jueves, octubre 25, 2007

'The Club' cumple 150 años


Hoy hace 150 años, exactamente, cuando Inglaterra aún no sabía de Abramovich, Fábregas o Mourinhos, nació en Sheffield el primer club balompédico del mundo, la primera simiente de lo que es el fútbol como lo conocemos en el año 2007. Estamos en el año 1857. El Imperio británico vivía los comienzos de la Era Victoriana, una época de esplendor allende los mares, basado en parte en su Revolución Industrial. Sheffield era entonces una ciudad en auge gracias al desarrollo tecnológico. Las factorías del acero favorecieron el crecimiento de la zona en los siglos XVIII y XIX.

En el siglo veinte, la ciudad fue bombardeada en la Segunda Guerra Mundial por los alemanes para dañar la industria armamentística de la ciudad. Las complicadas décadas de los 70 y los 80 fueron retratadas recientemente por la película Full Monty. Sheffield puede añadir a su factorial historia el honor de haberse convertido hace 150 años en el motor de una industria mucho más popular que la del acero crucible: el fútbol. Hasta 1857, según los historiadores que se ponen de acuerdo, el balompié era una competición que pudo haber nacido en China y que se encuentra en sus diferentes y salvajes variantes ya en el siglo XIX en varias ciudades europeas, entre ellas Florencia.

En Inglaterra hay quien sitúa el siglo XIV como el origen de un juego que se practicaba entre dos equipos de manera muy violenta entre aproximadamente 500 jugadores, con la única regla de no haber reglas. Quizá por eso muchas de las pachangas que se juegan hoy entre aficionados conservan este parecer. Pero todo cambió en 1857, cuando dos amantes del cricket, William Prest y Nathaniel Creswick, debatieron hasta altas horas de la madrugada acerca del deporte ideal para mantener en alto su estado de forma durante el invierno, lejano el tiempo ideal para jugar al cricket. Y eligieron el fútbol.

Los 'Códigos de Sheffield'

Para octubre de 1857 se había creado el primer club de la historia, el Sheffield FC, alrededor del cual se tejieron los primeros códigos del fútbol, los conocidos como Códigos de Sheffield, que sirvieron para organizar los primeros partidos: Solteros contra Casados o Profesionales contra el resto. Entre las normas se encuentran algunas reglas llamativas, como la posibilidad de poder empujar con las manos pero no zancadillear al contrario. Por aquella época se introdujo también el larguero de madera, constituido hasta entonces por una larga soga. Cinco años después, 15 equipos habían crecido alrededor del área de Sheffield y el germen se había extendido a la ciudad de Londres, que pronto organizó partidos con el Sheffield FC, apodado 'The Club', definición categórica que viene a decir que ellos -y no otros- son los primeros entre los primeros.

Avanzado el siglo XIX, coincidiendo con la creación de sus paisanos, el Wednesday y el United, el Sheffield FC decidió permanecer como club amateur, circunstancia que relegó a las sombras al primer equipo de la historia. Sin embargo, el pundonor de sus aficionados y el orgullo del equipo han traído al viejo Sheffield hasta el siglo XXI. Hoy es un club de una división de fútbol aficionado perdida en el complicado sistema organizativo británico, tres divisiones por debajo de la Conferencia Nacional, y juegan en el Stadium of Bright ante 1.500 aficionados henchidos de orgullo.

Vitrinas vacías

'The Club' no tiene grandes trofeos en su vitrina. Quizá su momento de mayor gloria fue cuando viajaron a Wembley en 1976 para disputar la final de la FA Vase, una competición entre clubes aficionados, que perdieron ante el Billericay Town. Pero a pesar de vacía, las vitrinas del Sheffield FC tienen más polvo que ningún otro club, un siglo y medio, medido con puntualidad inglesa. Además, es el único equipo del mundo, junto con el Real Madrid, que cuenta con la Orden de Mérito de la FIFA, que ya ha reconocido oficialmente al equipo del condado de South Yorkshire el honor de ser el decano del fútbol universal. Hoy se espera que el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, aterrice en el aeropuerto Robin Hood para acudir a una cena de celebración. Antes, en un oficio en la catedral de Sheffield que el club relaciona con la espiritualidad que llena el mundo del fútbol, habrá comenzado la celebración de los 150 años del club más viejo del mundo.

Planeta fútbol, planeta libros

No sólo de Boris Izaguirre y Juan José Millás vive la literatura... los goles también han alimentado a más de una novela de ficción, crónica periodística o relato hisórico.

A continuación proponemos diez golazos literarios de primera división. Desde autores reconocidos como Manuel Vázquez Montalbán, Nick Hornby o Eduardo Galeano, o cronistas de nivel como Enric González y Luis Martín hasta entrenadores de otros tiempos como Stefan Kovacs; todos aportan su conocimiento humano y destilan pasión por el Deporte Rey, no forzosamente reñida con la buena prosa.

NICK HORNBY Fiebre en las gradas (Punto de lectura, 1996)
Basada en su propia experiencia como seguidor del Arsenal, el autor de otros títulos como Alta Fidelidad retrata con sorna, y algo de la consabida fina ironía inglesa, al seguidor medio británico de los 70 y 80. El protagonista principal lucha constantemente por alimentar sus dos grandes pasiones: su pareja y el fiel seguimiento de los gunners. Recomendable tanto para los que se identifiquen con el forofo como para los que no acaban de comprender su irracional comportamiento. Y para los que hayan visto la película posterior, claro.

VARIOS AUTORES Cuentos de fútbol I y II (Alfaguara, 1995 y 1998)

Estos dos volúmenes, editados por Jorge Valdano, contienen relatos de, entre otros, Mario Benedetti, Alfredo Bryce Echenique, Miguel Delibes, Fernando Fernán Gómez, Angel Fernández Santos, Eduardo Galeano, Julio Llamazares, Javier Marías, Rosa Regàs, y Manuel Vicent. Y por encima del resto, dos joyas: las de José Luis Sampedro y el Negro Fontanarrosa, recientemente fallecido.

ENRIC GONZÁLEZ Historias del Calcio (RBA, 2007)

Atinado corresponsal en Paris, Londres, Nueva York, Washington y Roma, donde ha logrado siempre transmitir su cercanía al interlocutor o escenario correspondientes, González también se ha revelado periodicamente en EL PAÍS como un gran aficionado al fútbol en todos los sentidos. Por la cantidad de su pasión y calidad de su análisis, sus Historias del Calcio brindadas desde Italia no tienen desperdicio alguno.

SANTIAGO SEGUROLA, PATXO UNZUETA, MANUEL LEGUINECHE Athletic 100: Conversaciones en La Catedral (El País-Aguilar, 1998)

Los autores conversan sobre su amado Athletic con la familiaridad y comodidad en que lo harían sus seguidores vizcaínos alrededor de unos pinchos, pero con la sabiduría de varios años ejerciendo la profesión. Desde Zarra a Julen Guerrero, pasando por Iribar y con el trasfondo del mítico San Mamés, Segurola, Unzueta y Leguineche destilan esencia e historia rojiblanca -100 años, para ser exactos- a cada vuelta de página.

LUIS MARTÍN Andoni Zubizarreta: La última parada (Ediciones B, 1998)

Excelente como periodista de diario primero en el SPORT y luego en EL PAÍS, Martín se destapa como sobresaliente biógrafo de uno de los mejores guardametas de la historia, recorriendo con honestidad, ojo amigo y un punto de nostalgia el largo trecho trazado por el gran Zubi. Desde sus inicios idolatrando a Iribar en las plazas de Aretxabaleta, a sus dos ligas con el Athletic, la gloria europea con el Barça y el adiós en Valencia, tras batir el récord de internacionalidades con la Selección, entenderemos por fin el secreto de su peculiar estilo.

MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN Fútbol: Una religión en busca de un Dios (Debate, 2005)
Los seguidores del autor del célebre Carvalho, entre tantos otros personajes, celebrarán esta recopilación de sus escritos futbolísticos en que dimensiona figuras como Maradona, Pelé y Cruyff en relación con la sociedad que les rodea. Con ello no sólo aporta su talento para observar, sino también un valioso análisis cobre la evolución del balompié y sus futbolistas hasta su endiosamiento actual.

STEFAN KOVACS Fútbol Total (Dopesa, 1976)

De la mano del legendario entrenador del Ajax de Amsterdam viajamos a las raíces de un nuevo concepto del fútbol europeo basado en el celebrado Fútbol Total. Con limitada prosa pero privilegiada visión de primera mano, Kovacs nos guía por sus innovadores métodos de entrenamiento, tácticas motivadores y la estrategia que alcanzaría su zénit dos décadas después con el Dream team de Johan Cruyff. En el camino conoceremos más a fondo figuras del calado de Miljanic, Kubala, Merkel o el propio Kovacs y entenderemos mejor las peculiaridades que definen ese gran club que es el Ajax.

JOE LOVEJOY Bestie (Pan Books, 1999)
El gran y recientemente fallecido George Best lo regateó todo menos la botella. Brillante sobre el césped y errático lejos de él, el carismático delantero del Manchester United maravilló siempre por su capacidad de asombro allá por donde pasó. La obra de Lovejoy, que repasa sus relaciones con las mujeres, sus entrenadores, admiradores y el balón es una joya como lo fue Bestie, de luz brillante y poderosa y trago fácil y placentero.

EDUARDO GALEANO El fútbol a sol y sombra (Siglo XXI de España Editores, 1996)

En un ranking de popularidad de libros sobre fútbol en español, esta obra de Eduardo Galeano tendría pocos rivales. El autor, con su estilo característico (y unas ilustraciones convertidas ya en clásicos), retrata a todo aquel que toma parte en este juego, hinchas incluidos, y repasa la historia de los Mundiales que incluye una simpática fijación con Fidel Castro. Tiene la ventaja de que también se puede leer en la Red.

Miguel Gutiérrez / Alex Oller en Adn.es

lunes, octubre 22, 2007

Historias del calcio

Cuando contaba 44 años, sólo tres antes de su muerte, Albert Camus evocó para la revista France Football su infancia en Argelia como portero de un modesto equipo de fútbol: "Después de muchos años en los que el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres se lo debo al fútbol". No sospechaba Camus, portero del RUA y Premio Nobel de Literatura (podría decirse que por este orden), que su peculiar confesión iba a convertirse en una de las citas más sobadas por quienes tratan de filosofar sobre el balompié. No es un deporte que ande sobrado de literatos.

De los hombres, en efecto, puede saberse mucho gracias al fútbol. Camus lo avanzó en 1957 y, medio siglo más tarde, lo constata Enric González, corresponsal de El País en Londres, París, Nueva York, Washington y Roma y, por encima de todo, sufrido seguidor del Espanyol y del Inter de Milán. Desde su corresponsalía romana, durante cuatro años, Enric González se ha asomado cada lunes a las páginas de deportes para acercar a los lectores del periódico al fútbol italiano y, con semejante excusa, a Italia entera: su cultura, su geografía, su historia, sus tradiciones... De ahí que el subtítulo de su serie Historias del calcio, 78 artículos recopilados en un volumen editado por RBA, no sea otro sino "Una crónica de Italia a través del fútbol".

Todo el que se precie de ser alguien en el calcio tiene en el libro su propio retrato: del ocaso de Rivaldo a la ascensión de Kaká, de la seda de Totti a la brega de Di Livio, de la noble lija de Gattuso a las patadas voladoras de Materazzi. Ganadores como Fabio Capello y perdedores como Alberto Zaccheroni. Hombres de palabra como Cristiano Lucarelli y mafiosos consumados como Luciano Moggi.

Según confiesa el autor, todos los artículos fueron escritos un domingo a las cinco de la tarde, cuando acaban en Italia casi todos los partidos de Liga. Un gol, un resultado, un gesto... A Enric González le basta con tirar de un hilo para descubrir relatos fascinantes:del del barrendero fallecido que contagiaba su ánimo a todo un estadio; el del delantero que renuncia a mil millones de liras por jugar en su equipo de la infancia; el del presidente que de joven mató con su coche a la estrella del equipo... Son sólo tres ejemplos, pero hay 78. Casi todos memorables.

Poseedor de una amplia cultura, también futbolística, Enric González exprime con gran habilidad narrativa una materia prima impagable. La realidad italiana, tan rica en excesos, adquiere en sus manos forma de fábula, de denuncia o de suceso, según corresponda. Historias del calcio no es un libro sobre fútbol, que también. Tampoco es un libro sobre el norte y el sur, la violencia ultra o la corrupción de los directivos. Es una obra sobre la lealtad, la traición, el ingenio, la injusticia, la impunidad, la sinrazón, la desgracia, el azar o la nostalgia. Es el retrato de un país apasionante, extremo y delirante. El lector que se atreva a parafrasear a Camus podrá decir algo así como: "Lo que más sé, a la larga, acerca de Italia, se lo debo a Historias del calcio". No hay mayor elogio para un corresponsal.

Miguel Gutiérrez en Adn.es

martes, octubre 16, 2007

Una proposición decente

El periodismo en tiempos de democracia fue un oficio de gente honesta, algo ilustrada y ligeramente escéptica, hasta que los procesos industriales lo deconstruyeron en espectáculo y lo rebautizaron como industria mediática. Ante esa transformación, ya no caben dudas: el periodismo se transformó en show y el show ha de continuar, por encima de honestidades y zarandajas, así que no importan los medios a emplear por los medios con tal de que las ventas continúen.

Y llegaron las tertulias sin fundamento, los gritos ensordecedores y el ruido mediático, runrún donde no hay fondo ni conocimiento, pero sí mucho negocio. No importa si se habla de banderas, de identidades o de Raúl. Lo que importa es el grito y encontrar un enemigo al que atizar. La selección española de fútbol es una buena excusa para los que ladran. Desde luego, porque el fútbol internacional cuadra pésimamente los calendarios y la selección siempre aparece como inoportuna. También, porque el seleccionador es un tipo agrio y viscoso, la figura ideal para ser el pim pam pum de los mediáticos. Y, siempre, porque a la selección no se la juzga por sus méritos o errores propios, sino por el cristal del club de procedencia de cada jugador, como si el combinado jamás pudiera tener personalidad propia.

A la selección se le echan todos los conjuros: desde la estupidez esa de ponerle letra a un himno que musicalmente no lo admite hasta los sambenitos de las ausencias y las presencias. Al final siempre triunfa la industria mediática y no se debate la propuesta futbolística del equipo, sino la no convocatoria de un jugador, las frases destempladas de un entrenador fuera de su tiempo o el grado de sentimiento mostrado cuando suena el himno. Con la selección ocurre como con la política. Los grandes enredadores, agitadores del ruido y la furia, logran que cualquier debate se empantane y todo gire alrededor de los mismos intangibles: las banderas, los colores, las identidades, los sentimientos... Pero, de vez en cuando, la industria de la agitación tropieza con una realidad que le desconcierta. De pronto, la selección presenta una propuesta futbolística nada despreciable: la pasión por el cuero. Ganar el balón, conquistarlo, tocarlo con prestancia, ritmo y eficiencia, moverlo rápido, mecer al contrario, golpearle veloz. Una propuesta que podía salir bien o mal, pero una propuesta al fin y al cabo.

De pronto, todo el hartazgo de las identidades y el grado de sentimiento, las discusiones artificiales, galgos o podencos, siempre Raúl, se diluyeron ante la propuesta y comprobamos que lo que le faltaba a la selección no era la letra del himno, sino un buen libreto que interpretar sobre el césped en vez de marchas patrióticas. Eso sí lo han echado en falta los futbolistas españoles durante años: saber a qué debían jugar.
Hoy, con los del Madrid defendiendo, los del Barça construyendo y los del Espanyol rematando, como se hizo en Dinamarca, hay una propuesta. No es invencible, ni permite levantar falsas expectativas (aunque las levantarán). Pero es una propuesta. ¿Resistirá esa idea futbolística el primer arreón mediático?

Martí Perarnau, El Periódico de Catalunya

domingo, octubre 14, 2007

El toque de distinción

Lo mejor y lo más sospechoso del fútbol español apareció en un partido crucial. Se trataba de ganar y evitarse graves problemas en esta agitada fase de clasificación. Tantas veces criticada por su falta de personalidad, la selección respondió con una victoria frente a un buen rival.

Si la respuesta del equipo fue meritoria por su nervio competitivo, el juego atravesó por fases brillantes y momentos de sombra. España se reconoció como un excelente equipo cuando utilizó sus mejores cualidades: la creatividad y dinamismo de sus centrocampistas. El equipo sufrió cuando manifestó sus carencias defensivas.

El problema es de primer orden: no es época de grandes zagueros. Salvo Sergio Ramos, que debería contener su exuberancia en algunos momentos, no hay defensas categóricos. El drama resulta especialmente grave en el lateral izquierdo, donde no convence nadie. En sus peores momentos, la selección danesa hizo daño. En los mejores, que coincidieron con el ingreso del excelente Bendtner, sólo encontraron la respuesta de un formidable Casillas.

Los defectos defensivos se evidenciaron durante todo el encuentro, con un efecto letal sobre los centrocampistas, obligados a retroceder demasiados metros. Tampoco es saludable la falta de recursos de los centrales en el manejo del balón. No hay una salida limpia, ni el abastecimiento necesario para gente como Xavi o Cesc.
España se obligó en el segundo tiempo a hacer las cosas que le disgustan. Pasó un mal rato y dejó dudas: en un Mundial o en la Eurocopa se encontrará con rivales de mayor pegada que Dinamarca. No hay muchas soluciones a la vista. Esta generación es abundante en centrocampistas y deficiente en defensas.

Las dudas no ocultan las señales optimistas del equipo, sometido a una enorme tensión desde el último Mundial. Se ganó sin Puyol, Torres, Silva y Villa, jugadores de prestigio internacional y titulares fijos con Luis Aragonés.
No existen razones para sospechar de la calidad de los futbolistas españoles.

El partido emitió un mensaje básico: la selección tiene la obligación de aprovechar lo que diferencia al fútbol español. Sus livianos centrocampistas son versátiles, profundos, imaginativos y complementarios. Xavi, Iniesta y Cesc definen un singular modelo de juego, un estilo.

No son los únicos. Silva y Xabi Alonso se adscriben a esta línea. Y también los extremos, gente como Joaquín y Riera. Es mejor profundizar en las cualidades que desconfiar de lo que distingue a España.

Cuando España se ajustó al juego de sus centrocampistas, la impresión fue sobresaliente. El monumental segundo gol consagró esta manera de interpretar el juego. Por su elaboración y belleza recordó al celebrado cuarto tanto de Brasil frente a Italia en la final de México 70.

Como entonces, lo concretó el lateral derecho, esta vez Sergio Ramos, que coronó la jugada con un prodigioso ejercicio de sutileza. Sergio Ramos tiene alma de delantero.
Su contribución en este aspecto es asombrosa, tanto en la selección como en el Madrid.

La realidad desmiente al mito en otro capítulo: la delantera. No sobran las selecciones con un núcleo parecido al que forman Villa, Torres, Tamudo, Luis García y Raúl. En un partido de tremenda exigencia, Tamudo fue Tamudo, una garantía en el área. Anotó un gran gol y conectó con Sergio Ramos en el segundo.

La victoria apaga el ruido sobre la selección, al menos hasta la Eurocopa. Ha sido una fase difícil. Se ha abierto la distancia entre la opinión pública y el equipo. Luis Aragonés ha acusado la tensión. Ahora tiene la oportunidad de actuar con serenidad. El objetivo está casi conseguido.

A Luis le toca afinar y sacar el máximo rendimiento a esta generación. Casi todos dan una versión superior en sus respectivos equipos, pero es poco recomendable sospechar de Casillas, Sergio Ramos, Iniesta, Cesc, Xavi, Silva y los delanteros. Todos están en la cima de sus carreras o a punto de alcanzar la plenitud. Que no lo hayan logrado en la selección es preocupante. Superada esta traumática fase, las condiciones serán mejores. Luis debería disfrutarlo.

Santiago Segurola en Marca

"Esta selección se relaciona con la escuela de Cruyff"

Cada equipo tiene su ideólogo, su médico brujo. La selección española tiene a Xavi Hernández (Tarrassa, 1980). Sus pelos de punta, su barba de dos días, y esa mirada curiosa que repasa el mundo con optimismo, forman parte del paisaje imprescindible del equipo que hoy se juega buena parte de su suerte en la clasificación de la Eurocopa.

Pregunta. Se puede conjeturar sobre si jugará Alonso, Albelda, Iniesta o Cesc. Pero Luis Aragonés no concibe formar su equipo sin usted. ¿Qué aporta?
Respuesta. Hombre, no me gusta responder a los elogios. Quizá me gusta entender el juego. Siempre estoy pensando de qué manera podemos jugar, qué nos conviene, qué jugadores tenemos de medio campo para arriba para saber si tienes que pasar al pie o en profundidad, o si hay algún jugador que está en un momento de forma espectacular, como ahora Joaquín, para tratar de darle balones. Esto sí que lo pienso dentro del campo. Y siempre estoy visualizando cómo será el partido, cómo es Dinamarca, y cómo podemos jugarles.

P. ¿Esto de visualizar es herencia de Guardiola?
R. ¡Éste ya era demasiado! Pep hasta pensaba cómo haría los pases. Yo no tanto. Pep era un enfermo, ¿he?. Era, y lo sigue siendo.

P. Da la impresión de que media selección surge de su escuela.
R. Para nosotros la escuela de Cruyff implantó al futbolista por excelencia, que es Guardiola. Luego venimos una hornada de jugadores como Cesc, como Andrés [Iniesta], como yo, o Arteta. Gente que se ha formado con el sistema de Johan. Pero el que nos cautivaba era Pep.

P. ¿Qué tiene que ver aquella forma de ver el juego con esta selección?
R. Se relaciona con la escuela que implantó Johan. Pienso que el jugador español en sí, no sólo en Can Barça, se basa en la técnica. Hay muchos futbolistas, como Silva o Joaquín, que encajarían en el sistema de Johan. Son extremos, técnicamente bien dotados, y pienso que hay un deber de gratitud hacia Johan y hacia Luis, que es un técnico que ve que en el fútbol español prima la técnica sobre el físico y el juego directo.

P. Tal vez Puyol no juegue. ¿Qué supone su ausencia?
R. Donde metes a Puyi tienes un seguro. Además de su experiencia, defensivamente es importante lo que nos aporta su carácter. Yo cuando juego con él atrás siento mucha seguridad. No tenerle quizá hoy por alguna molestia, porque no se encuentra del todo fino, es un punto menos a nuestro favor. Pero en fin, que juegue quien juegue la gente va a dar el callo.

P. ¿Le habla mucho Puyol en el campo?
R. Siempre, siempre. A veces me las tengo con él. Sí, porque coño, no para. ¡No para! Porque claro, él ve todo el campo y a lo mejor tengo uno en la espalda que yo no veo. Y entonces empieza: '¡Derecha! ¡Izquierda! ¡Aquí! ¡Allá! ¡Cuidado Xavi! ¡Ayuda!' ¡Joder! Hay momentos que vamos ganando 3-0 y yo le digo: '¡Puyi, tío! ¿Qué pasa? ¡Tranquilo!' Pero él es así. Vive con una intensidad... Todo. En la vida también es así. Viene por atrás y te empuja y te da palmadas... No te puedes venir a bajo con él. No te puedes escaquear de nada. Es de agradecer un tipo así.

P. Luis ha ensayado con cinco jugadores en el centro del campo, y un punta solo arriba. ¿Qué se logra quitando a un segunda punta como Silva para meter a un centrocampista como Cesc?
R. A veces, cuando juegas contra un rival inferior es mejor llevar a dos delanteros porque el pivote defensivo de ellos no crea juego. Pero en el caso de Dinamarca tienen a Poulsen que tiene un buen desplazamiento con las dos piernas. Si metes allí un media punta, como Cesc o como yo, en un 4-3-3, ya incomodas al pivote defensivo. Además tienes una opción si el balón va a Torres para hacer el último pase de cara. Es el sistema del Barça, y pienso que es el más válido para el fútbol moderno. Porque si pones dos puntas igual se molestan. Están acostumbrados a vivir cerca del área. Pones ahí un Eto'o y un Henry, y bajar no les gusta.

P. Dinamarca se planta igual.
R. Juegan con un sistema similar: tres medios y dos extremos. De algún modo la gente se quiere acercar al sistema de Rijkaard, porque además pueblas el medio campo y tienes referencias en banda. Para tener el control del juego es idóneo.

P. ¿Se pretende evitar que los delanteros queden aislados, como pasó con Torres y Villa en Islandia?
R. Exacto. El delantero centro puro quiere jugar solo. Quiere moverse a un lado y al otro. Si tiene dos referencias claras no se siente solo. Con el 4-3-3 siempre cuenta con dos. Por ejemplo: si el lateral izquierdo sube y le mete un centro, el interior derecho ya tiene que apoyar, y sabe que le queda el extremo de cara. Este sistema de triángulos es bueno para el punta. Si hay triángulo, hay apoyo, hay pase. Para un delantero es básico. Torres es un punta que te puede decidir solo. Igual que Eto'o y Henry, no necesita el apoyo de un compañero en ataque. Son modernos.

P. ¿Qué clase de equipo es Dinamarca?
R. Muy compacto, con jugadores fuertes y muy altos. Además, técnicamente tienen gente que destaca. Poulsen y Kahlenberg son buenos centrocampistas, Rommedahl es muy rápido en la banda y Tomasson te lo enchufa todo. Triangulan bien, presionan, y si van ganando se cierran y es difícil entrarles. Quizá no es un equipo muy vistoso, pero es rendidor. Saca el máximo provecho de sus futbolistas.

P. ¿Hay algo de lo que España deba cuidarse mucho?
R. Sobre todo del juego aéreo. Nosotros no somos expertos. Ellos el saque de banda te lo meten en el área. En el Bernabéu nos hicieron el gol así. Los centrales miden dos metros
y Tomasson es alto.

P. Luis quiere que eviten situaciones que puedan desembocar en jugadas a balón parado.
R. Las jugadas a balón parado no se pueden evitar: ellos las provocan. Los saques de banda, por ejemplo. Ahí son problemáticos. Tomasson recibe bien de espaldas y luego se incorporan desde atrás con peligro. Los interiores tienen llegada porque físicamente se ven fuertes. Lo importante es que tengamos el control del juego. A partir de ahí les podemos hacer daño.

Tras la bocanada de aire fresco de la selección en Dinamarca (golazo de toque incluído), interesante entrevista previa de Diego Torres en El País.


viernes, octubre 12, 2007

Inglaterra sin ingleses

El líder de la Liga italiana juega sin ningún italiano en su equipo titular. El líder de la Liga inglesa, sin ningún jugador nacido en las islas. Inter y Arsenal son el extremo de la invasión de futbolistas extranjeros en las Ligas europeas, un 55% del total de jugadores. Hasta el punto de que, por primera vez, en Inglaterra hay más extranjeros que nacionales disputando la Premier League. Incluso el Bayern de Múnich, primero en la Bundesliga, tiene tantos alemanes (12) como extranjeros.

La radical globalización ha llegado a los despachos de la FIFA, que pretende limitar a cinco los extranjeros en los clubes desde 2010. Su presidente, Joseph Blatter, defiende que cada equipo debe alinear como mínimo a seis futbolistas nacionales. La intención de la FIFA, sin embargo, choca contra la legislación europea, que defiende que la normativa laboral es la misma para los futbolistas que para el resto de trabajadores. Para Platini, presidente de la UEFA, el proyecto de Blatter es "imposible". "No podemos defender eso. No hay base legal. El libre movimiento de trabajadores es la principal regla en Europa", afirmó ayer. En 1995, el Tribunal europeo decidió que los límites a los futbolistas extranjeros eran ilegales.
Así que Italia e Inglaterra seguirán hablando idiomas. En el calcio, jugadores como el milanista Pirlo defienden que los futbolistas autóctonos aumentan la solidaridad en el campo. "Los mejores años en Italia fueron al final de los 80 y principio de los 90, cuando el núcleo de los equipos era italiano", explica Gianfranco Zola, ex delantero italiano.
La Asociación de futbolistas italianos ha mostrado sus quejas por la proliferación de plantillas multinacionales, pero sus protestas han caído en saco roto. Mientras el Milan y el Juventus conservan parte de sus raíces, el Inter es el arca de Noé. Sólo Toldo, el portero suplente, y Materazzi, ahora lesionado, hablan italiano en una plantilla con acento suramericano: cinco jugadores argentinos, dos colombianos, un brasileño y un chileno.

En Inglaterra, el mercado pesa cada vez más sobre las tradiciones. Y eso que los extranjeros deben superar varias restricciones antes de recalar en la Premier, como pertenecer a una selección entre las 70 primeras de la clasificación de la FIFA.
Primero fueron los entrenadores (Wenger, Mourinho, Benítez) los que revolucionaron el coto inglés. Y de su mano llegó el gran desembarco. En las tiendas se paga en libras y se pesa en onzas, pero en sus clubes se habla cada vez menos el inglés. Por primera vez en la historia de la Liga inglesa, el número de futbolistas extranjeros (330) supera al de nacionales (260). El campeonato es un crisol de 67 nacionalidades. Wenger conduce en el Arsenal a jugadores de España, Holanda, Brasil, Dinamarca, Togo, Camerún, Alemania, Suiza, República Checa, Bielorrusia y Francia. También un par de ingleses, Justin Hoyte y Theo Walcott, que no son titulares y en ocasiones ni siquiera ocupan el banquillo. En el último partido de la Liga de Campeones, ante el Steaua, sólo Walcott estaba entre los suplentes. Y no jugó. De ahí que James Purnell, secretario de Estado para el deporte y seguidor gunner, ponga el grito en el cielo: "Hay que poner un techo a esta invasión".
El gobierno inglés estudia tomar cartas. "La situación es insostenible, no sólo en la élite, sino también en las divisiones inferiores. Se hace gran daño al futuro del fútbol inglés y a la selección", dice el ex ministro Richard Caborn, que intentó sin éxito que se aprobara en el Parlamento una ley que regulara el número de extranjeros.
Tras el Arsenal, Benítez sólo ha reclutado a cinco ingleses en el Liverpool por 23 extranjeros, el Chelsea cuenta con 17 foráneos por siete nacionales, y la proporción en el Manchester United es de 18-9. El número de extranjeros es del 55,5%. Claro que a los hinchas del Arsenal no les importa el carné de identidad "si ven buen fútbol". "Wenger sufría mucha presión por eso", recuerda el medio valencianista Edu, ex del Arsenal, "pero me dijo algo que se me quedó grabado: "El Arsenal es inglés, pero la gente quiere a los mejores en el campo. Y ahora no son ingleses, sino españoles, brasileños... Sólo importa jugar bien".
Los seguidores del Chelsea tampoco protestaron cuando su equipo ganó dos de las tres últimas Ligas. Benítez, en cambio, ha sido criticado por reclutar a extranjeros de perfil medio, como Josemi y Pellegrino. El más preocupado es el seleccionador inglés, Steve McLaren, que ya ha advertido de la escasez de jóvenes con talento para los próximos años. "La clave es encontrar un equilibrio", sugiere Zola.

En España, el porcentaje de extranjeros en la Liga es del 34,3%, un 2,5% más que el año pasado. El líder, el Real Madrid, cuenta con 10 jugadores seleccionables, y el Barcelona juntó en el último partido contra el Atlético a ocho canteranos en el campo, incluidos Messi y Giovani.

Juan Morenilla - El País

jueves, octubre 11, 2007

La cantera globalizada

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Los seguidores del Arsenal inglés tienen motivos para estar contentos. Su equipo lidera la Premier, jugando bien al fútbol, y sus dos referencias más importantes, Wenger en el banquillo y el fabuloso Fábregas en el césped, decidieron este verano continuar en Londres.

Sin embargo, ¿puede esta felicidad ser completa si repasamos el listado de jugadores de la primera plantilla del Arsenal, y comprobamos que de los casi treinta futbolistas que la componen, sólo hay dos ingleses? Los afortunados son Theo Walcott y Justin Hoyte, buenos pero ni mucho menos titulares.

martes, octubre 02, 2007

El fin de la Revolución Azul

Hace unas semanas que se ha puesto a la venta, en el megastore del Chelsea FC en Londres y en tiendas especializadas de la City, un dvd llamado Blue Revolution: The Inside Story. El documental muestra una visión única, detrás de lo que habitualmente se por tv, de los tres años mágicos del Chelsea; la perfecta combinación del dinero de Roman Abramovich, el carácter y la defensa a ultranza de sus futbolistas a costa de su imagen pública de José Mourinho, la inteligencia de Peter Kenyon y la calidad y compromiso de jugadores como John Terry, Frank Lampard y Didier Drogba.

Dentro y fuera del césped, el espectador es testigo privilegiado de los mejores momentos de la historia de The Proud of London, con los seis títulos obtenidos en ese período (2 Premier League consecutivas, 1 FA Cup, 2 Carling Cup y 1 Charity Shield), momentos espectaculares como la frenética victoria 4-2 ante el Barcelona, así como el drama de las dolorosas eliminaciones europeas ante el propio Barça o, sobre todo, el Liverpool.

 
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