Durante los primeros cincuenta y nueve segundos del partido, los que siguieron al pitido inicial, los jugadores españoles tocaron la pelota de manera ininterrumpida, sin que ningún futbolista de Portugal lograra entrar en contacto con el balón, para terminar con un disparo de
Torres que desvió
Eduardo. La jugada inevitablemente recordó al
inicio de la final del Mundial 74, con Holanda tocando hasta que
Berti Vogts derribó a
Cruyff en el área y
Neeskens transformó el consecuente penalty.
España no es aquella
naranja mecánica de los años 70, pero en los siguientes cinco minutos la selección dispuso de dos ocasiones más de gol, con sendos disparos de Villa. No logró marcar en ese estupendo inicio de partido y Portugal, ultradefensiva, logró llevar el juego a su terreno durante el resto del primer tiempo.
Es difícil discernir el motivo por el que durante determinadas fases de los partidos, España juega pero no profundiza, amaga pero no da. O al menos eso dicen los impacientes. Casi siempre esos momentos coinciden con posiciones del equipo rival muy cercanas a su propia área, acumulando futbolistas muy retrasados. Portugal, pese a arrancar de forma pintona con tres puntas,
Almeida por el centro y presuntamente
Cristiano y
Simao acometiendo las bandas, jugó igual que frente a Brasil; en cuanto fue consciente de su inferioridad en la disputa de la posesión de la pelota, retrocedió, armó dos líneas de contención y envió a CR a la pelea en solitario.
Difícil superar a un equipo así, con buenos defensas y centrocampistas expertos, si no juegas rápido. Pero la velocidad es una cosa y la precisión otra. Y se necesitan ambas. La idea de España, la gran diferencia entre construir y destruir, requiere habilidad de cirujano ante murallas defensivas, lo que necesita tiempo dentro del desarrollo de un partido. La jugada termina apareciendo, y hay que estar concentrado y listo para aprovecharla. ¿Algún equipo de este Mundial está capacitado para marcar un gol fruto de una jugada como la que hilvanó la selección y culminó
Villa?
España no parece sobrada de condición física, por lo que dominar el juego y no conceder partidos directos y de ida y vuelta le beneficia, le da oxígeno. Será difícil que pierda cuando se adelante en el marcador. El debate del mediocampo está más que resuelto. No es una cuestión de nombres, sino de cómo los elegidos ocupen los espacios. Ayer
Xabi Alonso y
Busquets se escalonaron mejor, y los dos tienen calidad y sentido táctico de sobra para ser titulares.
Iniesta y
Xavi tienen la tarea más difícil, llegar o dar un pase definitivo, lo lograron con cierta fluidez. Villa, aun por momentos demasiado rígido en su posición de falso extremo izquierdo, es el jugador ideal para aprovechar el caudal de fútbol que llega desde atrás.
Y así llegamos a Fernando Torres. Lo intentó, pero ha llegado justito al Mundial. La lesión no le ha dejado sin confianza y sin intención, pero le falta toque, esa sutileza que un futbolista enrachado y en forma desmuestra en cada balón que recibe. El cambio por
Llorente no me pareció tan decisivo (
Del Bosque reconoció de hecho que
"No hubo ningún cambio táctico. Simplemente, un cambio de refresco"). En realidad se aprovechó del cansancio de los defensores de Portugal y logró hacer el trabajo que Torres dejó a medias. Resultó desde luego un alivio para los centrocampistas, que contaron con una opción más. Pero que nadie se lleve a engaño: Llorente no es
Urzaiz, ni
Santillana, ni siquiera
Van Nistelrooy. El '9' del Ahtletic está más cómodo con el balón por el césped que por el aire. Se le ve cuando remata de cabeza. Llega a los balones por su físico, pero aún no es un heterodoxo del juego aéreo. No le vean como un cuerpo extraño en un equipo de bajitos obsesos del balón. Él también puede hacerlo.
Paraguay espera. Del Bosque, tras alabar a toda la estructura defensiva del equipo, defendió a Torres y casi anunció que volverá a ser titular en el partido de cuartos de final. Buen gesto para el futbolista, cuya movilidad resultará clave ante lo que planteará el equipo suramericano. Paciencia en cantidades industriales. España no alcanzará las semifinales a base de pelotazos al área, pero es muy factible que lo consiga si no sucumbe a la prisa, como ante Suiza, y por el contrario busca la oportunidad. La encontrará.
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