lunes, julio 19, 2010

Guardiola aparta el individualismo


Es difícil e incluso ingenuo pensar que un entrenador de primer nivel como Pep Guardiola pueda ser totalmente sincero en una rueda de prensa. Pero hoy, durante la hora casi exacta en la que el preparador azulgrana contestó más de cincuenta preguntas, pareció honesto y comprometido con su trabajo. Reconoció que la renovación por una sola temporada responde a una petición propia aceptada por la directiva de Sandro Rosell, que le ofrecía más años de contrato.

Guardiola ha asumido la salida de una de sus apuestas, Chygrynskiy, por las necesidades financieras del club, pese a que no negó que le hubiera gustado seguir contando con el futbolista. Acepta las dificultades para el fichaje de Cesc Fábregas aunque confirma que le gustaría contar con él, y deja la decisión de la continuidad de Márquez o Ibrahimovic en las manos de los propios futbolistas y, claro, de sus respectivos representantes.

Se definió, pese a la incredulidad general, como hombre de club: “Todo el mundo cree que tengo las llaves de la barraca pero sólo soy un empleado, con mucha gente por encima, cuyo trabajo sólo es que los jugadores respondan, se motiven y compitan un año más”. Irónicamente se mostró preocupado por la imagen que trasnmite de mala relación con los presidentes, primero Laporta y ahora Rosell. Mejor exhibir independencia que denotar deudas pendientes. Defendió con claridad a Cruyff: “Algo se hecho mal. Johan no lo merece, su papel en la historia centenaria del club es indispensable y yo le seguiré llamando cuando necesite consejo”.

Fue generoso con el fútbol español a la hora de valorar el triunfo de España en el Mundial, acordándose de la Quinta del Buitre, del Zaragoza de Víctor Fernández, de los treinta años de Vicente Del Bosque en el Real Madrid o de la influencia de Casillas, Reina o Marchena en el vestuario de la selección, y mostró una mezcla de perplejidad y envidia sana cuando exclamó que “Nunca me hubiera imaginado que Busquets y Pedro pasarían de tercera división a ganar el Mundial, ese pedazo de trofeo que yo no tengo”, todo ello en un contexto de orgullo por el filial y la cantera barcelonista pero dando todo el mérito a los futbolistas.

Sólo Guardiola sabe cuáles son sus afinidades reales, pero hoy demostró lealtad y compromiso con Rosell y la nueva Junta, y no parece que vaya a utilizar ninguno de los interrogantes actuales de la planificación deportiva del equipo como excusa si por el motivo que sea vienen mal dadas. En la próxima primavera podremos comprobar si es real o únicamente una pose apoyada en una posición de seguridad hasta ver la evolución del equipo en el césped y de la nueva presidencia en los despachos.

Escrito originalmente para Sportyou

viernes, julio 16, 2010

Gaspart viajará a Londres para fichar a Cesc


 Es lo único que le faltó añadir ayer a Xavier Faus, vicepresidente económico del FC Barcelona, en la rueda de prensa en la que informó del crédito sindicado de 155 millones de euros obtenido por el club. La semana pasada, Sandro Rosell habló de una cifra máxima de 89 millones para fichajes: 50 más los 24 del traspaso de Yayá Touré y los 15 de la venta de Chygrynskiy. Desde ayer, se han quedado en los mencionados 50, contando lo gastado por Villa.

Una cosa es la transparencia informativa, otra muy distinta, la información gratuita. Joan Gaspart, hace diez años, con los diez mil millones de pesetas ingresados por Luis Figo, anunció con luz y taquígrafos su viaje a Londres, facilitando hora de salida y llegada del correspondiente vuelo a Inglaterra, para fichar a Overmars y Petit. La operación fue ruinosa en lo económico y decepcionante en lo deportivo, mientras el Arsenal, en un comportamiento desagradecido, ni siquiera puso el nombre de Gaspart a una de las nuevas tribunas del Emirates Stadium...permítaseme la ironía.

La nueva junta directiva del Barcelona merece, por supuesto, los cien días de gracia, no más faltaría. Es la más votada en la historia del club. Pero los primeros movimientos y sobre todo la manera de explicarlos resultan decepcionantes. No dudo de que la situación económica del club sea difícil: no es sostenible gastar el 57% de lo que ingresas, más de 300 millones, en los salarios de tus futbolistas, por muy buenos que sean, y es el primer indicativo que señala la mala salud financiera de los grandes clubes europeos. Pero los balances financieros están para algo y se realizan a final de temporada o ejercicio económico. Ni el tono ni el contenido de la comparecencia me parecieron correctos. ¿Por qué se anuncia el crédito sindicado como operación de esta junta cuando ya fue solicitado por el equipo de Laporta y Sala i Martín, quedando a expensas de la aprobación de la nueva directiva? Y me cuesta creer que no hubiera cash disponible para hacer frente a las fichas de los futbolistas. ¿De qué sirve ahora publicitar determinadas cifras, descontextualizadas dentro de la situación global financiera del club?

Las noticias de ayer, enfocadas hacia la negociación, de nuevo con el Arsenal, para el fichaje de Cesc Fábregas, tienen dos vertientes: si se pretende presionar sutilmente al equipo inglés para que comprenda que no se podrán pagar más de 40-45 millones por el futbolista, la táctica me parece infantil a estos niveles; si se dispone de más recursos, directamente se trata de una mentira. ¿Os imagináis que el Barça tuviera que rendir cuentas a la CNMV si cotizara en Bolsa, como por ejemplo el Benfica en Portugal cada vez que realiza un traspaso? Tampoco sirve decir que "la situación es mala pero no es peor que la de otros clubes del estado español", como dijo Faus ayer en la rueda de prensa. Ni viene a cuento ni es útil tal comparación.


Rosell declaró en la campaña electoral que el fichaje de Cesc resultaría "fácil" y que no llevaría "más de cinco minutos". No lo parece, lo mismo que la continuidad del entrenador, que tampoco iba a ofrecer demasiada dificultad. La única realidad es que Guardiola no tiene pinta de estar contento. De momento, su estatus contractual con el club ha pasado de ser "el Ferguson del Barça" a una renovación por una única temporada, dejando atrás también la fórmula del '2+1'. El portavoz de la junta prometió dar detalles el día anterior a la firma y lo único que ofrecieron los medios de comunicación oficiales del club fueron un par de fotos y sin rueda de prensa (Guardiola hablará el lunes, inicio de la pretemporada, aunque veremos si acepta hablar del tema). Extraño y preocupante, hoy mismo justificado por el presidente con un "es lo mismo renovar por seis años que renovar seis veces año a año". El entorno del club devoraría este proceso, todos lo sabemos. Me parece bien que Pep sea partidario contratos cortos, pero seguro que recuerda lo que sucedió en sus apariciones públicas la temporada pasada, en conciertos por ejemplo, cuando aún no se había comprometido a seguir.

Las circunstancias mandan, pero corre el riesgo, presidente Rosell, de que el socio piense que cuánto hemos cambiado en apenas unas semanas. Bueno, en algunas cosas no, el club negocia con el Sevilla por Adriano...sí, brasileño. Será casualidad, es un buen futbolista.

Escrito para Sportyou

lunes, julio 12, 2010

"¡Vamos Iker, vamos Iker!"


Resulta difícil escribir algo coherente cuando tu selección acaba de ganar la Copa del Mundo. Por emocionante, por lo que se comparte con mucha gente y, por qué no decirlo, por desconocimiento de lo que supone y cómo se vive. Cualquier aficionado al deporte en España ha disfrutado la alegría de que su equipo de fútbol gane la Champions League, un título europeo, una Liga o consiga un ascenso. Lo mismo en baloncesto, y más ahora con Gasol. Los seguidores del tenis tienen a Nadal, como antes tuvieron a Arantxa, Moyá o Bruguera. Alonso en F1. Los moteros. Perico, Induráin o Contador en ciclismo. Muchas opciones para identificarse y disfrutar del deporte en el triunfo.

La España de fútbol ganó la Eurocopa hace dos años, pero ay amigos, no es lo mismo. Eso lo sabemos ahora, cuando hace un rato que Iker Casillas ha levantado ese trofeo de oro que parecía tan lejano e inalcanzable. El análisis táctico y la crónica nos llevarían a describir la paciencia irrenunciable de España, el partido de menos a más de ese genio llamado Iniesta culminado con el gol, loar de nuevo las decisiones de Vicente Del Bosque, valorar la presencia de jugadores de La Masía como Sergio y Pedro en una final cuando hace dos años malvivían en los campos de tierra de la tercera división, reconocer el trabajo holandés tapando la salida de balón de Piqué y Busquets defendiendo de manera grupal, y al mismo tiempo aborrecer las groseras patadas consentidas por un árbitro infame y el mal perder de un equipo que hoy tiró parte de su romántica leyenda al vertedero. Muchos detalles, pero hoy la parte emocional del que esto escribe lucha por no quedarse fuera del texto, con Iker como hilo conductor. Permitidme un párrafo en primera persona.

El partido en casa de unos amigos, compañeros de viaje desde casi veinte años. Con diversas sensibilidades e ideologías, pero con mucho fútbol visto en común, y con la selección más decepciones que alegrías. Cuando Sneijder engancha una pelota en medio campo, ve el desmarque de Robben y le pone el balón en una carrera que supera a Piqué recién regresado de la banda medio k.o. tras la enésima caricia holandesa, se hace el silencio. Las risas, comentarios, algún que otro exabrupto, todo desaparece. Son unos segundos eternos. No estamos ciegos y sabemos que el gol casi fulmina el sueño de campeonar. Holanda ha resistido y con ventaja en el marcador la película se torna naranja. Quedaba media hora de juego pero el momento se antojaba decisivo. En medio del pavor general, me levanto del sofá y desde dentro de algún rincón del subconsciente, desde el recuerdo que se niega a aceptar otra dolorosa derrota en un Mundial, me sale un doble "Vamos Iker, Vamos Iker". Sólo pronuncio eso, pero realmente pienso "la para, la salva, no es gol". Casillas, con el exterior del pie derecho, evita el gol. No me pondré medallas: me daba pánico el estado de forma del portero cuando comenzó el campeonato y siempre he creído que ha disfrutado de una cierta protección periodística durante toda su carrera, superior a la de otros compañeros de profesión. Pero a veces una percepción espontánea supera a la realidad e incluso a la ficción.Veterano casi por obligación, héroe desde niño, Casillas ha resultado clave también fuera del campo, ejerciendo un liderazgo real pero contenido, propio pero compartido e integrador con tipos como Puyol y Xavi, que rozan el centenar de internacionalidades y que han ganado tanto como él.

Hubo más paradas en el partido, del propio Iker y también de Stekelenburg. Pero esa jugada en cualquier otro partido de España en una Copa del Mundo hubiera sido gol o gol. Como el penalty ante Paraguay. Y hoy no lo fue. Esta noche las cosas eran distintas. Una hora de fútbol y patadas más tarde, Iniesta, en otro instante que detuvo el reloj, hacía bueno un pase Cesc para dedicar un gol a su amigo Dani Jarque y, de paso, ganar el Mundial. No tiene gol, por eso se los reserva para las grandes noches. Mejor que la de hoy, ninguna.

jueves, julio 08, 2010

La pelota sigue a España hasta la final



Vicente Del Bosque tiene el libro correcto, y no lo lee en diagonal. Cada decisión que ha tomado en este Mundial, bien antes de los partidos, bien durante su transcurso, se ha revelado como acertada. Hoy, antes de toda una semifinal de la Copa del Mundo, volvió a dar con la tecla. Introdujo a Pedro como titular en lugar de Fernando Torres y España jugó sus mejores minutos del torneo.

Se esperaba que Alemania no se encerrara como los rivales precedentes y que así el partido España resultara menos agónico. Seguramente no lo hicieron de manera voluntaria, pero el caso es que a pocos minutos de iniciado el juego los alemanes quedaron agrupados en su campo y mendigando por la pelota.

La selección mantuvo su estructura habitual con la diferencia de Pedro. Villa regresó a la posición de ariete mientras el canario se movía libre detrás suyo. Su descaro e inteligente movilidad fueron indescifrables para los defensas germanos, que ni podían abandonar su zona ni recibían demasiada ayuda de sus centrocampistas. Durante casi media hora España anuló a Alemania y rozó el gol, sobre todo con intentonas de Pedro y un par de pases profundos de Xavi que por centímetros no recogió Villa.

El gol no llegó pero España, en la enésima demostración de madurez del equipo, esperó y tuvo paciencia. Ante Portugal pasaron setenta minutos para marcar, ochenta y tres frente a Paraguay. Pero el estilo y la manera de jugar no se podían abandonar tan cerca de llegar a la Ítaca sudafricana. El dominio en a segunda parte se acentuó, y Alemania sólo podía oponer los exquisitos saques de esquina de Özil.

Para sorpresa general, lo que no consiguió el juego por el césped llegó, precisamente, tras un córner. Rosca abierta de Xavi y, desde el borde del área, avanzando como si fuera la última jugada de su carrera, obviando el contacto con Piqué que buscaba la misma pelota, girando ese cuello que soporta una cabeza que hace diez años se negó a marcharse cedido a Málaga para ser un jugador del FC Barcelona, en un vuelo imparable Carles Puyol conectaba el salvoconducto de España a la entrada de la eternidad futbolística. Justo premio para un jugador de los de antes, comprometido con su profesión, un verdadero escudo humano para todos los compañeros que han compartido trinchera y vestuario con él. Un gregario de lujo cuyo rostro tras el gol, más emoción que alegría, mostró al mundo una maravillosa incredulidad del que sabe vive el momento de su vida.

La fe en un estilo, la paciencia y la serena sabiduría de un entrenador se han combinado para alumbrar a un equipo diferente a los demás, que en pleno siglo XXI recoge las esencias de este deporte, todas ellas alrededor de un balón. La actuación individual de cada uno de ellos fue irreprochable. Pueden sin duda repetirla el domingo, confirmando que el resultado suele llegar acompañado de fútbol.

miércoles, julio 07, 2010

Un Mundial buscando el hueco


Primero, en la Historia de la Copa del Mundo y por tanto del fútbol. Esta noche la selección española jugará su primera semifinal real, con el formato actual de liguilla y eliminatorias desde octavos, lo que supone obviamente estar a noventa minutos de la final, del partido perfecto.

Y después, en el césped, durante cada hora y media de juego. Como cuenta Xavi Hernández, en una magnífica entrevista de Luis Martín hoy en el diario El País, España lleva todo el torneo en una búsqueda permanente del espacio, de ese momento en el que el talento de los mejores futbolistas del equipo se combina para eliminar al rival y ofrecer a Villa la oportunidad de hacer el gol.

Suiza, Honduras, Chile y Paraguay en ningún momento pensaron en jugar al fútbol, cada uno con sus propias limitaciones y también con sus esforzadas virtudes. Los cuatro pensaron únicamente en limitar el caudal español, en evitar que la selección jugara. Desde luego que no se puede pretender que rivales inferiores en todo te extiendan una alfombra roja para que les golees sin dificultad, pero la obsesión por limitar el juego de Xavi e Iniesta, por encima de todo, ha resultado manifiesta.

España, salvo momentos muy concretos, no ha alcanzado el nivel de fútbol rápido e imaginativo que se esperaba y que se recuerda, con memoria muy selectiva, desde la Eurocopa 2008. Sin embargo, debe concederse todo el mérito a este equipo. Xavi no está cansado, no ha brillado por mérito de las abundantes estructuras defensivas de los adversarios. Sin embargo nadie ha tocado más balón que él, lo cual para empezar significa que el juego queda lejos de Casillas; no lo olvidemos, España ha recibido dos goles en cinco partidos, contando el surrealista e imprevisible encajado ante Suiza.

Ante una selección potente como Portugal, con buenos centrocampistas, expertos defensores y una estrella de la categoría de Cristiano Ronaldo, más de lo mismo. Cerrojo con una decena de futbolistas tras el balón y esperanzas baldías de contragolpe. Pero esta noche debería ser otra historia para España. Alemania no ha jugado así en el Mundial. Su propuesta ha sido propia, aprovechando eso sí las facilidades que les concedieron Inglaterra y Argentina para exprimir su talento de juego rápido y a la espalda. Hoy Löw deberá reemplazar a Müller, sancionado. Por mucho que lo niegue, seguro que le ronda por la cabeza la tentación de sustituirlo por más músculo en el medio, para apoyar a Khedira y a Schweinsteiger. Özil está para otras cosas y Podolski es un solista. Sabe que si España encuentra el hueco, aunque sólo sea una vez, estará perdido.

domingo, julio 04, 2010

A semifinales atravesando el caos


Guerra avisada no mata gente. Añadiendo el precedente de Chile, España estaba preparada. Sabía lo que se iba a encontrar con Paraguay: equipo muy físico, potente y extremadamente defensivo. Del Bosque, pretendiendo ensanchar el campo, envió de inicio a Torres por la izquierda, Iniesta por la derecha y Villa por el centro, intentando que el rival no pudiera encerrarse en torno a sus centrales y mediocentros. Sin embargo lo que se encontró España fue sí, todo eso, pero además una sorpresa: Paraguay presionaba muy arriba, adelantaba la defensa e impedía cualquier acción colectiva o individual de la selección.

Sin ganar los uno contra uno, el juego español moría siempre al borde del área paraguaya, con lo que la acción de balón largo, desde Casillas o Piqué comenzó a adquirir protagonismo. Con el mismo resultado, ninguno. Había que tener paciencia, lo sabían, pero la incomodidad sobre el césped era manifiesta.

Fernando Torres, uno de los más desafortunados en los balones divididos, ya había sido sustituido por Cesc cuando Piqué perdía la posición y agarraba en el área a Cardozo de manera tan evidente que el árbitro tuvo que pitar penalty. Un Tourmalet para España, con el fantasma de Suiza golpeando en el armario, tener que remontar a un equipo comodísimo en su papel y con el delantero centro titular camino de la ducha. Pero Casillas, previa indicación de Reina, por confesión propia, se lanzó al lado correcto y detuvo el lanzamiento. Se desataba el caos.

Con los paraguayos aún sin dar crédito, Villa le gana un desmarque a Alcaraz y le ayuda al contacto. Penalty. No lo tira el '7', tras el fallo ante Honduras. Lo hace en su lugar Xabi Alonso, que le había marcado un estupendo penal en el Calderón ante Argentina en el pasado amistoso. Gol. ¿Gol? El árbitro guatemalteco considera que algún español ha entrado en el área antes de tiempo. Mucho menos que en el que falla Cardozo. Alonso tiene que repetir y falla. Cesc recoge el rebote y es derribado por Villar, pero ya se había terminado la sesión de tiro al blanco desde los once metros.

La excitación de esos cinco minutos pareció inyectar gasolina en los futbolistas. Cesc, sin estar en su mejor versión física y anímica, y el cansancio de Paraguay ayudaban a que España encontrara por fin la rendija. Realmente, a lo que conducía la percepción del partido era, más que otra cosa, a una prórroga.

Esta vez, Del Bosque no recurrió a Llorente y apostó por Pedro, jugador con gol y templado en los finales agónicos. Y acertó. Dejó a Busquets, de nuevo impecable, solo por delante de la defensa, y los demás encontraron mejores espacios. Iniciada por Xavi, Iniesta agarró la pelota y tras un slalom para él sencillo, parecido al de Roma, dejó a Pedrito delante del portero. Era gol o gol, pero el palo repelió el balón...a pies de Villa, que necesitó golpear de nuevo en el palo (en los dos) para cantar el tanto y la victoria de España. Quedaban siete minutos y la selección se quedó la pelota mientras se apagaron.

España supera de manera definitiva con este gol de Villa y la mochila de la Eurocopa su tradición perdedora en los Mundiales. Era lo único que faltaba, y unas semifinales son una cosa muy seria. Desde 1970, todas las finales se las han repartido entre Brasil, Italia, Francia, Alemania, Holanda y Argentina. De ellos, cuatro ya van de regreso a casa desde Sudáfrica. Es la hora. El estilo sabe competir.

sábado, julio 03, 2010

Alemania abusa de las dos Argentinas


Le ocurrió a Argentina frente a México en el partido de octavos de final; pese a que Maradona reconoció que efectivamente habían perdido la batalla en el mediocampo y con ella la pelota, y que eso no podía volver a pasar, no fueron capaces de solucionarlo ante Alemania.

Pretender competir en las rondas finales de la Copa del Mundo con Mascherano solo en el centro, con Maxi por la derecha, Di María por la izquierda pero desde lejos, y obligar a Messi a jugar prácticamente en campo propio, es una verdadera osadía. Con cuatro defensas que son incapaces con el balón en los pies y tampoco pueden apoyar en el inicio del juego (sirva Piqué para ilustrar este argumento), la misión se antojaba casi imposible. Por no hablar de cómo defendieron. Demichelis se cubrió de gloria cuando el otro día se reía de los errores de John Terry y decía que si jugara un partido como el del capitán del Chelsea, él no podría regresar a Argentina. A partir de hoy ya puede comprobarlo.

Maradona ha controlado todos los aspectos de su selección de muy buena manera durante la concentración argentina: motivación, relación con los medios atrayendo para él toda la atención, identificación de los futbolistas con el objetivo. Todos menos uno, el futbolístico. Decidió prescindir de Verón, mayor y criticado pero verdadero enlace con Messi, para dar continuidad a Maxi, que no fue ni carne ni pescado. A Di María, totalmente desaprovechado, nadie le dijo qué esperaban de él, si ser interior o izquierdo, y ha debido ser el futbolista del Mundial que más jugadas ha intentado y menos ha finalizado. Dos equipos de cinco jugadores cada uno, para atacar y para defender, pero sin ningún tipo de interconexión ni solidaridad entre ambos. Sí emocional, pero no en lo futbolístico.

Argentina recibió el primer gol a balón parado, nada más empezar el partido, y, progresivamente, cayó en la misma estupefacción que ayer Brasil. Ni lo esperaban ni le encontraron remedio. Maradona, paralizado en el banquillo, o no se dio cuenta de lo que pasaba o apuró demasiado con el reloj para los cambios. Partidos en dos desde el comienzo, los argentinos llegaron a la portería alemana sólo en un par de pases en profundidad de Messi. Tévez e Higuaín, siempre imprecisos, apenas chutaron a puerta buscando la parte más débil de su rival, el portero Neuer. En la segunda parte, durante los primeros veinte minutos jugaron un cara o cruz, con la fortuna de que Alemania ya no buscaba, como en el primer período, sus habituales transiciones ofensivas. Cuando el equipo de Löw parecía entrar en dudas, cazó el segundo gol y, a partir de ahí, el partido fue un calco al de Inglaterra. Con espacios, destrozó a su desmoralizado rival. No hubo tiempo para Verón, Pastore, Agüero o Milito. Messi, por su parte, abandona el Mundial sin marcar, pero siendo partícipe en casi todos los goles de su equipo en el campeonato y haciendo más kilómetros y remates que cualquiera de sus compañeros. Pese al fracaso, que se une a su irrelevancia en Alemania 2006, el torneo sudafricano debe servir para que en Argentina comprendan que Leo sí es Lio, que es el mismo futbolista, que puede marcar un gol (o varios) sin ayuda de nadie, pero no ganar partidos ni mucho menos campeonatos. Si esperan que recoja el balón en mediocampo, lo suba al área, lo remate y asista a los compañeros, al menos que lo dejen en punta con una buena estructura defensiva por detrás.

Alemania continúa disimulando. No tiene grandes nombres, su portero provoca dudas y la defensa no es la más contundente del Mundial. Por momentos se desconecta de los partidos, como le ocurrió ante Serbia, en muchos minutos ante Inglaterra cuando Lampard empataba el partido tras un 0-2 pese a que el gol nunca subió al marcador, también hoy en los inicios de la primera mitad. Pero con la pelota y con espacios, es dañina. Sin aprovechar ni siquiera todos los contragolpes, cuatro goles a Inglaterra y otros cuatro a Argentina. Eso no puede ser casualidad. Tiene lanzadores, como Özil (en corto) y Podolski (más en largo), llegadores como Müller y un delantero que conoce su oficio, Klose. Todos ellos sostenidos por el doble pivote más decente del Mundial, Khedira y sobre todo Schweinsteiger, que está jugando el mejor fútbol de su carrera. Juegan el mejor fútbol alemán de las dos últimas décadas, y seguramente con menos mimbres. Ante España, seamos optimistas, no encontrará esos huecos ni tanto balón. Interesante ver cómo responden a ese reto.

Holanda, la naranja accidental

En los tres precedentes que el Holanda vs Brasil tenía hasta hoy en la historia de la Copa del Mundo, la selección holandesa ganó una y perdió las otras dos, pero siempre jugó bien al fútbol, en su vertiente ofensiva y también con sus habituales dosis de ingenuidad.

En Sudáfrica las cosas cambiaron. En los primeros cuarenta y cinco minutos, Holanda fue zarandeada de buena manera por Brasil. Parecían rivales de divisiones distintas, más que por el fútbol, por la aparente diferencia física entre ambos. El ritmo cansino con el que Holanda tuvo suficiente para ganar consecutivamente a Dinamarca, Japón y Camerún no valía para nada. La defensa de ayudas de los seis pretorianos brasileños cortaban cualquier ataque. Y atrás tampoco eran capaces de controlar a Kaká, Dani Alves y Robinho. El gol de ex jugador del Real Madrid que reflejaba el marcador al descanso fue incluso corto.

Brasil, si nos fijamos con detenimiento en la celebración del gol de Robinho, estaba convencida de su invulnerabilidad. A base de repetirlo Dunga y los medios informativos, terminaron por créerselo. Pero una pelota de fútbol despedida por el aire puede hacer añicos cualquier trabajo táctico de años. No a largo plazo, sí en un partido concreto. Y ese balón que Felipe Melo, sobre una mala salida de Julio César, envió a su propia red en el minuto cincuenta y cinco, desencadenó el azar del fútbol.

Los brasileños no supieron encajar el gol. Mentalmente. Ni lo esperaban ni sabían qué hacer en ese caso. Y sólo pudieron combatir su frustración elevando los niveles de agresividad. Mucho más cuando, en una jugada de esas de balón parado que Dunga había convertido en un frecuente recurso para ellos, encajaron el segundo gol. Sneijder...de cabeza tras peinada de Kuyt. La absurda y estúpida expulsión de Melo dejó a Brasil en estado de shock del que ya no pudieron despertar.

Los méritos en la victoria se convierten en críticas y justificaciones en la derrota cuando se vive abrazado al resultado. Dunga merece ese juicio, pero su equipo perdió hoy por una sucesión de accidentes. No fue inferior a su rival y sin embargo pudo terminar goleado. Ver a Kaká sonreir y celebrar con Bastos que han cometido una falta parando un ataque holandés, cuando acto seguido esa jugada se convierte en gol en contra, es una casualidad. Que el mejor portero del mundo llore desconsolado por una jugada que siendo un error no resulta grosera, no es habitual ni lógico. Brasil se inmoló en su propio terreno, en las mejores circunstancias con un gol a favor.

Holanda no es un mal equipo. Seguramente, todo lo contrario. Tiene paciencia, aparenta conocer sus limitaciones y no pasarse de la raya. Pero su fútbol es plano. La incapacidad creativa del dúo De Jong & Van Bommel obliga a Sneijder a generar todo el juego, a intentar que Robben y Van Persie toquen de manera frecuente la pelota. Con Van der Vaart en el banquillo. Con Kuyt, ex ariete convertido en peón. Demasiado poco para un equipo que arrastra, de manera (supongo) orgullosa, una historia de fútbol revolucionario. Que este equipo esté a noventa minutos frente a Uruguay (y sin Luis Suárez) de jugar una final de un Mundial, cosa que no lograron Van Basten, Gullit, Rijkaard, Koeman o Bergkamp, es, lamentablemente, algo muy parecido a un accidente.
 
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