Rijkaard en el Milan?

En la vida puede ser; más fácil es en el paraíso. No lo sé, ahora hay personas de gran nivel y no quiero molestar.

¿Frank le ha pedido consejo desde que está en el Barça?

Antes de ir yo al Madrid, sí. Me llamó por otras cosas y me dijo que le faltaba un jugador. Yo le di un nombre. Luego, sólo hablábamos 15 minutos antes de los Madrid-Barça.

¿Ronaldinho acabará en el Milan?

No sé si quiere irse aunque el fútbol italiano ya no es tan físico y tiene pocos equipos competitivos.

¿Mereció ganar Fabio Cannavaro el Balón de Oro?

Es un óptimo jugador pero lo ganó porque Italia ganó el Mundial. Él sabe que no es el mejor del mundo aunque los periodistas le dieran un premio. Le tuve en el Parma y es inteligente.

¿Qué le parece Leo Messi?

Tiene una potencialidad increíble. Debe aprovechar su habilidad sin olvidar que el fútbol es un deporte de equipo donde es importante moverse con y sin balón, como driblar y pasar.

¿Faltaron en el Madrid talentos, trabajo y ambiente?

El Madrid se equivocó y lo digo con pena porque le tengo amor. Florentino fue extraordinario en algunos sentidos mientras hizo de presidente. Era un club lleno de deudas y ahora es el más rico del mundo. El problema fue que el Barça explotó porque sin el Barça, el Madrid habría ganado con indvidualidades. Cuando sube el nivel, éstas no bastan.

¿Florentino Pérez influía en las alineaciones del Madrid?

No lo sé, yo no fui entrenador, pero no quiero hablar de este tema.

¿Le gusta cómo trabaja Mijatovic?

Me gusta que el club está respaldando mucho a Capello. Antes no fue siempre así. No se puede quitar la autoridad a un entrenador. Hay que tener un proyecto y saber desarrollarlo. Han entendido que el márketing no debe prevalecer sobre los aspectos técnicos. Debe haber un equilibrio. El márketing es importante pero lo es antes el fútbol.

DI STÉFANO Y LUISITO SUÁREZ

“Desde que tenía 6 ó 7 años, soñaba con el fútbol. Me encantaba cómo jugaba Alfredo di Stéfano y después Luisito Suárez. Como jugador, empecé como extremo derecho, luego medio derecho, después lateral derecho y más tarde acabé fuera del campo aunque en mi interior siempre tuve la voluntad de enseñar. Yo lo daba todo y lo pedía todo”.

SUS MAESTROS

“Aprendí de todo el mundo. Cuando era técnico del Milan y de la selección, iba a ver a entrenadores de Tercera. De todo se puede aprender. En mi carrera siempre tuve un asistente, Natale Bianchini, que daba la vuelta al mundo para ver a grandes técnicos y me hacía informes. Fue a ver a Cruyff, Maturana, Lobanovsky, Rehhagel, Eriksson, Boskov... Una vez, me invitaron a una universidad cuando fiché por el Milan y me preguntaron cómo podía enseñar a los jugadores sin haber sido un buen jugador. Nunca pensé que para conducir un caballo debes ser antes un caballo. No hay una regla. Lo importante es la voluntad para mejorar”.

EL 'SEÑOR NADIE' DEL MILAN

“Cuando llegué al Milan desde el Parma, que estaba en la Serie B, la prensa tituló: 'Llega el señor nadie'. Ganamos (1-3) el primer partido en Pisa, luego perdimos (1-0) en la UEFA en Gijón. El domingo caímos (0-2) ante la Fiorentina en San Siro. El lunes, Van Basten me criticó porque no conocía la prensa italiana. Yo no dije nada. Al domingo siguiente, en Cesena di la alineación y puse a Marco de suplente: Le dije: 'Ya que sabes tanto de fútbol, me dirás dónde estoy equivocándome'. Mandé una señal. El liderazgo no era de Van Basten sino del club y yo era un hombre del club. No ganamos (0-0), pero ni Berlusconi ni Galliani dijeron que yo estaba loco por no alinear al mejor jugador. El club me dio autoridad, tranquilidad, confianza y seguridad. En ese momento, yo podía ser un innovador. Ese año ganamos el 'scudetto'. Hace poco tiempo me llamó Van Basten y me dijo que entendía los problemas que me creaba como futbolista”.

EL RELAX ERA EL PARTIDO

“Antes de los encuentros, decía que ganaríamos si jugábamos como entrenábamos. En los entrenamientos no disfrutábamos nada, sufríamos mucho, pero disfrutábamos en los partidos. En la Supercopa europea empatamos (1-1) en Barcelona con medio equipo titular. Trabajábamos demasiado. Un día vinieron Wenger y Houllier a Milanello y me dijeron que nunca habían visto a ningún equipo trabajar tanto. El domingo era el momento de alegría, del relax. Hace unos años, en un Ajax-Milan, le pregunté a Van Basten qué pensaba de Koeman. 'Es un buen entrenador, duro, pero no tanto como usted', me explicó Marco”.

UNA PRESIÓN BRUTAL

“Me gusta un fútbol en el que el equipo tiene el control del balón y busca la portería contraria. En aquel Milan hacíamos el 'catenaccio', pero en el área del rival”.

SER EL MEJOR DURA UN DÍA

“Empecé mi carrera como entrenador en 1973. Sólo tuve una incertidumbre en mi vida: que se podía hacer algo mejor. Con el Milan ganamos la Liga, la Copa de Europa, la Intercontinental y en la fiesta por la noche, Tassotti me dijo: 'Ahora somos los mejores del mundo'. Y le contesté: 'Sí, hasta la medianoche. Mañana empezamos otra vez'. Siempre trabajé pensando en que lo que se hacía podía mejorarse. Eso te da mucha fuerza pero te consume mucho”.

EL FÚTBOL, SÓLO CON AMOR

“Siempre pedí el máximo empeño a los jugadores, que hicieran las cosas con amor. Ahora no tengo ese amor por ser entrenador. Yo no me quedo en un sitio por el dinero o el prestigio. Tengo que tener un buen ambiente”.

UNA IDEA ANTES QUE NOMBRES

“Un equipo que quiera escribir una página en la historia debe tener lo que han tenido los grandes desde1940: ser el dueño del balón, del campo y tener la iniciativa. Para ello, ficharía jugadores complemetarios con esas cualidades. Si tienes a Figo y fichas a Beckham, es un error”.

EL ROCE CON ROBERTO BAGGIO

“No tuve ningún problema. Sólo le cambié en el Mundial'94 ante Noruega en el minuto 22. Nos habían expulsado a Pagliuca, estábamos a 40 grados y él no corría. Preferí tener gente que luchaba. Al final ganamos y él completó un gran Mundial”.

LOS AFRICANOS, SIN COHESIÓN

“¿Tiene futuro el fútbol africano? Me hicieron la misma pregunta en 1979. Quizá llegará un día. En deportes individuales, los africanos ya están pero en deportes de equipo deben resolver sus problemas. Tienen 100 etnias distintas que no se entienden. ¿Cómo pueden formar un equipo? Uno piensa negro, otro azul, otro amarillo y otro verde. Así no se puede formar un grupo psicológico. Sin éste, no hay sinergias y la fuerza de uno no vale. El fútbol es algo muy complicado. Muchas personas creen que es sencillo pero gestionar personas no es fácil. Y si cobran millones aún es más complicado. Hay que tener una idea clara y un club que te respalde totalmente”.

domingo, marzo 25, 2007

Fútbol y literatura semidesnatada

"Necesito un héroe, necesidad poco habitual cuando cada día nos trae uno nuevo". Lord Byron, poeta.

Cuesta creer que la gente los compre y mucho más que se aguante el calvario de leerlos, pero casi es imposible moverse por la plaga de libros sobre fútbol que le acosan a uno desde el momento que pisa suelo inglés. Y no nos referimos únicamente a las autobiografías de jugadores que todavía están lejos de concluir sus carreras, pero que al menos tienen cierto renombre y talento, como Steven Gerrard, Frank Lampard o nada menos que, con sus 21 añitos, el eslabón perdido, Wayne Rooney.
Lo espeluzanante es que TODO sobre el fútbol se considera digno de publicar en Inglaterra, no importa lo inocuo que sea el tema. En una tienda de revistas del aeropuerto de Heathrow, esta semana, lo que destacaba por su tamaño y posición era un libro sobre Alan Curbishley y sus años como entrenador del Charlton Athletic. Al lado, una biografía de Robbie Keane, suplente irlandés del Tottenham. Y otro -levanten las manos los que los conocen- sobre Shaun Goater, del Manchester City; Graeme Sharp, del Everton, o Bryan Gunn, portero del Norwich y del Aberdeen.

Lo más increíble es que se deben de vender, y bien. Porque se pueden comprar en todos lados. Hasta en las farmacias. "Unas aspirinas, un cepillo de dientes y la autobiografía de Robert Pirès, por favor". "Enseguida. ¿Algo más?". "¿Tendría El Macca-Cuatro Años en el Real Madrid?". "Claro que sí. También tenemos en rebajas las biografías de Rafa Benítez, José Mourinho, Arsène Wenger y Hasta Luego, pero no Adiós. de sir Bobby Robson, por si le pudieran interesar".

Robson, ex entrenador del Barcelona y de la selección inglesa, tiene escritos ya, a sus setenta y tantos años, media docena de autobiografías. Alex Ferguson, del Manchester United, por ahí anda. Y en cuanto a David Beckham y su esposa, Victoria, ya se han publicado más libros sobre ellos que sobre William Shakespeare.

Todo esto llama poderosamente la atención y habla bien de la pasión por el fútbol de los ingleses, por no hablar de su indiscriminada voracidad literaria y también, en una época en la que no carecemos exactamente de información sobre los famosos, de su hambre de ídolos. En su afán de llenar el vacío existencial, de vivir sus vidas a través de los otros, llegan a extremos insólitos. Como demuestra el caso de la novia de Rooney, una tal Coleen McCullough, que todavía no ha cumplidos los 20 años, pero también ha escrito ya su autobiografía. O, mejor dicho, dos.

La primera se titula sencillamente Coleen, ya que en Inglaterra ha llegado a ser una de esas personas ultrafamosas conocidas por su primer nombre, como Madonna o Pelé, y se publicó hace dos años. La aportación más valiosa de este libro al conocimiento humano se reduce a dos datos: que la primera vez que salió con su Wayne fueron al cine a ver la película Austin Powers y que, con 17 años, él le propuso matrimonio en una gasolinera.

La obra más reciente de la autora se llama Coleen: Bienvenidos a mi Mundo. Trata de cuatro temas: las compras, la ropa, el maquillaje y la dieta.

Algunos ejemplos de las perlas que deja Coleen para la posteridad: "Durante la semana desayuno cereales -Corn Flakes o Sugar Puffs- con leche semidesnatada"; cuando va a Londres, a hacerse fotos para las revistas, le suelen ofrecer otro desayuno, "y quizá me coma una tostada"; entonces, elige qué ropa ponerse: "Si algo no me queda bien, pruebo otra cosa". En cuanto a lo que ella llama, con una admirable ausencia de ironía, su carrera, ésta "puede ir aún en todo tipo de direcciones". Lo fundamental, dice, "es construir sobre todo lo que he logrado".
Que es, claro, exactamente cero. ¡Y nos lo cuenta Coleen a lo largo de 336 páginas! Pero lo más maravilloso de todo, lo más insondable, lo que demuestra una vez más el irreducible misterio de la condición humana, es que decenas de miles de personas se gasten alegremente 22 euros en la compra de un libro sobre una mujer cuyo únco interés reside en ser la novia de un gran futbolista y cuyo unico mérito literario -como en el 95% de los libros que se venden en Inglaterra sobre el mundo del fútbol- es su singular banalidad.

John Carlin - El País

Fotografía: Wayne Rooney y Coleen

sábado, marzo 24, 2007

Dinamita Roja

Dinamarca, país cuya capital es Copenhague y que en el que el fútbol se interpreta en clave de Laudrup. Por supuesto que los daneses son mucho más que lo que aparece en la frase anterior, pero la Dinamarca del balompié se escribe a partir de la magia de los hermanos Laudrup, más de Michael que de Brian.
Si repasamos la historia moderna del fútbol danés, la selección española aparece unida a ellos de forma indeleble. La primera gran aparición de los daneses corresponde a la Eurocopa de Francia, allá por 1984. Un equipo maravilloso capitaneado por un Alan Simonsen en el final de su carrera y que sufrió la desgracia de una grave lesión en el primer partido de la cita francesa. A partir de ahí, juego fresco, alegre, de ataque, acompañado de una entregada afición que entre gorros vikingos y cervezas no paraba de animar a sus jugadores. Su cruce de semifinales le enfrentaba a una España que venía de completar una fase de clasificación agónica, rodeada de polémicas (¿les suena?)
El partido tenía un claro favorito: Dinamarca, con Elkjaer-Larsen, Olsen, Laudrup, Arnesen y Lerby, además de Lauridsen en el banquillo, presentaba un equipo con un elevado ritmo de juego, buena técnica y gran capacidad de remate.
Lo que sucedió en el estadio Gerland fue la mayor exhibición que nunca he visto de un portero. Luis Arconada lo paró todo. Bueno, menos un remate de Lerby que remachaba un rechace del guardameta a cabezazo imparable de Elkjaer.
Partido increíble, milagroso, de esos que uno luego puede contar que vivió en directo, desde el banquillo. Arconada lo hizo real, nos llevó hasta los penaltis y permitió que el lanzamiento de Sarabia nos clasificara para la final.
Porque España estuvo en aquella final del 84. Ya sé que muchos de ustedes pertenecen a la cofradía del "España nunca pasa de cuartos" pero, miren por dónde, en París-84 estuvo la roja, la de España, un equipo que tras perder la final se despidió en el aeropuerto y la historia olvidó. Lo olvidó tanto que de esa Eurocopa usted tal vez solo recuerde el gol que nos marcó Francia en un error de Arconada.
Un equipo tan olvidado que, cuando vuelve la Dinamita roja a visitarnos, nadie lo ha recordado para nada. Parece que nuestra historia de nuestros enfrentamientos con los daneses no nace hasta un día de junio en el estadio de La Corregidora de Querétaro y con los cuatro goles de Butragueño.
Yo creo que aquel partido de Lyón marcó todo el resto de la historia de los enfrentamientos España-Dinamarca. Creo que, desde entonces, cada vez que nos cruzamos en su camino se les aparece el fantasma de Arconada que les hace comprender que la empresa es imposible.

Andoni Zubizarreta - El Periódico de Catalunya

martes, marzo 13, 2007

Lecciones de balón: Jorge Valdano

¿Volvería al Real Madrid?

Depende de quien me lo proponga.

No cierra puertas.

Yo nunca cierro puertas.

¿Y como entrenador?

Eso sí es casi imposible.

¿Por qué? Si no tiene una cana...

Por eso, porque hace diez años que no me pongo un chándal. Yo fui un jugador vocacional pero no un entrenador vocacional. Es una tarea para gente obsesiva que convierte el fútbol en el centro de su vida. Yo no.

¿Y para Capello lo es?

Él sí es un entrenador vocacional.

¿Rijkaard no?

Rijkaard aguanta más de lo que la gente cree. En todo entrenador hay algo de actor y me parece que el papel de Rijkaard es genial.

lunes, marzo 12, 2007

La meca del fútbol

"Está ahí para recordar a los nuestros para quién juegan y para recordar a los rivales contra quién van a jugar". Bill Shankly, antiguo técnico del Liverpool, sobre la placa situada a la entrada del estadio y que pone This is Anfield.

El fútbol, valga la redundancia, es la gran religión del mundo, la que une a todas las razas, creencias, ideologías, naciones y nacionalismos. La excepción, el gran país pagano, es Estados Unidos. Pero ya llegarán.
Como toda buena religión, el fútbol tiene su Vaticano, su Meca. Se llama Anfield, el estadio del Liverpool. Si alguien lo dudaba antes del partido del martes contra el Barcelona, ya no dudará más. No era necesario estar ahí. Con verlo por televisión era suficiente para entender lo que se vivió allá esa noche. Fue una experiencia trascendental, en el sentido auténtico de la palabra. Uno oía a aquellas 44.000 almas coreando el himno del Liverpool, You'll never walk alone, y sentía una ola de solidaridad con la humanidad, una conexión con el universo, más allá de las banalidades materiales o los problemas familiares.

Y, si no es así, ¿cómo se explica que incluso los aficionados del Barça en Anfield cantaban la canción del enemigo con fervor? ¿O que yo mismo oyera a un señor en el pueblo catalanísimo de Sant Pere de Ribes tan emocionado que, minutos antes del comienzo del partido, se puso a cantar a toda voz, en un inglés admirablemente correcto, Walk on, walk oooon, with hope in your heart...? ¿O que, al final, la afición del Liverpool coreara "¡Barça! ¡Barça!" en homenaje a un gran rival, al que el defensa estelar del Liverpool, Jamie Carragher, tuvo la grandeza de describir después del encuentro como "el mejor" equipo de Europa?

Tan especial fue esa noche que ocurrió algo insólito. Se hizo justicia divina. El perdedor mereció ganar... ¡y ganó! El Liverpool perdió 0-1 un partido que debería haber ganado 4-2, pero fue el ganador de la noche porque fue el que pasó a los cuartos de final de la Champions. Y, encima, fue un partidazo de principio a fin. Se jugó a un ritmo trepidante (comprobándose una vez más que, como entendió el mítico entrenador Bill Shankly, el fútbol es más que una cuestión de vida o muerte) y cualquiera de los dos equipos podría haber ganado hasta el último segundo.

Los nuevos dueños del Liverpool, un par de multimillonarios norteamericanos bien mayores, presenciaron el partido desde el palco boquiabiertos. Tom Hicks y George Gillet son grandes amantes del deporte. Hicks tiene un equipo de béisbol y otro de hockey sobre hielo. Pero hasta la noche del martes no supieron lo que era el deporte de verdad, la grandeza del fútbol en su máxima expresión. "He visto muchos eventos deportivos en todo el mundo", dijo Hicks al final del encuentro, "pero nada que se aproximara a esto". "Nunca en mi vida", dijo Gillet, "he visto u oído nada como esto".

Un par de días después del partido comentaba un amigo vasco, aficionado (pobre hombre) de la Real Sociedad, que todos los que nos consideramos devotos del fútbol deberíamos hacer un peregrinaje a Anfield al menos una vez en nuestras vidas. Pero, aunque lo hagamos, nunca nos acercaremos a la enorme suerte que tiene Xabi Alonso, ex de la Real, de haberse convertido en uno de los mitos vivientes de la afición del Liverpool. Y a la de los otros españoles del Liverpool, Luis García, Pepe Reina y el más reciente fichaje español, Álvaro Arbeloa, un descarte del Real Madrid que ya es héroe en Anfield tras haber neutralizado a Leo Messi no en uno, sino en dos partidos seguidos. Después del breve encuentro que tuvo con la ópera del Bernabéu, Arbeloa debe de estar en el cielo.

Y en cuanto a Rafa Benitez, después de un comienzo de temporada no muy luminoso, ha vuelto a ser el dios español del Liverpool. O, al menos, el papa. Su éxito como entrenador allá lo deberíamos celebrar aquí en España como los polacos cuando Wojtyla fue elegido sumo pontífice romano. Como motivo de orgullo nacional.

El hombre conocido en toda Inglaterra como Rafa ha sabido cumplir con una eficacia abrumadora el primer requisito de cualquier entrenador: hacer que el equipo sea mejor que la suma de sus partes. Además, como se comprobó contra el Barça, pocas personas en el mundo del fútbol están a la altura de su brillantez táctica. Ese partido lo ganaron el sudor de los jugadores y el cerebro de Benítez.

Se habla a veces de que podría volver a entrenar a un equipo español. Si volviera por la familia, por el sol, por las tapas..., se podría comprender. Pero por el fútbol, por el amor al deporte rey, que se quede en Anfield el resto de su vida, que siga alimentando la leyenda.

John Carlin - El País

lunes, marzo 05, 2007

'The Kop': El último bastión
















Juego limpio o deshonra. En The Kop se aplaude al portero y al equipo rival si gana con merecimiento, las banderas inglesas están prohibidas y nunca se insulta a la otra afición... salvo si es la del Manchester.
"Cada vez que oigo el You´ll never walk alone en Anfield se me pone la piel de gallina", admite Thierry Henry. "Cuando jugaba lo único que temía en la vida, lo único, era fallar un gol cantado ante los chicos de The Kop", reconoce pasado el tiempo el gran Kevin Keegan. "En The Kop tenías que ser fuerte. Tenía 13 años e intenté ir adonde estaba todo el sarao... a empujones casi me parten en dos", rememora el cantante Elvis Costello. Mañana, a la hora Champions, el Barça se juega la piel contra un monstruo de cuatro cabezas. La suya propia, la del Liverpool, la del 1-2 de la ida y la de la grada más célebre del mundo.

Miles de personas voceando, cantando, aplaudiendo al portero contrario cuando sale a calentar, aplaudiendo a su propio equipo a rabiar incluso cuando pierden, aplaudiendo al entrenador cada vez que sale a dar una instrucción... Denunciando la tragedia de 1989 en Hillsborough, donde murieron 96 hinchas reds, con un mural en el que 15.000 personas formaron las palabras the truth (la verdad) durante seis minutos. Fue espectacular. The Kop es la hinchada que cualquier club del mundo querría tener. Excepto uno. El propio Liverpool.



Problemas de identidad . "The Kop está en crisis. Ya no es lo que era". Lo dice todo el mundo. Animan como nadie, pero para ellos no es suficiente. Sí, es un concepto difícil de entender para aficiones más reposadas como, por ejemplo, la del Barça. Cualquiera se daría con un canto con los dientes con el repertorio de canciones, el himno, y con la educación de la mayoría de sus miembros. Pero ellos no. Tras la erupción de una manera distinta de animar en 1962, pasando por su esplendor en los 70, la depresión de la segunda mitad de los 80 (Heysel y Hillsborough) y la transformación de la grada al eliminar la general de pie por localidades de asiento (1994), la afición red tuvo una explosión inusitada en Estambul con la quinta.Pero ahora está inmersa en un debate creciente de su pérdida de identidad. Con urgencia, varios grupos de aficionados y el club se han puesto manos a la obra con la campaña Reclaim the Kop, nacida este año cuando la gota colmó el vaso. Grupos de reds insultaron y se mofaron de tres mil aficionados del Burdeos en Champions cuando el buen trato a la afición rival es sagrado.

"Siempre hemos ido a la nuestra, nunca hemos imitado a nadie, los más jóvenes aprendían las canciones y la manera de comportarse de los mayores, pero en los últimos 15 años todo ha cambiado dramáticamente", asegura John Mackin, uno de los cabezas visibles del movimiento que basa en el juego limpio la filosofía de The Kop. "Somos custodios de nuestras tradiciones. Algo se tenía que hacer ante la falta de educación entre la generación de chavales que se ha criado viendo la Sky", denuncia Chris Smith, periodista del fanzine The Liverpool Way.

Para un kopite es sagrado llegar pronto para crear ambiente; recitar los nombres de los titulares; aplaudirles al descanso y al final, lo hayan hecho bien o no; aplaudir al portero contrario, sea quien sea; llevar banderas del club, pero no inglesas; aplaudir al rival si ha merecido la victoria. Para cualquiera que no sea un hincha del Liverpool todos esos mandamientos suenan a chiste. Por supuesto, están totalmente prohibidos los cantos racistas, la burla a la afición contraria, los abucheos al propio equipo. "No te vayas antes del final del partido, sea el resultado que sea. Nosotros no somos espectadores, sino que participamos en el partido", dicen las tablas de la ley de The Kop, que advierten sobre un pecado mortal de terribles consecuencias: "Nunca compres The Sun". Fue el tabloide sensacionalista el que más criticó a la afición red de la catástrofe de Hillsborough. "Es posible que sólo nos queden dos años de vida y el estadio más romántico del fútbol mundial se vaya a hacer puñetas y tengamos uno nuevo como el resto, con hinchas idiotas cantando canciones idiotas y predecibles. Pero a The Kop no nos conocen por eso", explica Sam Mo en la revista Raotl ante el futuro traslado de Anfield.

La cita con el Barça da una gran oportunidad a la mejor hinchada del mundo a reivindicar las viejas esencias y para que dé una lección de juego limpio bajo unos preceptos que más allá de la frontera que marca el río Mersey parecen arqueología futbolística.

Felip Vivanco - La Vanguardia

domingo, marzo 04, 2007

'The Kop' impulsa al Liverpool

Anfield es algo más que un estadio de fútbol y la grada sur mucho más que un fondo desde el que ver jugar al Liverpool. Oficialmente, The Spion Kop o, simplemente, The Kop para la historia de la ciudad en particular y del fútbol en general, el gol donde no entró una mujer en casi cien años, representa los valores de un equipo singular y diferente como ninguno. The Kop representa una manera de entender el fútbol tanto para quienes crecieron allí como aficionados como para los futbolistas que conocieron los años de gloria de un lugar con capacidad para 20.000 espectadores de pie y en el que llegaron a entrar 37.000. Tras la remodelación de 1996, el aforo se redujo a 12.390, lo que significa que por cada asiento de ahora antes había tres hinchas. Aun así, ni ha perdido carisma ni capacidad para intimidar a los rivales y emocionar a los jugadores locales. "Se me siguen poniendo los pelos de punta cada vez que escucho el You'll never walk alone", reconoce Luis Garcia, nacido en Badalona, criado en el Barça y ahora lesionado.

The Kop sigue siendo especial pese a lo acontecido en 1987, cuando unos obreros que trabajaban reforzando las columnas descubrieron un agujero de unos seis metros bajo los cimientos que resultó ser una cloaca victoriana construida en 1860 que causó un derrumbamiento en el suelo, obligó a jugar los tres primeros partidos de la temporada lejos y, además, sentenció a muerte a la vieja grada, demolida ocho años mas tarde. Fue Ernest Edwards, editor del Liverpool Echo, el periódico local, quien bautizó la grada en 1906, cuando se interesó por las obras de su edificación y quedó tan impresionado por la perspectiva del lugar que le recordó la ladera de un monte, la colina Spion, de Suráfrica, escenario en enero de 1900 de una sangrienta batalla entre las tropas del batallón de fusileros de Lancashire y los Boers. El batallón fue aniquilado; 3.000 valientes de Liverpool nunca volvieron a Merseyside. Colina, en el idioma afrikaaner, es Kop y en su honor, en el honor de los miles de hijos de Liverpool que tiñieron de sangre roja y scouser aquella colina, Edwards llamó a esa grada The Spion Kop.

John Aldridge disfrutó de The Kop antes como aficionado que como futbolista. "Tenía 13 años cuando fui por vez primera a la grada, a la sección de los jóvenes. Llevaba el pelo muy largo. Tras de mí había un tipo enorme, de los trabajadores del puerto, y cada vez que The Kop ondeaba, cosa que sucedía al final de cada jugada, se me apretaba y al echarse atrás me decía: 'Perdona, muñeca'. Al día siguiente me corté el pelo y nunca volví a dejármelo crecer".
"Si te desmayabas, cosa bastante probable dada la aglomeración, te sacaban en volandas por encima de las cabezas de la gente. Cuando llegabas abajo, no tenías nada en los bolsillos. Era la ley: el que se desmayaba pagaba una ronda. A menudo, volvía a casa sin dinero, ni reloj ni nada", recuerda Peter Sheldon, pintor con residencia en Londres.

Otra costumbre era orinar allí mismo: "No podías ir al lavabo, no podías ni moverte: enrollabas un periódico y listo. ¿Por qué cree que no entraban chicas?", recuerda Tony Barrett, periodista y escritor, que asegura que la primera vez que pisó The Kop no vio el partido: "Estaba tan fascinado que sólo podía mirar a mi alrededor". El mejor encuentro que vio allí le costó caro: "Fue en 1987, contra el Everton, y ganamos por 3-1. Me aplastaron contra la valla en uno de los goles y me rompí tres costillas, pero valió la pena por ver a Bearsdsley, Rush y Barnes juntos".

"Era una caldera humeante que rugía, se movía ondulante y cantaba siempre. Lo que allí sucedía se contagiaba al equipo. Cuando iba con el Ipswich, no podía dejar de mirarla. Era fascinante. ¡Nunca les ganamos!", recuerda Bobby Robson. También para los rivales era algo especial. Lo sintió Ian Rush, el hombre que más goles ha marcado en la historia del Liverpool. "Jugando con el Juventus, marqué dos goles en Anfield y The Kop empezó a gritar: "¡Que lo fichen, que lo fichen!". Allí, en el campo, con la camiseta de las vecchia signora, Rush tuvo claro una cosa: "Mi único deseo fue volver al Liverpool, volver a casa"?. The Kop es una maquina de inventar canciones y uno de los himnos más escuchados es Poor scouser Tommy, que recuerda a un soldado moribundo que, acribillado por los nazis, decía que él vivía en The Kop cantando: "Rush marcó uno, Rush marcó dos, Rush marcó tres... Rush marcó el cuarto".

Para muchos urchins, para los seguidores de los reds, The Kop marcó sus vidas. A muchos futbolistas, también. Por ejemplo, a Gordon West, ex portero del Everton: "La primera vez que jugué en Anfield tenía 19 años, estaba acojonado y me llamaron de todo. La segunda dije: 'Me haré el gracioso'. Les enseñé un poco el culo y les lancé besitos. Al derby siguiente, saltó un tipo al campo y me dio un bolso con una inscripción: Dulce West. Todavía hoy, cuando entro en los bares de Liverpool, alguien me grita: 'Gordon, ¿dónde está tu bolso? ¡Y he jugado para Inglaterra! Aquel tipo de The Kop me arruinó la vida!".

"Sobre nosotros, el cielo", se lee en una pancarta de The Kop en alusión a los 30 años que se pasaron los tipos más rudos de Liverpool soportando la lluvia hasta que se cubrió la grada. En ningún otro sitio se rezan tantos Padrenuestro porque ninguna grada tiene tantos muertos que honrar. "La fuerza de la grada es tan brutal que a veces pensé que aspiraban el balón", afirmó el mítico Phil Neal, jugador de los 80.

Kenny Dalglish, ex entrenador y elegido como el mejor jugador de The Kop, siempre tuvo claro que desde aquel fondo de Anfield "se vivían los sueños de la gente que nos veía. Dábamos un esfuerzo extra porque ellos siempre lo daban. Era una relación de respeto y admiración mutua".

Mañana, el Barça deberá subir por la colina de Anfied.

Luis Martín - El País

sábado, marzo 03, 2007

John Terry y la flema imperial

"Los delanteros te ganan partidos. Los defensores te ganan campeonatos". John Gregory, ex técnico del Aston Villa. Si uno desea comprender, sin echarle demasiadas ganas, cómo fue que una isla lluviosa del noroeste europeo logró controlar a lo largo de un siglo un imperio de medio mundo, tiene, al menos, dos posibilidades.

Una, alquilar la película Zulú, la recreación de una batalla del siglo XIX en la que 140 soldados británicos, 40 de ellos enfermos o heridos, repelieron a un ejército de 4.500 zulúes. El Sargento Bourne, corpachón y casi absurdamente flemático bajo fuego, es el personaje que define la improbable victoria de los pocos contra los muchos.
La segunda posibilidad es ver un partido de fútbol del Chelsea y fijarse en el capitán del equipo, y actual capitán de la selección inglesa, John Terry. Se ha hablado mucho en España, y con razón, del botellazo que le dieron a Juande Ramos el miércoles en el campo del Betis. Pero, ¿alguién vio la patada que le dieron a Terry en la cara el domingo pasado? Ni Mike Tyson... aunque fuera, a diferencia de lo ocurrido en Sevilla, un accidente. Terry, en un exceso demencial de coraje, colocó la cabeza en un sitio donde lo más sensato hubiera sido colocar el pie. El central londinense se quedó no sólo frito, sino azul. Se tragó la lengua y durante unos instantes dejó de respirar. Lo retiraron del campo inconsciente con una máscara de oxígeno.
José Mourinho, el entrenador del Chelsea, y varios de sus jugadores confesaron que llegaron a temer que podría morir. Pero lo llevaron al hospital, establecieron que viviría, y una hora y media después del patadón estaba de vuelta con sus compañeros de equipo, celebrando la victoria que acababan de lograr contra el Arsenal en la final de la Carling Cup. El equipo festejó el triunfo en un bar hasta las tres de la mañana. La cuenta de las bebidas fue de 45.000 euros. Terry, según la versión oficial, no bebió. Lo cual, si es verdad, y tomando en cuenta que en este aspecto el capitán inglés tiene fama de encarnar los vicios de su tribu, nos permite agregar una heroica autodisciplina a su lista de admirables cualidades.
El día siguiente Terry se declaró listo para volver al campo cuando el entrenador lo ordenara, pero los médicos le acosenjaron que, por precaución, no jugara este fin de semana. El centrocampista del Arsenal que le dio en la cara, en cambio, se ha lesionado el tobillo. Estará fuera por lo menos medio mes.
Si a Terry se le adornara con un buen bigote y patillas, se lo vistiera de rojo militar y se le pusiera una bayoneta en la mano sería la imagen del Sargento Bourne. Del mismo modo que el Sargento Bourne afeitado, vestido de pantalón corto y camiseta azul sería John Terry.
El capitán del Chelsea es un central fuerte, alto e imperturbable, cuya capacidad para repeler ataques enemigos ha sido el factor decisivo en los dos campeonatos que ha ganado su club en las últimas dos temporadas. Si hoy el Chelsea se ha convertido, de la nada, en una de las potencias futbolísticas de Europa, se debe en gran medida a la influencia de su capitán. Y no sólo por sus dones defensivos, por su garra e inteligente colocación, sino por el ejemplo moral que da a sus compañeros. Terry posee esa capacidad mágica, dificil de definir, de inspirar a los que le rodean, a comprometerles más con la causa. Samuel Eto'o tiene un impacto parecido sobre sus compañeros del Barça. Eto'o tira desde adelante; Terry empuja desde atrás. Como suele ser con los jugadores del antiguo imperio.
Inglaterra se ha distinguido a lo largo de los años más por la calidad de sus defensores que de sus jugadores de ataque. El fútbol inglés, como la pintura inglesa, produce pocos artistas de renombre. Lo que sí hay en abundancia son buenos soldados. John Terry forma parte de una venerable tradición.

John Carlin - El País

El Hacha de Rubén Uría El Capitán Maravilla

viernes, marzo 02, 2007

Sentirlo

En la contra de La Vanguardia de ayer, la actriz Norma Aleandro decía que a mucha gente le toca la lotería y no se entera. Creo que a los que amamos al Barça (mucho) y al fútbol (mucho más), hace tiempo que nos tocó la lotería. Y lo mejor de todo es que nos enteramos. De la mano de un holandés y de un catalán.
Lo siento, Norma.

Parece, según dicen, que el dream team volvió en Zaragoza; yo creo que el dream team no se ha ido nunca.

"Me atrae la victoria y me doy cuenta de que el camino que se acerca más a ella es el protagonismo. Jamás pensaría un partido sin jugar en el campo rival". Frase maravillosa de Marcelo Bielsa que el Barcelona ha hecho suya hace ya más de una década. En Barcelona se entiende que se puede ganar de mil maneras. Todas válidas. Todas sirven. Faltaría más. Pero en Barcelona también se entiende que jamás se puede ganar y reganar de una forma que no se sienta. Que no lo sientan los jefes, los técnicos, sus jugadores, los amigos de la prensa y la gente que va cada semana a verlos.

Creo que los jugadores del Barça actual sienten esto. Lo sienten, porque muchos de ellos vieron a sus antepasados más cercanos hacerlo. Lo sienten porque luego se han visto ellos haciéndolo y ganando (cuánto refuerza las convicciones ganar) y porque saben que como lo han hecho, son capaces de volverlo hacer. Si no lo sintieran así, ganarían. Pero un día. No lo harían durante tanto tiempo. No se puede pasar de jugar con línea defensiva de cuatro, a jugar con línea de tres, y digo tres y no cinco, y hacerlo con toda normalidad. Y hacerlo bien. Y ganar y estar en las semifinales de la Copa.

Creo, y a lo mejor me equivoco, pero es lo que veo: les gusta ordenarse a través de la pelota. Que atacan y defienden con el balón y que entienden que no puede ser que el balón está allí y nosotros, aquí; el balón allí arriba y los demás aquí abajo. Sienten que en vez de moverse mucho hacía donde está el balón, ya les llegará donde ellos están. Sienten que los atacantes para triunfar y salir en los periódicos necesitan un buen balón de los centrocampistas y éstos, para poder hacerlo, necesitan un buen balón de sus defensas. Yo te la paso a ti y tú se la pasas a ellos. Ronaldinho sabe que es mejor con Eto'o y Eto'o sabe que es mejor con Ronaldinho. Tienen sus cosas, pero juntos son mejores que solos. Insisten en saber dónde está el hombre libre en cada momento, y saben que el hombre libre es mejor que sea Iniesta que un lateral. Saben que Xavi e Iniesta son compatibles. ¿Y por qué no iban a serlo, joder? Entienden, como todo buen juego colectivo, que cuando se empieza por la derecha, es mejor acabar por la izquierda y que un pase hacia atrás no significa miedo sino el inicio de otra jugada mejor. Sienten que la ocasión ya llegará y que la posesión por sí misma no es nada, sino algo para llegar al gol. Que a los extremos es mejor que el balón les llegue desde el centro que desde los laterales. Y que si juegan los tres pequeños (Deco-Xavi-Iniesta), como en Zaragoza, los canteranos deben ocuparse del control y elaboración del juego, y Deco de la finalización. Sienten que si hemos de jugar con tres, con tres jugaremos pero los tres las piernas de Oleguer y Puyol han de tener. Y también saben que tienen al mejor jugador del mundo, o casi, y al mejor goleador del mundo, o casi, y que si hablamos de saber jugar al fútbol, no de decidir partidos, no de jugar a hacer jugadas, repito, de saber jugar al fútbol, tenemos a los dos mejores centrocampistas del mundo. Pero que a todos estos mejores o casi, en otro entorno les costaría llegar a ser sólo unos casis. Lo saben. O así lo sienten.

O eso creo.

Y con todo esto, a veces, de vez en cuando, también pierden. Pierden por falta de voluntad. Por no haber sudado la camiseta o por peseteros. O porque últimamente han comido mucho y bien. Y ya no tiene tanta hambre. Sí, también pierden por estas razones. Como todos los equipos del mundo mundial. Pero también pierden porque a veces, Xavi o Deco o Iniesta van a robarle los balones a los centrales cuando a lo mejor no deberían. O porque el balón que empieza en la derecha va camino de acabar en la derecha. O porque el tercer hombre se usa poco. O porque Ronaldinho tiene que recibir más balones de Márquez y menos de Sylvinho... O porque la transición ataque-defensa, de tenerla o no tenerla, era un visto y no visto, y ahora a lo mejor es más lenta. O porque no está Eto'o. ¡O qué sé yo por qué pierden! Pero pierden. Pero pierden no sólo por no sudar la camiseta. Por no correr más y más. Pierden por otras cosas que ellos saben. Unos porque han nacido aquí y así han sido educados; otros porque no les queda más remedio que aprender.

Mañana el Barça perderá. O pasado mañana. A todos nos pasa. Pero nadie puede discutir que hace ya mucho tiempo que el Barça es un equipo reconocible. Único.

Y a mí no saben cuánto me gusta.

Horas antes del partido ante el gran Zaragoza, Iniesta mandó un mensaje a mi hermano. Mi hermano me lo reenvió. Decía: "Vuelve el dream team. Juego". ¿Sienten o no cómo han de jugar a este maravilloso oficio que es jugar al fútbol?

¿Tienen aún alguna duda de cómo jugarán el partido ante Los Beatles?

¿Pasarán? ¿Se irán a casa? No duden de las palabras de Bielsa.

Pep Guardiola - El País
Referencia:
El 'dream team' rejuvenece con Rijkaard

jueves, marzo 01, 2007

Nada ha cambiado, sólo la puntería

Lo ocurrido anoche en el estadio Ruiz de Lopera de Sevilla viene a confirmar el estado decadente en que continúa nuestro fútbol.

Es cierto que el comportamiento de los directivos de los clubes y de los dirigentes políticos en cuanto al deporte se refiere suele ser errático, forofo, amateur y complaciente con los violentos en la mayoría de las ocasiones, pero en mi opinión hay otros factores más decisivos.

En primer lugar, los verdaderos responsables de estos sucesos son en último término los vándalos que tiran objetos al campo, encienden bengalas o apedrean autobuses y ambulancias. En los últimos años, en todos, absolutamente todos los estadios de España caen objetos, la única diferencia respecto a lo ocurrido en Sevilla anoche es la puntería. Ayer Juande Ramos tuvo la mala suerte de ser alcanzado, en otras muchas ocasiones no. En España no se ponen medidas preventivas para nada, y los que dirigen los equipos suelen apoyar, de una manera u otra, a los mal llamados grupos ultras. ¿Por qué? Según ellos porque son los únicos que animan…está claro que nuestras aficiones globalmente no cantan como en los campos de Inglaterra…¿y qué? Es diferente, es otra cultura. Lo que no se puede hacer es hipotecar la seguridad de la gente subvencionando a individuos a quienes lo que menos importa es el fútbol y que muestran todo tipo de símbolos fascistas y anticonstitucionales sin ningún rubor.

En España se ríen los gritos racistas, se permite que turbas de aficionados destrocen coches de prensa y establecimientos comerciales imponiendo multas de ¡diez mil euros!, no se realizan verdaderos controles de seguridad en partidos llamados de alto riesgo..
Quien suscribe tuvo el dudoso placer de contemplar en directo la triste noche de Figo en el Camp Nou, ha vivido de cerca las violentas celebraciones de títulos en Barcelona o Madrid, se ha visto sorprendido al acceder la semana pasada al Camp Nou en el Barcelona-Liverpool, o en varios Barcelona-Real Madrid, o en partidos europeos en el Bernabéu sin ser ni cacheado ni revisado por las fuerzas de seguridad…¿por qué? ¿De dónde salen los objetos que se lanzan a los terrenos de juego?

El fútbol atrae a mucho indeseable, seguramente sea minoría el aficionado que va a un estadio con su hijo pequeño a fijarse en la táctica de su equipo o en si el extremo derecho hace los regates con la pierna izquierda. Pero el verdadero problema es social y educacional. Yo sigo sin comprender cómo alguien puede ir al fútbol predipuesto a lanzar un objeto a otro ser humano, árbitros y rivales incluídos. Un partido no es una obra de teatro ni una función de ópera, pero no puede ser el circo romano. ¿Tan enferma está nuestra sociedad para que ayer en Sevilla se apedree una ambulancia de la Cruz Roja, cuyo símbolo se respeta hasta en las guerras? Eso es ajeno al fútbol.

Publicado originalmente en Notas de Fútbol.

Rijkaard y el viejo 3-4-3

Pues no, el entrenador del FC Barcelona Frank Rijkaard no quiso que se viera el partido que todo el mundo esperaba. Buscaba el antídoto ante los 4-4-2 de los rivales, y se atrevió con una vieja receta. Una receta gestada allá por finales de los años 60 en Amsterdam y alrededores, y recuperada en Barcelona a finales de los 80: el viejo sistema 3-4-3.

Con este sistema sorprendió Johan Cruyff a media Europa cuando lo implantó en el FC Barcelona tras acceder a su banquillo en 1988. El resultado es de sobra conocido por todos, cuatro Ligas, una Copa de Europa y toda una marca de estilo. Louis Van Gaal lo usó rozando la perfección en su magnífico Ajax de los 90 y esporádicamente en su primera etapa azulgrana. Rijkaard no lo había hecho hasta hoy. Y sorprendió al rival.

Rijkaard fue muy criticado, y con razón seguramente, tras el partido del Liverpool. Pero hoy ha arriesgado y ha sorprendido al rival, al Zaragoza.
El 3-4-3 es un sistema que ayuda a ocupar mejor el centro del campo. Tienes un jugador por delante de la defensa que si es tapado por el rival puede dar salida al balón por los dos interiores que le flanquean. Este hecho también supone que esos dos centrocampistas disfrutan de más llegada al área rival (hoy marcaron Xavi e Iniesta), aprovechando los carriles, el del '8' y el del '10' que llamó Cruyff, los espacios que quedan entre los laterales y los centrales del adversario. Míticas actuaciones las que desarrollaron en esa posición durante años gente como Guillermo Amor o Eusebio Sacristán, casualmente hoy en el banquillo al lado de Rijkaard.
Así mismo, este juego reactiva a los extremos y al ataque por banda por el mismo motivo, se incrementan los espacios. Si además en tu equipo juega Messi, que encara, regatea, dispara y defiende sin parar en los noventa minutos, este efecto se multiplica.

Los jugadores del Barcelona interpretaron muy bien el cambio, y comenzaron el partido manejando el balón con los tres de atrás, Oleguer, Puyol y un imperial Thuram, y sin prisas se hicieron por completo con el control del juego ante la sorpresa de los jugadores del Real Zaragoza. Dos goles con llegada de los mediocampistas a los veinticinco minutos de partido y una gran primera parte global que prácticamente volteaba la eliminatoria. Había vuelto el uno contra uno, que hacía tiempo no se veía en el equipo (ahí Messi fundamental), y además el equipo no fue tan ingenuo como otras veces; este sistema obliga a todo el mundo a jugar a plena atención, cualquier fallo cuesta goles pero es que además lo ve todo el mundo. Y cuando tuvieron que hacer faltas tácticas las hicieron, como el Zaragoza en la ida.

En la segunda parte el equipo no controló el balón tanto como debía, se vió que Márquez puede enviar buenos balones largos pero que en el juego al pie sufre y que su contundencia defensiva está bajo mínimos, que Deco no consigue evitar perder tantos balones fáciles, encajó (de nuevo) un gol de cabeza a balón parado y sufrió en la parte final pese a que el Zaragoza jugaba con diez por expulsión de D`Alessandro.

La duda que nos queda ahora es: ¿sacará Rijkaard este sistema en Liverpool? Seguro que Rafa Benítez ha tomado buena nota.
Será difícil, y más aún que Rijkaard mantenga este sistema si no es para emergencias, pero ha sido un buen recuerdo ver de nuevo esa disposición táctica en un campo tras tantos años.

Publicado originalmente en Notas de Fútbol.

 
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