
El fútbol, seguramente el deporte que menos ha notado el paso del tiempo en cuanto a modificación de sus reglas o a cambios en sus tradiciones principales, durante sus más de cien años de historia, no es ajeno sin embargo a la revolución tecnológica que ha supuesto internet. Como si fueran expertos en marketing, los clubes y los propios aficionados utilizan por ejemplo las redes sociales (twitter, facebook o youtube) para objetivos comerciales, tipo incremento de venta de entradas, o motivacionales de cara a grandes partidos.
Tras la derrota del pasado martes, el FC Barcelona vs Inter Milan que viene es un buen ejemplo de todo esto. Al principio parecía una iniciativa más o menos espontánea de la afición azulgrana, que vía cadena de emails, junto con la difusión por los medios antes mencionados, incitaba a crear el mejor ambiente posible de cara al partido de la remontada. Con el mismo estilo más o menos discutible de aquellas campañas pasadas en el Real Madrid (los muy mejorables conceptos del “Juntos podemos” o la “cofradía del clavo ardiendo”), al menos no tenía un carácter oficialista, y es valorable que una afición se organice como desee para ayudar a su equipo cuando crea que éste lo necesita. Pero el Barcelona institucionalmente ha decidido subirse al carro, y hoy, recién terminado el Barça-Xerez, ha vestido a sus futbolistas cuales maniquíes con una camiseta con la leyenda “Ens hi deixarem la pell. Remuntada. Nos dejaremos la piel. Remontada”. Inmediatamente después, spots promocionales en internet y publicación del proyecto de mosaico para la grada.
Hoy, ante la visita del colista de la Liga BBVA, el Camp Nou registró la cuarta mejor entrada de la temporada, más de ochenta y dos mil espectadores. ¿De verdad alguien duda de que el miércoles el Estadi estará repleto, con la gent blaugrana apoyando de manera incondicional en búsqueda de la final del Santiago Bernabéu? ¿Tantas dudas despierta el comportamiento del público en el club, cuando ha sido irreprochable en las dos últimas temporadas? Seguro que los responsables de marketing o comunicación del FCB saben que el día del Goteborg y ‘Pichi’ Alonso, en las semifinales ante Benfica y Oporto previas a Wembley y Atenas, durante la remontada ante el Chelsea en 1999, en el durísimo partido del Milan de Shevchenko que proporcionó el billete a Paris o en definitiva en las grandes noches europeas nunca falló la grada del Camp Nou, que siempre resultó intimidador para el rival. La temporada pasada, en los partidos ante Lyon, Bayern y Chelsea, el club preparó previas de más de una hora con el objetivo de mejorar la carga ambiental, speakers, megafonía a todo volumen y demás… pero aún no han comprendido que la pasión la llevan los seguidores desde casa, y cuando se unen casi cien mil personas ilusionadas por un colores, las verdaderas atmósferas de fútbol de verdad casi se crean solas. Es una de las cosas que el viejo fútbol mantiene desde que comenzó a ser mucho más que algo a vida o muerte para mucha gente (Bill Shankly dixit). ¿Alguien se imagina que a las aficiones del Liverpool o del Bayern Munich se les pida que animen a tope en una semifinal europea? Cierto que en los estadios españoles hay menos tradición de llevar la camiseta puesta que en los británicos, pero nada más. Cualquiera que haya visto un partido clave en el Camp Nou lo sabe. La iniciativa del club me resulta intervencionista y redundante. Forzada e innecesaria.
Mientras tanto, sólo un rato después, Guardiola respondía en las tripas del Camp Nou a las preguntas en la correspondiente rueda de prensa tras el partido. Tras reconocer que habían jugado casi más pendientes del Inter que del Xerez (y a fuerza que se notó en el césped), le preguntaron por las diferencias entre los arbitrajes de la Liga y de la Champions League. Respondió que el nivel era bueno, que él no era árbitro y que no podía juzgar demasiado, pero se despachó con un “preguntar en la meseta central, que allí saben mucho del tema”. ¿? Guardiola tiene demasiado nivel, ha dado demasiados buenos ejemplos de cordura desde que es entrenador como para descolgarse con esta innecesaria estupidez y ponerse al nivel de los villaratos o de aquellos que hablan del Barcelona y de los catalanes como “los de ahí arriba”.
Es comprensible la excitación que provoca en el club el partido ante el Inter, calificado en algunos medios, y quizá con razón, como el más importante de la historia del jugado en el Camp Nou. Pero ningún partido debería merecer perder el criterio de club tan bien construído en los últimos tiempos con campañas y declaraciones altisonantes, y que tanto molestan cuando se realizan desde la otra orilla. Lo verdaderamente importante para eliminar al Inter sigue siendo el fútbol, y no, como decía hoy Martí Perarnau, Mourinho, los árbitros, la épica… ni las mesetas.
Martí Perarnau en El Periódico de Catalunya - Las goteras del Barça
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