miércoles, enero 23, 2008

Dios salve a Brian Clough


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Su cabeza baloneaba pelotas y Brian Clough, de profesión, delantero centro, marcaba 251 goles como delantero del Middlesbrough y del Sunderland a finales de los cincuenta. Su rodilla, destrozada, le había obligado a una retirada prematura con 27 años. Fue entonces cuando Clough decidió enrolarse como soldado de fortuna en los banquillos de Las Islas. El primer club que llamó a su puerta fue el Hartlepool, equipo que sirvió de trampolín para que, en sólo dos temporadas, se convirtiera en el entrenador del modesto Derby County en 1968. Allí, en el hogar de los carneros, en el césped del Baseball Ground, creció la leyenda de uno de los entrenadores más legendarios de todos los tiempos. Clough, motivador incansable para sus futbolistas y provocador incendiario en la prensa, se convirtió en el centro de todas las miradas de Inglaterra. Querido y odiado, ganador y controvertido, visceral y polémico, Clough fue un animal mediático que devoraba titulares de prensa para descargar a sus futbolistas de toda presión exterior. Directo y siempre jocoso, Mr. Clough sorprendió a propios y extraños cuando explicó, con pelos y señales, qué significado tenía para él la victoria:

- Por conseguir los tres puntos, le pegaría un tiro a mi abuela.

Tampoco tuvo pelos en la lengua para definir, sin sutilezas, qué le pasaba por la cabeza cuando alguien le hablaba del fenómeno hooligan en Inglaterra.

- ¿Los hooligans en el fútbol ? Bueno, están ahí, pero la verdad es que creo que hay bastantes más en la Cámara de los Comunes que en los campos ingleses.

Aunque su objetivo favorito, por encima de la clase política, siempre fue el sector periodístico, quizá el enemigo público número uno de Brian Clough. Cuentan que, en cierta ocasión, mantuvo un intercambio verbal muy subido de tono en una rueda de prensa, hasta el punto de que el periodista en cuestión le espetó:

- Su problema es que usted se cree el hijo de Dios sobre la tierra…

Clough contestó sin inmutarse:

-Falso. - dijo Clough - No me creo el hijo de Dios. Mi hijo es el hijo de Dios sobre la tierra.

Alcohólico, provocador, adorado y odiado, Clough fue el hombre-milagro del Derby County, al que llevó de la Segunda División al campeonato de Liga, en 1972, superando a coetáneos de su tiempo como Bill Shankly, el mito del Liverpool, o Don Revie, técnico del Leeds y enemigo acérrimo del propio Clough. Los carneros de Clough llegaron a las semifinales de la Copa de Europa, donde cayeron ante la Juventus de Turín, y aquel partido significó el final de la etapa de Mr.Clough en Baseball Ground. El motivo, una sanción durísima de la UEFA, después de que Clough profiriera graves insultos contra los italianos y acusara, veladamente, a la Juventus, de maniobrar para comprar al colegiado de aquélla eliminatoria. Fue entonces cuando Clough se vio obligado a abandonar el Coventry, a pesar del apoyo incondicional de sus aficionados.

En 1974, el Leeds, un equipo que contaba con futbolistas de talento como Billy Bremer o Peter Lorimer, se quedaba sin entrenador. Don Revie había fichado como seleccionador inglés, y abandonaba un equipo que desplegaba un fútbol mezquino, que bordeaba la violencia, y que era el más odiado de toda Inglaterra. Fue entonces cuando el presidente del Leeds fichó a Brian Clough, con la esperanza de reverdecer viejos laureles. Sin embargo, la experiencia de Clogh en el Leeds fue un potro de tortura que duró…44 días. Tal fue la agonía de Clough en los whites que con el paso del tiempo, David Peace, un novelista británico, escribió el magnífico libro ‘The Damned United’, que recogía el estremecedor y angustioso relato de los 44 días de Brian Clough al frente del Leeds. Allí tuvo peleas, públicas y privadas, con las primma donnnas del vestuario. Por ejemplo, con Jhonny Giles, al que llego a recriminar en público su fama de leñero del siguiente modo:

- Dios no te ha dado seis tacos para que los claves en la pierna de un rival.

Envuelto en una guerra de egos y en un pulso de poder con el núcleo duro del vestuario en apenas dos semanas, la de Clough era la crónica de una muerte anunciada. Su defunción se produjo cuando el presidente del Leeds decidió cortar por lo sano para ofrecer la cabeza de Brian Clough, en bandeja de plata, a sus futbolistas. El día de su cese, un periodista le preguntó a Clough qué sentía después de que le dejaran sin trabajo en apenas mes y medio. Clough no dudó:

- Es un día muy triste….para el Leeds United.

Después de aquel comentario, hubo quien tomó a Brian Clough por fanfarrón. Nada más lejos de la realidad. En 1975, Clough firmó por el Nottingham Forest, un equipo de Segunda. Con él ascendió a Primera, fue campeón de Inglaterra y logró dos Copas de Europa consecutivas. El tiempo le había dado la razón a Clough, cuya profecía se había cumplido para escarnio de los hinchas de Elland Road. Su despido había sido muy triste… pero para el Leeds.

Mitificado, elevado a los altares y considerado el mejor entrenador de la época en Inglaterra, Clough ejerció en el cargo durante 16 temporadas como jefe del Forest. No duró más en el banquillo por culpa de sus siempre reconocidos y repetidos problemas con la botella. Clough, que había ingerido cantidades bestiales de alcohol, tanto como jugador como en su etapa como entrenador, necesitó un trasplante de hígado en 2003. Los médicos le diagnosticaron dos meses de vida, pero Clough, tan testarudo y terco en la vida como en los banquillos, aguantó veinte meses peleando por su vida. Murió en Derby, el 30 de septiembre de 2004, con las botas puestas. Perdió el único partido que no podía ganar. Señal de que no era el hijo de Dios sobre la tierra. God save Mr. Clough.

Rubén Uría en El Hacha

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Amigos, más que un comentario, un pedido: POdrían decirme cómo consigo el libro de David Peace, "The Damned United", sobre Brian Clough??. Soy argentino y vivo en Buenos Aires. Trabajo en el diario La Nación.
jaguirre@lanacion.com.ar
Saludos

 
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