martes, febrero 14, 2012

Messi contra el azar


A cámara lenta, con un buen número de pases fallados, con Busquets de regreso, imprescindible para el juego pero dolorido y renqueante, como Iniesta, sin Xavi ni Piqué. La versiòn del Barça fue la original pero sin subtítulos. Ortodoxa pero incompleta. Necesitaba balón en cantidades industriales, aunque la manufactura resultante no tuviera la etiqueta negra habitual.

El equipo azulgrana se agrupó en las cercanías de la pelota mientras el Bayer lo hacía alrededor de sí mismo. Intimidado y ultradefensivo, consciente de su evidente inferioridad, el Leverkusen tiene pocos argumentos con el balón así que ni intentó jugarlo. Sí logro sin embargo reducir el ataque del Barça, que carente de agresividad y de uno contra uno se estrellò sin demasiado entusiasmo frente a los defensores alemanes. Contra toda lógica, un balón suelto en campo propio cazado por Messi sirvió para lanzar a Alexis y marcar el 0-1, en transición.

Tanto control no impidió que el Bayer empatara y tuviera alguna ocasión más. Pese a que el gol fue una de esas jugadas en que el balón no toca el suelo, esas que dan cuerda al tópico del fútbol alemán, que mientras tanto evoluciona, sobre todo en los pies de los futbolistas del Borussia Dortmund, el Barça evidenció una cierta carencia de contundencia defensiva, que esta vez pareció consecuencia de dudas individuales màs que de un mal funcionamiento colectivo.

Disfrazado el azar de gol de Kadlec, Messi apareció para eliminarlo. Empeñado pese a no encontrar portería, Leo inició su catálogo de combinaciones, en corto con Cesc, en largo con Alexis y luego Pedro, añadidas a sus habituales arrancadas. Ninguna de ellas fue groseramente agarrado y derribado como le suele ocurrir en la Liga. No se trata de ponerle una alfombra roja bajo los pies, obvio, sino de aceptar que una falta debe ser la excepción para defender, no la norma.

Con el final cercano, un mal pase dejó la pelota a la misma distancia de Messi que de un centrocampista del Bayer. Leo corrió a por él, enfiló la vertical de la portería, se apoyó en el desmarque de Alves y se deslizó hacia el segundo palo, seguramente con poca fe de recibir, rodeado de contrarios. Alves esperó y esperó, lo máximo posible, hasta enviar un pase que nada más salir de sus botas parecía demasiado largo y potente. La cazó Messi y obtuvo un merecido premio para su solidario partido. En noventa ocasiones tocó la pelota durante el partido. Como un centrocampista. El triple que un extremo. El doble que un mediapunta. Como el mejor.

Foto: Sportyou

Tribuneando


El tristemente célebre entorno barcelonista ni se crea ni se destruye, solo se transforma, desde el estado de letargo hasta la ebullición, pasando por las escasamente sutiles sugerencias diarias. Cuando en los opinadores y/o seguidores que medran sobre la influencia de un equipo de fútbol se utiliza el nombre de alguien clave en la historia de la institución con tinte despectivo, es que algo no funciona. Cruyffear.

Los años de sequía, algún intervalo de catorce años sin ganar la Liga, pero sobre todo los complejos, el victimismo y la ausencia de un plan futbolístico fueron desterrados para siempre por Cruyff, que aportó razones al orgullo barcelonista más allá de las incondicionales basadas en el sentimiento. Razones mucho más definitivas que un resultado. Se equivocó, claro, como cualquiera, en alineaciones y fichajes, menudencias comparadas con su ascendente y prestigio.

Pero claro, a este Johan Cruyff, la actual Directiva del FC Barcelona le discutió el cargo de Presidente de Honor, qué se puede esperar. Del palco a las tribunas hay solo unas cuantas filas y escaleras. Sufrir, quejarse por un mal resultado concreto englobado en una trayectoria de un lustro, dudar, comparar con el de más allá, mirar siempre hacia el sur. No, no son los rivales, son algunos socios del club y medios empeñados en la superviviencia de una rancia dualidad por el poder.

La crítica deportiva es necesaria, incluso imprescindible. La descomposiciòn del equipo campeón Rijkaard, tan cercana, así lo aconseja. Saludable. Aun atrevida en el caso de una alineación cuando el entrenador suma casi doscientas irreprochables, forma parte del juego. Pero cuando la cantera, tan nombrada y celebrada en la bonanza, se reduce a capricho y anécdota a la segunda derrota, las contradicciones retratan a los impostores.  

El Barça está lejos del Madrid en la Liga, las cifras de los partidos fuera de casa comparadas con el curso pasado lo explican. Pero salvo la reciente primera parte en Pamplona poco se puede afear al equipo, que siempre terminó acogotando al rival en su área los días que no ganó (como es su obligación, por otra parte). No es novedad el bache del Barça de esta época en enero y febrero. Nunca ha ganado desde 2008 la ida de los octavos de UCL: empate con Lyon y Stuttgart, derrota frente al Arsenal. Pero siempre llegó a final de temporada compitiendo, exigido por el Madrid en casa, ilusionado por la gloria en Europa. 

El azar. En todas sus conocidas y habituales formas y representaciones. Guardiola lo mencionó ayer. No como excusa, sino como objetivo. Eliminarlo. Regresar al dominio futbolístico que este equipo ha impuesto en las últimas temporada a sangre y seda con el monopolio del balón y la agresividad por recuperarlo como argumentos. Aumentar la influencia de lo esencial sobre lo accesorio. Empezando por Leverkusen.

jueves, febrero 09, 2012

Final de Copa, fútbol conquistado


Le cuesta al Barça últimamente quitarle el envoltorio a los partidos. Sí, cierto, ocurrió en la final de Roma, y después en Wembley. Y otras veces. Nada debería ser demasiado dramático, un poco de paciencia y recordar la teoría de las judías secas. Pero el reciente nerviosismo en los partidos frente a Real Madrid (evidente) y Real Sociedad (aparente), ocasiones y llegadas al área del rival nada más iniciados los partidos más el ancestral patirem azulgrana parecían abocar la semifinal copera a un encuentro largo en su desarrollo pero corto en el marcador.

El cuarto de hora inicial, con el Valencia plantando una línea de cuatro pero en el área azulgrana, casí propia del rugby, obligando a Pinto a sacar en largo y dejando al Barça desorientado y sin pelota, terminó cuando Messi, aún en campo propio, sobrevoló un desmarque de Fàbregas con un pase extraordinario y dejó al '4' delante de Diego Alves. El portero dudó y Cesc le superó por alto.

Esta vez el gol ayudó a encontrar el juego y no al revés, como suele suceder en el Barça. El Valencia ya no podía impedir que Piqué recibiera de portería e iniciara juego y el equipo barcelonista ofreció el mejor fútbol de 2012 en la siguiente media hora. Con Puyol empujando como un émbolo recién engrasado. Sin Busquets, Thiago no desentonó como medio centro, pese a que quien esto escribe le gustó más Jonathan Dos Santos el pasado sábado, más acostumbrado quizá a la posición. Fábregas tuvo mucha influencia en el juego, más peso que Xavi en ese tramo, pero seguramente gracias a la regia presencia de éste. Sus intervenciones aceleran el ritmo sostenido del fútbol azulgrana, y hoy le vinieron bien al conjunto, aprovechando el infrecuente tembleque de la habitualmente solvente pareja de centrales que componen Rami y Víctor Ruiz

La segunda parte se ajustó más a los parámetros habituales. Xavi, cuarenta pases en el 70', terminó con cien. Aún así, el Valencia, inferior en el juego pero a tiro de marcador, obligó a demostrar en un par de ocasiones que Pinto puede desempeñar un papel futbolístico y no solo grupal. La expulsión de Feghouli terminó con la resistencia visitante y el Barça acertó finalmente con el 2-0, tras varias opciones de Messi.

De Leo se analiza todo, hasta si se afeitó o no para jugar. Pero alguien que marca más de cincuenta goles en más de una temporada, sabe perfectamente cómo hacer gol y conoce su oficio. Está cercano el día en que a Messi se le pida marcar gol a pase suyo. De momento hoy casi fue Ronaldo Nazario.

Tercera final de Copa del Rey desde que Guardiola ocupa el banquillo barcelonista, para doce en total. Con bajas, con Copa África sin Keita y antes Yaya Touré, con frío, nunca desde su llegada se relajó el ritmo durante el mes de enero, donde desde hace años se ventilan rápidamente las últimas eliminatorias. L`Hospitalet, Osasuna, Real Madrid, Valencia...y Ahtletic Club Bilbao como desenlace. Será en mayo. Orgullo para unos, sueño para los otros, futbolistica para todos. Para ganar una final hay que jugarla...pero hay que jugarla bien, Guardiola dixit.

Foto: Pep Morata en Mundo Deportivo

jueves, febrero 02, 2012

Valencia CF vs FCB: La Copa invita a la táctica




El partido de Liga en Mestalla y la vuelta de cuartos de final frente al Real Madrid en el Camp Nou condicionaron la puesta en escena del FC Barcelona en la semifinal copera. Al más puro estilo cruyffista, con la misma intuición y seguramente con más análisis, Guardiola decidió que en lugar de tener que elegir la posición de Dani Alves, más o menos adelantado, directamente se quedaría en el banquillo. Recordando el daño que le hicieron Mathieu y Jordi Alba en el enfrentamiento liguero, el entrenador azulgrana envió a Puyol al lateral derecho, como en los últimos minutos del partido contra el Madrid, y mantuvo la defensa de cuatro.

Sin Xavi, obligado a descansar, y con la mimética presión adelantada que ambos equipos se imponían de forma recíproca, el juego quedó encorsetado en apenas cuarenta metros de castigado césped. En el Valencia dirigía Banega; en el Barça Busquets y Fábregas buscaban a Messi hasta que el argentino se retrasó tanto que ya no hizo falta. Cesc, como interior convencional, encontró esta vez sí la pausa y el liderazgo ante la ausencia de sus acompañantes más ilustres. Demostró que puede y sabe hacerlo, y que roza lo ridículo pretender reducirle a un mero llegador con remate.

Pese a todos los planes, una furiosa acometida de Puyol en una presión en medio campo, tan voluntariosa como innecesaria, permitió por primera y casi única vez el avance de Mathieu por izquierda, dando el pase a Jonas para el 1-0.  

El capitán barcelonista, imperial todo el partido, empató tras un saque de esquina poco después y consiguió con ese gol serenar a su equipo y administrarle confianza. Pese a muchas más pérdidas de balón de las habituales, el exceso, de nuevo, de faltas en contra, más cerca de treinta que de veinte, la imprecisión en los metros finales, penalti fallado incluido, y los titubeos de Piqué (solo a la hora de defender, ya que jugó bien la pelota), el Barcelona fue mejor. Si el equipo soporta una exigencia desmesurada, en las espaldas de Messi incluso se multiplica. No acertó Leo, sobre todo en el regate, ni siquiera desde los once metros, pero el caudal más limpio de fútbol barcelonista siempre nació de sus botas.

El Valencia compitió con solvencia pero una vez desactivada su idea habitual de ataque vertical en pocos pases, una vez cargados de tarjetas sus centrocampistas, se quedó sin plan B, pensando quizá en lo bien que hubiera ido el partido con Pinto expulsado. 

La Copa del Rey exige mucho. El trayecto es empedrado y desapacible en invierno para disfrutar la Final en primavera. Los dos equipos se lo jugarán la semana que viene. El marcador es corto para el Barça y no definitivo para el Valencia. Lo mejor, que no les permite contemporizar, ya solo quedará uno.   

Foto: Josep Lago, AFP

miércoles, febrero 01, 2012

Guardiola, 31 de enero de 2012

Rosell comunica



La habilidad para comunicar, para expresarse en público, para obtener empatía y comprensión por parte del receptor del mensaje, se posee o no, es difícil impostarla. Sin embargo, cuando alguien ocupa un cargo de importante responsabilidad y representatividad, los contenidos de las declaraciones públicas sí son manejables; quiero decir que nadie está obligado a pronunciar palabras que no desea, ni hacerlo cuando no procede. Esta mañana, el presidente del FC Barcelona, Sandro Rosell, asistió a un acto institucional con la ONG Intervida en el que se presentaba  un acuerdo de colaboración con la Fundación del club para la gestión de centros de educación infantil y promoción del deporte en Senegal, Burkina Faso, Mali o Ecuador. Después, le preguntaron sobre fútbol  y respondió. Bueno, fútbol sería mucho decir. Árbitros, ya saben.

No tocaba, pero mucho menos si la respuesta era algo así como "en lo que va de año la cosa no pinta demasiado bien". ¿Para qué dice eso? Desacredita los esfuerzos del vestuario para mantenerse al margen de esa penosa polémica, por mucho que se exageren comentarios recientes de Xavi o Messi. No supone defensa alguna de los intereses del club, ni resulta oportuno cuando el equipo pasa por la peor situación clasificatoria de las últimas temporadas. Si ya resulta un argumento pobre quejarse de los árbitros con quinientos millones de presupuesto, al menos no lo hagas cuando pierdes o empatas un par de partidos.
Rosell insinuó también que el ‘análisis’ definitivo de la actuación de comités disciplinarios y demás debería realizarse a final de temporada, para añadir que “no hablo en nombre del Barça sino del fútbol y del deporte”. No, mire. Cuando esté en casa con su familia o en sus empresas haga lo que quiera, pero cuando represente al Barça con el escudo detrás sea consciente de que lo hace, y que no es lo mismo que Nike o Viagogo. Los socios que le votaron y los aficionados en general que respaldan al club desean que lo defienda, pero de manera correcta, administrativa y proporcionada. Hechos graves ha tenido para hacerlo en año y medio, como las acusaciones de dopaje o fraude deportivo, los acontecimientos de Pamplona o la reciente fuga de información en el canal tv oficial del club. Ahí sí es necesaria la presencia solvente de un Presidente y una Junta Directiva capaces y resolutivos, no para criticar al árbitro de turno como si estuviéramos en los salvajes palcos de los años 80 o en el reinado de Gaspart.

Para terminar, Rosell se envalentonó con esta pregunta a un periodista pero parece que dirigida a los socios: ¿Preferís ganar la Liga o que renueve Guardiola?" ¿Pero qué elección es esa? Es tan absurda que ni llega al nivel de ese traicionero juego infantil sobre querer más a mamá o a papá. Durante todo el curso pasado, el Presidente calló, contemporizó, se fotografió con quien le acusaba y mantuvo en primera línea de fuego a Guardiola, quien cuando interesa es más que un simple empleado, claro. Este año, rizando el rizo, ya ni siquiera son cuestiones externas, sino que Rosell le mete al entrenador el agua en el vestuario, mientras cambia una y otra vez el departamento de Comunicación del club.

Casi cincuenta minutos ha durado la rueda de prensa de Guardiola esta tarde, presuntamente previa a la semifinal de Copa frente al Valencia.  Solo dos preguntas sobre el partido. Lógico. Árbitros y entorno.  Pese a ello, el ejercicio de identificación, orgullo y exaltación barcelonista de Pep ha resultado impecable. Sobre los del silbato y sobre todo lo demás.  Se ha mostrado en toda su crudeza la diferencia entre el fondo y la forma del mensaje de Presidente y entrenador, el abismo que les separa. Para el primero, el equipo está supervivo y ultrasólido (sic), tiene crédito y los tres títulos ya ganados convierten en buena la temporada. El segundo, dijo, entre otras cosas, “En estos cuatro años, hemos intentado ser modélicos, sobre todo en el empate y en la derrota, impecables, como tiene que ser este club. Quedaremos en la memoria de nuestra gente y en la de muchos aficionados, pero el crédito en el deporte no existe y hemos de intentar alargar esta etapa”

Rosell siempre ha presumido de barcelonismo de cuna. Es socio desde 1970. Su padre, Jaume Rosell, fue gerente del Barça durante la presidencia de Agustí Montal, y él, el presidente más votado de la historia centenaria del club. A veces cabe preguntarse de qué le sirve. En su mayoría, el socio barcelonista quiere estar orgulloso de su equipo y de quienes lo representan. Con títulos o sin ellos. Ahí tiene su respuesta.


 
Copyright 2009 ADN Fútbol. Powered by Blogger Blogger Templates create by Deluxe Templates. WP by Masterplan