jueves, abril 28, 2011

La respuesta está en el césped


Miedoso, estático, carente de ritmo y repleto de indecisión. Así comenzó la semifinal de Champions y así se desarrolló durante interminables minutos. El Real Madrid, atrás como en el partido liguero pero sin demasiadas intenciones de presionar ni atacar, para desesperación de Cristiano Ronaldo cuya frustración persiguiendo a los centrales barcelonistas era evidente solo reparando en su lenguaje corporal. Enorme distancia de líneas, imposible establecer una táctica ambiciosa como en la final de Copa.

El Barcelona, por su parte, tocaba la pelota con menos intención que nunca. Atrapado en la hierba de Chamartín (bastaba fijarse en cómo Xavi elevaba el balón en pases habitualmente a ras de suelo) y mutilado sin la presencia de Iniesta era incapaz de progresar en campo madridista. Sin el apoyo de un errático Busquets, con Keita dedicándose a lo suyo, Xavi arrastraba pesadamente la pelota con buena intención, pero las escasas conexiones logradas con Messi terminaban en duelos uno contra uno favorables siempre al medio campo blanco, a Lass o Alonso. Villa y Pedro, con su tono gris de las últimas semanas, obligados por necesidades del guión a pisar la cal, eran más figurantes que otra cosa. El equipo azulgrana mostraba personalidad pero poco más, convencido erróneamente de que un 0-0 era un buen resultado para la vuelta.

Los guiones y las novedades tácticas ya eran papel mojado. No había más. Özil, de nuevo inadvertido tras ser obligado a cumplir como un peón en lugar de brillar como un alfil punzante se quedaba en el vestuario, sustituido por Adebayor. Lo mismo que en Valencia pero veinte minutos antes. A la hora de partido, un cuarto consumido de la segunda parte, el banquillo del Madrid acogía al propio mediapunta alemán, a Higuaín, a Kaká y a Benzema. La expulsión de Pepe proporcionó a Mourinho la coartada perfecta. El color de la tarjeta es discutible, quizá amarilla, quizá roja. Entrada arriesgada sin duda. Fuera de lugar. Ampliamente interpretable dada la histórica flexibilidad de un reglamento como el del fútbol que solo dispone de dos sanciones concretas para mil tipos de jugada. Como otras acciones, de Mascherano, Ramos o Marcelo. Pero Mourinho pareció abandonar el partido con media hora por disputar. En el partido liguero el Madrid empató con diez hombres y pudo ganar. Tres sustituciones y ajustes de posiciones, hizo. Esta vez no. Mourinho hablando con Puyol en la banda mientras se imponía el desconcierto en sus jugadores, permitiendo la salida de la jaula de Messi y la decisión del partido. Si el árbitro se equivocó, él también. Un entrenador con su habilidad intervencionista, siempre inmediato agitador del banquillo con cambios de marcador o expulsiones, brillante a veces en esas decisiones bajo presión, quedó expulsado y paralizado, mascullando la mezquindad que vendría después en rueda de prensa.

Porque mezquino es mencionar el patrocinio de Unicef como motivo de los triunfos azulgrana, porque mezquino es recordar de manera selectiva e interesada arbitrajes desfavorables y obviar aquellos que le beneficiaron, algunos frente al fraudulento FC Barcelona y muy recientes. Juzgar faltas como jugadas aisladas que nada tienen que ver con el juego. Negar el mérito de Copas de Europa jugadas y ganadas por otros ensucia un trofeo que le ha hecho grande como entrenador. La verdadera decisión de Mourinho, desde hace años, cuando juega frente al Barça, es entregarle voluntariamente el balón. Perfecto. Lícito. Nada que objetar. Libertad. Pero hasta cuando tu rival no hace nada con la pelota, como hoy en muchos minutos, eso te obliga a defender. Y defender a veces acarrea faltas Y las faltas de vez en cuando suponen tarjetas. 75 vs 25 ronda como media el porcentaje de la posesión de balón, siendo el beneficiado un equipo que seguramente sea uno de los tres mejores en la historia a la hora de jugarlo y conservarlo, con un tal Messi en sus filas. 150 vs 500 pases acertados. Xavi tocando más balón que todo su equipo al completo. ¿De verdad Mourinho considera esos datos irrelevantes? Ya no hablamos de estilos, ni de poesía, ni de estética, ni de buenos o malos. El partido de hoy nada de eso mereció. Hablamos de probabilidad. De riesgo. Si Mourinho busca respuestas a las expulsiones ahí las tiene. Si quiere escuchar a su futbolista estrella, Cristiano, también quizá averigue lo que les parece a sus hombres correr tras la pelota. Si quiere despreciar un partido de vuelta que da acceso a una final europea muy bien. Mientras tanto, puede seguir persiguiendo fantasmas mientras otros persiguen sueños.

miércoles, abril 27, 2011

Juego de tronos


Imposible negar la importancia de las batallas. Una época victoriosa no cambia de signo de buenas a primeras, sobre todo cuando es sostenida por algo más que los resultados. Pero la eliminatoria de Champions League, el premio de Wembley para quien la supere, con el honorable Manchester United esperando altivo y orgulloso, eterno, merece el esfuerzo.

Nadie con un mínimo de criterio va a comparar la Liga con la Copa del Rey, ni la categoría de la competición permite instrumentalizar la Champions como un desempate. Pero tres horas de fútbol a doble partido tras los antecedentes de los últimos años suponen un excelente corolario. Guardiola y su equipo ganaron el triplete hace dos años; Mourinho con el Inter hizo lo propio la pasada temporada. El Barcelona encadena su tercera temporada consecutiva al máximo nivel sin renunciar ni un ápice a su estilo y a su manera de entender el fútbol. El Real Madrid ha regresado con estruendo a la élite europea, reabre la vitrina y persigue en la Liga pese a que ya sabe que allí no tendrá fruto, confiado en que Mourinho es el pegamento necesario para convertir la inversión en resultados en el césped y la valentía en competitividad frente a un rival fabuloso.

Pese a los muy dignos discrepantes, el barcelonismo se reconoce en Guardiola y celebra su rueda de prensa de ayer, al tiempo que en Madrid los apoyos al entrenador son públicos y evidentes. El resultado del duelo europeo para el perdedor mantendrá a los fieles y hará despertar de su latencia a los advenedizos.

Pero el reto, el desafío, al final, es futbolístico. Los entrenadores intervienen, eligen la táctica, pero a veces ni consiguen que el jugador idóneo lance una falta, como Guardiola con Villa el sábado frente a Osasuna. El debate en el púlpito de las salas de prensa, interesante pero no decisivo, termina. Las previas condicionan y estimulan la emotividad de los futbolistas, pero cuando la pelota rueda todo cambia. Todos recordamos la mala puesta en escena del Barça en Roma 09 tras aquel vídeo de Gladiator, por poner un ejemplo. Cuando Pepe cabalga y consigue llegar a Xavi antes de que el balón haya sido tocado, no hay táctica, el físico se impone y la frustración aparece. Si el rondo fluye y la velocidad es la adecuada, como en la segunda parte de Mestalla, la excelente preparación se desvanece porque ves pasar el balón delante de ti sin opción a tocarlo. El jugador de balonmano del Barça Siarhei Rutenka, preguntado por el cansancio al tener que afrontar el partido en Ciudad Real enmedio de la durísima eliminatoria europea contra el Kiel, fue claro: "Con todos los respetos, esto no es ajedrez. El calendario es el que es y no nos quejamos. Somos profesionales, estamos acostumbrados y preparados para afrontar estos momentos. Ahora toca hacerse fuertes y aguantar".

Guardiola ha reconocido en alguna ocasión que la baja de Iniesta fue clave en la semifinal del año pasado contra el Inter, que con él hubieran tenido más opciones y alternativas para superar el catenaccio neroazurri de aquella noche. Busquets, Xavi y Keita fue el mediocampo azulgrana de ese partido, con el apoyo de Alves más adelantado desde la expulsión de Motta. Puede que lo mismo que hoy. No sirvió. Tampoco es probable que el Madrid esté tan atrás, pero Iniesta aporta su fútbol y, lo que es también muy importante, la pausa cuando todo el mundo corre con las revoluciones a tope y las decisiones se toman peor. También Messi posee esa virtud (o la tenía, al menos, antes de conocer a Pepe).

Mourinho en la previa al partido frente al Tottenham abundó en la calidad de un 0-0 como resultado para la vuelta. Le creo. Noventa minutos límites en el Camp Nou, mejor atmósfera de final que trayecto largo, a más tiempo disponible, más espacio para el fútbol y menos para la épica. Para la ida deberá decidir si mantiene el esquema de la final de Copa o recupera de inicio a uno de sus delanteros. Higuaín y Benzema se promocionaron ante el Valencia, al igual que Kaká, y Adebayor siempre es una opción del agrado de su entrenador. Quizá cualquiera de ellos amenace de nuevo la titularidad de Özil.


Alineaciones posibles

Real Madrid: Casillas, Arbeloa, Sergio Ramos, Albiol, Marcelo, Pepe, Diarra, Xabi Alonso, Özil, Di María y Cristiano Ronaldo.

FC Barcelona: Valdés, Alves, Piqué, Mascherano, Puyol, Sergio Busquets, Xavi, Keita, Pedro, Messi, Villa.

lunes, abril 25, 2011

Guardiola y el partido Demócrata


En la política estadounidense, dos grandes partidos aglutinan desde hace décadas votos, cargos electos y posiciones de poder en el ámbito financiero: el Republicano y el Demócrata. Por las peculiaridades y complejidad del sistema electorial norteamericano, suele suceder que cuando uno de los partidos ocupa la Casa Blanca, el otro posee mayoría en el Congreso y/o en el Senado. Un equilibrio de fuerzas que a veces dificulta la gobernabilidad del país pero que al tiempo incide en la pluralidad política de la que presumen.

Sin embargo, y sin entrar en los detalles ideológicos ni mucho menos en los programáticos de ambos, hay algo fundamental que los separa. Los republicanos van con lo suyo hasta el final; respaldados por una masa social fiel y unos medios informativos dóciles y siempre dispuestos, no tienen rubor ni remordimientos, ni problema en (des)calificar las leyes o a quienes las sancionan si son del partido rival. Los demócratas, por contra, en muchas ocasiones están empeñados en realzar y fomentar el bipartidismo, en recordar al mundo los valores de su idealizada democracia. Proponer distinto pero quedar bien. Conciliar las decisiones y sobre todo la manera de exponerlas. Respetar la diferencia y no presumir en demasía de las virtudes y valores propios.

A Guardiola se le pide en ocasiones un comportamiento similar. El actual entrenador azulgrana nunca fue un ejemplo en el césped como jugador; si no me equivoco aún hoy es el futbolista más expulsado de la historia del club, la mayoría de las veces...sí, por protestar. Su relación con los árbitros era de mucha conversación, y como a cualquiera le puede suceder, a veces una charla desemboca en bronca y discusión. Lógicamente, no es lo mismo estar en el césped protegido por la ausencia de micrófonos en los 90' que ser el entrenador, ofrecer cuatro ruedas de prensa semanales y, por motivos que no vienen al caso, tener que ejercer de portavoz autorizado del club.

Cuando Guardiola no ha hablado de los árbitros o no ha entrado en el juego de provocaciones propuesto desde la otra orilla, su comportamiento ha sido calificado de farsante, impostado e hipócrita, pero no llevado a primera plana. Nueve meses. El día en que responde un par de preguntas al respecto, tres portadas. Guardiola tiene la sangre caliente pero es raro que diga algo sin intención. Personalmente no me gustó escucharle hablar sobre un fuera de juego como el de Pedro que lo era y ya está (ya solo nos falta criticar a los jueces de línea cuando aciertan), o especular con una designación arbitral que hoy (el alemán Wolfgang Stark es el elegido) le ha dejado en mal lugar. Pero más preocupante me parece el pensar que los entrenadores condicionan estas decisiones, que la nacionalidad de un árbitro importa o que si Pepe y Arbeloa no fueron expulsados en la final de Copa fue por Mourinho y su teoría del 10. En baloncesto son frecuentes los intentos de presionar a los árbitros desde la sala de prensa en medio de una serie de playoffs; pasa en Europa y en la NBA, pero no tiene nada que ver la capacidad de intervencionismo arbitral de ambos deportes. En el basket hay muchas situaciones que se conocen a priori y que resulta casi imposible emular en el fútbol. El verdadero empeño arbitral debería ser impedir la violencia, porque los errores sucederán, es inevitable.

En el libro '¡El fútbol es así! (Soccernomics)', de Simon Kuper y Stefan Szymanski, se realizan muchas disgresiones sobre lugares comunes en el fútbol. Algunas para mi gusto cogidas con pinzas, pero otras muy interesantes; de estas últimas, en especial la influencia de los errores arbitrales en la variación estadísitica de los resultados de partidos en Inglaterra durante cinco temporadas completas: mínima, nunca superior al +- 3%. Arséne Wenger, al finalizar el curso 2007/2008 dijo "Todos los partidos importantes que he visto este año se han decidido en función de si era fuera de juego o no, de si era o no era penalty". Decepcionante justificación.

Las diferencias entre Real Madrid y FC Barcelona, entre Mourinho y Guardiola no están en el trato o manera de expresarse respecto a los árbitros. También las hay, por supuesto, pero no suponen lo más relevante en el  torbellino que nos absorbe desde hace dos semanas. El reduccionista y equidistante debate de "¿Por qué elegir cuándo los dos son magníficos entrenadores?" implicaría no profundizar en las diferencias que los separan. El Madrid presume con orgullo de su merecido regreso al desfile de los títulos agarrado a la personalidad de su entrenador, mientras que el Barça confía en que la sublimación de su estilo propio pero con el esfuerzo como punto de partida le permita superar la semifinal europea y complementar el cercano título de Liga. Pretender por un partido de que ya no quedan ideas futbolísticas, solo pragmatismo y resultados desvirtuados por los árbitros, empobrece el debate y aleja de la realidad. Es positivo exhibir la diferencia, cuanta más información mejor para una correcta toma de decisiones y de filias. Un canterano de La Fábrica madridista, Borja Valero, lo expresaba de esta manera hace unos días: "Últimamente parece que está de moda el juego defensivo y no tener la pelota, algo que respeto, pero que no comparto"

'Brillante renuncia de la pelota', por Santiago Solari en El País
'El fútbol es de los futbolistas', por José Joaquín Brotons en Yahoo Eurosport

jueves, abril 21, 2011

Gran victoria para El Club de la Lucha

La final de Copa sí tuvo que ver con el partido liguero en el Bernabéu. Con solo tres días de distancia entre ambos y 19 de los 22 protagonistas del sábado repitiendo titularidad, quizá no se podía reinventar la rueda ni el fuego, pero sí aprender de los errores. Mourinho corrigió dos cosas. Mantuvo formación más allá del cambio Özil por Benzema, pero adelantó veinte metros el trivote y con ello toda la estructura defensiva y de presión del equipo. En él, Xabi Alonso pasó de la izquierda al centro, para favorecer su toque natural a diestras, mientras que Pepe tomó el camino inverso. Aún más liberado y con más campo a su alrededor, el portugués arrasó con todo. Su despliegue, llegando al borde del área azulgrana, congeló al Barcelona, cuyo medio campo quedó futbolísticamente empequeñecido por momentos, estupefacto por los empellones del Madrid y ofuscado al ser incapaz de encontrar espacios.

Enfebrecido, seguro de sí mismo, sin una pizca de rubor o preocupación sobre si su táctica defensiva era tachada como políticamente incorrecta, el Madrid intimidó a todo lo que se movía. Al Barça, al árbitro, al público. Tan coordinados para la presión como para protestar cualquier decisión silbada, la primera parte fue de una abrumadora superioridad blanca. Consiguió que el debate físico prevaleciera y mereció el gol, sobre todo en un remate al palo de Pepe que hubiera firmado cualquier ariete con fama mundial. La propuesta de Mourinho resultó contundente y flexible, le sirvió para todo. Debió ser la primera vez en el último lustro en que el Barça agradeció el final de un primer tiempo, noqueado.

Quizá por el hecho de no llevar el marcador en contra, el Barça de Guardiola celebró su buena estrella exhibiendo sus poderes en la reanudación. Rápido, preciso, inspirado, insultantemente dominador, desnudó a un rival que ahora de repente regresaba al borde de su área. Desaparecieron las faltas, las protestas. No había tiempo. La pelota volaba por el césped de Mestalla. De repente Pepe no llegaba a los cruces, Piqué y Busquets tocaban libres, Xavi se encontraba con Messi e Iniesta anunciaba su llegada a la final con esas internadas incontenibles. Ese segundo de antelación que es la clave del éxito azulgrana, que igual sirve para llegar a portería contraria como ayuda a que la recuperación de pelota sea rápida y cercana. Para ello, Guardiola envió a Pedro a banda izquierda, de verdad, como extremo, y consiguió que Messi, dentro de su libertad, iniciara de vez en cuando por la derecha. La red defensiva del Madrid debió ampliarse varios metros más y se descosió tanto que a punto estuvo de romperse. Rozó el gol el Barcelona y descubrió de nuevo la solidez y el ángel de Casillas (cinco finales jugadas, entre club y selección, ni un gol encajado).

Fueron casi 40' para recordar. Pero el marcador seguía 0-0, orgulloso de coronar un duelo de tal magnitud y sin ninguna gana de cambiar. Ya con Adebayor en el campo, el Madrid, indesmayable, logró zafarse del yugo azulgrana y pudo engarzar otro par de contragolpes, salvando Pinto un gran disparo de Di María. La prórroga fue tal, pero de esos últimos minutos, no de lo que sucedió en casi toda la segunda mitad. La inspiración barcelonista había abandonado el edificio. El asedio infructuoso a Casillas se cobró, como dijo luego Mourinho, una fatiga mental y una frustración que tras cien minutos de fútbol cobró factura. Di María coronó su esfuerzo con un magnífico centro de zurda que Cristiano, tras un mediocre partido, envió a la red mediante un inacabable cabezazo. La suspensión en el aire de CR a esas alturas de una final y otro par de sprints posteriores ofreció al mundo su mejor virtud, su físico demoledor. Si algún día entiende mejor el juego dominará el mundo chascando los dedos.

La consecución del merecido título otorga alegría al madridismo y carga de razones a Mourinho. El Barcelona murió con las botas puestas, agarrado a un balón y a su estilo, sí, pero en 210 minutos de fútbol ha conseguido un gol y de penalty. El que gana no siempre tiene razón, pero desde luego si lo hace es porque consigue que algunos de sus planes salgan bien. El reto culminará en breve con una eliminatoria magnífica en la Champions League. Diez días para la afirmación o para reivindicarse cuando además el convencimiento en lo que hacen parece seguro en los dos equipos. El fútbol tiene el molesto hábito de abrirse paso.

.

lunes, abril 18, 2011

Mourinho sucumbe a su ego


Mencionábamos en el anterior post los duelos de los últimos equipos de José Mourinho (Chelsea, Inter de Milán y Real Madrid) frente al FC Barcelona como fuente de, digamos, inspiración periodística y combustible para la discusión. No debe interpretarse esa separación de poderes en la trayectoria del entrenador portugués como debilidad, fue el propio Mourinho en la sala de prensa del Bernabéu quien realizó tal distinción, en el contexto de sus quejas por jugar 10 vs 11: "Nosotros, y cuando digo nosotros digo mis equipos, estamos cansados de jugar contra el Barcelona con uno menos".

La frase no es novedosa. Mourinho tiene muy presente en sus declaraciones públicas momentos y partidos pasados con sus anteriores clubs. No hay ningún problema, de hecho le honra. El asunto se complica cuando se atisba la posibilidad de que Mourinho esté pensando al mismo tiempo en su currículo que en su actual empleo. Algún día él se marchará del Madrid, buscando reverdecer laureles en Italia o Inglaterra o haciendo realidad su viejo sueño de ser seleccionador portugués, y si ese momento llega más pronto que tarde algunas decisiones como entrenador pueden rozar la sospecha.

Por ejemplo, el partido del sábado. Perfecto lo de Pepe en el mediocampo. Lo probó en San Mamés con muy buenos resultados para un equipo que ataca por alto, le funcionó ante otro que lo hace a ras de suelo. Insisto en que Pepe ocupó terreno, amedrentó a los centrocampistas del Barça, cortocircuitó a Messi y muchas de sus conexiones habituales con Pedro o Villa y además le frustró tanto que se mostró maleducado y fuera de sí con ese balonazo a la grada. Fue, esta decisión de Mourinho, su principal contribución táctica al partido. Y exitosa.

Sin embargo, otros detalles no le dejan tan bien parado. Lo del césped está feo, igual que cuando convirtió el verde del estadio del Chelsea en Stanford Beach, aunque sea perfectamente legal. Pero esa decisión es solo un detalle en la verdadera línea argumental propuesta para el partido: ante todo no perder. Renuncia inicial a ganar el partido (porque ante el FCB, jugando tan atrás y con tan poca posesión es muy difícil) aunque los avatares del partido te dieran opciones muy al final. Supongo que todos los aficionados, de cualquier equipo, tendrán frescas en la memoria todas las (muy lícitas) aspiraciones del madridismo en las últimas temporadas a derrotar a su eterno rival en el partido liguero del Bernabéu (siempre por estas fechas) para enjugar la diferencia y pelear la Liga hasta el final. Últimamente ganó el Barça, pero jamás faltó empeño blanco. Este año, Mourinho ha conseguido que se acepte casi sin más la pérdida de la Liga y se piense en la Copa y en la eliminatoria europea. ¿Desde cuándo para un club grande esos objetivos son incompatibles? ¿Qué podía perder en este partido, arriesgando y de paso guardando si era su deseo la soluciòn Pepe para la final de Valencia? ¿Dónde quedó ese orgullo competitivo que tan bien refleja esta foto dedicada a la grada del Bridge el año que no fueron campeones?

Con el placer que supone escucharle hablar de fútbol, pocas veces se da el caso últimamente. En el día en que el Real Madrid dice casi adiós a ganar el título, por tercer año consecutivo, tras nueve meses de competición y más de treinta partidos, la opinión pública merece explicaciones más sólidas que quejas arbitrales sesgadas y su obsesión con el Barcelona, al punto de medir si los asistentes de Guardiola salen o dejan de salir del banquillo, debate irrelevante desde cualquier punto de vista. Si parte del madridismo está conforme perfecto, pero para los que no lo estén y para aficionados neutrales que seguro no lo comprenden, el verdadero líder de este gran equipo debe aportar una conclusión más cercana a la realidad futbolística que esas conspiraciones que pueden servir para el Mourinho FC (copyright Martí Perarnau) pero no creo que para el Real Madrid.

'Espiral Mourinho', por Ramón Besa en El País
'El Madrid cambia de cultura', por Diego Torres en El País
'Volvió Capello', por Martí Perarnau en El Periódico

Identidad frente a pensamiento único


Los enfrentamientos entre Mourinho y el FC Barcelona, contando las eliminatorias entre el equipo azulgrana y el Chelsea, el Inter y los enfrentamientos de esta temporada con el portugués al frente del Real Madrid, alimentan ese viejo e irresoluble debate que reaparece de vez en cuando del buen juego o el resultado. Una variación del mismo es aquello del pensamiento único, traducido en la actualidad más o menos en que o juegas al toque como el Barça, como el estilo de La Masía, o tu fútbol no vale igual y hay que minusvalorarlo.

En el deporte, lo que manda es el resultado. Existen muchas maneras de llegar a él, distintas formas de recorrer el viaje y no todas se disfrutan igual, pero o bien se alcanzan unos objetivos mínimos en forma de títulos o victorias, directamente proporcionales a la historia, tradición, respaldo social y/o prespuesto del club en cuestión, o la baraja se rompe y las cartas con las caras de presidentes, entrenadores y al final jugadores se desparraman por el suelo.

Esto también ocurre en Barcelona. Cruyff anunció en su día que saldría del Camp Nou en globo y así fue. Van Gaal resistió en el cargo mientras ganó, para ser despedido junto con Núñez con una pañolada gigantesca tras perder una semifinal de Champions contra el Valencia. Rijkaard, con la ayuda de Ronaldinho, recuperaron la ilusión para el club y obtuvieron el segundo doblete Liga-Champions en más de cien años de historia; en su caso la llegada rápida de resultados fue contraproducente y decidieron que ya era suficiente y que el esfuerzo de una tercera Liga era excesivo. Guardiola se marchará en cuanto los triunfos no acompañen, porque la exigencia le devorará junto con los futbolistas.

Para lo que sirve el estilo es para atenuar los efectos del resultadismo. Para que en vez de 6 meses de paciencia con un equipo que no funciona sean dos años, para que cuando vienen mal dadas al menos haya algo a lo que agarrarse y la forma de juego no se ponga en duda, para que un secretario técnico pueda hacer su trabajo con una mínima independencia respecto al ocupante del banquillo, para que se pueda planificar el trabajo y la evolución de las divisiones inferiores con planes a largo plazo, para que la estabilidad de un presupuesto de quinientos millones de euros no dependa de un tiro al palo.

Es muy cierto que jugadores como Xavi Hernández siempre creen que han jugado mejor que el rival, y que posiblemente ni contemplen otra manera de jugar al fútbol. Pero no es por elitismo, ni por desprecio. El propio Xavi, paradigma de este debate, se declara en todas las entrevistas un "enfermo del fútbol", de esos que se ven por tv partidos de casi cualquier liga y competición. El orgullo de Xavi y de gran parte del barcelonismo es la identidad, sentirse partícipes de una manera muy especial de entender este deporte.

El Barcelona es una rareza. No puede ser acusado de pensamiento único porque nadie juega igual. Quizá el Arsenal lo intente, pero desde que el Ajax Amsterdam abandonó la élite en ese molde no queda nadie más. Hay equipos que juegan muy bien al fútbol, este año por ejemplo el Borussia Dortmund, el Nápoles, partidos del propio Arsenal y del Manchester United, el Villarreal, el Real Madrid y el Milan de vez en cuando. Algunos de ellos ganarán algún título esta temporada, otros no. La afición del Stoke City cantará orgullosa en Wembley en la final de la FA Cup, rugirá cuando Delap seque el balón en el interior de su camiseta y lo envíe al área y le importará un pimiento el juego de Sergio Busquets o Iniesta.

Pero el buen momento de todos ellos pasará, deberán reconstruir, decidir si otorgan más poder a un entrenador o una directiva, si fichar a una gran estrella o a tres futbolistas de equipo. En Barcelona, con errores como en cualquier otro sitio, con malas temporadas, con etapas en las que el juego de toque parecerá balonmano y del peor, ese camino está recorrido y ese tiempo ganado.

Martí Perarnau en El Periódico de Cataluña -  "Volvió Capello"

domingo, abril 17, 2011

Espesor en la hierba


Cuando un equipo domina la posesión del balón, se asegura estar menos expuesto a los ataques del rival. Por supuesto, siempre puede tener lugar un córner, un autogol, un buen contragolpe o cualquier incidencia azarosa propia de un juego. Pero sin un equipo maneja la pelota casi un ochenta por ciento del tiempo, al menos ha de mandar en el juego, sentirse cómodo, elegir la velocidad del partido, no sufrir demasiado. No fue el caso para el FCB.

El Barcelona de esta noche en el Bernabéu llegó, sacó de centro, agarró la pelota y se dispuso a atacar en busca del partido. Sin embargo, enredado en el seco césped de Chamartín y fustigado por el mediocampo madridista, fue un equipo tibio, menos punzante de lo habitual. No se arrugó, pero no ganó casi ningún duelo individual. El Madrid, con marcajes prácticamente al hombre, siete futbolistas muy juntos tras el balón, sin rubor para interrumpir, estaba muy atrás, sin presencia ofensiva, pero duro y sin conceder oportunidades de gol. Xabi Alonso, en la parte izquierda del trivote, desgastado eso sí e incomodísimo para dar algo de claridad al juego con su perfil diestro. Los ocho puntos y el posicionamiento blanco permitían al Barça tomárselo con calma, demasiada, lo que pareció rebajarle de tensión competitiva. Piqué, imponente toda la noche, empujaba desde atrás, con Xavi recogiendo pero sin excesiva ayuda. Llegando al minuto veinte de juego, Messi intentaba sin éxito superar con una vaselina a Casillas tras casi tres minutos de intenso monólogo azulgrana. No fue gol y desapareció casi toda la inspiración.

El Madrid, liderado, sí, lo que leen, por Pepe, no tuvo demasiado fútbol, pero terminó muchas más jugadas que su rival. Balón parado, balones largos, recuperaciones y salidas rápidas. Algunas, incluso, del propio central portugués, que liquidó muchas de las habituales conexiones de Messi y cubrió metros y metros de campo a sus anchas, combinando su tremenda capacidad física con un te toco y me voy, permitido por el árbitro, que le facilitó la labor.

Segunda parte. Le corresponde al Madrid iniciar, y a los diez segundos ya tiene Valdés en balón para sacar de puerta. Paradigmática intención que luego no se cumplió. Un tiro libre de Cristiano al palo fue el aviso local antes de que Albiol abrazara ingenuamente a Villa en un penalty y expulsión de esos que no necesitan repetición. El asturiano de nuevo negado a gol, es incansable al ofrecer desmarques, lo que quizá le debilita cuando llega la hora de rematar si su estado físico no es de plenitud. 0-1, Mourinho enviando a descansar a Xabi Alonso y Di María y el Bernabéu en silencio. Sin embargo, al Barça le faltó ambición y a los jugadores del Madrid que quedaron en el campo, oxigenados por la salida de Özil, tuvieron gallardía y dignidad. No solo no sentenció el equipo de Guardiola sino que recibió un empate merecido para sus deméritos. Se llevó un mejor resultado de cara a la obtención de su 21º título de Liga que buen fútbol, lo que es una mala noticia para un equipo que hace de su juego su bandera. En los seis minutos que tuvo tras el empate, mostró más velocidad que en el resto del partido. Fue el momento en que se sintió exigido de verdad.

Mourinho terminó por acción en la rueda de prensa lo que empezó por omisión el viernes, reprochando a los periodistas y quejándose hasta por el color de la corbata de los asistentes del banquillo rival o por la marca de desodorante del cuarto árbitro. Valdano declaró a TV3 que "a la dirección deportiva nos parece correcto que decline salir a rueda de prensa para descargar tensión"...¿para qué, para multiplicarla por cien al día siguiente? Dijo el entrenador portugués que jugaron mejor con 10 (cosa que es cierta en esta ocasión) porque están acostumbrados y lo entrenan. Lástima que para él Özil no sea uno de sus diez mejores futbolistas.

Foto: José Antonio García Sirvent, MD

jueves, abril 14, 2011

La tentación del intervencionismo


Cuatro partidos en diecisiete días. Correspondientes a tres competiciones distintas y dispuestos en el calendario de tal manera que componen un in crescendo en importancia. Lesiones, molestias y tarjetas obligarán a los dos entrenadores a variar las alineaciones casi en cada choque, dejando las rotaciones para los partidos intercalados. En la Liga, dos recientes derrotas en el Bernabéu ante el eterno rival más un posible escenario de cinco puntos de ventaja para el FCB deberían obligar al Real Madrid a competir al máximo en el primer duelo. La final de Copa y unas semifinales de Champions League por supuesto no admiten reservas.

La obsesión interesada de Mourinho con los arbitrajes hacia el Barcelona o la exagerada calificación de Guardiola a un equipo como el Shakhtar Donetsk provocan debates gruesos en titulares y portadas pero minúsculos en importancia. Los dos entrenadores se enfrentan a uno de los más importantes retos en toda su carrera. Sí, el juego es de los fútbolistas. Ellos deben ser los principales protagonistas, pero la cercanía de los partidos entre sí obligará a los técnicos a maximizar todos los recursos de sus respectivas plantillas.

Marco Van Basten, hacia el final de su carrera se despachó a gusto un día diciendo:  "Si yo he tenido diez entrenadores, uno me enseñó algo, tres no me estropearon y seis intentaron joderme". También nos resulta común esa expresión de "ataque de entrenador". Existe un matiz muy importante (pero que a veces no es más que una delgada línea roja) entre el ajuste, la resolución de un problema concreto o una pincelada táctica y el intervencionismo reiterado desde el banquillo, basado más en el ego que en el fútbol.

No parece el caso que nos ocupa. Mourinho y Guardiola deberán soportar una tremenda presión en las próximas semanas y esforzarse porque cada partido no condicione de manera negativa al siguiente en función del marcador. Seguro que participarán en la partida buscando sorprender al contrario, pero resultará clave que no lleven la batalla a un duelo personal contra su antagonista en el banquillo rival.

Guardiola pergeñó hace tres años un plan a largo plazo. Con modificaciones como la posición de Messi o la cercanía a la banda de los falsos extremos, o el coqueteo con el 3-4-3 y el 4-4-2 en momentos de rutina competitiva. Sin embargo la temporada pasada en el Bernábeu realizó un cambio puntual; al más puro estilo Cruyff, aunque con menos intuición y más convencimiento de lo que podía ser el partido a priori: situó a Alves de extremo derecho y envió a Pedro a la cal izquierda. El brasileño no rindió como siempre, acostumbrado más a llegar que a estar, y la cosa solo duró los primeros 45', pero esa amplitud de campo ayudó a que Messi y sobre todo Xavi dominaran el partido a placer.

Mourinho por su parte, es más dado a modificar registros partido a partido. Sin el peso emocional de un estilo, es libre para ordenar cambios según la categoría que conceda al rival o la propia disponibilidad puntual de sus mejores futbolistas. El 4-2-3-1 habitual puede convertirse en un medio campo con trivote (aparecido en algunos de los partidos más importantes de lo que llevamos de temporada) e incluso con la llegada de Adebayor puede estar por venir un 4-4-2 más clásico y versátil. Son habituales también sus cambios inmediatos durante los partidos tras marcar o recibir un gol. El resultado es su razón de ser. Tras el varapalo del 5-0 en el Camp Nou, el portugués declaró en Sky Italia que en los próximos partidos contra el Barça utilizaría la misma táctica ultradefensiva que con el Inter el año pasado en la vuelta de la semifinal. Parece difícil de creer, sobre todo cuando dos de los cuatro partidos son en el estadio Bernabéu.

"En el Barça cualquiera puede ser entrenador. Cualquiera puede entrenar a un equipo con esos 22 jugadores. Para mí incluso no sería difícil hacerlo. Dicen que han ganado seis títulos, pero ¿quién no lo haría con ese equipo?" Esto declaró el pasado mes de octubre Zlatan Ibrahimovic, empeñado en su berrinche con Guardiola. Algo de lo que carece el sueco, memoria futbolística y control de las emociones, (y lo que éstas puedan repercutir en la tasa de efectividad de cada equipo), también resultarán clave en la inminente sucesión de partidos. Por encima de todo ello, el talento futbolístico. Ojalá que las decisiones de los banquillos acudan a su rescate. Fútbol mejor que ruido.

'La mirada reflexiva', conversación en Barça TV de Santi Segurola y Martí Perarnau sobre los Clásicos

jueves, abril 07, 2011

Las notas del FCB vs Shakhtar


Valdés: Aprobado. El equipo le necesita tanto debajo de los palos como fuera. Sin Puyol y Abidal ha de jugar adelantado pendiente de los balones en profundidad. Con 1-0 realizó una salida valiente que le costó llevarse el roce de unos tacos de recuerdo.

Alves: Notable. Protagonista destacado del partido. Excesivo. En juego y en personalidad. En aciertos, en profundidad incansable por su banda como en un par de errores en el pase en el primer tiempo que pudieron suponer algún gol en contra. Sumó más que restó, pero con menos diferencia en el balance del habitual.

Sergio: Aprobado. Su magnífico sentido del juego y de la anticipación le permite jugar en cualquier posición, pero ante delanteros rápidos y buenos lanzadores en el pase sufre. Es lógico. Pasó en Villarreal. Su rendimiento en defensa solo puede ser óptimo cuando el rival no ataca y se puede sumar al medio campo en su trabajo habitual. Fue de menos a más.

Piqué: Aprobado. Marcó un gol y pudo hacer otro par de ellos, pero volvió a sufrir, como Sergio. Luiz Adriano le ganó la espalda en varias ocasiones. No creo que sea una cuestión de rendimiento decreciente, sino de la compañía ausente de Puyol. Un central no juega solo.

Adriano: Notable. Muy correcto, ayudando en las coberturas y sumándose al ataque. Por mucho que pueda jugar con las dos piernas no es zurdo auténtico, lo que dificulta a la hora de terminar las jugadas en línea de fondo. Sustituido con molestias.

Mascherano: Notable. Falló algún pase en la primera parte, pero su aportación crece. Mantiene el vigor habitual y ha perdido la precipitación de inicios de temporada. Ofrece pase largo, lo que supone un desahogo de vez en cuando.

Xavi: Aprobado. Acusó ser el único pelotero del medio campo y sufrió viendo de cerca que la pelota no circulaba como siempre, pero se sobrepuso con gran inteligencia. Llegador en la última fase del partido, aprovechó para marcar el quinto gol.

Keita: Notable. Nunca defrauda. Da lo que se le pide. Ocupó mucho terreno y se lució con un tremendo disparo a gol que evaporó el efecto del tanto del Shakhtar.

Iniesta: Sobresaliente. Noche de partido grande, de esos días en que nota que ha de adquirir protagonismo y, partiendo desde esa posicón de falso extremo en la que no había jugado mucho esta temporada, resulta incontenible por su imaginación. Abrió el marcador y de esa manera tan suya en la que no lo parece pero te desnuda lentamente dirigió todas las operaciones ofensivas.

Villa: Aprobado. Lo intentó, pero no disfruta de su mejor momento físico. Los disparos no son tan fuertes ni bien dirigidos ni los desmarques tan rápidos como hace un mes y medio. Su trabajo vale igual, pero un gol le traerá frescura mental. Trabajó mucho en la presión.

Messi: Notable. No se reservó en absoluto, y si tenía molestias físicas las disimuló bien. Efervescente al principio de partido, demostró que le excita la Champions. Le faltó el gol, pero no se ofuscó en su búsqueda y tiene todo el mes de abril para enmendarse.

Pedro: Aprobado. Reaparecido, se le esperaba como titular pero solo tuvo 20′. Ovacionado, pareció impreciso y fuera de sitio. Será vital en los partidos que vienen.

Maxwell: Aprobado. También recuperado tras un par de semanas, cómodo en los minutos finales.

Afellay: Sin calificar. Testimonial.

Publicado originalmente en Sportyou

miércoles, abril 06, 2011

Previa FCB vs Shakhtar: ¿Y si esta vez sí viene el lobo?


Es frecuente y habitual el aviso que Pep Guardiola realiza antes de casi cada partido respecto a las cualidades del rival, la importancia de algún jugador contrario o las dificultades derivadas de la excesiva temperatura del siempre dispuesto entorno barcelonista. Sin embargo, quizá hoy sea el día en que sí viene el lobo. Solidaridad y talento, capacidad con el balón e inteligencia sin él (equipo con más faltas cometidas de toda la Liga de Campeones), un buen entrenador como Lucescu y la experiencia reciente de la eliminatoria contra la Roma (6-2 global) caracterizan al Shakhtar Donetsk. Rival para no despreciar.

Messi reconocía en rueda de prensa no haberse sentido "del todo bien" ante el Villarreal, tras el agotador viaje con la selección argentina y las molestias que arrastra. Para facilitarle la faena es una buena noticia el regreso a la convocatoria (y previsiblemente al once titular) de Pedro. Si la pubalgia se lo permite el canario puede aportar la profundidad y el gol que últimamente añora el equipo. Su gol en Mónaco en 2009 es un magnífico precedente. Por el Shakhtar, William, desde banda izquierda, quizá sea el más peligroso de todos los brasileños que dan lustre al equipo ucraniano. Bonito duelo con Alves. Cruzado, en la otra banda, el croata Srna deberá decidir si exhibe su habitual capacidad ofensiva o si contemporiza en su propio terreno de juego. De la aún no suficientemente probada soltura de Chygrynskiy para sacar el balón jugado dependerá también buena parte del resultado final, según el tiempo que necesite el Barça en recuperar la pelota.

En la era Guardiola, en las dos ediciones anteriores de Champions League, el Barça se encontró en una situación parecida en 2009 frente al Bayern Munich; cuartos de final con la ida en el Camp Nou: 4-0 en 42'. Ese debe ser el objetivo. Emular al Real Madrid hoy, mostrando que la realidad está por encima de la táctica. El partido de vuelta si el Shakhtar tiene opciones reales de clasificarse no invita al optimismo. El tope de rendimiento del equipo siempre se dispara en abril y mayo pero este año las lesiones no parece que hayan permitido alcanzarlo aún. Los ocho puntos en la Liga y la final de Copa tampoco ayudan a la concentración en una eliminatoria sin denominación de origen. Partido para ser precisos en las dos áreas, sobre todo tras un mes en que el Barça ha relativizado en demasía el ratio ocasiones/goles.

'Mitad y mitad', por Ricard Torquemada en El País


Alineaciones probables

FC Barcelona: Víctor Valdés, Alves, Piqué, Sergio, Adriano, Mascherano, Xavi, Iniesta, Pedro, Villa, Messi.

Shakhtar Donetsk: Pyatov, Srna, Chygrynskiy, Rakinskiy, Rat, Hubschman, Mkhitarian, Douglas Costa, Jadson, Willian, Luiz Adriano
 

martes, abril 05, 2011

Previa Real Madrid vs Tottenham: Previsión ante adaptación


En condiciones normales, el favoritismo del Real Madrid en esta eliminatoria sería incontestable. Más allá de la derrota contra el Sporting y las dudas que ésta pudiera puntualmente ocasionar durante la noche del sábado, la ebullición del equipo blanco al afrontar por primera vez en más de un lustro un partido de cuartos de final combinada con la candidez del Tottenham a estas alturas de competición europea podría inclinar de forma acusada la balanza.

Sin embargo, casi nada es lo que parece. El partido de ida es el Bernabéu, lo que ya de inicio desconecta los lugares comunes habituales en los partidos europeos de Chamartín. El mito de las remontadas hace tiempo que se acabó, deberá ser reactivado en el futuro con buen fútbol, virtud que es la que realmente intimida a los rivales. Además, a Mourinho no parece disgustarle un resultado corto y acepta que la eliminatoria se ventile en White Hart Lane. La incertidumbre respecto al estado físico de Cristiano Ronaldo y Marcelo, unida a la baja de Benzema, aconsejan al portugués una nueva apuesta por el célebre trivote. Si durante la temporada el cómo no ha importado demasiado en el ideario del entrenador portugués, menos relevancia aún adquirirá cuando ha llegado abril y se juegan los títulos. "Quité a Granero porque quería jugar con dos delanteros. Teníamos fuera a todos los creativos del equipo así que tenía que ser juego directo". Así justificó Mourinho el final del partido ante el Sporting, el exceso de balón aéreo en busca de Adebayor. Dispondrá de más pólvora, al menos la de Cristiano, e igual imagina un partido similar al del Calderón frente al Atlético.

Porque en un mal día, el Tottenham Hotspur puede ser (casi) tan vulnerable como el Atleti. Por el mediocampo. Harry Redknapp no es un dogmático de la táctica. Muestra capacidad de adaptación y una buena praxis a la hora de jugar según los futbolistas de que dispone. Por eso, suele alinear dos mediocampistas centrales, uno de los cuales es el livianamente delicioso Modric, más dos hombres de banda, más Van der Vaart y un delantero centro. O dos puntas recolocando a cualquiera de sus talentosos medios en algún lugar del centro del campo como punto de partida, buscando diagonales. Esta puesta en escena puede ser idónea para el Madrid. Poca oposición en el medio, pasillos interiores para los centrocampistas y duelo abierto. Por eso Wilson Palacios seguro que será valorado como opción hasta última hora para rellenar de músculo la zona ancha. Titular en los dos duelos vs Milán.

Al tiempo, debemos plantear la otra alternativa. Un Tottenham sólido, defensivo cuando toca como demostró en la vuelta de octavos de final ante el Milan (ese extraño equipo que viene de desnudar al Inter) pero con personalidad para jugar la pelota en cualquier escenario. El viejo San Siro ha sido el lugar escogido este año para el regreso a la élite europea del histórico club londinense; ante el Milan ganó 0-1 en la ida, sin Modric. Contra el Inter perdió, 4-3, pero el partido sirvió para la presentación en sociedad, si es que aún la necesitaba, del zurdo Gareth Bale, autor de un demoledor hattrick, avasallando a un lateral tan potente como Maicon. El desborde de Bale, previsiblemente titular tras superar unas molestias, descompensa a cualquier defensa y las ayudas que su marcaje requiere liberan a los mediocampistas, les ofrece espacios para invertir el juego. El mejor antídoto, la ausencia de espacios. Regresamos al debate del trío en el medio.

Otro aspecto optimista para los seguidores de los Spurs es que tienen un equipo que tambíén puede alcanzar el gol sin esfuerzo colectivo. La calidad a balón parado de Van der Vaart, añadiendo la altura de Crouch (así lo describía Pep Guardiola en el Mundial 2006,) es un buen recurso para las grandes citas. A cambio, opondrán una defensa repleta de suplentes y con Gallas renqueante. Condicionantes todos para que el partido sea divertido y alejado de ese ahorro voluntario de goles y del debate del 0-0. Un entrenador puede (y debe) tener todo bajo control; todo, menos un resultado.

Alineaciones probables

Real Madrid CF: Casillas, Sergio Ramos, Pepe, Carvalho, Marcelo, Xabi Alonso,  Khedira, Lass, Cristiano Ronaldo, Özil, Adebayor.

Tottenham Hotspur FC: Gomes, Corluka, Dawson, Gallas, Assou-Ekotto, Sandro, Modric, Lennon, Bale, Van der Vaart y Peter Crouch.
 
Copyright 2009 ADN Fútbol. Powered by Blogger Blogger Templates create by Deluxe Templates. WP by Masterplan