sábado, noviembre 12, 2011

Inglaterra oculta la portería a España



Tras el último enfrentamiento entre Inglaterra y España, hace casi dos años en Sevilla, 1-0, el gran ausente hoy, Wayne Rooney, dijo “Tocan y tocan la pelota y no haces otra cosa más que correr detrás del balón. La verdad es que llega un momento en el que te aburres porque nunca la tienes”. Así fueron los primeros cuarenta y cinco minutos recién terminados en Wembley. El equipo de Capello, aceptando su presunta inferioridad, se parapetó tras el balón sin demasiados buenos propósitos más allá de mantener la portería a cero. 

La línea de cuatro muy cerca de Hart, el centro del campo pensado para destruir y correr tras la pelota, con Jones avanzado desde la zaga formando pareja con Parker y la idea que buscar alguna contra con Walcott, más allá de la previsible e infructuosa lucha de Bent arriba. España opuso un medio campo pleno de habilidad para el toque, el desmarque corto y la habilidad en espacios reducidos. Xavi, Iniesta y Silva buscaron su oportunidad y alguna entrada de Villa con bastante soltura, pero no encontraron la portería en ningún caso, hay que reconocerlo. El fútbol fue fluido, autoritario y dominante, pero se quedó sin un buen discurso de cierre, un corolario brillante. Sin un gol, vamos. A veces ocurre. 

Alonso y Busquets jugaron estupendamente pero se solaparon por momentos, y la acumulación por el centro obligó a Jordi Alba y sobre todo a Arbeloa a desempeñar funciones muy difíciles para un lateral que no se llame Alves o Marcelo (incluso para ellos): desbordar y alcanzar línea de fondo sin contar con el arma de la llegada por sorpresa. La posición adelantada pero estática mató a los carrileros. Un medio campo con cinco futbolistas debería permitir la presencia de alguno con capacidad de desborde uno contra uno cerca de la cal. 

Los cambios tras el descanso, propios de un partido amistoso, la obligación de Del Bosque de repartir minutos (no solo por lo que puedan decir desde Madrid o Barcelona sino por el propio interés de mantener en buen estado su excelente materia prima), dejaron a España sin la continuidad inicial. La presencia de Fàbregas o Torres, buscando sus llegadas frontales, solo dio fruto al final, con el partido casi terminado, y es que los desmarques hacen buenos los pases pero al tiempo no pueden existir sin ellos. España necesitará más profundidad en choques similares a éste, pero dependerá más de la intensidad que aporta un encuentro oficial y del acierto puntual en esas combinaciones eternas en los alrededores del área que del estilo o de la idea de juego. Tras ganar Europeo, Mundial y todos los partidos de la fase de clasificación para Euro 2012, es evidente que la cuestión es interpretar correctamente y con más inspiración el libreto, no cambiarlo. Ya quisiera Capello, mucho menos sutil, en 2010 y también ahora. Inglaterra logró esconder las porterías y darle lustre al marcardor, pero ni de lejos consiguió esconder el fútbol y las intenciones bajo el césped de Wembley. 

Foto: As.com 

domingo, noviembre 06, 2011

Fútbol sublimado por litros en San Mamés


Messi aún no había marcado en San Mamés. Fábregas ni siquiera había pisado el césped de La Catedral en partido oficial (y buenas ganas que tenía de hacerlo como mencionó el día de su presentación en el Camp Nou). Los dos eligieron el mejor día posible para presentar sus respectivas credenciales, en un partido que homenajeó a todas las bondades que hacen del fútbol un espectáculo único.

Ni la pertinaz lluvia que cayó sobre Bilbao no ya durante el partido, sino los últimos tres días, ni la segunda parte en la que el colosal drenaje de la hierba de San Mamés dijo basta por momentos, impidieron que Ahtletic y Barça se batieran con valentía y dignidad, opusieran cada uno sus armas futbolísticas y compartieran su orgullo centenario. Bielsa eligió los marcajes individuales en el medio campo, con el trío Iturraspe-De Marcos-Herrera-, con el apoyo de Muniaín y Susaeta en las bandas, mientras que Guardiola envió a Messi y Adriano a la cal con instrucciones de abandonarla siempre que fuera posible, para con los movimientos de Fábregas crear el caos llegando sin estar, abastecidos con continuidad por Xavi e Iniesta.

Las bestias, elogioso calificativo de Guardiola a los jugadores locales por su espectacular despliegue físico, se igualaron a las bellas del toque y la combinación, para exhibir una magnífica representación conjunta. Ni el Ahtletic abusó del pelotazo ni renunció a salir a buscar al Barcelona muy lejos de su propia área, ni el equipo azulgrana prescindió de su estilo ni cuando el agua ya impedía que la pelota rodara normalmente. La posesión, en rangos de 40 vs 60 % durante todo el partido, evidenció que hubo diálogo, no el monólogo habitual.

Dos grandes goles y otros dos tras acuáticas carambolas por equipo sirvieron para establecer el marcador, que al ser el fin del juego siempre ha de cuantificarse de alguna manera. Lo bueno es que el medio dura más tiempo y permite matices de toda condición. Es agradable pensar que el fútbol crece y sobrevive no por la cháchara nocturna acerca de insignificantes nimiedades sino, por ejemplo en este caso, por la descripción contada y escrita, casi literaria, del primer encuentro de ambos entrenadores como previa al partido, el interés táctico y la justa, honrada, casi caballerosa hostilidad del combate físico durante el mismo, para concluir con el entusiasmo general tras el pitido final. Tres puntos pocas veces aportaron tanta satisfacción, no solo fue lluvia lo que jarreó hoy en el viejo santuario vizcaíno.

Foto: Mundo Deportivo
 
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