lunes, mayo 31, 2010
Recuerdos de los Mundiales: La 'dolce vita' de Bulgaria en Estados Unidos
Desde luego que la selección búlgara de fútbol no puede calificarse como una animadora habitual de las Copas del Mundo. Sólo una clasificación para la segunda fase en México '86 podía adquirir cierta relevancia hasta la celebración del Mundial de Estados Unidos en 1994. Desde la manera en la que se clasificaron, con un gol de Kostadinov en el minuto 90, en el Parque de los Príncipes de París, dejando sin Mundial a la Francia de Cantona y Ginola. Meses más tarde, un 21 de junio en el estadio Cotton Bowl de Dallas, debutaron con una estruendosa derrota ante Nigeria por 3-0, encajando incluso un gol de Amunike, quedando rebajada la euforia en el país.
La concentración que el seleccionador Dimitar Penev organizó durante la competición distaba mucho de lo que se supone debe ser obligatorio para un grupo de futbolistas de élite. Quizá el ejemplo de la selección de Dinamarca, que dos años antes había ganado de manera sorprendente la Eurocopa en Suecia, con los jugadores reclutados a última hora por las playas de medio mundo para cubrir la baja de Yugolasvia (vetada para jugar en plena Guerra de los Balcanes), inspiró a los búlgaros. Pero se lo tomaron demasiado al pie de la letra. Tabaco y alcohol eran frecuentes en el hotel del equipo, y no parecía que se tomaran el Mundial demasiado en serio.
Sin embargo, tenían talento. Y mucho. Liderados sin discusión por Hristo Stoichkov en el mejor momento de su carrera (ese año ganaría el Balón de Oro tras una temporada espectacular en el FC Barcelona pese a la derrota en Atenas), al que acompañaba en ataque Kostadinov con minutos también para Sirakov, superviviente del equipo del 86. Ellos ponían el gol, culminaban las jugadas de un medio del campo que combinaba el talento de la zurda de Balakov con el trabajo de Letchkov, ambos con experiencia internacional en la Bundesliga (Stuttgart y Hamburgo, respectivamente). Atrás, en defensa, Trifon Ivanov, con aspecto de cualquier cosa menos de futbolista, mantenía el tipo en una zaga de futbolistas discretos pero competentes.
Se recuperaron de la derrota inicial para golear a Grecia, y en el último partido del grupo se beneficiaron de la situación de...Diego Maradona. Unos días antes, a Diego le comunicaron que el resultado del control antidopaje analizado en el Argentina-Nigeria (segunda jornada de la liguilla inicial) era positivo por efedrina. Para la albiceleste, que había comenzado el torneo de manera espectacular con dos victorias y un Maradona en plan estelar enloqueciendo a todo un país, el impacto fue brutal. Y Bulgaria se aprovechó ganando 2-0 y clasificándose para octavos como segunda de grupo.
En esa ronda se encontró a México. Se adelantó pronto con un golazo de Stoichkov pero el partido terminó 1-1 y tuvo que ser resuelto en los penalties. Pese al error inicial de Balakov, México sólo pudo marcar uno en toda la tanda, y Bulgaria accedió a cuartos de final sin necesidad de tirar el quinto lanzamiento, reservado, cómo no, a Stoichkov.
Así, en Nueva York, frente a Alemania, Bulgaría parecía terminar su recorrido por el Mundial. Y más cuando Lothär Matthäus adelantó a los suyos nada más iniciarse la segunda mitad. Alemania tenía un equipo envejecido pero parecía suficiente para derrotar a aquella banda de futbolistas irresponsables. Sin embargo, y ante el asombro general, la indisciplina que los búlgaros mostraban fuera del campo entre los partidos, la convertían en rebeldía en el césped. Dos goles, de Stoichkov y Letchkov, representaron una de las mayores sorpresas de la historia de las Copas del Mundo y elevaron a aquellos jugadores a la categoría de héroes nacionales. Sólo el genio de Roberto Baggio impidió a la mejor generación de futbolistas de Bulgaria jugar una final de un Mundial: ganaron 2-1 pese a la resistencia, sí, de Stoichkov, con su sexto gol en la Copa, que le proporcionó el distintivo de máximo anotador del torneo (compartido con Oleg Salenko). También perdieron el tercer y cuarto puesto, ante Suecia, ahí ya sí jugando cada uno por su cuenta (4-0) y dando mala imagen, pero desde luego aportando motivos suficientes para que el planeta fútbol ya supiera colocar perfectamente a Bulgaria en el mapa.
Escrito originalmente para El Reportero Sony Ericsson
viernes, mayo 28, 2010
Recuerdos de los Mundiales: Zidane o la primera vez
Ganar, por primera vez para tu país, la Copa del Mundo del fútbol debe de ser (uso el condicional muy a propósito, desde el desconocimiento como español… al menos hasta el próximo 11 de julio) una sensación indescriptible: orgullo, saberse un pionero, un elegido. Zinedine Zidane, como protagonista absoluto, lo logró para Francia en 1998, además en casa, en París.
Aquel equipo, dirigido por Aimé Jacquet, incluía jugadores de quince etnias distintas, absolutamente multirracial; en un ejemplo para los tiempos que corren en el país (periodicos estallidos de violencia de los jóvenes marginados de la periferia que Sarkozy calificó como “escoria” en 2005), demostraron una identificación brutal con la idea de una Francia campeona del Mundo. El sueño del fútbol como factor de integración. Parecía que estaban en una misión, y lo lograron. En un documental sobre aquel equipo en ese Mundial, “Les yeux dans les bleus”, se muestra esa magia.
Francia pasó la primera fase con tres victorias, ante Dinamarca, Sudáfrica y Arabia Saudí. Pero el camino en las eliminatorias resultó tan duro de recorrer como un pavé de su vecina Flandes. En octavos, sólo un gol de Laurent Blanc terminando la prórroga sirvió para desmontar la estrategia defensiva del Paraguay de Gamarra y Chilavert. En cuartos, partidazo ante Italia que se quedó sin goles y tuvo que ser resuelto en la tanda de penalties. Y en la semifinal, ante una sorprendente Croacia, Liliam Thuram marcó los dos únicos goles de toda su carrera como internacional (142 partidos) para ganar 2-1 y optar en la ansiada final al título. Jacques Chirac calificó aquel día como “el día más bello de la historia del deporte francés”. Thuram lo celebró escuchando a Miles Davis en el hotel de concentración…
Brasil, con Roberto Carlos, Dunga, Leonardo, Rivaldo, Bebeto y Ronaldo era el rival. El durísimo rival. Nunca sabremos si fue cierto que Ronaldo, en la cumbre de su carrera, sufrió un síncope previo al partido que le impidió jugar a su nivel, pero la realidad nos dejó a una Francia superior. Aun jugando con un ariete como Guivarch (el titular comenzó siendo Dugarry, por delante del joven Henry) y con Karembeu, Francia se apropió del balón y casi del estilo en principio reservado a su rival. Tenían una defensa estupenda (incluido Barthez, al que los besos de Blanc en la calva antes de cada partido dotaron de una fe en sí mismo infinitamente mayor que la que tuvo en el resto de su carrera), con Thuram, Lebouef (que sustituyó al sancionado Blanc, Desailly y Lizarazu. Y un medio campo con las dosis justas de trabajo que aportaban Petit y Deschamps, mezclando con el talento de Djorkaeff y, claro, Zidane. Sus dos goles de cabeza, tras sendos saques de esquina, otorgaron a Francia la gloria. Por el camino más inesperado, pero sin duda de manera merecida.
Publicado originalmente para El Reportero Sony Ericsson
jueves, mayo 27, 2010
Florentino, el antónimo de la estabilidad
Tremendo contraste ayer entre la rueda de prensa de Florentino Pérez y la entrevista a Manuel Pellegrini en El Larguero. Comencemos por la primera.
"La estabilidad es ganar". Bajo mi modesta opinión, es precisamente todo lo contrario, sr. Pérez. Según la RAE, el término hace referencia a algo que se mantiene sin peligro de cambiar, que permanece en un lugar durante mucho tiempo, que mantiene el equilibrio. Apliquémoslo al fútbol.
Estabilidad es no cambiar cuando no llegan los triunfos. Estabilidad es mantener a un entrenador seis años sin títulos mientras crece la cantera (Alex Ferguson, criando a Scholes, Giggs, Beckham y los hermanos Neville en el Manchester United para arrasar con todos los títulos posibles después), estabilidad es permanecer diez años en un club con triunfos y sin ellos pero cambiando la filosofía de un equipo cuyo juego históricamente era tan aburrido que rozaba lo insoportable (Wenger en el Arsenal), estabilidad es el trabajo de Cruyff y Rijkaard en el FC Barcelona, estabilidad son los cinco años de Ancelotti en el Milan. Estabilidad es no despedir a un entrenador al que no le has dejado intervenir en la toma de decisiones deportivas y que te gana 96 puntos. Y por supuesto, estabilidad no es gastar una millonada en un entrenador entre cláusulas, finiquitos, sueldos y ayudantes (10 por cuatro temporadas, 16 millones de indemnización al Inter, 8 la cláusula abonada al Villarreal por Pellegrini y ahora el finiquito correspondiente).
Florentino no ha entendido ni aprendido nada. Reduce el fútbol a las matemáticas, a la inversión, a los ingresos. Y no funciona así. ¿Seríamos todos tan apasionados con este deporte si no nos aportara alegrías, sentimientos, nervios, por qué no tristezas? Ni rastro de la cacareada excelencia del verano pasado, ni del estilo, ni del buen fútbol, ni de Valdano & Pardeza, por descontado. Dijo que ha elegido a Mourinho "por lo mismo que todos ustedes", dirigiéndose a los periodistas...¿¿?? Habló de valores...¿cuáles? ¿Ganar es un valor, o es una consecuencia de muchas variables bien desarrolladas? Apenas veinte minutos de explicaciones de toda una temporada, aunque es de justicia decir que no fue demasiado exigido por las preguntas tras leer el comunicado oficial. Insisto, diecinueve minutos de comparecencia.
Ganar de cualquier manera, se acabaron los disimulos, al menos ahí es sincero, eso me parece bien. Pero yo, si fuera socio o aficionado de este grandísimo club, con 400 millones de presupuesto, estaría triste y decepcionado. Pediría más. Necesitaría más. Recurrir a las Copas de Europa de los años 50, ganada cada una con un entrenador distinto, es simplemente ridículo...por favor, han pasado sesenta años. La impresión que me he dejado, que es la misma que aprecié tras la célebre entrevista (o careo, mejor dicho, como leía en twitter ayer) en Deportes Cuatro, es que Florentino está mayor; lo digo con todo el respeto pero al mismo tiempo muy convencido, anclado en unas ideas que el tiempo está mostrando como inadecuadas (cero títulos en sus últimas cuatro temporadas como presidente). Un resultadismo tan brutal como el planteado no te deja margen, no hay término medio; si ganas, perfecto. Si no, qué hacemos...¿a casa? Es una huída hacia delante, para mí innecesaria: hay muchas maneras de ganar, y muchísimas de no ganar. No me quiero poner trascendente, pero Napoleón decía que "una derrota contada con todo lujo de detalles es indistinguible a una victoria". Alcanzar el éxito es relativamente fácil, lo difícil es merecerlo. Todos, absolutamente todos, los barcelonistas los primeros, quieren ganar. Pero creo que la mayoría comprende que no siempre es posible, que hay espacio para los rivales, en España y en Europa, que hay un balón al palo que lo cambia todo, como el de Higuaín ante el Lyon sin ir más lejos...¿entiende Florentino esto?
Dicho todo lo anterior, por supuesto él es el presidente y puede tomar las decisiones que considere más adecuadas. En el fondo, los socios del Real Madrid podrán decidir lo contrario si procede dentro de tres años.
Pellegrini en la SER (felicidades a De la Morena,por cierto). Un caballero. Ha tenido que vivir un infierno de nueve meses y no ha abierto la boca hasta que oficialmente le han despedido. Fue educado pero sincero. Reconoció que su mayor frustración fue "no haberme sentido más partícipe del proyecto, con otros volantes hubiéramos mejorado mucho en la parte estética de nuestro fútbol. Yo pedí que Sneijder y Robben se quedasen". Defendió a sus futbolistas, de los que dijo que le habían proporcionado autoridad con la unión del vestuario, y sobre todo apoyó a Kaká: "Hizo todo lo posible para recuperarse de su pubalgia". Incluso les eximió de la responsabilidad de la derrota en Alcorcón, asumiéndola por completo, cuando todos sabemos que es una derrota en el debe de una mala tarde de los jugadores. Sobre su relación con Florentino, fue meridianamente claro: "No conozco a Florentino como persona ni como presidente. Falta autoridad para el técnico, no hablábamos desde agosto y no es un buen modelo. Nunca me preguntó qué necesitaba para armar el equipo. Personalmente creo que Florentino se equivoca en el modelo". Y sobre Mourinho, dolido obviamente, "Yo no hubiera dicho que me iba a otro club después de un partido. Hay valores de ética que cumplir".
Muchas veces escucho incredulidad sobre el pábulo que se le da a la prensa deportiva, respecto a su influencia. Para bien o para mal, queramos o no, no se puede obviar. Aquello del cuarto poder...Pellegrini fue rotundo y se quejó amargamente del trato recibido por Marca, así de claro. Es el diario más leído de este país, por mucho que no pase por sus mejore tiempos. Igual que Guardiola y los jugadores del Barça este año y el anterior expresaron su hastío por las ridiculeces del "canguelo" y del "cagómetro", y por supuesto del inefable "villarato" de la otra acera mediática. O los interesados apoyos de los deportivos de Barcelona a según qué candidato en esta época electoral. Los diarios son por un lado influyentes, y por otro en muchas ocasiones le hacen el trabajo sucio a las directivas. No hay más que ver la portada de Marca de hoy jueves, ausente de crítica, acomodaticia, amable con el poderoso, injusta y demagógica con el débil, que siempre en estos casos es el entrenador.
Lo ocurrido ayer resulta paradigmático de lo que es y de lo que no debe ser un gran club de fútbol, escuchado de labios de sus protagonistas. Respeto la opción del resultadismo, no más faltaría. Pero para mí, el tiempo pondrá las decisiones de todo el mundo en su debido lugar. El tiempo y el recuerdo que deje su equipo en el césped, señor Pérez, no sólo los resultados.
martes, mayo 11, 2010
El verdadero ADN barcelonista
En demasiadas ocasiones se realizan declaraciones grandilocuentes al respecto de la esencia o de la historia de los grandes equipos. Florentino Pérez remarcaba hace tiempo que el Real Madrid “llevaba Europa en su ADN”, recordando sólo los éxitos y olvidando las recientes decepciones. En el Barcelona, lo mismo pero referido a la superioridad del estilo, que sí, ha cambiado desde la llegada de Cruyff al club, pero que no siempre fue así.
Las imágenes de los futbolistas del Barça vistas ayer en París apoyando a sus compañeros del basket muestran que, en el deporte extremadamente profesionalizado de la actualidad, aún es posible comprobar dónde está la verdadera realidad: en los propios deportistas, en su trayectoria y en su crecimiento personal.
Me explico. Sin perspectiva, puede resultar un gesto de cara a la galería la presencia de Busquets, Xavi, Puyol, Bojan o Piqué vestidos con la camiseta de tirantes del basket en las sillas de pista del Ommnisports de Bercy. Pero cualquier habitual del Palau Blaugrana sabe que los dos últimos citados han visto en directo todos los partidos que han podido de sus compañeros de sección esta temporada. Igual que algunos del baloncesto van al Camp Nou, de manera más discreta, en los días claves.
Era emocionante escuchar a Xavi Pascual contar su viaje por carretera, con un amigo, como un aficionado anónimo a Roma para ver la Final Four de 1997, en la que el Barcelona perdió precisamente ante Olympiakos con una exhibición de David Rivers ante Djordjevic. Roger Grimau recordaba sus lágrimas viendo aquella final, y la del año anterior, la de Montero, y la decepción siendo un niño cuando la Jugoplastika de Kukoc cerraba en dos ocasiones el camino al título. El propio capitán azulgrana estuvo en el Sant Jordi, como un hincha más, en 2003. Jordi Trias reunió a muchos amigos en Girona para ver aquel partido, y Víctor Sada terminó en Canaletas esa noche celebrando la victoria del equipo de Bodiroga…en el ya que estaba Navarro. Todo esto es comparable a las imágenes de un crío llamado Guardiola vestido de chándal recogiendo pelotas la noche de ‘Pichi’ Alonso y el Goteborg, que seis años más tarde contaba los escalones desde el césped de Wembley hasta el palco para levantar la primera Copa de Europa del club…y que el año pasado enjugaba lágrimas tras ganar el Mundialito…¿cómo no va a existir compromiso en esos vestuarios? ¿Cómo no se va a notar en las grandes citas la implicación de gran parte de los jugadores, si llevan a su equipo en la sangre?
Todos ellos son profesionales, desde luego, y también arrastran muchos de los tópicos de fama y dinero, pero en el siglo XXI, en el ámbito de ocio más seguido por la población que es el deporte, estos ejemplos resultan paradigmáticos del sentimiento de pertenencia a un club, del punto de ingenuidad que aún le debe quedar a esta actividad y de la resistencia a la esclavitud que a veces suponen una inversión millonaria o un resultado puntual.
Amalio Moratalla en Marca.com - 'El Barça no es más que un club, es una familia'