sábado, noviembre 20, 2010

Almería vs FCB: Competir es un estado de ánimo

Competir en un campo de fútbol no depende exclusivamente del nombre y apellido de los futbolistas alineados. El propio FC Barcelona es un buen ejemplo, cuando en las temporadas 2006-2007 y 2007-2008, con Valdés, Puyol, Xavi, Iniesta, Deco, Ronaldinho, Messi o Eto’o en plantilla, fueron incapaces de mantener la tensión competitiva que les había conducido a obtener dos Ligas BBVA y la Champions League de París sólo dos años antes.

Hoy, el Almeria de Lillo, con todos sus titulares, simplemente no lo hizo. Sobre el papel, en la pizarra, en las previas del diario, el 4-4-2 en rombo con el que inició el equipo andaluz el partido quedaba muy bien. Parecía solvente. Académico. Grupo junto, defensa adelantada, centrocampistas discutiendo el balón a los pequeños del Barça, laterales irrumpiendo por sorpresa y dos delanteros abastecidos por Corona desde la mediapunta. Pero cuando el balón comenzó a rodar, siempre entre los pies barcelonistas, el Almería fue un conjunto condenado, sin fe, sin deseo ni confianza en lo previsto en el vestuario, contemplativo, derrotado de antemano en espíritu y en actos, colaborando activamente en dos de los cinco goles que el campeón anotó en la primera mitad.

El Barcelona consiguió su sexta victoria consecutiva fuera de casa y batió el mejor arranque liguero de su historia (superando el inicio del equipo del triplete que tras tropezar con Numancia y Racing arrasó con todo), pero no  jugó mejor que en el Vicente Calderón o en San Mamés. Tocó como siempre, pero no necesitó forzar para alcanzar la portería, marcando goles casi sin querer. Sin embargo Messi, que no hace prisioneros, logró, con 23 años, anotar su gol número cien (sólo en Liga) con 23 años, desde aquella vaselina al Albacete que algún día, en unas décadas, se rememorará como el comienzo de algo muy grande. El centenario fue desde fuera del área, para variar, en una suerte que en general todos los delanteros barcelonistas deberían ejecutar con más frecuencia.


La segunda parte, ya sin Xavi e Iniesta, lógicamente cambiados y guardados para contiendas más exigentes, sirvió para ver a Thiago Alcántara, para que Messi consiguiera su enésimo hat trick pero también tuviera tiempo para rehabilitar a base de pases de gol a Bojan, ante su equipo fetiche. Para Fontás, debutante como titular en Liga BBVA, resultó un cómodo ejercicio en el que no fue exigido defensivamente y pudo mostrar su seguridad y tranquilidad sacando el balón jugado. Menos agradable fue fijarse en el rostro de Diego Alves, estupendo portero que habitualmente amarga a los delanteros azulgrana, encajando ocho goles impotente al borde casi de las lágrimas.

No tengo dudas de que Lillo ha resultado fundamental en la formación como entrenador de Guardiola, según reconoció públicamente el entrenador azulgrana. Pero, coincidiendo con palabras similares de Joaquín Caparrós hoy en El País, una característica capital en un entrenador es la capacidad de motivación de sus futbolistas. Desde que se encarga del primer equipo, Guardiola lo ha conseguido casi siempre; hoy Lillo no fue ni remotamente capaz de hacer creer a sus jugadores que, al menos, formaban parte de la misma división futbolística que su rival. Lógico si le cuesta el puesto.

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