El Real Madrid regresó el sábado al triunfo en la Liga tras
los percances en Santander y Valencia. Con seis goles, acentuando sus virtudes
futbolísticas pero también exhibiendo sus recientes (y quizá habituales) defectos.
Contundencia, vértigo, aprovechamiento
máximo de los errores del contrario tipo saques de banda o de esquina a favor
mal ejecutados. El Rayo, con un planteamiento tan valiente y destacable (relacionado
con su presupuesto y plantilla) como ingenuo, prefirió perder a campo abierto
que en su propia área.
Por el contrario, volvió a sufrir para controlar el juego y
dominar la pelota, pese a las buenas conducciones de Kaká y el libreto de Xabi
Alonso. El Madrid juega angustiado, y su
entrenador no ayuda a reducir el ruido ni canaliza la furia. Mourinho alineó a
Lass, dando descanso a Özil. No pareció estar convencido de ello, ya que deshizo
el cambio antes del descanso. Diarra facilitó la decisión fallando un pase en
el primer gol rayista y el entrenador portugués ya no dudó minutos después.
En sala de prensa Mourinho confesó sus dudas al respecto de
jugar con un mediocentro puro y dos medias puntas, como calificó a Kaká y Özil “Deberían
tener una fuerza física y una disponibilidad mental diferente, porque Xabi
Alonso no puede jugar solo en el medio los noventa minutos, aunque hoy ante el
Rayo han respondido muy bien”.
Dudas. El Madrid sufre en el ataque estático, cada día es
más difícil negarlo. En dos partidos sobre cinco jornadas ya no le ha servido
el doble pivote y la búsqueda de espacios para marcar, y Mourinho debe estar
sopesando alternativas. Sahin no está y Granero no cuenta, y el contraste entreel partido de Santander del año pasado y el de éste no deja al equipo en buen
lugar. Jugar en casa, en el Bernabéu, ante un recién ascendido, con un solo mediocentro
(de la calidad de Alonso, por cierto) y dos enganches, tendría que ser un
riesgo controlado y perfectamente asumible. El banquillo madridista necesitó un marcador
en contra y los primeros silbidos del curso para correrlo.
El debate en cualquier caso es futbolístico. El Madrid
necesita focalizarse en él. Árbitros, conspiraciones, peticiones de adulación
periodística incondicional, negación de los títulos ajenos y fútbol ficción no
le ayudarán ante el colosal reto que se le presenta: derrotar en una carrera de
fondo y en duelos directos a un FC Barcelona que perfecciona y evoluciona su
método cada día. Si no,
corre el peligro de quedarse anclado en aquella segunda vuelta con Juande Ramos. El equipo blanco, con sus distintas virtudes y cualidades,
necesita precisamente eso: transformación, desarrollo y crecimiento.
Futbolísticos.
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