
Decía el otro día Cristiano Ronaldo, en una interesante entrevista en El Mundo, que era incierto que él estuviera enfadado o resentido con Alex Ferguson; consideraba al entrenador escocés como un segundo padre y, sobre todo, un “sabio” del fútbol. Sin embargo, no parecía una de las mejores lecciones de Sir Alex la táctica empleada por su Manchester United esta noche en San Siro, ante el Milan, en la ida de los octavos de final de Champions. Bueno, realmente no era una novedad. Ese 4-5-1 es habitual del ManU en los partidos ante los grandes en la Premier fuera de casa y en las grandes noches europeas. Un centro del campo pobladísimo, con los infatigables Fletcher y Park (auténticos talismanes para su entrenador), el control de Scholes y Carrick y una pequeña dosis de calidad, en este caso Nani. Por supuesto, Rooney arriba.
Por lo visto esta temporada, la receta para enfrentarse al Milan, parecía sencilla. Si no de realizar, sí al menos de teorizar. Jugarle, por decirlo rápido, a mil por hora. Obligarle a disputar un partido de ritmo muy alto, sin tregua, para provocar un desgaste físico importante en jugadores ya veteranos y cuya mayor virtud es el juego al pie. Lo que no hizo el Real Madrid, por ejemplo, y sí el Inter de Mourinho, que le pasó por encima hace unas semanas. Pues no. Ferguson y el United no quisieron apostar por esa vía. Inicio de partido cauteloso y contemporizador, lo que aprovechó el Milan. El medio campo visitante era numeroso pero se situaba demasiado en línea, con lo que Pirlo podía hacer llegar buenos balones a Pato y, sobre todo, a Ronaldinho. El Gaúcho, con el escaso repertorio que ya le queda, un quiebro hacia derecha y taconazos sobre las incorporaciones del lateral izquierdo, evidenció en pocos minutos la bisoñez de Rafael Da Silva en el lateral y el paupérrimo estado de forma de Ferdinand. Una de estas jugadas acaba con un remate de Ronnie, sin nadie cerca, que rebota en Carrick y descoloca a Van der Sar, 1-0.
Ni siquiera ese gol hizo cambiar al United. Continuaron los ingleses con el mismo ritmo, sin precipitarse, como si estuvieran convencidos de su superioridad. Y lo lograron. No fue una avalancha futbolística, pero sí un ejercicio de practicidad, eficacia y de conocimiento de sus propias fuerzas. Casi en su primera llegada clara, Scholes remata en carambola (lo intenta con la derecha y el balón le rebota involuntariamente en la tibia izquierda) un centro de Fletcher para empatar, y para convencer a todo su equipo de que estaban en el camino.
La segunda parte parecía desvanecerse en el conformismo de ambos equipos, con alguna llegada aislada del Milan, cuando en el minuto 66 Antonio Valencia, recién entrado al campo, envíaba un centro al área que Rooney convertía en mejor aún de lo que era para cabecear de manera parabólica a la red. El United a cuentagotas pero aprovechaba la extrema debilidad defensiva del Milan en las bandas (Bonera y Antonini/Favalli fueron los laterales que Leonardo alineó hoy). Aquí llegaron los mejores momentos del ManU en el partido, jugando verdaderamente a placer casi sin inmutarse. Otro caramelo en forma de centro de Fletcher posibilitaba a Rooney el 1-3 y confirmaba el excelso momento que disfruta el chico de Liverpool, quizá el jugador más en forma de Europa en estos momentos. Con muy poco Ferguson y los suyos aseguraban un botín definitivo. Sólo una genialidad de Seedorf en forma de golazo de tacón insufló algo de aire al Milan cuando ya se vacíaba la grada de San Siro. Un poco de aliciente de cara a la vuelta, pese a que parece casi imposible que puedan asaltar Old Trafford. El Milan debería planteársela como el último partido grande que les queda en Europa a muchos de sus futbolistas: el propio Seedorf, Ronaldinho, Beckham (inadvertido y sustituido), Inzaghi…será su particular canto del cisne. Y para lograrlo, necesitarán que su mejor pieza esté en mejor forma de lo que ofreció hoy tras regresar de una lesión: Pato.
1 comentarios:
Hola. Lo tienes en la parte derecha del blog, en la sección "Escríbeme un email". Saludos.
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