Decíamos tras el partido del FC Barcelona ante el Glasgow Rangers que los encuentros del equipo azulgrana en el Camp Nou comenzaban a parecerse demasiado. Esa conclusión no fue del todo exacta. La verdadera realidad es que todos sus partidos son iguales.
El Barcelona, tras la exhibición mostrada hoy en Getafe, ha dejado claro que le es indiferente ganar, perder o empatar los partidos. Siempre juegan igual. Es un equipo que no cambia su estilo, ni su forma de juego, ni su ritmo, pase lo que pase. Auténtica monotonía y previsibilidad.
Desde luego que un objetivo de un equipo grande debe ser alcanzar una personalidad propia y ser fiel a esa manera de entender el juego. Sin embargo, lo que no hay que ser es dogmático. Está muy bien apostar por el fútbol de toque y de posesión. La escuela de Cruyff dicen algunos. El verdadero juego impulsado por el holandés estaba basado en jugar con extremos, regateadores y/o rápidos que llegaran a línea de fondo y centraran balones para toda la gente que se incorporase desde el medio campo. En esa parcela de zona ancha, juego rápido para distraer al contrario y atacarle de manera fulminante.
Nada de lo anterior tiene el actual Barcelona. Los jugadores que ocupan las bandas lo hacen de manera meramente posicional e inicial. Constantemente acuden al borde del área, con lo que ni abren el campo ni tapan la salida de los laterales contrarios. Los centrocampistas, sobre todo Xavi, son predecibles en todo lo que hacen, y realmente ni pisan área rival ni la propia. Sólo Iniesta hace algo diferente, como el balón servido hoy a Henry que el francés no aprovechó, con 0-0 en el marcador. Desde luego el ‘8’ debe jugar muy muy cerca del área, si no queda desaprovechado ese demoledor giro/regate que tiene y sus pases en profundidad. La defensa y el portero se estaban mostrando muy seguros últimamente, pero produce sonrojo ver la pasividad de Milito, Touré Yayá, Thuram y Abidal en el gol de Manu del Moral.
Este tipo de derrotas vienen siempre acompañadas por muchos comentarios apocalípticos, de fin de ciclo y similares, y más en una afición tan exigente como la azulgrana. Sin embargo, creo que esta vez no se exagerará lo más mínimo. Debe ser muy duro para un aficionado barcelonista ver cómo, después del 4-0 copero del año pasado, de las patadas a Messi, de los pasados incidentes racistas en el estadio de Getafe (seguramente minoritarios, pero existentes al fin y al cabo), de las palabras de Rijkaard y Laporta esta semana citando la humillante derrota pasada, los jugadores pasean su impotencia en el césped sin rubor y el entrenador su inmovilismo. Decepcionante es poco.
El final de la pasada temporada ya era para reflexionar, pero los propósitos de enmienda, de vuelta a la presión, de los buenos entrenamientos, de la solidez que llevó a ganar la Champions, han quedado reducidos a aburrimiento en los partidos del Camp Nou y a total ineficacia y apatía fuera. Ahora vuelven los partidos internacionales, y al regreso de los jugadores volverán las excusas.
Desde esta tribuna quien suscribe lleva tiempo pensando en que Frank Rijkaard se merece el mayor reconocimiento posible por su trabajo y por los títulos coseguidos, pero que este equipo necesita ya otra cosa. Seguramente él se da cuenta de lo que pasa pero los jugadores están tan acomodados que no puede insistirles más. El caso es que en el Barcelona hace tiempo que se añora ritmo, hambre, competitividad, partidos con vértigo. No se puede pasar un equipo noventa minutos tocando el balón y no disparar a puerta. Como dicen en Fútbol Arte, 39% vs 61% = 2-0. ¿Sacrificaría el barcelonismo parte del juego de toque por un estilo más agresivo y dinámico? ¿Un 4-4-2 con puntas rápidos y contundencia en medio campo? Mourinho está en el paro…
En DdF | ¿El peor partido del Barça?
1 comentarios:
off topic
Esta noche a las 11, primer programa de De Penalty Radio.
Si entráis en el link anterior lo escucharéis directamente, aunque también se explica cómo hacerlo en un reproductor como Winamp o Windows Media Player. Os espero.
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