
Las cinco eliminatorias consecutivas perdidas en octavos, la celebración de la final de este año en el Santiago Bernabéu y el brillo del nuevo proyecto de Florentino Pérez habían dotado al Real Madrid de una emotividad especial para la presente edición de la Champions League. Un mal partido en la ida en Lyon, pero la buena marcha reciente del equipo y el partido de vuelta en casa invitaban al optimismo.
La primera parte del encuentro de esta noche confirmó las expectativas. De nuevo un equipo desatado, punzante, generando peligro casi en cada jugada. El Madrid superaba con claridad el medio campo del Lyon y, una vez cerca del área, la calidad y velocidad de Cristiano y Kaká hacian el resto. Una carrera brutal de CR9 convertía en excepcional un buen pase de Guti y suponía el 1-0. Dos buenas ocasiones más de Higuaín, una de ellas al palo, parecían mostrar que la eliminatoria se iba a resolver pronto. El Madrid hizo lo necesario, a su estilo, pero no logró ampliar la ventaja antes del descaso. Con un 2-0 por ejemplo, que no era descabellado por lo visto en el terreno de juego, difícilmente el Lyon hubiera tenido opciones.
No fue así. Puel, el entrenador francés, demostró que conoce su oficio. Reconoció y diagnóstico los problemas de su equipo y realizó dos cambios, para potenciar la zona ancha. Esto se combinó con una salida no demasiado atenta del Madrid. El paso de los minutos acentuó la superioridad visitante. La baja de Xabi Alonso resultó capital en esta fase. Guti, cuyo partido sólo puede calificarse de impecable, trabajo defensivo incluído, notó la inactividad y no pudo mantener la intensidad (se hablaba antes del partido de que su condición física le alcanzaba para sesenta minutos al cien por cien). Granero, lamentablemente, tuvo poco peso en el partido, y fue cambiado por Van der Vaart. Pero una de las virtudes del holandés no es la capacidad para mantener el balón. Carencia por tanto del Madrid en esa zona, muy significativa respecto a las dos áreas. Una temporada es larguísima, pero una suspensión por tarjetas de un jugador clave no puede condicionar tanto a un equipo grande. El Madrid anda corto de centrocampistas, pero no es de hoy, es desde el verano, desde la salida de Sneijder que no fue cubierta. Y sobre todo teniendo en cuenta que si Pellegrini hubiera alineado a Gago o Diarra de inicio el ambiente hubiera sido irrespirable.
Lo ocurrido hoy en Chamartín no debe servir para tirar todo un año por la ventana. Por lo comentado al principio de este texto se entiende perfectamente que para el madridismo la derrota de hoy es una decepción enorme. Que ganar la Champions depende de muchas cosas pero que el Madrid debía alcanzar como mínimo las semifinales como objetivo casi innegociable. Pero una eliminatoria a dos partidos tiene muchos riesgos. Un equipo puede ser superior, pero sólo son tres horas de fútbol y cualquier percance adquiere una importancia enorme. Poco se le puede reprochar a los jugadores del Madrid y al entrenador. Falta de lucidez ante la portería rival, e incapacidad para mantener el balón ante un rival con oficio y muy físico en un momento determinado. Pero eso es juego del fútbol. Si no alcanzas el cien por cien de tu potencial rendimiento el rival también juega. Desde luego que seis eliminaciones seguidas en octavos de final requieren un análisis, pero cuando en cada uno de ellos el entrenador del equipo ha sido diferente, resulta casi imposible.
Lo más preocupante, mirado a medio plazo, son las declaraciones de Guti (en caliente, eso sí, a pie de campo, a los micrófonos de Telemadrid): “En los partidos importantes hemos demostrado que no sabemos solucionarlos. Menos individualidades y más equipo”. Sorprenden por la manera en la que el equipo remontó y sobre todo celebró la victoria liguera ante el Sevilla. Resultan contradictorias con lo anterior, pero si esa sensación la comparten más miembros del vestuario, no es muy buena señal para el futuro.
En Dardos Blancos - Tropiezo Galáctico