Desde que correteaba por los humildes campos de Rosario, Argentina, siendo un niño más pequeño que la pelota que, empeñado, conducía y conducía hasta el interior de la portería de turno, hasta la llegada al banquillo azulgrana de
Pep Guardiola en 2008, las opiniones sobre
Messi eran casi unánimes en el elogio. Leo sería una estrella a lomos de su velocidad y de su regate. Sin ahorrar en calificativos admirables, se quedaron cortas.
En el Trofeu Gamper del verano de 2005, el cartel enfrentaba al FC Barcelona con la Juventus, entrenada por entonces por
Fabio Capello. Messi
fue titular y sorprendió a propios y extraños. Ya había debutado con el primer equipo la temporada anterior, y hacía apenas dos meses que se proclamaba Campeón del Mundo sub 20 con Argentina, siendo máximo goleador y mejor futbolista del torneo. Pero, como dijo Capello, no era lo mismo verlo en el Camp Nou ante noventa mil espectadores y con la camiseta azulgrana:
“Es como un pequeño diablo, nunca había visto un jugador con tanta calidad”.
Cannavaro y compañía, pese al carácter amistoso del partido, no eludieron patadas para detenerle; les daría igual, como a tantos otros.
Sorprendentemente fuerte para su altura y peso, nunca le amedrentaron los defensas rivales. Pronto llegarían exigentes pruebas como las eliminatorias europeas frente al Chelsea de
Mourinho y los partidos ante el Real Madrid, c
omo aquel hat trick en 2007 en el que quizá fuera su primer gran partido mediático, y poco después
el famoso gol al Getafe en Copa. Sufrió más por las lesiones y por el decaimiento general del equipo de
Frank Rijkaard que por las dificultades que encontraba en el césped.
Sin embargo, tenía margen de mejora. Podía ser algo más que un extremo derecho. Contaba Leo que cuando llegó con 13 años a Barcelona le enseñaron mucho pero que no trataron de cambiarle su juego, si acaso, un pequeño detalle, que en algunos partidos los entrenadores de las categorías inferiores no les permitían jugar a más de toques.
“Lo intentaba, pero se me olvidaba a menudo”, sonreía Messi al recordarlo.
Guardiola, recién nombrado entrenador, se encontró por un lado con la necesidad de resolver las situaciones de
Ronaldinho,
Deco y
Eto’o, y por otro, la aparente incompatibilidad de los JJOO de Pekín con la pretemporada azulgrana. Pep escuchó a Messi, le dejó participar en la Olimpiada pese a que disponía de las razones administrativas para retenerle, y a su regreso le dio la camiseta número ‘10’ y le puso a jugar. Poco a poco, con la inspiración del 2-6, Messi ha mutado en el futbolista total. Guardiola, como antes de aquella noche en el Bernabéu, le dijo que debía jugar más cerca de la portería y del gol, que en años anteriores arrancaba desde posiciones mucho más lejanas, lo que se traducía en goles como el del Getafe, sí, pero sobre todo en patadas, desgaste y, en ocasiones, frustración. Se acabó jugar pegado a la banda. Messi, que aceptó la indicación del entrenador a su fiel estilo
“Acepté encantado. Yo lo que siempre quiero es jugar y además en las inferiores siempre lo hacía por detrás del delantero centro”.
El impacto fue inmediato y espectacular, lo que adquiere aún más valor e importancia dado que hablamos de un jugador que ya era una estrella y rendía como tal. Primero crecieron las cifras de goles, rozando los cincuenta por curso. Después las asistencias, casi veinte por temporada. Y a continuación, la influencia y el sentido colectivo. Siendo el mejor definidor y regateador del fútbol mundial, Messi es capaz de tocar simplemente al compañero de al lado, de no interrumpir el engranaje de la posesión de su equipo, de saber cuándo acelerar y cuándo esperar, de aprovechar que ha adquirido el conocimiento del juego, posiblemente lo más difícil en el fútbol. Tras recibir su primer Balón de Oro, en 2009, Messi decía
“la facilidad de Xavi para jugar, la habilidad de Iniesta cuando te encara…lo difícil es lo que hacen ellos, no lo que hago yo”. Bien lo sabe.
'El vínculo de Messi con el Barça', Ramón Besa en El País
Foto: Archivo FCB
2 comentarios:
Messi es un excelente jugador y ha ganado practicamente todos los trofeos con el Barcelona pero yo iría a una compañia pay per head y apostaría todo mis ahorros en asegurar que Cristiano Ronaldo es mejor que Messi
Guardiola ya pidió la salida de Messi del Barcelona: "Hemos creado un monstruo"
Sin duda, Lionel Messi ayudó a que el juego blaugrana mejorara paulatinamente.
Publicar un comentario