Pep Guardiola no debió quedar tan descontento con el 3-4-3 que alineó en Valencia como pensábamos. Pese al daño inflingido por
Mathieu y
Alba,
y pese a salir del vestuario de Mestalla en la media parte con cuatro
defensores, mediada la segunda parte regresó al trío en la zaga, exigido
por el marcador y favorecido por el lógico bajón físico del rival. En
esos últimos minutos el Barça acorraló al Valencia, empató y pudo ganar
el partido.
Alves,
Mascherano y
Abidal. Ellos terminaron en Mestalla y ellos comenzaron ante el Atlético de Madrid, con
Reyes,
Diego y
Falcao como
amenzanante tripleta ofensiva en frente. Dio igual la composición de la
delantera atlética. El Barça aprendió algo el pasado miércoles: tienen
el toque, la calidad individual y el concepto futbolístico para
desarrollar el 3-4-3 de manera satisfactoria. Pero saben que necesitan
algo más, la presión grupal y la agresividad sin balón para que
funcione, para que la posesión sea elevada y por tanto los ataques más
frecuentes y mejor elaborados.
La exigencia del sistema.
Pensar en la defensa para mejorar el ataque, según definición del entrenador azulgrana. Guardiola, con
Piqué y
Puyol disponibles,
con un delantero como Falcao en racha delante, insiste y con éxito. En
el Camp Nou hay muchos metros a lo ancho por cubrir en defensa, pero la
intimidación de la presencia ofensiva del equipo y la confianza que da
disfrutar de tanta pelota parece facilitar la tarea de contención.
Paradójico para cualquier equipo, quizá clave para éste.
El primer tiempo del Barça fue abrumador. Como ante el Villarreal.
El Atlético, salvo en una jugada en el minuto 4 muy bien hilvanada que
terminó con chut de
Tiago al larguero, no tuvo opción. Los defensas, desmoralizados ante
Messi.
Los centrocampistas, juntos y en buen número pero incapaces de
recuperar un balón (el árbitro involuntariamente interceptó un pase de
Xavi en
la mejor acción defensiva en medio campo atlético. Exageradamente
real). El equipo barcelonista, con Xavi para la pausa, Messi para el
vértigo,
Pedro para la solidaridad y
Thiago &
Cesc jugando (ay, los agoreros del verano) juntos, brillante.
La evolución es permanente. Una defensa formada por Alves, Piqué,
Puyol, Abidal, magnífica y de probada solvencia en partidos clave. Sin
embargo, Fábregas, Thiago; reclaman con su fútbol protagonismo, y
Guardiola ensaya, prueba para facilitarlo. La velocidad del balón y el
ecosistema propicios para que Messi continúe expresándose como desee. La
cosecha suma y la mezcla combina de maravilla.
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