Xavi,
aún a pie de césped, reiteraba que la filosofía de juego del equipo
está intacta y es innegociable, como el estilo, pero al mismo tiempo
reconocía que habían ganado “por casta y fe”.
Víctor Valdés, un poco después, asumía que “de nuevo hemos jugado con fuego” y que el
Betis les había llevado “al límite”. Mientras, en rueda de prensa,
Guardiola confesaba
que tras ganar tanto en los últimos años “parece que hace falta una
situación límite para reaccionar”, para inmediatamente a continuación
calificar eso como algo normal e insistir en alejar la relajación de la
situación actual del vestuario.
Resulta contradictorio. Como decía
Johan Cruyff, si
un equipo, por muy bueno que sea, juega al 90% de sus posibilidades, se
expone a cualquier rival. La intensidad es imprescindible, medida
sobre todo en concentración, para que el control de la pelota sea el
correcto y así el pase salga disparado, para que ese envío tenga la
fuerza adecuada, ni un poco más ni un poco menos, para que la línea del
fuera de juego se adelante cuando toca, para que la presión sea
coordinada y no requiera de esfuerzos físicos exagerados, para que el
remate final vaya a un lado y no al cuerpo del portero. Lo de la casta y
la fe, en un equipo de tal precisión, en un maquinaria cuya virtud
esencial es la minuciosidad y la puntualidad en la ejecución, ofrece
dudas. Las mismas que esa presunta obligatoriedad de estar contra las
cuerdas para seguir pegando; nunca estuvo eso en el catón del equipo,
que juega y juega sin mirar al marcador. Hacerlo en función del
resultado, aunque comprensible y practicado por todos los equipos del
mundo, es un vicio peligroso para un equipo grande, más aún para uno
que alimenta su grandeza más allá de la cuenta de pérdidas y ganancias.
Tras el 2-2, la grada del Camp Nou reaccionó de manera espectacular y
contagió al equipo, que recuperó el tono de la mejor fase del primer
tiempo, acorralando al gran Real Betis que campó a sus anchas durante
una hora larga de partido. Es imposible disfrutar del fútbol sin pasión y
estímulos, el corazón a veces no lo permite, pero no todos los equipos
conviven igual con el vértigo.
Real Madrid,
Manchester United,
encantados de la vida. El Barça, no tanto. Aun en circunstancias
diferentes, aquel partido contra el Inter debe servir de aprendizaje.
Porque ocurrió en Cornellá, la grandeza del partido de San Mamés
escondió algo parecido, y lo mismo anoche. El gol que encaja el equipo
en el Bernabéu en el primer minuto, sí mostraba un escenario fronterizo
para la clasificación liguera. Pero los 89 minutos que restaban
permitieron afrontarla con serenidad y naturalidad: el Barça se agarró a
la pelota y sin aspavientos ni dramatismo remontó con solvencia el
partido. Con menos tiempo para remontar, el disponible para la
elaboración se resiente y con ello la calidad del producto final.
Bienaventurados aquellos que disfrutan de la épica sin observar sus
riesgos y sus traicioneros y caprichosos cambios de humor.
La excelencia también impone sus peajes. Si el actual FCB no parece
disponer de un plan B en cuanto a la manera de imponer su fútbol,
tampoco parece demasiado capacitado para sobrevivir en brazos de la
fiebre. Las jugadas interminables, los goles tras un saque corto de
Valdés, las triangulaciones de billar…furor en la grada, cirugía en la
hierba.
1 comentarios:
mi amigo que es un escritor pay per head dice que Xavi es pieza fundamental en el equipo del Barcelona y no Messi, estas de acuerdo??
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