sábado, septiembre 22, 2007

Ronaldinho y Raúl, la diferencia es la actitud

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Basta con ver imágenes de hace apenas año y medio, de partidos ante Chelsea, Milan o Real Madrid, para comprobar que Ronaldinho a día de hoy parece un jugador distinto, una persona diferente. Cualquier futbolista puede tener altibajos en su rendimiento, pero nadie debería desmoronarse en una temporada si el estado físico es el correcto.

Ronaldinho no resiste esa comparación respecto a la temporada del doblete Liga y Copa de Europa, ni a las anteriores. Ha perdido velocidad y capacidad física, por eso ha desaparecido su regate, sus vertiginosas carreras hacia la portería, su alegría. Mantiene su visión de juego y su habilidad a balón parado.

Abramovich, no te verás en otra

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Un título de Liga en 1956 y dos Recopas de Europa conformaban el palmarés de títulos más importantes obtenidos por el Chelsea FC en casi cien años de historia, cuando Roman Abramovich lo adquirió en junio de 2003 por unos 60 millones de libras.

Es justo reconocer que, pese a que ese volumen de trofeos no es precisamente impresionante, el club estaba en alza en ese momento debido al trabajo y al cambio de estilo de Ruud Gullit (propulsor del llamado sexy football) y de Gianluca Vialli; con el italiano en el banquillo y Zola en el campo, fueron campeones de la FA Cup en 2000 y dejaban de ser el equipo aristocrático de Londres para presumir también de ciertos méritos deportivos.

martes, septiembre 18, 2007

Gattuso: "Cobramos demasiado, en un mes gano más que mi padre en toda la vida".

























El hombre desciende de Gattuso es el título del primer capítulo de su autobiografía [Si naces cuadrado no puedes morir redondo]. Él, Gennaro Gattuso (Corigliano Calabro, 29 años), dice que ha intentado tomarse con ironía una ofensa de unos aficionados. Dice también que ha nacido con los pies cuadrados pero, aún así, no se los cambiaría ni siquiera con Kaká. En Milanello, donde el pasado jueves atendió a EL PAÍS, se confiesa un enamorado de España, pero: "De no ser porqué allí trabajan tan poco ya estaría viviendo y jugando en Madrid".

Pregunta. ¿Cómo es eso de que el hombre desciende de Gattuso?
Respuesta. Hace cuatro años en un partido contra el Lazio apareció una pancarta con el dibujo de un mono que ponía 'Gattuso desciende de los monos'. Al día siguiente en las notas a los jugadores, una periodista utilizó esa frase para hacer una valoración de mi partido. Me peleé con ella, me cabreé, pero luego decidí tomármelo con ironía porque creo que todos descendemos de los monos en el sentido de que tenemos un espíritu animal. Hay quien lo controla más y quien menos. Yo más que el espíritu tengo un animal dentro.

P. Uno que nace con "los pies cuadrados", ¿cómo consigue convertirse en titular indiscutible del Milan?
R. Supongo que gracias a la constancia y las ganas de aprender que siempre me han caracterizado.
P. ¿Ha tenido que trabajar más que los demás?
R. Sí porque hay gente como Kaká que nace fenómeno y gente como yo que me he tenido que construir. El único don con el que nací son las ganas de no rendirme nunca. Pero con el trabajo lo he arreglado, en el fútbol como en la vida siempre se puede aprender.
P. Después de tantos años en el Milan, ¿sigue convencido de que tiene los pies cuadrados?
R. He mejorado pero hay que seguir trabajando. Eso sí, me gustaría marcar más pero nada... y a veces me miro los pies y les digo: 'Malditos, nunca me dais alegrías'. A Ancelotti siempre se lo digo: 'Imagínate si tuviera buenos pies... no sabríamos dónde guardar los trofeos'.
P. ¿Cómo mejora uno que no ha nacido con dotes técnicas?
R. Conozco un solo modo: pasión, pasión y pasión. Uno puede caer en el error de decirse: 'juego en el Milan, gano títulos, con lo cual he llegado...' Eso en el fútbol no vale, siempre tienes que estar mirando a los demás por si te queda algo que aprender.
P. ¿De quién ha aprendido más?
R. De Mauro Tassotti [segundo de Carlo Ancelotti y ex lateral del gran Milan de 90]
. Me dedica mucho tiempo. Todos los días después del entrenamiento me quedo con él a trabajar los disparos, los centros y el golpeo del balón.
P. Los puristas del fútbol dicen que Gattuso es un insulto al balón.
R. En Italia hace años que no escucho eso. Sé que puedo gustar o no gustar y lo acepto.
P. ¿Cómo ha conquistado el respeto de sus compañeros y del entrenador?
R. Quizás por mi tozudez. Llevo ocho años aquí y mi vida es casa-Milanello, Milanello-casa. Las victorias no me han cambiado para nada. Son un estímulo para demostrar que no tengo la barriga llena todavía. Cuanto más pasan los años, más ganas tengo de trabajar.
P. ¿No ha tenido nunca la sensación de pasarse, de hacer muchas más cosas de lo que le permitían sus posibilidades?
R. Quizá si. Pero eso es lo más bonito. Vivo mi vida de futbolista como si fuera un sueño. Nunca pensé que llegaría donde he llegado, que ganaría el dinero que gano. Sigo pensando que no me lo merezco.
P. ¿El dinero o todo lo demás?
R. El dinero. Cobramos demasiado, pero sé que así va el mercado. En un mes gano más que mi padre en toda la vida.
P. ¿Qué ha quedado de aquel chaval que jugaba al fútbol en la playa de Schiavonea y ganaba algo de dinero vendiendo pescado?
R. Todo. Lo único que ha cambiado es la cuenta bancaria. Antes vivía de alquiler y ahora tengo un par de casas; antes iba al entrenamiento en vespa y ahora tengo un coche. Mi alma y las ganas de jugar siguen siendo las mismas.
P. Cuando vuelve a su pueblo en Calabria, ¿cómo ve a los chavales de hoy día? ¿Han cambiado mucho?
R. Muchísimo. Antes, con 13 o 14 años, el problema más grande era encontrar novia. Ahora, con esa edad, lo primero que buscan es lo sballo [algo así como desfase]. Cuando yo era pequeño claro que había gente a la que le gustaba eso, pero no tanto como ahora. El divertimiento era jugar a fútbol en la playa durante el día y quedar por la noche para echar otro partidito. Ya no existe eso. En el sur de Italia no hay una sociedad con valores. Yo recuerdo que me bastaba con una mirada de mi padre para darme cuenta de que estaba haciendo algo malo. Ahora no hay respeto.
P. ¿En qué le ha servido crecer jugando al fútbol en la playa?
R. Hace 20 años en mi pueblo ése era el único divertimiento que había. Si en lugar de la playa hubiese habido solo una acera pues allí habríamos jugado. Recuerdo que cuando salían los cromos de Panini me volvía loco. Esos años me dieron la pasión por el fútbol.
P. ¿Y la experiencia en Escocia le sirvió de algo?
R. Muchísimo. No me cansaré nunca de agradecérselo a mi padre. Tenía 17 años y no tuve los cojones para tomar la decisión yo solo. Fue él quien me dio el ánimo y el coraje para coger un avión, abandonar Italia y fichar por el Glasgow Rangers. De haber sido por mí... no me hubiera ido. Abandonarlo todo con 17 años no era una cosa fácil y eso que salí de casa con 13. Me esperaban para firmar un contrato en otro país y no me sentía responsable para tomar una decisión en cinco minutos.
P. ¿A qué iba a renunciar?
R. En realidad no era mucho. En esa época jugaba en el Perugia y lo único que me pagaban eran los gastos. Los del Glasgow me ofrecieron un millón de euros por cuatro años. No hubiese sido correcto rechazar ese contrato sabiendo que mi familia ganaba 800 euros al mes. Me fui para no hacerles un feo a mis padres.
P. ¿Fue difícil ambientarse en Escocia?
R. No, pero ignoraba muchas cosas. En mi cabeza sólo existía la iglesia católica, llego allí y descubro que existen también los protestantes. Recuerdo que un día bajé al vestuario y vi que había un cuadro de una señora. Pregunté como un imbécil qué quién era y claro todos se rieron de mí. Era la reina.
P. Y de su primer día en Milanello, ¿qué recuerdos tiene?
R. Soy milanista de nacimiento y mi primer día con la camiseta del Milan fue en Cerdeña en una pretemporada. El equipo había ganado la liga ese año. Llegué y me encontré con los que habían hecho la historia del club: Maldini, Rossi, Albertini, Costacurta... Me dio mucho palo. Pensé: 'yo qué coño hago aquí'.
P. ¿Y luego?
R. Los primeros años fueron una tragedia. En Milanello había fotos de todo el mundo celebrando títulos. No había ni una solo mía porque los primeros cuatro años no se ganó nada. Pensé: 'A ver si voy a ser el gafe'.
P. ¿Los veteranos le sometieron a algún rito de iniciación?
R. No. Pero recuerdo que el cachondo de Sebastiano Rossi, sin conocerme de nada, me daba golpes de karate. Lo miraba y me decía: 'este tío es imbécil, como sean todos así...' Enseguida me di cuenta de que el secreto de este club era el vestuario.
P. Algo tiene que tener el Milan para ser una referencia en Europa.
R. Es el vestuario, no hay más secretos. Ves a un tío como Maldini, que con 39 años hace todo lo posible para recuperarse y jugar una final de Champions, que trabaja como un loco, que escupe sangre y sudor... Viendo eso sólo un idiota no entendería que es un ejemplo para todos. Lo mismo pasa con Seedorf. Ha ganado cuatro Champions con tres equipos distintos y lo vi llorar emocionado después de la semifinal contra el Manchester. Te das cuenta de que en este club hay valores importantes.
P. ¿Eso es lo que distingue al Milan de los otros clubes?
R. Sí. Este club tiene su ADN, se lo dio Berlusconi. Es un equipo que, por muchas dificultades que tenga, siempre encuentra las motivaciones para llegar lejos en Europa. Tiene códigos que no se pueden saltar.
P. ¿Agarrar a Ancelotti por el cuello cada vez que celebra un gol no es saltárselos?
R. Es mi carácter. Hablo de otra cosa. Recuerdo que al principio, cuando me pasaba de listo con algún árbitro o algún adversario, me convocaron en la sede del club. Me dijeron que me controlara porque estaba vistiendo la camiseta del Milan y no podía montar pollos.
P. ¿Es verdad que tras la derrota en Estambul contra el Liverpool en 2005 pensó dejar el Milan?
R. Sí. Llegué a pensar que era el momento de cambiar de aires. No existían motivos para seguir. Esa noche ya me veía con la Champions en las manos... pero hubo seis minutos de infierno y yo, a diferencia de otros, no conseguía borrar aquello de mi cabeza. Fue el momento más duro de mi carrera, pero el club me hizo cambiar idea.
P. ¿Es una leyenda eso de que antes de la final del Mundial pasó por el baño unas 30 veces?
R. Más de 30. La presión de las horas previas te machaca físicamente. La gente se cree que es la bomba, pero de bonito no tiene nada. Es jodido.
P. ¿Y eso de que lee a Dostoievski en voz alta antes de jugar?
R. Es un pequeño rito para quitarme la presión. Leo en voz alta porque así pierdo el hilo y pienso en otra cosa. Siempre me dejan algún periódico o el calendario de la Liga en el vestuario, y un día me encontré un libro de Dostoievski.

Eleonora Giovio - El País

Old Firm, la esencia del fútbol



(...)

Quien iba a decir que la industrial y gris Glasgow se convertiría en la ciudad que iba a acoger el partido más emotivo del planeta. El clásico más antiguo a nivel mundial, con casi 120 años de existencia, revoluciona la Gran Bretaña cada vez que se da el pitido inicial.

Y todo porque la religión, la política y la sociedad así lo han conseguido. Católicos y protestantes, Celtic y Rangers, están identificados con estratos diametralmente opuestos, que muchas veces han hecho de este una cita peligrosa.

Lo sucedido en 1971 fue el ejemplo más dramático. Una avalancha de espectadores en Ibrox Park, feudo del Rangers, acabó con la vida de 66 personas. Nueve años después se vivió la Old Firm más violenta de la historia, según cuentan testigos presenciales. La policía tuvo que cargar con dureza a caballo, contra aficionados de ambos equipos. El alcohol que llevaban encima los hinchas fue la causa de la batalla campal.

Historias como esta son difíciles de repetir en la actualidad. Ahora estos partidos se juegan en el mediodía, para evitar que los aficionados acudan en estado etílico al campo.

Tras esta breve introducción es fundamental retroceder en el tiempo y conocer cómo nacieron los dos colosos. Rangers lo hizo en 1873 y Celtic en 1888. Desde la fecha de su fundación, tomaron caminos diferentes. No tenían nada en común, y es por ello que la rivalidad haya adquirido tintes existenciales.

Los ‘Gers’ fueron fundados por aficionados al remo. Desde el principio se convirtió en el equipo preferido de los estribadores del puerto. El origen de los ‘Bhoys’ llegó con la aparición del padre marista Wilfred Kerins, que creó una institución que tenía como objetivo recaudar fondos a favor de un comedor infantil para inmigrantes irlandeses.

Rápidamente el Celtic se convirtió en el equipo de la abundante colonia irlandesa establecida en Escocia, en su práctica totalidad, de origen católico. Esto hizo que en el Rangers empezaran a ‘vender’ con mucha fuerza que eran el equipo símbolo del protestantismo. Y así llegó el primer Celtic-Rangers. Supuso además el debut como club de fútbol del Celtic, que goleó por 5-2.
Poco a poco la rivalidad fue creciendo. Hasta que en 1909 se vivió una final de Copa que dio origen a la definición propia que tiene este derbi: Old Firm. El choque acabó en empate, por lo que se tuvo que repetir -no existían prórrogas-. El segundo partido, con las gradas del mítico Hampden Park abarrotadas, iba camino de repetir situación.

Sin embargo, por la grada circuló el rumor de que podría estar pactado de antemano el empate para poder disputar otra repetición más, con su consiguiente beneficio económico extra para los dos equipos, y aficionados de uno y otro lado invadieron el campo. Quemaron las taquillas, e incluso atacaron a los policías. La conclusión no pudo ser más drástica: el palmarés de Copa en Escocia cuenta con un hueco en blanco en la edición de 1909.

Old Firm significa vieja empresa. Este nombre simboliza la extendida opinión de que ambos conjuntos se benefician económicamente de la antipatía que se profesan. La rivalidad entre ambos es brutal, no hay duda. Pero paradójicamente fuera del campo son todo un uno. Lo negocian todo de forma conjunto, como los derechos de televisión o su posible ingreso en la Premier League inglesa. La antipatía que esto ha provocado en el resto de equipos escoceses es obvia.

Hasta la fecha la rivalidad tenía tintes, básicamente, deportivos. Sin embargo, en 1912 se instaló en Glasgow la empresa de astilleros Harland and Wolf. No contrataba a católicos... otro punto a favor de ir ‘labrando’ la enfervorizada rivalidad.

El sectarismo de las aficiones se agravó con la instauración del Estado Libre en Irlanda en 1921, tras siete siglos de dominio inglés. La zona del Norte, más pequeña, siguió perteneciendo al Reino Unido, mientras que la del sur se convirtió en el gran pulmón del Celtic.



El Celtic toma la Plaza San Francisco de Sevilla. Final UEFA 2003

Por aquella época, cada Old Firm terminaba muy mal. Las batallas campales eran ineludibles al final de cada encuentro, y se empezaba a asumir que la reconciliación era imposible. Es más, ¿para qué conseguirla?, que pensaba la mayoría.

Tras una época de tregua relativa vivida tras la II Guerra Mundial, la situación se recrudeció. Es cuando la política entra en juego. Así, era habitual ver alusiones al IRA en Parkhead, mientras que en Ibrox Park es muy habitual el cántico que reza ‘Estamos hundidos en sangre feniana hasta las rodillas, rendíos o moriréis', en alusión al Sinn Fein, partido nacionalista irlandés y rama política del IRA.

En este último estadio también se viven momentos de exaltación cuando suena la canción Simply the Best, de Tina Turner. Al final se escucha un estremecedor ‘¡A la mierda el Papa!
Luego viene la aplicación de religión y política en el apartado deportivo. En el Celtic han jugado por tradición no protestantes, mientras que el Rangers llevó el camino inverso hasta que en 1989 se produjo el fichaje de Maurice Johnstone. Estamos ante el único jugador de la historia que ha militado en católicos y protestantes.

El origen de Johnstone era irlandés y católico, y tras ser traspasado por el Celtic al Nantes, el Rangers acometió su fichaje. El infierno que vivió en Ibrox Park fue tremendo. Todos en Glasgow le odiaban. Unos por ser un traidor y marcharse al rival -Celtic-. Otros, por considerarle un intruso -Rangers-. Al final, terminó marchándose a EE.UU.

La globalización también ha influido en esta rivalidad enconada. Ahora la mayoría de los jugadores son extranjeros, pero la esencia es la misma. Las polémicas siguen siendo constantes. La última se vivió la pasada temporada, cuando el portero del Celtic, el polaco Artur Boruc se santiguó antes de comenzar una Old Firm en Ibrox Park. Boruc fue amonestado por las autoridades por atentar con este gesto contra el orden público...

La hostilidad que se vive en la grada es indescriptible. Cuenta todo aquel que ha presenciado uno de estos partidos que no hay nada comparable con un Celtic-Rangers. Ni un Boca-River, ni un Real Madrid-Barcelona, ni un Flamengo-Fluminense.

Esto lo deja claro Sir Alex Ferguson, entrenador del Manchester United y escocés, en su biografía: "Hay gente que insiste en que otras rivalidades futbolísticas pueden generar tanta intensidad como los choques entre Rangers y Celtic. Bien, he estado en San Siro, en el derbi de Milán, en Barcelona cuando fue el Real Madrid, he visto el Benfica-Oporto y me he visto envuelto con el Manchester United en partidos contra el City, el Liverpool o el Leeds. Créeme, no hay nada comparable con la atmósfera de un Celtic-Rangers".

En 1999, el colegiado escocés Hugh Dallas recibió un impacto de una moneda por parte de los aficionados del Celtic. Al final del partido sorprendió a todos con su discurso: "Tengo amigos en el mundo del arbitraje, como Collina, a los que les encantaría dirigir un Old Firm. Yo no lo dudaría: si tuviera que elegir entre arbitrar a las mejores estrellas del continente en la Champions League o un derby de Glasgow... me quedaría con nuestra propia batalla de gigantes".

La rivalidad, como estarán comprobando, es muy compleja. Es más, un amigo escocés me dijo en una ocasión que "el Celtic-Rangers es un Irlanda-Inglaterra. Los escoceses son mayoritariamente de otros equipos".

Borja Cuadrado

lunes, septiembre 10, 2007

Lo que el fútbol le debe a Holanda

No hay caso más fascinante en el fútbol que el de Holanda, la potencia que surgió de la nada para convertirse en un modelo de juego y jugadores. Bien mirado, casi todos los datos sociales, económicos y geográficos conspiran contra el fútbol holandés. Se trata de un país pequeño -41.000 kilómetros cuadrados, la misma extensión que Extremadura-, con una población de 16 millones de habitantes -España tiene 45-, que ocupa el décimo puesto en la escala mundial de renta per cápita.

Suele comentar Beckenbauer que la crisis del fútbol alemán se relaciona con el acomodo de la sociedad occidental. Sin embargo, la pequeña Holanda desafía a los pesimistas. Desde hace 40 años, los holandeses se mantienen en la cima del fútbol. Irrumpió de la nada el Ajax y su efecto impregnó a todo el país. Hasta entonces nadie asociaba a los holandeses con el fútbol. A los equipos holandeses se les goleaba y ya está. No había una cultura futbolística en el país del ciclismo y las carreras de patinaje sobre hielo. Pero a mediados de los sesenta, Johan Cruyff armó la revolución.

Fue un caso curioso de método y genialidad, las dos razones que han definido el fútbol holandés hasta hoy. No extraña que el Ajax fuera hijo de los años sesenta. En su estilo había algo contracultural, rebelde, ajeno a las convenciones. El Ajax significó para el juego algo parecido a los Beatles en la música pop. Era un equipo intrépido, descarado y armonioso. Aquel equipo desconocido se convirtió en la bandera del nuevo fútbol. Sus éxitos cerraron un periodo negro, el protagonizado por el catenaccio italiano y por la violencia de los argentinos. El Ajax devolvió el balón al fútbol. La fulgurante irrupción del Ajax arrastró al resto de Holanda.

Aquel club representó la defensa de un modelo singular. Su producción de jugadores ha sido incomparable, con un catálogo impresionante de estrellas: la primera gran generación- Cruyff, Keizer, Krol, Neeskens, Haan, Rep-; la segunda -Van Basten, Rijkard, Vanenburg, Koeman- la tercera -Bergkamp, Kluivert, Overmars, Davids, Kanu, Seedorf, Litmanen- y la actual, encabezada por Sneijder y Van der Vaart.

La nómina asombra por calidad y densidad, con otro factor añadido: cada una de estas generaciones ha sido decisiva en la forja de equipos legendarios. Del Ajax de Cruyff se pasó al Milan de los holandeses y de allí se saltó al Barça modelado por Cruyff, con Ronald Koeman como pieza fundamental. En pocos casos el fútbol ha adquirido una deuda tan elocuente con un país. La pequeña Holanda es un gigante del fútbol, por su capacidad de formación, por su atractivo juego y por el carácter ganador de sus estrellas. Dirán que les falta el Mundial, pero qué significan dos finales de la Copa del Mundo, una victoria en la Eurocopa, tres equipos campeones de la Copa de Europa y el éxito de sus jugadores allá donde van. Con la mitad de eso, el fútbol español tiraría cohetes.

Santiago Segurola, en Marca.
 
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