domingo, abril 29, 2007

Arte y Testosterona United

"Lo más dificil es encontrar algo que te llene la vida como te la llena el fútbol, porque no existe". Kevin Keegan, ex jugador y ex seleccionador inglés.

Alex Ferguson, el entrenador del Manchester United, es un viejo antipático y gruñón. Esa, al menos, es la imagen que proyecta. En su casa, ¿quién sabe?, será un encanto. Como quizá lo sean José Mourinho y Fabio Capello. Pero lo que el público ve en el escocés, tras observarle 20 años al mando del club más triunfador de las Islas, es un personaje dictatorial y maleducado que no hace el más mínimo esfuerzo para templar su genio, para disimular su impaciencia, para medir sus palabras, para ganarse a la gente. Como Louis Van Gaal, antiguo técnico del Barcelona, jamás prosperaría en la política.

Pero se lo tenemos que perdonar todo.

El fútbol, como Ferguson entiende mejor que nadie, es una síntesis de la testosterona y la estética. Dentro del hooligan más enfervorecido late la delicada sensibilidad de un aficionado al ballet. El fútbol que nos ha regalado Ferguson, como constatamos una vez más el miércoles en la semifinal del Manchester contra el Milan en la Liga de Campeones, satisface ambas necesidades. Combina la agresividad y la belleza como ningún otro.

Comentaba una amiga al verles jugar en el segundo tiempo, intentando remontar un 2 a 1 en contra, que parecían más un equipo de rugby que de fútbol. Era verdad. Los diablos rojos atacaban como los all blacks neozelandeses: con velocidad, a lo ancho de todo el campo; o como las hordas escocesas en la película Braveheart, de Mel Gibson. Pero al mismo tiempo exhibían la finura en el detalle de Scholes, Giggs y Cristiano Ronaldo. Y remontaron, ganaron 3 a 2, con un gol tremendo en el minuto 90 de ese hombre horda que Ferguson fichó por una fortuna, ese fenómeno que reune el salvajismo y el arte como nadie: Wayne Rooney.

Pasan los años y cambian los nombres -Robson, Hughes, Cantona, Keane, Beckham, Scholes, Rooney- pero los equipos de Ferguson mantienen un estilo, un espíritu, una pasión ofensiva que son el reflejo del entrenador, y que han convertido al Manchester en el club que más seguidores tiene en el mundo.

Old Trafford es el teatro de los sueños. No es ninguna metáfora. Las grandes noches europeas que vemos ahí, la combinación de pasión en las gradas y de intensidad en el campo no se ven en ningún otro estadio. Esa enorme semifinal contra el Milan fue el mejor partido de esta temporada europea. Punto. El Barça-Madrid en el Camp Nou el mes pasado acabó 3 a 3, pero fue un amistoso de pretemporada en comparación.

Lo increíble es lo contagioso que es el espíritu de Old Trafford, cómo equipos inhibidos como el Juventus van allá y se suman a la borrachera; o cómo equipos con la tradición legendaria del Real Madrid sacan lo mejor de sí, demuestran su cara épica. Es casi cruel pedirle hoy a un aficionado del Madrid que recuerde los dos encuentros más recientes de los suyos, ambos en cuartos de final de la Liga de Campeones, en Old Trafford. Pero también quizá le sirva de consuelo recordarlos.

El primero, en abril de 2000, lo ganó el Madrid 2 a 3, gracias a un par de genialidades de Raúl y una jugada irrepetible de Redondo, un taconazo en carrera que sólo le podía haber salido en Old Trafford. El Manchester cayó luchando como un ejército espartano y el gol que marcó Beckham fue el mejor de su vida.

El segundo partido, en abril de 2003, lo ganó el Manchester 4 a 3, aunque el Madrid se clasificó para semifinales gracias a un también memorable 3 a 1 en el Bernabéu. Ese 4-3 en Old Trafford, en el que Ronaldo marcó un hat-trick y Beckham anotó dos veces, fue uno de los grandes partidos de todos los tiempos.

Acabó siendo una victoria para el Madrid pero fue, ante todo, una victoria para el fútbol. Así lo interpretó la totalidad de la afición de Old Trafford, hooligans incluidos, que ovacionaron a Ronaldo, su brillante verdugo, a su salida del campo. El partido de esta semana contra el Milan -en el que la afición inglesa no pudo reprimir el impulso de aplaudir el talento del brasileño Kaká- fue más de lo mismo.

Hay que darle las gracias a ese viejo gruñón. Ferguson no seduce; pero su fútbol, sí.

John Carlin, en El País.

El gol que cayó dos veces

La imaginación suele ser desafiada por goles fantasma. ¿Entró la pelota en la portería o botó en la línea para huir del arco? En casos de alta indefinición, nuestras preferencias resuelven lo que los ojos no pudieron ver.
El pasado 18 de abril Lionel Messi produjo una nueva clase de gol fantasmagórico: la copia de una anotación que parecía irrepetible. La celebridad del lance fue instantánea pero suscita inagotables comentarios. Veintiún años después de que Maradona burlara a media docena de ingleses en el Mundial de México, Messi repitió la proeza ante el Getafe. Ambas jugadas ocurrieron en la misma zona del campo, duraron 11 segundos y
fueron ejecutadas por argentinos en estado de desmesura.
El gol de Messi permite pensar en el extraño arte del copista; expresa de manera sencilla y contundente la capacidad creativa de un imitador. Su jugada fue un prodigio que a nadie se le ocurrió considerar original. Una obra maestra que ya existía.

Hasta ese momento, el gol de Diego tenía una forma casi abusiva de ser el mejor de todos. El capitán argentino se singularizó de manera histórica en un Mundial, ante una escuadra de enorme jerarquía. Nunca antes ni después un jugador gravitó tanto en el ánimo de los suyos. En 1986 Maradona dejó la impresión de que bastaba darle la pelota para que hiciera campeón a su equipo. El Negro Enrique, que le cedió el balón en medio campo, resumió la diegodependencia con picardía de barrio: "¿Viste qué pase de gol te puse?" Aquella jugada de trámite en el centro de la cancha había sido, en efecto, un pase de gol para el desaforado 10 de Argentina.
Como al fútbol le gusta perfeccionar mitologías, el tanto legítimo de Maradona fue acompañado del que anotó con el puño y rebautizó como "la mano de Dios". Diego selló la historia del fútbol con la dualidad o duplicidad de su talento: durante 90 minutos de verano fue Jekyll y Hyde ante Inglaterra.
La versión de Messi de la jugada en que un exagerado marea a medio equipo desconcierta como un milagro: el mejor gol son dos. Aunque el de Diego tiene mayor importancia por haber ocurrido en un Mundial, el de Messi reproduce el exceso segundo a segundo sin adelgazarla en lo más mínimo, cumpliendo con los requisitos del copista y del aparecido (en este caso lo fantasmal no consistió en perder de vista la jugada, sino en verla demasiado).

Como sugiere Jorge Valdano, lo asombroso no solo fue la ávida reiteración de Messi, sino que el destino le propusiera los mismos obstáculos. Veintiún años después los defensas se esforzaron en los mismos lugares de la cancha con pulcritud de seres hipnotizados en favor de una buena causa. Nadie frenó el portento con una artera zancadilla.
En un mundo imperfecto lo extraordinario despierta suspicacias y no faltan quienes opinen que los goles de Maradona y Messi podrían haber sido evitados con el sencillo recurso de la fuerza bruta. Pero este argumento cojea como si lo hubieran pateado. La veloz carrera con el balón junto al pie, practicando quiebres de escapista, solo se hubiera impedido con un desfiguro mayúsculo, un lance de lucha libre digno de un rubor que se hubiera materializado en tarjeta roja.
Cuando Víctor Hugo Morales, impar cronista de la radio argentina, narró el gol de Diego en el Estadio Azteca, buscó una metáfora urgente para condensar la escena y le gritó al delantero: "¡Barrilete cósmico! ¿De qué planeta viniste?". Aquello parecía el abuso de un marciano ante meros terrícolas. La jugada cristalizó en la memoria como lo inaudito --el gol extraterrestre-- que no volveríamos a ver.
En cambio, el episodio protagonizado por Messi no sugirió a un ser de otra galaxia, sino al terrícola más raro. Ante sus gambetas en serie, los locutores dijeron: "Maradona". La imposible imitación había ocurrido.
La única diferencia significativa entre los dos goles es que Diego anotó de zurda y Lionel de derecha. El asombro superior de la jugada proviene de su condición de espejo. Durante 11 segundos, guiado por el impulso anotador, Messi no podía saber que imitaba el complicado tanto de Maradona; actuaba con la espontaneidad de un doble: el otro era el mismo. Al disparar, anotó dos veces, en la cancha del Barcelona y en el recuerdo de los hinchas deslumbrados por el gol de Maradona. 1986, 2007. Esas son las fechas. Lo raro y fascinante, es que ninguno de los dos goles desmerece en la comparación. El primero se refuerza como profecía del que vendrá, el segundo como cita clásica.

En el mundo de la acción no existe el plagio ni el derecho de autor. El gol de Messi solo puede ser virtuoso. Convirtió al fútbol en la incalculable actividad donde lo único ocurre dos veces.

Juan Villoro, en El Periódico de Catalunya.

sábado, abril 28, 2007

El United y Rooney no se rinden jamás

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El Manchester United acaba de mostrar a toda Europa un nuevo ejemplo de la fe y convencimiento inquebrantables con los que están jugando durante toda esta temporada.

Partido de la 35ª jornada de la Premier League, en Goodison Park ante el Everton. Con Cristiano Ronaldo en el banquillo, perdía por 2-0 sobre el minuto sesenta de partido. Media hora más tarde, celebraba en el césped su victoria por 2-4 y el empate entre Chelsea y Bolton (2-2), que le concede una ventaja de cinco puntos sobre el equipo de José Mourinho a falta de tres jornadas para el final. Además, en Inglaterra no existe el goal average entre los equipos individualmente, sólo el general, en el que también lleva clara ventaja.

El partido era muy difícil para el United. Encajado entre los dos partidos de semifinales de Champions League ante el Milan, y lastrado por las bajas por lesión sobre todo en defensa (Gary Neville, Vidic y Ferdinand, la defensa titular, están ko), Ferguson reservó en el banquillo a Ronaldo, con molestias. Sin jugar especialmente bien el Everton ni mal el ManU, los locales aprovecharon sus ocasiones y pusieron el partido en ventaja, con los goles de Stubbs y Manuel Fernandes. Aun perdiendo, y con las noticias que llegaban de Londres con la victoria provisional del Chelsea por 2-1 tras el segundo gol de Salomon Kalou, el Manchester no cayó en la depresión ni en el miedo de ver a su rival empatado a puntos y ver la liga perdida. Y si no lo hizo fue sobre todo gracias a un hombre: Wayne Rooney. Como ya sucedió en pasado martes ante el Milan, el otrora llamado Golden Boy, se comportó como un joven fogoso de veinte años con ganas hacerlo todo, pero también como un veterano para abstraerse de los pitos de su antigua afición y transmitir serenidad y ambición a sus compañeros. Con Giggs y Scholes acusando el cansancio y Ronaldo en el banquillo, Rooney fue el culpable de que su equipo no entregara el partido. Disparó a puerta, corrió, presionó, se desmarcó, gritó a sus compañeros y, de nuevo como en Champions, se vio recompensado con el gol decisivo, el 2-3.

Ni Rooney ni el United están dispuestos a rendirse esta temporada. En ningún partido ni ante ningún rival. Tienen tan claro su estilo vertiginoso y sin red que no se plantean otra cosa. Y saben que jugando así pueden encontrarse con partidos de este tipo, en los que encajas un gol a balón parado o gracias a una genialidad de Kaká y tienes que ir durante minutos y minutos a contracorriente. No les importa.

En la actual Premier, durante toda la temporada, sobre todo el Manchester pero también el Chelsea, se han comportado de manera implacable, consiguiendo elevados registros de puntos (sólo hay que ver la distancia que les llevan a Liverpool y Arsenal) y compitiendo además en los torneos coperos al máximo nivel. La acumulación de partidos en cualquier caso ha de pasar factura inevitablemente. El United no pudo ganar en semanas previas a Porstmouth y Middlesbrough, y el Chelsea igualmente ante Newcastle y Bolton. Pero el United está siendo capaz de encontrar fuerzas en su orgullosa e histórica camiseta, mientras el Chelsea parece ya obsesionado en su batalla europea ante el Liverpool.

Quedan tres partidos para el final de la Premier; la próxima semana derby para el United ante el Manchester City y visita al alicaído Arsenal para el Chelsea. Después, el 9 de mayo, entre semana, el partidazo entre ambos en Stamford Bridge del que, irónicamente, podría salir un United ya Campeón (la diferencia está en cinco puntos más la diferencia de goles). La última jornada, 13 de mayo Manchester vs. West Ham y Chelsea vs. Everton. Una semana más tarde, la final de la FA Cup en el nuevo Wembley también entre ambos. Y el 16 de mayo, en Atenas, por qué no….la final de la Copa de Europa, también entre los dos. El Chelsea es un equipo campeón, duro, competitivo, con jugadores implicados y orgullosos pero…¿será suficiente todo eso para arrebatarle algún título a un equipo que se cree capaz de ganar cualquier partido y bajo cualquier circunstancia? Pregunten en Roma…

En El País | Retorno a Croxteth

martes, abril 24, 2007

Giggs y Scholes, dos auténticos

En un deporte repleto de mercaderes sin escrúpulos y una montonera de jugadores que van y vienen a capricho, aún queda rastro de clubes en los que prevalecen vínculos indisolubles. Nada que ver con un proteccionismo feudal, como lo demuestra que dos de estas entidades disputen hoy la ida de la primera semifinal de la Liga de Campeones: Manchester United y Milan, dos instituciones instaladas hace décadas en el Gotha del fútbol mundial. En un bando, el irrepetible Maldini, que lleva desde el Pleistoceno jugando de maravilla para la sociedad de Silvio Berlusconi. Un privilegiado que, a sus 39 años, aún despierta tal admiración que Rafa Benítez, gurú del Liverpool, ha recomendado a su colega del Milan, Carlo Ancelotti, que sea quien espose a Cristiano Ronaldo.

Bajo el yugo mediático del reputadísimo Ronaldo II, el chico al que hace cuatro años Alex Ferguson ordenó, en contra de la voluntad del portugués, vestirse con el número 7 del United que divinizaron George Best, Bryan Robson, Eric Cantona y David Beckham, en Old Trafford todavía tienen hilo dos futbolistas extraordinarios: Ryan Giggs y Paul Scholes. En una entidad multimillonaria por el rastrillo que ha desplegado por todo el planeta, uno y otro representan el modelo antidivo. Se acunaron junto a la cosmética de Beckham y ahora comparten vestuario con el matonismo de Rooney y compañía, pero ambos llevan una vida huyendo de los focos.

A sus 33 años, Giggs, ese formidable extremo con la cintura de un bailarín del Bolshoi que acumula más de 500 partidos y 100 goles con el United, aún es una pieza capital del equipo. Fue el primer muchacho que hizo feliz al viejo Ferguson, que, tras aterrizar en Manchester el 6 de noviembre de 1986 después de un largo viaje en un Mercedes negro desde la ciudad escocesa de Aberdeen, se propuso dos objetivos: eliminar al pelotón de borrachos que se cobijaba en la caseta de The Cliff, el campo de entrenamiento del United, y reorganizar la cantera con satélites por todo el Reino Unido. Un año después le llegó la primera fecundación: "Un minero que se hubiera pasado la vida recorriendo ríos y montañas y de pronto hubiese encontrado un filón de oro no se habría sentido tan feliz como el día que descubrí en una prueba a un joven que flotaba cuando corría con la pelota en los pies y la cabeza siempre erguida". Giggs tenía 14 años y jamás, pese a su extrema timidez, ha defraudado al sir del United. Por entonces, aquel adolescente nieto de inmigrantes de Sierra Leona se llamaba Ryan Joseph Wilson. Pero muy pronto cambió su partida de nacimiento, se despojó del apellido de su progenitor, un jugador galés de rugby bravucón y lenguaraz, y selló el de su madre. A ella rindió honores al decidir jugar con su Gales natal y no con Inglaterra. A Ryan nunca le interesaron las pasarelas. El club estaba hecho a su medida: toda la fanfarria para Beckham primero y Cristiano Ronaldo después.

Ferguson, tras el alumbramiento de Giggs, se topó con un mocoso rechoncho, pelirrojo, febril y de bajo techo. Un prototipo que el técnico escocés conocía muy bien, un forro muy similar al de algunos de los futbolistas más conpiscuos de su tierra: Jimmy Johnstone, Billy Bremmer, Archie Gemmill o Gordon Strachan. "Es el jugador más inteligente que ha pasado por el United. Nadie conoce el fútbol mejor que él", proclamó Alexander Chapman Ferguson, antes de reinar como sir, cuando Scholes estaba a punto de convertirse en el jugador más cerebral de los Fergyboys. Capaz de jugar a un toque como pocos, listo, conocedor de las pausas en un territorio en el que todo era adrenalina pura, picante cuando invade al área contraria, Scholes aún es hoy el faro del Manchester. Este profesional que se retiró de Inglaterra antes de la treintena para cuidar a su esposa e hijos no siempre lo tuvo fácil. Debió reciclarse cuando Ferguson tiró de su inagotable talonario y fichó al argentino Verón. Lo mismo que cuando puso el lazo a Cristiano Ronaldo para jubilar a Giggs. A su modo, con mucho fútbol y el verbo siempre sofocado, uno y otro mantuvieron su fidelidad al United y pronto recuperaron todo su esplendor. Señal de que en algunos equipos aún no siempre prevalece la púrpura sobre lo futbolístico. Por eso, pese a Cristiano Ronaldo y Kaká, la gran estrella del Milan que en su día no quiso fichar Luciano Moggi, el ex padrino del Juventus, por el eco de su nombre, tipos como Giggs y Scholes -y Maldini y el cuarentón Costacurta, por supuesto- se merecen un lugar en el podio de este fútbol tan poco sentimental, con tan pocas semillas auténticas.

José Sámano en El País.

domingo, abril 22, 2007

Cesc Fábregas, niño y general

"Ese chico tiene una habilidad para dirigir el ritmo de un partido que nunca he visto en ningún otro jugador".
Andy Gray, ex delantero escocés y actual comentarista de televisión, sobre Cesc.

Hay muchos motivos para aprender el inglés. Para prosperar en el trabajo, para poder leer las obras de Dickens, para entender las ruedas de prensa de David Beckham. Muchos motivos. Pero uno de los mejores es la posibilidad de leer las columnas del mejor periodista deportivo de la prensa británica, Paul Hayward. Hay tres o cuatro más que son muy buenos, pero Hayward, del Daily Mail, es el número uno. Por conocimiento, por seriedad, por entusiasmo, por sentido del humor, por la agilidad muscular de su prosa.

En su última columna de 2006 Hayward escribió que le acababa de llamar su redactor jefe para pedirle que eligiera el mejor futbolista del año. No se lo tuvo que pensar dos veces. La respuesta le llegó "en un Eureka", como "una revelación".
"Quizá sea por el ritmo soberbio de sus pases, en corto o en largo, por el calibrado control con el que se mueve por el campo, por la rica amplitud de su visión, por su condición de atleta, por su juvenil confianza en sí mismo...", escribió Hayward. Pero de una cosa no tenía la más mínima duda: "Cesc Fábregas es el mejor futbolista joven del mundo, mejor incluso que Cristiano Ronaldo, Wayne Rooney o Leo Messi".
Esto lo escribió Hayward antes de que Fábregas hubiera marcado su primer gol de la temporada (lo logró por fin el sábado pasado, tras ocho meses de sequía). Pero tal es la calidad que Hayward, y todos los expertos ingleses, perciben en el español que su nombre acaba de aparecer entre los finalistas del premio individual de más prestigio que otorga el fútbol inglés. Esta noche, en una ceremonia en Londres, la Asociación de Futbolistas Profesionales elige al que el gremio considera el mejor jugador del año. Como en los Óscar, hay seis nominados: Didier Drogba, del Chelsea; Steven Gerrard, del Liverpool; Cristiano Ronaldo, Paul Scholes y Ryan Giggs, del Manchester United; y Cesc Fábregas, del Arsenal.
Lamentablemente, y pese a los argumentos de Hayward, el español no ganará. El premio se lo llevará, casi seguro, el portugués Ronaldo. O, si no, el portento marfileño Drogba, que ha anotado 31 goles esta temporada. Pero el haber entrado en esa lista de seis tiene un mérito extraordinario. Por varias razones.
Primero, que Fábregas es el más joven de los seis, con 19 años (Cristiano Ronaldo tiene 22). Segundo, que su equipo, el Arsenal, ha tenido una temporada relativamente pobre. Tercero, que ha dejado fuera de la lista a jugadores de la talla de Frank Lampard y Michael Essien del Chelsea, Xabi Alonso del Liverpool, y Berbatov, el goleador búlgaro del Tottenham. Cuarto, que es el primer español de la historia en entrar en esta convocatoria.
Fábregas también figura en la lista de los seis nominados para el galardón de mejor jugador joven del año. Merece ganarlo, por la desproporción en su juego entre edad y madurez. Lo definió bien hace poco otro de los maestros del periodismo inglés, James Lawton, del Independent. "Cesc es un niño", escribió, "con la cabeza de un general".
Es decir, al talento natural que posee se agrega una frialdad de autómata y una inteligencia superior. Fábregas da la impresión de que su cerebro opera a otra velocidad; de que, como un ajedrecista, está tres o cuatro jugadas por delante del resto de los jugadores.
Si esto suena un poco exagerado, no es nada comparado con los elogios que le lanza Paul Hayward, cuyo principal argumento a favor de su héroe es que, sí, habrá jugadores más rápidos y más vistosos, pero nadie maneja los tiempos de un partido con el aplomo del joven español. Hayward celebra la suerte que tuvo el Arsenal en "robar" a Fábregas al Barcelona. "El fútbol inglés", escribe, "ha capturado a un visionario capaz de lograr que el tráfico demente habitual en nuestro juego se mueva a su elegante compás".

John Carlin, en El País.

miércoles, abril 11, 2007

¡Qué noche la de aquel día!


Habrá habido partidos mejores, con más goles o con un fútbol más celestial. Seguro que sí, no lo dudo. Pero yo no he visto ninguno igual a esta exhibición de ManU en el teatro de los sueños. Apoteósico, fascinante, espectacular, maravilloso, trepidante, descomunal, prodigioso. Siete adjetivos para siete goles de los red devils en un encuentro que no se puede adjetivar porque no hay palabras que alcancen a interpretarlo. El Manchester ha demolido literalmente a la Roma. Las metralletas han agujereado a la serpiente hasta convertirla en piel seca. Presión arriba, combinación al primer toque, velocidad endiablada y remate contundente, cuatro herramientas imparables.

Nadie habría imaginado una noche con semejante fútbol y magia. El mismo Manchester impotente del sábado, caído ante un Portsmouth que el lunes fue goleado por el supercolista Watford, ese mismo Manchester gripado y ojeroso ha aparecido como reactivado por una energía extraterrestre y se ha comido a la serpiente con piel. ¿Suficiente para convertirle en favorito absoluto urbi et orbe? No. Ha cuajado un partido estratosférico, pero hacen falta más cosas (a veces, otras cosas) para ganar la Champions, además de que todos los astros se alineen a tu favor.

El ManU ha sido, ¿cómo decirlo?, un caldo concentrado con los mejores ingredientes del mundo futbolístico: velocidad, energía, sacrificio, talento, remate, verticalidad, resistencia, solidaridad, creatividad, solvencia, oficio… No sé explicarlo mejor. Coged las mejores virtudes de vuestros equipos y también de sus rivales, de aquellos que queremos y de los que envidiamos. Juntadlo todo y construid el equipo perfecto. Insufladle el alma de Old Trafford y con todo ello apenas comprenderéis la pesadilla que han vivido Chivu, Mexes, Panucci y sobre todos Totti. El colapso absoluto de un equipo italiano. La Roma no se ha rendido, simplemente no ha podido ni respirar, salvo en los primeros diez minutos, cuando parecía dominar el partido.

Pero en los siguientes diez han llegado tres oleadas consecutivas de los locales y han roto la partida. En una de ellas, el segundo gol (Alan Smith), una obra de arte contemporáneo, el ManU ha combinado seis veces seguidas al primer toque (Cristiano, Heinze, Carrick, Heinze, Giggs, Smith) para recorrer el campo entero a toda mecha y descalabrar a los romanistas. Tan sublime que los rivales parecían jugadores de futbolín en vez de gente madura y recia. Buscad el partido, grabadlo, mostradlo a vuestros amigos. Guardadlo para la posteridad. Habrá habido partidos similares, incluso mejores, pero yo no había visto ninguno igual hasta ayer.

El maestro Martí Perarnau, en su blog.

lunes, abril 09, 2007

¿Juego limpio?

La jugada ocurrida anoche en Villarreal, el gol del jugador atlético Fabiano Eller cuando Guille Franco se encontraba en el suelo lesionado, ha sorprendido y provocado cierta indignación.

La Liga española no es, en muchas ocasiones, un ejemplo de deportividad. Tenemos decenas de casos cada temporada. Partidos de noventa minutos en los que se disputan apenas cuarenta de juego real. Pérdidas de tiempo indiscriminadas consentidas por los árbitros y jaleadas por la afición correspondiente. Constantes piscinazos y simulaciones de faltas, jugadores a los que las cámaras de tv dejan en ridículo cuando se quejan de un golpe en la cara y han recibido un roce en el pecho.

martes, abril 03, 2007

Cruyff, el triunfo de una filosofía

Vivimos devorando el día a día, somos fieras de minimizar las satisfacciones, las preocupaciones tiene ocupadas a nuestras neuronas, si te detienes a saborear las alegrías de la vida parece que invernas y que cuando llegue la primavera habrá muchos por delante de ti. Es la sociedad competitiva, la autodestrucción del placer de las pequeñas cosas, la presión del ipso facto y el alejamiento del pequeño detalle.

Por esto, Cruyff es un maná, un regalo de la naturaleza para todos los que amamos este deporte. Sus futbolistas, aquellos que sacó de sus casillas en su día, le adoran. Han llegado a la madurez y disfrutan recordando a Johan en estado puro. Cuando jugaban para él, sentían que eran los pioneros de una filosofía, la motivación era ganar para cambiar el fútbol, les hacía sentirse héroes en busca del rescate de un fútbol que caía en la mediocridad. Era la filosofía del espectáculo, el fútbol en su máxima expresión, todos debían jugar con inteligencia, con técnica y en función de una velocidad de balón que levantara al respetable de sus asientos. Durante años se escribió que la estrella era Cruyff y que le molestaba que los jugadores ganaran más protagonismo que él. Cuando se escribían estas líneas, se demostraba que no se entendía la filosofía Cruyff.

En la filosofía Cruyff, el jugador nunca sería la estrella, el auténtico crack era el balón. Cruyff es el sabio de la simpleza. Todo lo argumenta desde los detalles más simples, con una agudeza mental que siempre le hace estar en ventaja y un dominio del juego que le hace estar a otro nivel.

Hizo sentir a sus jugadores que el fútbol no era un trabajo, mientras Sacchi fue un Dios como entrenador desde la vía del trabajo y la eficiencia, Johan les hizo amantes de la pelota y del juego. Transformó el entrenamiento en fútbol de calle y todo lo reducía al juego de niños. Buscaba lo simple del juego en la calle y consiguió triunfar… sus decisiones siempre sorprendían pero era por el desconocimiento de la filosofía Johan.

Los jugadores, que se divertían como niños, se dan cuenta ahora que nunca llegaron a comprender al 100% al profeta. Cuando Johan dice una frase simple está expresando algo muy complejo. Todos los que son ahora entrenadores, se dan cuenta de la capacidad de síntesis de Johan.

Las alineaciones eran un auténtico juego. Los jugadores estaban expectantes, y la manera de hacer la alineación de Johan y Charly era tan simple como en el fútbol de calle. En la calle, los dos capitanes eligen los equipos… pues en el Barça cada uno hacía su equipo, lo ponían en común y leían la prensa. Si coincidían los nombres y el dibujo con el que daba la prensa… lo cambiaban. Si situaban una delantera con Stoichkov por la derecha, era seguro que jugaría por la izquierda… si situaban a Txiki pondrían a Goiko


Transmitían esto a sus jugadores, el fútbol como juego. Era el principio de un trabajo psicológico excepcional que sirvió para ganar una Copa de Europa en un club donde la presión limitaba el rendimiento de todo el que llegara. La presión no existía y tomaban decisiones para ver que no sólo eran palabras sino realidades. Un ejemplo lo tenemos en los jugadores que volvían a casa. Eran condenados al banquillo. Si tocaba jugar contra tu ex equipo tu posición era el banquillo porque ibas a jugar con presión… y en el fútbol de la calle no existe la presión sino la PASIÓN POR LA PELOTA.

Para el profeta del gol, el equipo debía estar al servicio del balón. Todos los entrenamientos se basaban en mejorar la velocidad del balón, obligaba a los cracks a presentar el balón muy simple al compañero menos hábil para que este no tuviera dificultad en mover rápido, con precisión y sin fallo. Obligaba a jugar con inteligencia, no permitía que se le diera un pase a un jugador a la pierna mala, decía que la culpa no era del que recibía sino del que pasaba…todos los entrenamientos se basaban en los pequeños detalles, que más tarde, darían paso a un gran mural llamado Dream Team.

El gran defecto...

...y la gran virtud de Johan siempre ha sido no saber perder. Lanzó un órdago al mundo del fútbol antes de aquella final: “Nosotros fichamos a Romario, ellos fichan a Desailly.. con esto se dice todo”. Se confundió con prepotencia, el sabía que esa final significaba mucho más que una final. Murió de pié a manos de un entrenador que entendía el fútbol como un trabajo… y no supo asimilarlo. La locura Cruyff en el vestuario escuchando los cánticos de a Fossa dei Leoni y las decisiones tomadas en el autobús de camino al aeropuerto marcaron el final de la etapa de Johan como entrenador. Siguió dos años pero se había acabado el encanto porque Cruyff nunca luchó por ganar ligas… sino por cambiar el fútbol. La batalla la había ganado el banco de lo táctico, lo físico, del fútbol resultadista…

Cruyff era diferente, único… con Franz Beckenbauer, los auténticos genios del fútbol. Los auténticos amantes del fútbol saben que no han sido los mejores jugadores de la historia, pero son los más grandes. Siempre han sido unos adelantados a su tiempo. Con el paso de los años comprendes lo que han sido… como todos los genios la incomprensión y la polémica, ha sido la tónica en su día a día… Sólo así podemos entender que un colegiado como Díaz Vega, desempeñando un papel vergonzoso, se atreva a poner en tela de juicio a Johan Cruyff… o que Franz Beckenbauer diga que los árbitros no están haciendo bien su trabajo y esto se convierta en doctrina Uefa.
Johan y a Franz. Auténticos adelantados a su tiempo… cuando eran jugadores innovaron y modificaron el destino del fútbol. Uno jugaba por libre y otro de libre. Ambos eran los más jóvenes pero ambos eran el “Kaiser”, jugaban pero sabían más que el entrenador, ambos entrenaron y mandaban más que el presidente, siempre un paso por delante, fueron visionarios y le dan luz a un fútbol que se apaga sin que el aficionado de a pié se de cuenta.

Su influencia no se limitaba al terreno de juego, ese espacio siempre les quedo pequeño, dominaban a sus compañeros, a sus jugadores cuando jugaban, a los directivos y a la prensa. Beckenbauer siempre fue más prudente, era elegante y sentir que nadie podía hacerle sombra en el mundo del fútbol le bastaba. Lo ganó todo como jugador, entrenador, presidente y como organizador de un Mundial lo bordó.

Cruyff, intenta que el fútbol modifique la sociedad, el fútbol como herramienta para transformar la manipulada sociedad. Su nivel de compromiso con la sociedad siempre ha estado de manifiesto. Se negó a jugar el Mundial de Argentina por la dictadura militar y las atrocidades que se cometían en aquel país. Se recogieron firmas, toda Holanda se movilizó para pedirle al holandés volador que jugara aquel Mundial… pero su decisión fue inamovible.

Llegó al Barça para cambiar su historia. Se marcó un objetivo desde el primer día. Ganar la Copa de Europa para hacer honor a la historia del club.Quería darle lo que no le dio cuando era jugador. Su siguiente objetivo era ganar la segunda Copa de Europa con los de casa…hacer un equipo de canteranos y ser el mejor.

Ahora, tiene una Fundación activa y ejemplar. Además, una Universidad para formar a todos aquellos deportistas que han dado su vida por el deporte, que han sacrificado la formación por el éxito y que una vez retirados son los auténticos olvidados. Han perdido los mejores años de su vida en entrenamientos, concentraciones, partidos, viajes… en ser marionetas de la mafia que cada vez estrecha más el cerco sobre el deporte. Cuando llega el adiós, pasan al olvido y se encuentran que ya no hay aplausos, no hay ingresos cada mes, ni primas por ganar… en el restaurante empiezas a pagar las facturas y la corte que te aduló durante años…o bien te engaña y se marcha con todo o bien te deja sólo. En la calle, hay gente muy preparada, con los que ni siquiera puedes competir. Algunos no lo superan como el gran Jesús Rollán. ¡¡¡Cuánto nos has hecho vibrar!!!

Y ahí, está Johan… para darles formación e integración al mercado laboral de manera rápida y adaptada a sus experiencias.


Una verdadera joya de Marquinhos y Nicolás, en Futbolitis.

El espíritu del juego

Dicen que los italianos el partido perfecto es el 0-0. Así que el partido que ayer disputaron entre Racing y Athletic es una especie de aberración, de mutación indecente,… de falta de profesionalidad. El empate sin goles es la perfección porque detrás de cada gol siempre hay por lo menos un fallo. No hay jugada de gol, por sublime que sea, que no pueda ser remediada por una perfecta ejecución del sistema defensivo, y a veces ni siquiera eso: Una simple falta en el momento adecuado, un leve empujón en la salida de la jugada, un exceso de celo en la lucha por un balón, o una buena zancadilla son poco sacrificio para evitar un gol: esa es el oficio, la profesionalidad, el saber competir dicen…

Un partido de otra época, repiten los comentarios en la prensa. Quizás no sólo por el resultado, quizás más por esa supuesta ingenuidad que se presupone para unos equipos capaces de dejarse marcar esa cantidad de goles. Porque el fútbol eligió su camino hacia la excelencia a través de la defensa. Los entrenadores en su búsqueda de relevancia han encontrado en mantener la puerta a cero sus mejores argumentos para establecer su parcela de poder. A ellos más que a nadie es a quienes aterra un resultado abultado. Su trabajo parece que pierde sentido. No creo que el 5-4 sea la perfección, ni siquiera que sea sinónimo de un buen partido. Tampoco que el 0-0 sea siempre el resultado de un partido aburrido. Pero en el espíritu del deporte, y más de este, está el dar algo más que un resultado, y a veces algo mucho más que un triunfo.

No es que me parezca mal que se busque la perfección. Me gusta que el juego evolucione, que haya nuevas ideas, que haya nutricionistas que afinen jugadores como si fuesen coches de F1, que haya estadísticas que registren hasta el último metro que un jugador corre, que los entrenadores preparen meticulosamente los partidos… Pero me molesta que se traicione el espíritu del juego, que siempre, y como en todo deporte, fue más ganar que evitar perder. Me disgusta que todo esas revoluciones que se plantean tengan más que ver con el evitar goles que con el crearlos.

Pero sobre todo me molesta la injusticia del reglamento y como se aplica. Su sentido de “ventaja para la defensa”, y en la mayoría de las veces ventaja para el infractor. Porque la falta táctica es gratis. Porque hay más penaltis reales no pitados, que penaltis imaginarios sancionados, porque hay más situaciones de fuera de juego injustamente señaladas, que goles reales en fuera de juego, porque las faltas dentro del área tienen que ser flagrantes para ser algo… El fútbol defensivo sale a jugar con ventaja siempre, el que poco arriesga poco puede perder.

David Arranz en Diarios de Fútbol.

lunes, abril 02, 2007

Ronaldinho o cómo hacer lo correcto

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Ronaldinho Gaúcho cumple su cuarta temporada en el Camp Nou. Aterrizó en el verano de 2003 en Barcelona, con un Mundial en el palmarés pero aún sin ser una figura realmente mediática, a un club en plena reconstrucción. Casi cuatro años más tarde, podría decirse que el matrimonio ha resultado un éxito: el Barça ha acumulado títulos y prestigio por su buen juego, y Ronaldinho es unánimemente considerado como el mejor jugador del mundo.

Sin embargo, en las últimas semanas, la situación dista mucho de ser idílica. ¿Se les ocurren motivos? Pues si, los agentes, las renovaciones, el dinero. La triste historia de los brasileños que han jugado en el FCB en los últimos años (Ronaldo, Rivaldo).

Esta semana ha aparecido en la revista Forbes el listado de los jugadores con más ingresos del mundo. En 2006, y por primera vez tras el reinado de David Beckham, Ronaldinho ocupa el primer lugar con casi 24 millones de euros percibidos el último año. La cifra agrupa su sueldo y sus contratos publicitarios. Lamentablemente, no parece ser suficiente.

Desde que llegó a Barcelona, Ronaldinho ha visto revisado su contrato en al menos tres ocasiones. El actual le une al club hasta 2010, y fue firmado el pasado verano…¿cuál es el problema entonces?
No está siendo su mejor temporada como barcelonista, seguramente la más floja, aunque es cierto que su cifra de goles, sean a balón parado o no, es irreprochable. Aún dando la razón a voces como la de Pep Guardiola que defienden el derecho del jugador a no rozar la perfección siempre como había ocurrido en las últimas dos temporadas, no creo que sea el mejor momento para pedir aumento de sueldo, con el equipo eliminado de la Champions y sin tener la Liga decidida, entre muchas otras cosas por su penalty fallado en el Sánchez Pizjuán ante el Sevilla.

Otra cuestión a tener en cuenta es la próxima Copa América; si Dunga convoca a Ronaldinho y éste acude, se perdería la posible final de la Copa del Rey con el Barcelona…¿cómo se justificaría entonces una (otra) millonaria renovación?

El pasado miércoles, en el aeropuerto de El Prat, Ronaldinho al regresar de sus últimos bolos amistosos con la selección, declaró a los periodistas que él sólo se ocupa de jugar, pero que esperaba que “todo se arregle”…¿arreglar el qué?
Su hermano y representante, Roberto de Assís, con la excusa de que lleva los asuntos de Oliveira, el jugador del Milan, constantemente hace guiños a la prensa y directivos milanistas, con la llegada de su hermano. Si le unimos el interés de Berlusconi, el revuelo está servido.

Parte de culpa desde luego la tiene la directiva del FCB, que, pese a que ahora Laporta y Soriano emitan declaraciones contradictorias, en plena fiebre de títulos y renovaciones express aseguró que Ronaldinho se quedaría en el club de por vida, ofreciéndole un contrato hasta 2014. A esto parece ser que es a lo que se agarra el hermanísimo, y en la prensa barcelonesa se dan por hecho reuniones tras las vacaciones de semana santa.

La importancia de Ronaldinho en el actual Barça es innegable, lo ven aficionados, directivos, Rijkaard y compañeros de vestuario tan representativos como Deco que lo dejan claro en entrevistas. Y que este caso no es exclusivo de Barcelona también es cierto. Pero, ¿cuál es la solución? ¿Plegarse a la avaricia y dar a jugador y representante todo lo que pidan, o no hacerlo y permitir que abandone el club un crack, de nuevo, por la puerta de atrás, como tantas y tantas ocasiones en el Barcelona? Ayer ante el Deportivo volvió a picarse, como el día del Ahtletic, y realiuzó un gran partido. ¿Lo mantendrá hasta final de temporada?

Pero por la salud de fútbol, quizá dentro de varias décadas, veamos un deporte profesonalizado pero en todos los aspectos, no sólo en los que interesan a agentes y comisionistas varios. Quizá veamos un fútbol en el que los contratos se firmen para cumplirlos y respetarlos, un fútbol con un tope salarial para los futbolistas consensuado por todos los clubes, y un fútbol en el que la competencia sea leal, y no existan clubes que puedan hacer fichajes de cien millones de euros con dinero que no se sabe realmente de dónde viene y sin ningún tipo de transparencia contable. Llegados a ese momento, quizá no sean necesarios los Roberto de Assis y compañía, y los jugadores puedan jugar realmente donde deseen y no donde les lleven. Eso dando por supuesto también que en algún momento los futbolistas podrán pensar por sí mismos y dedicarse a algo más que pegarle al balón.

En Banyeres Blog | Ronaldinho nos rivaldea
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Foto: El Mundo Deportivo.

 
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