Messi aún no había marcado en San Mamés.
Fábregas ni siquiera había pisado el césped de
La Catedral
en partido oficial (y buenas ganas que tenía de hacerlo como mencionó
el día de su presentación en el Camp Nou). Los dos eligieron el mejor
día posible para presentar sus respectivas credenciales, en un partido
que homenajeó a todas las bondades que hacen del fútbol un espectáculo
único.
Ni la pertinaz lluvia que cayó sobre Bilbao no ya durante el
partido, sino los últimos tres días, ni la segunda parte en la que el
colosal drenaje de la hierba de San Mamés dijo basta por momentos,
impidieron que Ahtletic y Barça se batieran con valentía y dignidad,
opusieran cada uno sus armas futbolísticas y compartieran su orgullo
centenario.
Bielsa eligió los marcajes individuales en el medio campo, con el trío
Iturraspe-
De Marcos-
Herrera-, con el apoyo de
Muniaín y
Susaeta en las bandas, mientras que
Guardiola envió a
Messi y
Adriano a la cal con instrucciones de abandonarla siempre que fuera posible, para con los movimientos de
Fábregas crear el caos llegando sin estar, abastecidos con continuidad por
Xavi e
Iniesta.
Las
bestias, elogioso calificativo de Guardiola a los
jugadores locales por su espectacular despliegue físico, se igualaron a
las bellas del toque y la combinación, para exhibir una magnífica
representación conjunta. Ni el Ahtletic abusó del pelotazo ni renunció a
salir a buscar al Barcelona muy lejos de su propia área, ni el equipo
azulgrana prescindió de su estilo ni cuando el agua ya impedía que la
pelota rodara normalmente. La posesión, en rangos de 40 vs 60 % durante
todo el partido, evidenció que hubo diálogo, no el monólogo habitual.
Dos grandes goles y otros dos tras acuáticas carambolas por equipo
sirvieron para establecer el marcador, que al ser el fin del juego
siempre ha de cuantificarse de alguna manera. Lo bueno es que el medio
dura más tiempo y permite matices de toda condición. Es agradable pensar
que el fútbol crece y sobrevive no por la cháchara nocturna acerca de
insignificantes nimiedades sino, por ejemplo en este caso, por la
descripción contada y escrita, casi literaria,
del primer encuentro de ambos entrenadores como previa al partido,
el interés táctico y la justa, honrada, casi caballerosa hostilidad del
combate físico durante el mismo, para concluir con el entusiasmo
general tras el pitido final. Tres puntos pocas veces aportaron tanta
satisfacción, no solo fue lluvia lo que jarreó hoy en el viejo santuario
vizcaíno.
Foto: Mundo Deportivo