Desde que Guardiola ocupa el banquillo azulgrana,
posiblemente las visitas a Mestalla han resultado las más difíciles para el
equipo barcelonista. Dos empates y una victoria mínima con gol de Messi la
temporada pasada. A la cuarta el Valencia estuvo a punto de conseguirlo, pero
le sobraron quince minutos y le faltó un poco de combustible.
Hasta ese momento, el grupo de Emery llevó la iniciativa y
desnudó al Barça. Con ese doble
lateral izquierdo, formado por Jordi Alba y Mathieu, convirtió la banda derecha
en un patio de recreo para disfrute de Soldado y para pesadilla de la defensa
de tres que planteó Guardiola. El entrenador, aun habiendo declarado en la
previa que el 3-4-3 era arriesgado para jugar ante equipos fuertes, y recordando
ya la temporada pasada sufrir la doble arma zurda del Valencia, insistió en esa
disposición. Lo justificó en rueda de prensa tras el partido con la idea de que
la presencia de Mascherano, rápido pero firme posicionalmente, ayudaría a
contrarrestarla.
La realidad fue bien diferente. Mascherano sufrió como nunca
con la camiseta azulgrana, Puyol y Abidal resultaron igualmente desbordados y
el medio campo rara vez ayudó en las coberturas. El 3-4-3 exige máxima
concentración, esa presión tan efectiva que ahoga a los rivales sin
centrocampistas creativos que sepan qué hacer con la pelota y sobre todo mucha
posesión. Así lo justificaba Cruyff en las derrotas, con frases como “el
sistema ha funcionado muchas veces, cuando perdemos es que algo hemos hecho mal”.
Guardiola fue más preciso: “Tener posesiones más cortas de lo habitual nos
obliga a un mayor trabajo y desgaste defensivo”. Clave. A mitad de segunda parte
el porcentaje era 47 vs 53 %.
El Barça quizá no
esperaba tanta exigencia y resistencia del rival. Desconcentrado e impaciente,
cayó hasta en once veces en fuera de juego, ante una defensa valencianista ágil
y bien acompasada. Así que no logró
hilvanar su fútbol hasta que no se agarró de verdad al balón: de esta manera
logró detener la sangría defensiva (primero regresando tras el descanso a la
línea de cuatro, para terminar de nuevo con tres) y comenzar a desarrollar su juego
real. Con Messi convertido en un mágico croupier,
repartiendo cartas de todos los colores y categorías a sus compañeros, logró
empatar y pudo llevarse la victoria en el tramo final. Su conexión con Cesc,
remite a aquellos partidos con el Cadete A del FCB en 2003. Han pasado ocho
años; en el césped, no podría decirse ni que pasaron ocho días.
Foto: Claudio Chaves - MD
1 comentarios:
El campo del Vlencia es didícil para el Barça, un alto esfuerzo en la primera parte hizo que el barça no tuviera la pelota como para controlar el partido, añadido a que al barça le falta un poco de ritmo de competición, el Valencia debió hacer el 3º para respirar.
En la segunda parte las fuerzas bajaron y el barça hizo lo que sabe y mereció mas.
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