lunes, diciembre 19, 2011

FC Barcelona, el depredador amable



Belleza y estética.  Orden y jerarquía. Rigor y competitividad. Puntos, victorias y títulos. Historia y memoria colectiva. El FC Barcelona dota de contenido ese concepto ya real del círculo virtuoso y acaba de cerrar en Tokio su segundo ciclo impecable de Liga, Champions League y Mundial Clubs de la mejor manera posible, con un juego incontestable que dejó boquiabierto al Santos y por extensión al resto del planeta fútbol.

En una primera parte espectacular, comparable a Wembley o a cualquiera de esas noches que por la abundancia corren el riesgo de quedar archivadas bajo el laurel del triunfo habitual,  el equipo azulgrana dominó y disfrutó a partes iguales, relegando a Neymar, Ganso y compañía a un cruel papel de comparsas espectadores. Y es que el Barcelona ha convertido los partidos grandes en el recreo de un jardín de infancia, en su interpretación más amplia.

Alrededor del mejor de la clase, Messi, los demás se despliegan con tal naturalidad que convierten en sencilla y cotidiana la enorme dificultad del juego al primer-segundo toque, del desmarque para distraer, de la interminable sucesión de contactos con la pelota, a veces de lado a lado, a veces en apenas imperceptibles apoyos cercanos, casi en centímetros, pero que logran una y otra vez su triple objetivo: crear peligro, defender con el balón y frustrar al rival. La magnitud de este equipo es tal que Xavi e Iniesta no son los mejores indiscutibles, Alves no es la estrella principal, Fàbregas no es ni requerido para la construcción o Alexis Sánchez puede quedar reservado por unas ligeras molestias musculares. 

Sin embargo, la amabilidad del estilo y la habitualidad cercana, de la calle, de ese rondo perpetuo no debería esconder la otra cara de este equipo, esa manera suave pero implacable de reducir casi cualquier rival a la nada, de obligar a obviar el análisis del contrario porque apenas dispone de balón,  una competitividad extrema, ese egoísmo también propio de los niños que cuando se enfadan agarran la pelota y se la llevan a casa. La forma en la que se adelantan, plantan la defensa en el medio campo y empotran al rival contra su propia portería combina la idea de Rinus Michels en la Holanda y el Ajax de los años 70 con el achique implacable del Milan de Sacchi

Guardiola continúa apoyándose y repasando el pasado para construir y reinterpretar el futuro. Aprovechar la experiencia para desentrañar los nuevos retos a los que cualquier equipo Campeón, y más si recorre ya su cuarta temporada exitosa, debe enfrentarse. Dificultades propuestas por los rivales y también el fantasma de la complacencia. Cambiar para mantenerse. Conservar y acentuar la esencia para evolucionar el estilo. No, no estaba todo inventado en el fútbol.

martes, diciembre 13, 2011

Auditoría Mourinho

Aquello del puntaje fue una de las letanías, entre otros muchos y conocidos factores, que condenó a Manuel Pellegrini a no continuar en el banquillo del Real Madrid. Más bien, lo que le hizo perder apoyo mediático, porque institucional nunca lo tuvo. Frente al fútbol del Barça, su equipo opuso bastante más que puntos, pero quizá no tuvo la habilidad para revalorizar sus virtudes públicamente.

Hoy, José Mourinho presumió de puntos en Champions League y en Liga, para equipararse después a Miguel Muñoz y no mostrar preocupación tras el reciente 1-3: "No cambiaría nuestra situación con nadie, con nadie". No es descabellado. Es más, hace bien en recomendar, a su manera, tranquilidad al entorno madridista, nervioso tras el desenlace del clásico, convencido en su mayoría de que las cosas serían, por fin esta vez, diferentes.

Mourinho, por más que sea obvio no es menos necesario recordarlo, es un magnífico entrenador de fútbol. O manager. Pero, al menos en su etapa madridista, parece más empeñado en enviar mensajes, más o menos velados, que en solventar los problemas que le devuelve el césped hacia el banquillo. Es paradigmático que Guardiola haga hincapié en la cantidad de pases perdidos en el medio campo por su equipo y Mourinho fundamente su conclusión del partido en "la suerte". Es infantil felicitar al portero propio por sus paradas y convertir las del guardameta contrario en carambolas. Es preocupante el estado de excitación con el que reclamó faltas al árbitro, como poco desaconsejable a la hora de analizar un rival que te está planteando constantes modificaciones tácticas en un mismo partido. Es dramático, si es cierto lo publicado por El Confidencial, decir a un vestuario derrotado: "Aquí está la manera de jugar que queríais. Este es el resultado”. Es ejemplarizante verle señalar a Özil justo después de escuchar a Guardiola defender a Valdés tras su lamentable error.

No se trata de que unos sean buenos ni otros malos, sino de nivel de exigencia. Mourinho siempre fue, como Guardiola, un entrenador intervencionista en el campo, más allá de los caracteres particulares en sala de prensa. Nunca pareció condicionado ni mediatizado; si tenía que recuperar el catenaccio de Helenio Herrera en el Inter para obtener el premio de una final europea, lo hacía. Si por momentos consideraba que lo mejor era que su equipo inglés, el Chelsea, jugara a la contra, allí desplegaba a Duff y Robben. Pero hoy parece distraído y ofuscado. Su análisis para toda esa gente que ayer quedó frustrada y decepcionada en el estadio y por tv, "Somos líderes". Eso ya lo saben, entrenador. La Copa del Rey no es suficiente. Los ultras le seguirán aclamando, pero los cheques en blanco en el fútbol solo son económicos. Seguro que en su despacho y con sus ayudantes, el estudio es profundo y detallado. Tras ocho partidos contra FC Barcelona y una única victoria, lo necesita más que nunca.

Posdata: Es francamente decepcionante escuchar a Sandro Rosell, casi siempre mudo, casi siempre patéticamente conciliador y sumiso, dejarse llevar y hablar de "baño" en casa del eterno rival. Al tiempo, los que pudieron verlo se mostraron sorprendidos por el nervioso comportamiento de Florentino Pérez en el antepalco del Bernabéu al terminar el partido. Más de mil millones de presupuesto en manos de forofos.

'Quinteto para clarinete', por Martí Perarnau
'El coleccionista de ciclos', por Kantinu

domingo, diciembre 11, 2011

Enjoy Iniesta



"Esperaba que nos costaría más"; así contestó Guardiola una de las primeras preguntas en la rueda de prensa post partido, referente a la dificultad prevista para sacar el balón jugado de atrás frente a la presión alta del Real Madrid. Quizá el error de Valdés, que obsequió al equipo local con un gol en apenas medio minuto, satisfizo demasiado al Madrid de entrada y la ambición con la que afrontó en agosto la Supercopa quedó rebajada y convertida en una cierta indefinición. Agresividad en la disputa del balón pero no en los movimientos globales como equipo.

Cristiano, fuera de foco como casi siempre contra el Barça, pudo marcar, como antes Messi, pero fue Alexis tras el enésimo eslalon de Leo el que encontró portería. Resultan cuanto menos sorprendentes esas opiniones que señalan a Messi como una pieza que en ocasiones interrumpe la dinamo de toque del juego barcelonista. Aceleración o pausa, regate o pase, remate o asistencia, casi siempre elige bien pero sobre todo y más importante, siempre está disponible, sobre todo cuando el equipo más lo necesita.

Guardiola estaba como loco por jugar con los tres defensas atrás. El gol le proporcionó la excusa que necesitaba y, con Alves de comodín pero siempre en posiciones muy adelantadas, afrontaba el resto del partido asumiendo los riesgos de duelos una contra uno ante los delanteros del Madrid. No sufrió demasiado pero por el contrario y con cierta sorpresa perdía demasiados balones en medio campo. Xavi, Fábregas, Piqué evidenciando que aún no tiene su autoridad habitual, se mostraban incómodos e inseguros. Demasiada ida y venida, producida por esas pérdidas frecuentes. Sin embargo, nunca renunció a su personalidad. Con ocho futbolistas de la cantera en la alineación, el balón llegaba de nuevo a Valdés, una y otra vez, pese a su grave error, y poco a poco el contacto frecuente con la pelota aportaba la confianza necesaria para remontar el marcador.

En la segunda parte, aparentemente todo comenzaba igual, pero hubo un cambio fundamental: Iniesta; demasiado escorado en la banda izquierda en el primer acto, emergió como el gigante futbolístico que es. Partiendo de ese lado izquierdo pero con una presencia total por todo el frente de ataque, gobernó el partido con una facilidad casi insultante. Alrededor de su estela, creció Xavi, que encontró el gol con fortuna pero buscada al llegar a esas cercanías de área, continuó Messi, percutió Alves y marcó Fàbregas. Esta vez Dani Alves sí optimizó sus cualidades en esa posición más adelantada, en ese matiz tan dífícil de intrepretar que es el llegar pero no estar y cuajó una magnífica actuación.

La diferencia futbolística entre los dos equipos continúa siendo importante, pero el Barça necesitaba plasmarla necesariamente en el marcador ante la distancia clasificatoria con la que afrontaba el partido. Nueve puntos no eran insalvables pero sí parecían demasiados. Fue reconocible, siempre identificable, con la posesión pero también sin ella, con Puyol como elemento fundamental en los momentos difíciles. Insuperable en los duelos individuales, continúa en la élite. Con él y Piqué juntos jamás perdió el Barça, en casi sesenta partidos.

El Madrid terminó triste y decepcionado. Derrotado pero sobre todo confuso en su búsqueda de argumentos. Pensaba que estaba más cerca del Barça y terminó un poco más lejos. Antes del gol de Fábregas pudo empatar con un cabezazo de Cristiano, pero al tiempo es justo reconocer que se expuso a recibir una goleada mayor en la segunda parte. Algunos de sus futbolistas evidenciaron que no suman a sus condiciones físicas demasiado conocimiento del juego, y contra un Barça tan abierto resulta imprescindible. La Liga está empatada, estamos en diciembre. Nadie ha perdido nada, el show debe continuar, aunque el Barça demostró tener mucho mejor aprendido el camino, siempre buscando hacer sonar la campana, la iniciativa como argumento irrenunciable.

Foto, Sportyou

viernes, diciembre 02, 2011

Auge y caída del Imperio Cruyffista



Un motín de los jugadores contra el Presidente Núñez con pagos a Hacienda como trasfondo, una Liga ganada en toda la década de los ochenta (y otra en los setenta), descrédito institucional, continuo victimismo arbitral como causa de casi todos los males, habitual  desaprovechamiento de las mejores figuras del momento y presentes aún los efectos depresivos de la derrota en Sevilla frente al Steaua de Bucarest y aquella infausta tanda penaltis. 

Ese desolador panorama fue todo lo que se encontró Johan Cruyff a su llegada al banquillo del FC Barcelona, en 1988, tres lustros después de su debut como jugador azulgrana.
Quizá sin esa situación que envolvía al club, Núñez nunca le hubiera fichado. Quizá, sin la posibilidad de ejecutar sus planes con absoluta libertad, dado el pobre listón deportivo, Cruyff nunca hubiera aceptado el trabajo. El caso es que el holandés lo hizo y cambió la historia del club para siempre. “El futuro en sus manos”, tituló por entonces el diario Mundo Deportivo, en una combinación no disimulada de escepticismo y esperanza. 

Cruyff depuró el vestuario con un estilo casi soviético.  Solo nueve futbolistas que ya estaban continuaron, entre ellos históricos como Migueli, Carrasco o Julio Alberto, que solo lo hicieron mientras se resolvían sus contratos e indemnizaciones correspondientes.  Años más tarde, pasados esos turbulentos días, los dos últimos reiteraron (y reiteran siempre que les preguntan) su admiración por el entrenador que liquidó su trayectoria como barcelonistas. 

Todas esas bajas resultaron sustituidas por canteranos cuyo papel sería importante como Amor o Milla y, sobre todo, por una gran inversión (más de dos mil millones de pesetas de la época) en fichajes de jugadores españoles, en tiempos pre-Bosman y sin la inflación que pronto casi impediría a los dos grandes comprar futbolistas nacionales. Casualidad o no, muchos de los elegidos fueron vascos; Bakero, Beguiristáin y Julio Salinas, entre ellos, formaron parte del núcleo duro del nuevo Barça, con ciertas dudas iniciales al respecto de su rápida adaptación al inminente estilo made in Rinus Michels. Jugadores de acusada personalidad como Lineker, Zubizarreta, Alexanko y Roberto Fernández, defensas competentes como Rekarte, Serna o Aloisio y dosis de talento con Valverde, Soler, Eusebio, y el equipo estaba hecho. Si funcionaría o no eso era otro cantar. 

No había tiempo, así que Cruyff no lo perdió. Desde el primer amistoso, defensa de 3, Luis Milla, 22 años, dirigiendo el equipo desde esa nueva posición de ‘4’ o medio centro único por delante de los defensas, interiores, media punta, dos extremos pisando irrenunciablemente la cal y un delantero casi siempre móvil lejos del habitual paradigma de ariete clásico y rematador. 

Lección de periodismo: De la Morena con Joaquim María Puyal

sábado, noviembre 12, 2011

Inglaterra oculta la portería a España



Tras el último enfrentamiento entre Inglaterra y España, hace casi dos años en Sevilla, 1-0, el gran ausente hoy, Wayne Rooney, dijo “Tocan y tocan la pelota y no haces otra cosa más que correr detrás del balón. La verdad es que llega un momento en el que te aburres porque nunca la tienes”. Así fueron los primeros cuarenta y cinco minutos recién terminados en Wembley. El equipo de Capello, aceptando su presunta inferioridad, se parapetó tras el balón sin demasiados buenos propósitos más allá de mantener la portería a cero. 

La línea de cuatro muy cerca de Hart, el centro del campo pensado para destruir y correr tras la pelota, con Jones avanzado desde la zaga formando pareja con Parker y la idea que buscar alguna contra con Walcott, más allá de la previsible e infructuosa lucha de Bent arriba. España opuso un medio campo pleno de habilidad para el toque, el desmarque corto y la habilidad en espacios reducidos. Xavi, Iniesta y Silva buscaron su oportunidad y alguna entrada de Villa con bastante soltura, pero no encontraron la portería en ningún caso, hay que reconocerlo. El fútbol fue fluido, autoritario y dominante, pero se quedó sin un buen discurso de cierre, un corolario brillante. Sin un gol, vamos. A veces ocurre. 

Alonso y Busquets jugaron estupendamente pero se solaparon por momentos, y la acumulación por el centro obligó a Jordi Alba y sobre todo a Arbeloa a desempeñar funciones muy difíciles para un lateral que no se llame Alves o Marcelo (incluso para ellos): desbordar y alcanzar línea de fondo sin contar con el arma de la llegada por sorpresa. La posición adelantada pero estática mató a los carrileros. Un medio campo con cinco futbolistas debería permitir la presencia de alguno con capacidad de desborde uno contra uno cerca de la cal. 

Los cambios tras el descanso, propios de un partido amistoso, la obligación de Del Bosque de repartir minutos (no solo por lo que puedan decir desde Madrid o Barcelona sino por el propio interés de mantener en buen estado su excelente materia prima), dejaron a España sin la continuidad inicial. La presencia de Fàbregas o Torres, buscando sus llegadas frontales, solo dio fruto al final, con el partido casi terminado, y es que los desmarques hacen buenos los pases pero al tiempo no pueden existir sin ellos. España necesitará más profundidad en choques similares a éste, pero dependerá más de la intensidad que aporta un encuentro oficial y del acierto puntual en esas combinaciones eternas en los alrededores del área que del estilo o de la idea de juego. Tras ganar Europeo, Mundial y todos los partidos de la fase de clasificación para Euro 2012, es evidente que la cuestión es interpretar correctamente y con más inspiración el libreto, no cambiarlo. Ya quisiera Capello, mucho menos sutil, en 2010 y también ahora. Inglaterra logró esconder las porterías y darle lustre al marcardor, pero ni de lejos consiguió esconder el fútbol y las intenciones bajo el césped de Wembley. 

Foto: As.com 

domingo, noviembre 06, 2011

Fútbol sublimado por litros en San Mamés


Messi aún no había marcado en San Mamés. Fábregas ni siquiera había pisado el césped de La Catedral en partido oficial (y buenas ganas que tenía de hacerlo como mencionó el día de su presentación en el Camp Nou). Los dos eligieron el mejor día posible para presentar sus respectivas credenciales, en un partido que homenajeó a todas las bondades que hacen del fútbol un espectáculo único.

Ni la pertinaz lluvia que cayó sobre Bilbao no ya durante el partido, sino los últimos tres días, ni la segunda parte en la que el colosal drenaje de la hierba de San Mamés dijo basta por momentos, impidieron que Ahtletic y Barça se batieran con valentía y dignidad, opusieran cada uno sus armas futbolísticas y compartieran su orgullo centenario. Bielsa eligió los marcajes individuales en el medio campo, con el trío Iturraspe-De Marcos-Herrera-, con el apoyo de Muniaín y Susaeta en las bandas, mientras que Guardiola envió a Messi y Adriano a la cal con instrucciones de abandonarla siempre que fuera posible, para con los movimientos de Fábregas crear el caos llegando sin estar, abastecidos con continuidad por Xavi e Iniesta.

Las bestias, elogioso calificativo de Guardiola a los jugadores locales por su espectacular despliegue físico, se igualaron a las bellas del toque y la combinación, para exhibir una magnífica representación conjunta. Ni el Ahtletic abusó del pelotazo ni renunció a salir a buscar al Barcelona muy lejos de su propia área, ni el equipo azulgrana prescindió de su estilo ni cuando el agua ya impedía que la pelota rodara normalmente. La posesión, en rangos de 40 vs 60 % durante todo el partido, evidenció que hubo diálogo, no el monólogo habitual.

Dos grandes goles y otros dos tras acuáticas carambolas por equipo sirvieron para establecer el marcador, que al ser el fin del juego siempre ha de cuantificarse de alguna manera. Lo bueno es que el medio dura más tiempo y permite matices de toda condición. Es agradable pensar que el fútbol crece y sobrevive no por la cháchara nocturna acerca de insignificantes nimiedades sino, por ejemplo en este caso, por la descripción contada y escrita, casi literaria, del primer encuentro de ambos entrenadores como previa al partido, el interés táctico y la justa, honrada, casi caballerosa hostilidad del combate físico durante el mismo, para concluir con el entusiasmo general tras el pitido final. Tres puntos pocas veces aportaron tanta satisfacción, no solo fue lluvia lo que jarreó hoy en el viejo santuario vizcaíno.

Foto: Mundo Deportivo

miércoles, octubre 26, 2011

El fútbol es colectivo, incluso con Messi


Tres partidos sin marcar, un puñado de balones perdidos y algunos (presuntos) gestos de impaciencia o irritabilidad parecen haber disparado las alarmas al respecto del juego de Leo Messi. Sin embargo, es imposible analizar con coherencia el estado de forma o acierto de ningún futbolista en valor absoluto sin reparar en los compañeros que le rodean. Incluso en los mejores del mundo, como es el caso.

Para alguien como Messi, capaz de marcar cincuenta goles y regalar otros veinte en una temporada, no anotar ante Granada CF o Viktoria Pilsen no puede sino calificarse, con el debido respeto, como mera anécdota. Más importancia tiene sin embargo revisar el por qué de tantas posesiones incompletas o la existencia de menos conexiones alrededor de Leo de las habituales, como parece suceder con el juego del Barça en los partidos de esta semana. 

Coincide que los tres últimos rivales, los dos ya mencionados junto con el Sevilla FC, han optado por una táctica defensiva similar: acumulación y coberturas de los hombres de banda hacia el centro, concediendo el exterior y la cal a los azulgrana y por tanto atomizando las defensas en la zona interior y más frecuentada por las combinaciones del ataque barcelonista. Y parece haber funcionado bastante bien, o al menos limitado daños y evitado goleadas. Cierto es reconocer que el Viktoria se llevó un 2-0 como mal menor y que el Sevilla necesitó del mejor partido en la carrera de su guardameta para alcanzar un punto.

Pero en óptica blaugrana, la situación merece cierta reflexión. Buscar los huecos ante organizaciones defensivas tan acorazadas requiere lo mejor del juego del Barça; mover tanto y tan rápido el balón para obtener el desorden del rival y el deseado espacio. Para ello, lo ideal, es iniciar con Piqué y Busquets, distraer con Xavi, romper líneas con Iniesta, irrumpir con Fàbregas. Posicionar con Villa y Pedro. Todo ello culminado por Messi, como ejecutor y/o facilitador del gol. Sn embargo, el calendario, las lesiones y el trabajo físico impiden el brillo continuo y el ritmo habitual. Es lógico, estamos en octubre.

El equipo de Guardiola, quién lo iba a decir, está falto ahora mismo de uno contra uno. Sin Alexis ni Afellay, ahora tampoco Pedro, con Villa como peón posicional, no hay extremos, con lo que la tostada de la banda queda para Alves (grandes condiciones para llegar, muy pocas para estar), Abidal, Maxwell o Adriano. Insuficiente. Ni  un solo centro produjo efecto positivo alguno en el partido contra el Sevilla. Ya debió jugar Isaac Cuenca unos minutos, recibiendo ante el Granada la altenativa del debut. Posiblemente disfrutará de cierta continuidad.

Messi tampoco es ajeno a la realidad del equipo. Puede que no esté fresco físicamente, como la mayoría de sus compañeros, y seguro que acusa la fatiga mental de la pelea con piernas duplicadas una y otra vez. Pero no debe obsesionarse. Menos aún con las cifras de goles.  Él, su entrenador y el resto del equipo tienen algo más importante y mucho más difícil de obtener: el concepto del fútbol que les gusta y quieren practicar. Ante los nuevos retos que plantean los rivales, deben, por supuesto, retocar, pulir y matizar. Pero lo básico, hace tiempo que lo aprendieron.


martes, octubre 25, 2011

El último reto de Alex Ferguson

Es muy posible que, para cualquier entrenador de fútbol, encajar la peor derrota de su carrera a los 69 años resultaría prácticamente un privilegio. Sobre todo, porque significa estar en activo y en el banquillo más allá de la oficial edad de jubilación.
 
Pero en el caso de Sir Alex Ferguson los parámetros de evaluación habituales no sirven. A punto de cumplir el cuarto de siglo en el cargo, el escocés las ha visto de todos los colores. Inicios difíciles con un equipo alejado de la élite y futbolistas que rendían más en los ‘pubs’ que en el césped, recuperación y comienzo de cosecha de un título tras otro en la década de los 90, con el treble de 1999 incluído, flirteo con la dimisión en 2001 y de nuevo estabilidad competitiva durante la última década.

Ferguson ha sobrevido al auge y caída de genios como Eric Cantona, de leyendas como Bryan Robson o Roy Keane, traspasos impactantes como Verón Cristiano Ronaldo y al declive de una de su mejor obra: la generación de los ‘Fergie Babes’. Los hermanos NevilleBeckhamPaul Scholes recién retirado y Ryan Giggs aún aportando su calidad humana y futbolística disfrando de normalidad absoluta su condición de mito.

Grandes triunfos europeos con dolorosas derrotas que evitaron algunos más, como aquella eliminatoria contra el Bayer Leverkusen en 2002. Momentos afortunados como la remontada en el Camp Nou y el resbalón de John Terry en Moscú, espinas clavadas como el gol de Costinha en Old Trafford ante el Porto de Mourinho en 2004. Batallas domésticas con el Arsenal de los Invencibles y el Chelsea del propio Mourinho. Incluso, la reciente final de Wembley, cediendo definitivamente el testigo del liderazgo futbolístico europeo al FC Barcelona pero al tiempo sin perder ni un gramo de grandeza y de honor, también en la derrota.

Sin embargo, lo ocurrido el pasado domingo frente al Manchester City obliga a la reflexión. Muy pocas veces se ven las gradas del Teatro de los Sueños a medio llenar con el partido aún por terminar. Yo no recuerdo ninguna, y eso ocurrió mientras Silva terminaba su festín. “Es el peor día de mi vida. Con 1-4 debimos decir basta y dejar de atacar,pero no lo hicimos. Ahora hay mucha vergüenza en el vestuario. Esta es la peor derrota de mi carrera, de mi historia. No creo que jamás haya perdido un encuentro por 1-6, ni siquiera cuando era jugador…Así que esto también es un reto para mí”.

Insisto en recordar la obligada perspectiva, necesaria para valorar semejantes palabras en alguien con tal currículo. Influenciado o no por Wembley, Ferguson ha rejuvenido este año el equipo. De Gea en la puerta, Jones en defensa junto con la solidez y experiencia de VidicFerdinand Evra. El medio campo cuenta con extremos de la categoría de NaniYoungRooney complementando la pólvora deChicharito más la irrupción de Welbeck. El joven Cleverley está llamado a ocupar la posición más débil del equipo, el medio centro, pero hasta ahí parece haber acertado Ferguson (gran rendimiento del jugador hasta que se rompió un pie hace unas cuantas semanas, regresó ayer en partido de Carling Cup).

El trabajo para el futuro quedaba realizado este verano. Y en éstas, quizá ya pensando en su cercano sucesor (seguramente será decisión suya, una prueba más de la magnitud del personaje), llega el odiado vecino, el siempre ninguneado City con el improbable Mancini, y endosa una humillante e inesperada derrota al orgulloso United. Cada partido, cada gol que su equipo le marca al Sunderland o al Fulham, por nombrar a alguien, cada ocasión fallada o cada error arbitral en contra ofrecen imágenes de Ferguson que exhiben ilusión, ambición, pasión por un oficio y por una manera de entender el fútbol. Puede que, sin saberlo y menos aún sin quererlo, el equipo de los hermanos Gallagher haya prolongado el reinado de Sir Alex. Mejor, que sea el penúltimo reto. Live forever.

martes, octubre 11, 2011

Bojan, a capella desde Roma


Precocidad feroz. Bajo ese estímulo pero también condicionado por esa losa emocional, Bojan Krkić vivió rápido el barcelonismo y ahora intenta no ya morir deprisa, sino sobrevivir en el fútbol lejos del Camp Nou. Rescatado por Luis Enrique para la aventura romanista, ayer el último ‘9’ maldito de Guardiola tras Eto’o e Ibrahimovic recibió en su casa de Roma al programa El Convidat de TV3, y entre otras cosas se sinceró al respecto de su relación con el entrenador azulgrana y su último año en el equipo.

Con el demoledor aval de más de ochocientos goles en las categorías inferiores del FC Barcelona, en 2007 Frank Rijkaard le ascendió definitivamente al primer equipo, convirtiéndose con apenas diecisiete años en el jugador más joven en marcar un gol en Liga con la camiseta azulgrana. En plena decadencia del equipo Campeón de Europa en París, con Deco y Ronaldinho dejándose ir y Eto’o cada vez más centrado en sí mismo, Bojan tuvo que aprender a golpes, la letra con sangre entra, la responsabilidad de ofrecer al aficionado azulgrana el rendimiento y la ilusión que las estrellas, los verdaderos responsables, ya ni podían ni querían. Incluso se encontró abiertas las puertas de la selección española. Demasiado y demasiado pronto.

Con la llegada de Guardiola al banquillo, la situación pareció estabilizarse. Improbable que Bojan fuera titular indiscutible; un club de la importancia del FCB siempre va a invertir en gol, en delanteros centros. Si le añadimos el factor Messi, la noche del 2-6 en el Bernabéu en la que dejó de ser un extremo regateador para convertirse en el jugador más determinante del mundo, era el más difícil todavía. Pero Bojan tuvo una participación destacada en ese primer año, sobre todo en la Copa del Rey, con cinco goles, uno de ellos más la titularidad en la final de Mestalla ante el Ahtletic,

El fichaje de Ibrahimovic al año siguiente no fue una buena noticia, pero la posición de falso nueve o extremo podría estar disponible de vez en cuando. Quizá todo hubiera cambiado si aquella noche de abril frente al Inter el árbitro De Bleeckere no hubiera apreciado mano en lugar de pecho de Yayá Touré y el gol de Bojan a Julio César hubiera enviado al Barça a la final del Bernabéu. Pese a ello, desde aquel partido ocupó la posición en el once del dimitido Ibra y fue titular en los tres partidos que dieron la Liga, frente a Tenerife, Villarreal y Sevilla, marcando goles y participando del fútbol vertiginoso a ras de suelo dirigido por Xavi y Messi, anticipo de la evolución futbolística que vendría el año siguiente.

El perfil Villa, jugando por banda y realizando diagonales en búsqueda de pase, podría haber sido válido para Bojan, añadiendo además la renovación de su contrato hasta 2015 a inicios del curso pasado como motivación. Pero su juego pareció estancarse. Diluida su mayor virtud, el gol, y acentuadas sus carencias, el control al primer toque y el juego asociativo, la ansiedad por querer hacerlo todo, quién sabe si por querer ser Messi, pasó a invadir por completo su fútbol. También, con poca presencia en las alineaciones, es claro e innegable, pero en estos casos es difícil saber si el jugador no juega porque no está en forma o si no está en forma porque no tiene minutos.

Lo que sí es evidente es que Bojan ha expresado su falta de ganas para entrenar, reclama públicamente minutos, jugar en una final. Lo que no hicieron Xavi o Iniesta en 2006, ni Pedro en Roma en 2009, ni por supuesto Puyol en Wembley. Línea roja. Palabras mayores. Su contrato aún pertenece al FC Barcelona, pero ahora está solo, en Roma, sin la protección de un vestuario repleto de canteranos y ante un público igual de exigente. Ojalá allí si se porten bien con él.

miércoles, octubre 05, 2011

El futbol, segons Pep Guardiola

Guardiola habla de táctica en una charla a entrenadores en 2007 antes de dirigir el filial del Barça. Entre otros conceptos, explica cómo buscar el hombre libre, cuál es el tercer hombre y cómo debe presionar un equipo (en catalán)...



Via Diari Ara

martes, septiembre 27, 2011

El empleado Guardiola



Como un anacrónico reducto de la primera sociedad industrializada, en ocasiones parece que un empleado no debe nunca superar su papel de peón alienado de la organización que le paga un sueldo a cambio de un cargo o trabajo. Obediencia debida al patrón sin molestar mucho y a pasar las jornadas laborales lo mejor posible.

Es evidente que Pep Guardiola no es solo un empleado del FC Barcelona. Por supuesto no en salario, pero tampoco en representatividad del club (entre cuatro y seis ruedas de prensa semanales, más que cualquier otro cargo) ni mucho menos en importancia.

Es propio del fútbol el debate de hasta dónde debe alcanzar el poder de un entrenador. Referido, eso sí, a fichajes, sueldos, ayudantes, instalaciones de entrenamiento o incluso política de comunicación de los futbolistas. En el Barça no. Todo lo anterior está, mientras la pelotita siga entrando, indiscutiblemente a criterio de Guardiola.

El problema aparece cuando Pep no sigue la corriente. Si apoya a Qatar está muy bien y, claro, “lo que diga Guardiola va a misa”; si por el contrario menciona a la Junta Directiva anterior, pasa de gurú a empleado, de voz autorizada a partidista, de hacer siempre lo mejor para el Barça a ¿hacer siempre lo mejor para el Barça?

Guardiola no abandonó puntualmente el sábado su discurso institucional. Por mucho que algunos se empeñen en negarlo, Laporta también forma parte de la historia del club. Como Montal o Núñez, como Gaspart y como ahora Rosell. Jugadores, entrenadores de todas esas épocas incluídos.Con reparto de aciertos y errores que deben ser analizados y esclarecidos cuando proceda, no escondidos debajo de las alfombras ni manipulados.

Sea legal o no según los tribunales deportivos de Catalaña, veremos en el Supremo, es una incongruencia aplicar un año de mandato por quince días en un club de fútbol, pero más aún que Joan Gaspart y el amigo Enric Reyna no fueran igualmente investigados por su nefasta gestión financiera. Más aún al ver cómo explicó el socio responsable de la demanda, Vicenç Pla, sus motivos en el juicio oral.

¿Dónde empieza y termina la responsabilidad barcelonista? ¿En 2000? ¿2001, 2003? ¿Es lógico repetir en cada acto institucional el desastre que ha supuesto el fichaje de Ibrahimovic o justificar malamente la venta de Chygrynskiy, tras presentar balances con más de cuatrocientos millones de euros en ingresos? ¿Contra quién o quiénes dirigen Presidente y Secretario de la Junta unos ridículos "toma, toma ya" entre dientes, más propios de Belén Esteban, tras aprobarse una votación en Asamblea, ellos mismos cartulinas afirmativas en ristre?

Guardiola es más que un empleado. Pero no por capricho o egolatría propios, sino por su trabajo, por su cualificación, por su manera de expresarse, por su sensibilidad futbolística y barcelonista, por sus éxitos y también por cómo afronta sus errores, en el césped y fuera de él. A determinados grupos mediáticos que le toleran siempre que hable y obre a beneficio de inventario, cabe sugerirles, dado su pragmatismo, que aprovechen esos ingresos adicionales en ventas y publicidad que siempre dan los títulos y las victorias, para cuando lleguen las épocas en que algunos empleados dejen de estar en nómina y las cuentas de resultados lo noten.






 
Copyright 2009 ADN Fútbol. Powered by Blogger Blogger Templates create by Deluxe Templates. WP by Masterplan