En los cuatro primeros minutos del partido el
FC Barcelona concentró todas sus virtudes, todas las características futbolísticas que le definen como equipo en una esencia irrefrenable hasta que obtuvo el gol. Sacó de centro, monopolizó el balón y se lanzó enfebrecido a recuperarlo a setenta metros de la portería de Valdés cuando lo perdió. La continuidad del juego era lineal incluso cuando un pase terminaba en pies de un jugador sevillista. Seguramente no volvió a crear peligro hasta el segundo gol en el 24', pero en la búsqueda ese tanto inicial, que también quiso sin éxito ante Hércules y Mallorca, el equipo exhibió la demolición pública de un rival, más moral que incluso futbolística.
El Barça del triplete jugaba maravillosamente y además era muy contundente. Hoy jugó ese equipo, con los cambios de
Villa por
Eto'o y
Pedro por
Henry. La inclusión del canario, independientemente de sus rachas goleadoras, añade al engranaje azulgrana del medio campo una pieza más. Ya estaba el ancla posicional de
Busquets, la sutileza y el conocimiento del juego de
Xavi e
Iniesta a las que se unen con cada vez más frecuencia los apoyos de
Messi, descolgado para combinar y listo para arrancar hacia el gol. Pero
Pedro colabora en todo. Defiende, abre huecos y ofrece desmarques, ayuda a que el ataque sea impredecible sobre todo posicionalmente. También participa como un centrocampista más cuando toca. Una inteligencia futbolística enorme, quien sabe si nativa de los campos de tercera división o si pulida por
Guardiola. Mezca de ambas, quizá.
El actual Barça se explica en toda su amplitud en la manera en que ataca y juega el balón. Incluso para defender, como Guardiola reconocía en la rueda de prensa, argumentando que la presión adelantada es efectiva sólo cuando el equipo es corto y que ésto es a su vez consecuencia de asegurar los pases. Sólo Messi tiene licencia para conducir, por razones obvias. El resto continúa añadiendo brillo a un magnífico trabajo en cadena.
2 comentarios:
Virtudes que no demostró contra un equipo ambicioso como el Copenhague...
Pedro es un jugador raro, como lo es Raúl, sin ánimo de compararlos. Los dos apenas destacan en algo, pero, extrañamente, rinden en todas las facetas del juego.
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