No ha pasado ni un año. El pasado 31 de mayo de 2010 el Real Madrid, representado por su Director General,
Jorge Valdano, oficializaba ante los medios informativos el secreto peor guardado del mundo: el fichaje de
José Mourinho como entrenador del primer equipo. Otro debutante, el recién elegido presidente del FC Barcelona,
Sandro Rosell, describía el hecho con un ingenuo
y simpático "Dará más ambiente a la Liga"; hoy, a petición, soterrada pero también a voces, del entrenador portugués,
Florentino Pérez y su Directiva han puesto de patitas en la calle al primer ejecutivo del club. El deseo del preparador deportivo por encima de la importancia del cargo del director general. No sorprende, pero sí resultaría una decisión como mínimo imprudente en cualquier empresa seria.
Tras la pasada temporada, Valdano quería que
Manuel Pellegrini continuara en el banquillo. El equipo había fracasado en la Copa del Rey y en la Champions League, cierto, pero los 96 puntos, los 102 goles y la disputa del torneo liguero al FC Barcelona hasta el último partido eran buenos argumentos para la continuidad del chileno. Florentino no quiso. Quizá descontento con el perfil moderado de Pellegrini y molesto por las tempranas quejas al respecto de los traspasos de
Sneijder y
Robben, quedó sentenciado desde el principio. El populismo victorioso de Mourinho, la batalla y victoria del Inter frente al Barça, la histriónica celebración entre los aspersores del Camp Nou y el título europeo en el propio estadio Bernabéu hicieron el resto. Siempre me preguntaré si Mourinho siquiera tuvo que molestarse en presentar a la cúpula madridista
un dossier similar al que elaboró para
Marc Ingla y
Ferrán Soriano en 2008 cuando pensaron en él como sustituto de Rijkaard. Creo que no le hizo ni falta.
Jorge Valdano, sentado al lado de Mourinho aquel día de mayo en la sala de prensa del estadio, diciendo que el Madrid necesitaba un técnico que absorbiera toda la presión y tuviera liderazgo, en desafortunada y supongo que involuntaria mención al anterior ocupante del banquillo, comenzó a firmar su rendición intelectual:
"Es un honor tenerlo entre nosotros. La expectación confirma la importancia de Mourinho en el panorama futbolístico actual. Yo hablé de Mourinho en términos agresivos en varios artículos de prensa y él me contestó igual. Entonces no sabíamos que el tiempo nos uniría en el futuro. Hemos aclarado esos desencuentros, lo aclaramos rápidamente y no quedó ningún resquemor". Un rápido repaso a las hemerotecas serviría para encontrar esos
'términos agresivos' que evidenciaban un tremendo abismo entre las dos personalidades, seguramente no solo en lo referente a la concepción del fútbol.
Pero al tiempo, es evidente que Valdano se comportó correctamente desde aquel día inicial de la presentación, igual que tras el empate en Almería
, o tras el incendio arbitral de Mourinho y
la hoja de los trece errores,o con las quejas previas al fichaje de
Adebayor, o tras ser
apartado de la expedición del primer equipo en los viajes, o cuando un individuo desconocido recién autonombrado como portavoz del entrenador,
Eladio Paramés, le enmendaba la plana públicamente.
La lista es casi interminable. Todo ello iba en el cargo, como la exquisita representación tras cada partido ante la magnífica periodista
Mónica Marchante.
Le honra su contención durante todo el curso:
"Yo no he convertido al Real Madrid en un campo de batalla; fui más director general que Jorge Valdano y mi lealtad duró hasta el último día". Elegante al considerar oportuna la continuidad del entrenador. Sincero reconociendo que pidió un diálogo a tres para solucionar los problemas, situación que no fue posible. Sin embargo, toda la educación y la imprescindible mesura necesaria en una posición como la suya no debería justificar la sumisión de Valdano y su consentimiento obligado durante todo el año. Lo mismo para su sueldo, importantísimo y magnífica anestesia, pero, imagino, no un cheque en blanco para su dignidad profesional. ¿Pensaba que Mourinho iba a cambiar? Ya el primer dia
lo dejó meridianamente claro.
Valdano no ha querido dimitir, respetable decisión, pero ni así ha podido continuar en el club ni ser valorado por el presidente, que en el pasado mes de diciembre decía:
"Valdano es quien mejor representa la imagen de nuestro club". Hoy, su cargo es una
"disfunción" con
'"demasiadas responsabilidades deportivas" que debe ser eliminado dentro de una
"necesaria reorganización que dé más autonomía al entrenador, más propia del fútbol inglés". Director General y Adjunto a la Presidencia, esos eran los cargos de Valdano hasta la fecha, definición de los cuales resaltó
en su última entrevista larga en El Larguero de la Cadena Ser, desmarcándose ligeramente de las decisiones deportivas inmediatas. No era el bedel del vestuario. Se marcha despedido por la presión de un entrenador que lleva una temporada en el equipo, con una buena indemnización pero con una notable pérdida de imagen pese a su talento para expresarse ante los medios como acaba de demostrar.
Mourinho recibe, a cambio, todo el poder deportivo y mediático del club. Es el designado portavoz mientras lleva un mes sin responder a la prensa y realizando balances de una temporada
en un párrafo de un comunicado web. Es su gran victoria del año. La que más deseaba. Eso sí, si Florentino cree que está construyendo una estructura sólida y duradera, al estilo
Ferguson o
Wenger, es que no ha aprendido nada.
'Poder absoluto', por Diego Torres en El País
'LQDM, lo que diga Mou', por Orfeo Suárez en El Mundo
Foto: Luis Sevillano
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