La habilidad para comunicar, para expresarse en público, para obtener empatía y comprensión por parte del receptor del mensaje, se posee o no, es difícil impostarla. Sin embargo, cuando alguien ocupa un cargo de importante responsabilidad y representatividad, los contenidos de las declaraciones públicas sí son manejables; quiero decir que nadie está obligado a pronunciar palabras que no desea, ni hacerlo cuando no procede. Esta mañana, el presidente del FC Barcelona, Sandro Rosell, asistió a un acto institucional con la ONG Intervida en el que se presentaba un acuerdo de colaboración con la Fundación del club para la gestión de centros de educación infantil y promoción del deporte en Senegal, Burkina Faso, Mali o Ecuador. Después, le preguntaron sobre fútbol y respondió. Bueno, fútbol sería mucho decir. Árbitros, ya saben.
No tocaba, pero mucho menos si la respuesta era algo así
como "en
lo que va de año la cosa no pinta demasiado bien". ¿Para qué dice
eso? Desacredita los esfuerzos del vestuario para mantenerse al margen de esa
penosa polémica, por mucho que se exageren comentarios recientes de Xavi o Messi. No supone defensa alguna de los intereses del club, ni
resulta oportuno cuando el equipo pasa por la peor situación clasificatoria de
las últimas temporadas. Si ya resulta un argumento pobre quejarse de los
árbitros con quinientos millones de presupuesto, al menos no lo hagas cuando
pierdes o empatas un par de partidos.
Rosell insinuó también que el ‘análisis’ definitivo de la
actuación de comités disciplinarios y demás debería realizarse a final de
temporada, para añadir que “no hablo en nombre del Barça sino del
fútbol y del deporte”. No, mire. Cuando esté en casa con su familia o
en sus empresas haga lo que quiera, pero cuando represente al Barça con el
escudo detrás sea consciente de que lo hace, y que no es lo mismo que Nike o
Viagogo. Los socios que le votaron y los aficionados en general que respaldan
al club desean que lo defienda, pero de manera correcta, administrativa y
proporcionada. Hechos graves ha tenido para hacerlo en año y medio, como las
acusaciones de dopaje o fraude deportivo, los acontecimientos de Pamplona o la
reciente fuga de información en el canal tv oficial del club. Ahí sí es
necesaria la presencia solvente de un Presidente y una Junta Directiva capaces
y resolutivos, no para criticar al árbitro de turno como si estuviéramos en los
salvajes palcos de los años 80 o en el reinado de Gaspart.
Para terminar, Rosell se envalentonó con esta pregunta a un
periodista pero parece que dirigida a los socios: “¿Preferís ganar la Liga o que renueve Guardiola?"
¿Pero qué elección es esa? Es tan absurda que ni llega al nivel de ese traicionero
juego infantil sobre querer más a mamá o a papá. Durante todo el curso pasado,
el Presidente calló, contemporizó, se fotografió con quien le acusaba y mantuvo
en primera línea de fuego a Guardiola, quien cuando interesa es más que un simple empleado,
claro. Este año, rizando el rizo, ya ni siquiera son cuestiones externas, sino
que Rosell le mete al entrenador el agua en el vestuario, mientras cambia una y
otra vez el departamento de Comunicación del club.
Casi cincuenta minutos ha durado la
rueda de prensa de Guardiola esta tarde, presuntamente previa a la
semifinal de Copa frente al Valencia.
Solo dos preguntas sobre el partido. Lógico. Árbitros y entorno. Pese a ello, el ejercicio de identificación,
orgullo y exaltación barcelonista de Pep ha resultado impecable. Sobre los del
silbato y sobre todo lo demás. Se ha
mostrado en toda su crudeza la diferencia entre el fondo y la forma del mensaje
de Presidente y entrenador, el abismo que les separa. Para el primero, el
equipo está supervivo y ultrasólido (sic), tiene crédito y los tres
títulos ya ganados convierten en buena la temporada. El segundo, dijo, entre
otras cosas, “En estos cuatro años, hemos intentado ser modélicos, sobre todo en el
empate y en la derrota, impecables, como tiene que ser este club. Quedaremos en
la memoria de nuestra gente y en la de muchos aficionados, pero el crédito en
el deporte no existe y hemos de intentar alargar esta etapa”.
Rosell siempre ha presumido de barcelonismo de cuna. Es socio
desde 1970. Su padre, Jaume Rosell, fue
gerente del Barça durante la presidencia de
Agustí Montal, y él, el presidente más votado de la historia centenaria del
club. A veces cabe preguntarse de qué le sirve. En su mayoría, el socio
barcelonista quiere estar orgulloso de su equipo y de quienes lo representan. Con
títulos o sin ellos. Ahí tiene su respuesta.
Vídeo: canal YouTube Barça TV
1 comentarios:
que bueno que este video si lo pude ver así que lo compartí con mi amigo que es un escritor de pay per head y le encantó y tu blog también!
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