miércoles, octubre 20, 2010

AC Milan, el increíble equipo menguante


En 1986 Silvio Berlusconi ya había sido fundador de la logia secreta P-2 (Propaganda Due) y se ocupaba, con frenética efervescencia, en construir un imperio mediático que en pocos años le daría tanto rédito como para convertirse en primer ministro. Pero en Italia nada es tan sencillo de explicar como parece, y comprar un popular equipo de fútbol puede ser una buena idea para obtener prestigio y, sobre todo, protagonismo. Muchos multimillonarios árabes o estadounidenses se dan cuenta ahora; Berlusconi, las cosas como son, lo hizo hace veinticuatro años.

Por entonces, el AC Milan visitaba la serie B, a veces por méritos (deméritos) deportivos, a veces por escándalos como el Totonero. Berlusconi aportó dinero pero, sobre todo, la obligación de profesionalidad y una innegable audacia futbolística: en 1987 entregó la dirección deportiva del equipo a un semidesconocido entrenador que sorprendía al calcio con sus tácticas de pressing y fuera de juego agresivo en el Parma, llamado Arrigo Sacchi. Los inicios no fueron fáciles, eliminación en la Copa de la UEFA por el RCD Español de Javi Clemente o la pesadilla bajo la niebla de Belgrado incluídas, pero en esa primera temporada el equipo le ganaba el scudetto al Napoli de Maradona e iniciaba una tiránica dominación sobre todo en Europa, ganando el máximo título continental en 1989 y 1990 con un equipo irrepetible.

A partir de 1991 Fabio Capello aportó continuidad al trabajo de Sacchi. Quizá no innovó como su precedesor, pero la cosecha de títulos fue irreprochable, recuperando la hegemonía en Italia con las ligas del 92, 93, 94 y 96, y contribuyendo de manera ya definitiva a incluir al club en la élite europea con la Champions League de 1994. Aquel triunfo, por lo que supuso, el fin del orgulloso Barça de Johan Cruyff (y cómo, con aquel brutal 4-0 en Atenas), y la siguiente final, esta vez perdida ante el emergente Ajax de Van Gaal, culminaron diez años de impecable progresión y excelencia futbolística.

Uno de los mejores legados que dejó esta etapa a los siguientes ocupantes del vestuario milanista fue la metodología en el trabajo táctico y físico, concretándose en 2002 con la creación del Milan Lab. Jugadores como Maldini y Costacurta alargaron sus carreras hasta los límites de la edad y el club se mantuvo regularmente en la élite con Carlo Ancelotti en el banquillo. Ocho temporadas de Carletto, con incesantes rumores según avanzaban los años de "consejos", "recomendaciones", "opiniones" de Berlusconi (verbalizadas a través de Galliani o directamente por el propio Silvio) al respeto de la parcela deportiva: alineaciones, tácticas y, sobre todo, fichajes. Ancelotti se cansa en 2009 y se marcha al Chelsea. Leonardo le sustituye pero topa con las mismas rémoras. El virus está inoculado.

La metodología científica da paso a la intuición más populista. Jugadores en plena decadencia como Ronaldinho, Zambrotta o Nesta, veteranos con dignidad pero sin capacidad competitiva contínua como Seedorf, Pirlo o Gattuso, fichajes discutibles como Robinho e Ibrahimovic pasan a formar la columna vertebral del equipo. El Milan pierde sus referentes. Volvemos al principio del post, en el que hablábamos de que en Italia "no hay verdad", como escribía Leonardo Sciascia, citado por Enric González en su reciente Historias de Roma. En los cafés de Milan se discute sobre si los fichajes, si los mediáticos pero ya poco resolutivos actuales futbolistas del equipo sólo sirven como escaparate, como opio para pueblo pensando en las próximas elecciones a la República donde don Silvio aspira a la reelección. Quizá. Desde luego la imagen ofrecida ayer por el once de Allegri invitan a creérselo. La temporada pasada el Milan ganó 2-3 en el Bernábeu dando una imagen regular y una impresión inconsistente. Pato tuvo su noche y lo aprovecharon. Ayer fue aún peor. Una de las jugadas paradigmáticas del partido fue ese contragolpe mal terminado por Di María en el que cinco futbolistas del Madrid llegan al área ante la oposición de solo dos defensores rossoneri. Sacrilegio para cualquier equipo puntero, ya no digamos italiano e impensable si recordamos a unos caballeros llamados Franco Baresi y Paolo Maldini.

El programa Fiebre Maldini ofrecía el lunes imágenes de cómo se estructuraba este Milan ante el Chievo en el partido del fin de semana; los tres delanteros inmóviles en medio campo, Seedorf y Pirlo sólo ocupando posiciones (que no defendiéndolas), Gattuso corriendo mientras le dan los pulmones y los cuatro defensas solos ante el peligro. Imposible competir si el ritmo es medianamente elevado. Cada equipo histórico del fútbol europeo tiene un pasado aprovechable, más o menos cercano en el tiempo, y es lo mejor a lo que agarrarse cuando se pierde pujanza o no se adivina la siguiente decisión. El Milan lo tiene reciente. O lo recupera o continuará dejándose su bien ganado prestigio a paladas como anoche en Chamartín.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

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