jueves, agosto 29, 2013

El peso de Martino




Confiado. Contento. Respetuoso con el estilo y con la herencia recibida. Así se había mostrado Gerardo Martino en las ruedas de prensa celebradas durante los cuarenta días que lleva ejerciendo como entrenador del FC Barcelona. Convencido de mantener las virtudes ofrecidas por el equipo en el último lustro y empeñado en recuperar los ingredientes de la poción mágica, comenzando por la presión adelantada.

Sin embargo, Martino confesó anoche que, en primer lugar, es un entrenador de fútbol; honesto e inteligente, pero convencional al fin y al cabo. «Lo más importante de este mes de trabajo era ganar la Supercopa. No es el título más relevante pero soy un entrenador nuevo aquí y no era lo mismo ganar que no ganar. Me saqué un peso de encima».  

Quién puede culparle de esa ambición, de aportar la guarnición de un título a su carta de presentación. Y menos aún negarle el tiempo mínimo. Pero llamó la atención su liberación ante los micrófonos y su llamada a la paciencia: «A veces al inicio de una nueva etapa los equipos necesitan volver a hacerse fuertes a través de los resultados».

Es una lección dura de aprender, pero en el Barça los resultados, como el juego, son condiciones necesarias pero no suficientes. La pasada temporada se ganó el título con 100 puntos y la semifinal europea contra el Bayern Munich cubrió el curso de dudas y desencanto. Anoche mismo el partido dejó más sombras que brillantez, pese a levantar el trofeo, oscurecido entre patadas, juego deslucido, protestas y melancolía restando las paradas de Víctor Valdés.

Preguntado por la (ausencia de) conexión entre Messi y Neymar, Martino comenzó por señalar la distancia entre ambos que impedía mayor frecuencia de asociación para terminar invocando el avance del calendario que permita sumar entrenamientos, jugadores, rendimiento y complicidades. También la condición física, cuya preparación el entrenador argentino atribuyó principalmente a los partidos y no a los entrenos por falta de tiempo, resultó señalada en la lista de pendientes, junto con la velocidad, la precisión, el ataque de los jugadores invadiendo los espacios y el movimiento que dificulte la toma de referencias a las defensas rivales.  

«Cuando hay un título en juego lo que cuenta es ganarlo, aunque pretendemos más, seguir insistiendo en trabajar este tipo de partidos». Martino reconoció la poca cantidad de oportunidades de gol del equipo en relación con el tiempo de posesión de balón, y la mejora necesaria en la velocidad de la circulación y profundidad. Pero de nuevo, el tema estrella fue el balón largo y la presión:

«Por momentos son necesarios pases largos para filtrar la pelota por el medio, a la espalda de los centrocampistas del rival, pero esos lugares los encontramos en los últimos minutos de los partidos, con la merma física del adversario». Una cosa llevó a la otra. Balón largo propio y balón largo ajeno. «Tendremos pocas oportunidades durante el año de realizar esa presión alta; estaba convencido de que teníamos que recuperar esa presión arriba pero atendiendo a los rivales y cómo nos van jugando también debemos preocuparnos de dividir y de cómo afrontar la segunda jugada, tras saques del portero o de los centrales»

La parte buena, que Martino se ha dado cuenta muy rápido, antes de septiembre, de que eso de la presión no es tan sencillo. Que depende del juego de su equipo pero que también hay un contrario que interviene en la ecuación. La parte mala, que las incógnitas a despejar ni son pocas ni sencillas.
 «Salvo un rato contra el Levante los equipos no salen jugando desde abajo, y cuando vamos al campo rival nos sentimos más cómodos que retrocediendo».

El Tata corre el riesgo de tomar la presión como su piedra filosofal pero olvidando sus causas y sus efectos. El juego de posición, continuado, paciente pero pujante, genera fútbol hasta cuando es interrumpido por el rival. Cruyff le decía a Guardiola hace veinte años que si recibía patadas o golpes era culpa suya, por no soltar el balón antes. El exceso de faltas con el que el Atlético de Simeone interrumpió el juego azulgrana se benefició del poco ritmo y del fallo en los pases, con un césped del Camp Nou convertido en playa un verano más. Pero cuando la fluidez en la circulación de balón se impone, para el rival ni siquiera es tan sencilla la decisión de jugar en largo, porque no construye, a la manera que sea, sino que solo se defiende. No es lo mismo un despeje a ciegas que un balón en profundidad con sentido.   

«Nos tenemos que acomodar a jugar partidos diferentes: si el rival decide dividir la pelota y jugar en largo no hay más remedio que retroceder y buscar la segunda jugada. Si resolvemos eso, si nos hacemos fuertes ganando esa segunda pelota en la mitad de la cancha y a partir de ahí recuperarla y empezar a jugar, vamos también a reconocer otra forma de jugar los partidos».  

Si de luchar balones divididos se trata, poco sentido tiene que Xavi juegue casi completos los cuatro partidos que llevamos de curso, o la presencia de Iniesta. Ni siquiera Busquets, impecable en posición y corte...por bajo, claro. No se trata de eso. No se trata de disputar el balón largo, se trata de evitar que se dé y minimizar sus efectos. 

«Buscamos que el Barça recupere las distintas formas de jugar en estos últimos 5 años: dinámico, profundo, resolver las distintas propuestas de los rivales. Igualar intensidad para tener opciones ante rivales como Atlético». El equipo evolucionó desde 2008 a 2011. Guardiola y Vilanova introdujeron variantes y alternativas, esas que ahora busca Martino, pero la forma de jugar solo fue una. Eso sí, la intensidad es imprescindible. Estuvo y dejó de estar, eso bien lo percibió Martino o de forma sincera se lo contaron. 

«Olvidemos Málaga y Atlético, pensemos en lo que ocurriò vs BayernMandžukić aguantando balones de espaldas para los volantes de frente mientras los nuestros retrocedían. No hay forma de cambiar ese sistema si el rival lo quiere hacer, debemos prepararnos para que no nos cause problemas, aunque los partidos los ganaremos con las formas de siempre». Nunca este Barça podrá contrarrestar a sus grandes rivales europeos en base al físico. Siempre deberá obligarles a bajar su centro de gravedad. Ya lo dijo el propio Martino en Málaga, presionar a 15 de altura es difícil...

El equipo sigue en el mismo punto que en la pasada primavera, pese a las apariencias y a las buenas intenciones, mejor expresadas que practicadas. El cuestionario sigue abierto. Hay tiempo, veremos si también lucidez. 

lunes, agosto 19, 2013

Momentos del FCB vs UD Levante

Estimulante puesta en escena del FC Barcelona para comenzar la Liga 2013/2014. Algunos momentos clave del partido.


1-0. Aquí recupera Mascherano el balón. Pedro está libre en la banda izquierda:




Con un pase (y sencillo) más, Fábregas, Xavi, Messi y Alexis, todos de cara a portería y con ventaja:




11'. Busquets superará toda la línea de mediocampo del Levante con este pase:




Cesc aprovecha el espacio que deja Leo al retrasarse. La defensa ha tenido que bascular y Pedro está, de nuevo, solo. 2-0:




19'. Xavi falla un pase, pero ahí está todo el equipo, junto. El Levante despeja en largo y Piqué recuperará el balón...en campo rival:




21'. Otro pase largo de Busquets, en búsqueda de Alexis, fuera de la pantalla. Así mezcló el Barça el juego, Busquets y Cesc sobre todo, también Xavi, buscando a los delanteros. El estilo azulgrana siempre lo permitió, como hacía Koeman en el Barça de Cruyff (diagonales hacia Stoichkov/Laudrup) o más recientemente Rafa Márquez (Ronaldinho en punta izquierda):




3-0. Messi acude a presionar, beneficiado por el acoso de Alexis a Navas, que no puede despejar en largo. Tras la recuperación, Leo dejará una asistencia de gol:







4-0. Leo dejando otro pase de gol. Está marcado y bien defendido, pero da igual. Ya ha ganado el espacio. El mejor (también) pasador del mundo. Aquí más ejemplos:




28'. Piqué toca y distrae con Messi, atención a todo el espacio que queda libre entre las dos líneas de cuatro del Levante:



43'. Otro ejemplo pase largo. Cesc:





Vídeo HD con los goles del partido, vía @FCBarcelonaRAC1:










martes, julio 30, 2013

Recuperar la presión es recuperar el juego

La rueda de prensa de presentación de Gerardo Tata Martino como entrenador del FC Barcelona dejó una buena primera impresión del técnico argentino, la asunción de que tras cinco años el banquillo azulgrana no sería para alguien de la casa y el reconocimiento general, tras un primer impacto, seguramente negativo y prejuicioso, de que el hombre debe recibir su crédito y un mínimo de tiempo para trabajar.

Martino, prudente y con una virtud de los inteligentes, escuchar mucho, habló de recuperar cosas, no tanto de innovar, como si fuera consciente del aparente diagnóstico consensuado con los males del Barça durante la última temporada. Reconoció haber hablado con Tito Vilanova, cuyo recuerdo flotó por la sala durante la larga hora de preguntas y respuestas, con Zubizarreta como recurrente inspirador de lógicas y necesarias menciones y muestras de respeto hacia el anterior entrenador. Seguramente Martino y Vilanova no profundizaron en cuestiones tácticas, o quizá sí, pero hubiera sido interesante conocer la impresión de Tito al escuchar de boca del argentino eso de "recuperar la presión adelantada". Si hay que recuperarla es síntoma evidente de que se había perdido.

Portada de Sport (España)

En su edición de hoy lunes, el diario Sport recogía objetivos del Tata en esa misma dirección. La cuestión es saber si realmente conoce las causas y los efectos. Una cosa es que por circunstancias del fútbol y de la vida, el imborrable lustro de Guardiola y Vilanova haya terminado, otra muy distinta es que no se haya aprendido nada de lo ideado y practicado durante los últimos cinco años. Sí, la presión adelantada fue un rasgo imprescindible en ese Barça triomfant. Más discutible pero aceptemos por un momento que la condición física del equipo (no confundir con el estado puntual de un futbolista concreto, por importante que fuera) resultó una de las causas principales del mal final de curso y de las derrotas vs Bayern. Lo que ya no es posible es (al menos sin sospechar que la afirmación como poco carece de cierto estudio de los engranajes de un grupo con tanto exitoso fútbol a sus espaldas) afirmar la correlación directa entre ambas.

El FCB de Pep Guardiola, por ejemplo el de 2011, esclavizaba a sus rivales con esos mecanismos de presión tan presuntamente físicos llevados a cabo por, atención, ese grupo de atletas compuesto por Busquets, Xavi, Iniesta, Pedro, Villa y Messi. Solo repasar los nombres invita a descartar la fortaleza física como primer variable de éxito. Efectivamente, antes de eso había mucho más.

El juego de posición y uno de sus argumentos, el toque. Así, con Xavi al mando, decenas de repeticiones de control + pase, distribuidos en una sucesión interminable de triángulos por tres cuartas partes del terreno de juego, suponían el primer paso. Todo el equipo en campo rival. Piqué y Puyol/Mascherano cerrando en la línea divisoria. Alves apoyando el medio campo y Abidal pendiente de las correcciones. Busquets como ancla, sólido en su zona como vértice del resto, tan bien colocados, tan cerca de la portería rival que con esfuerzos cortos en espacio e intensidad, en un escenario con una insoportable reducción de espacios para el contrario, lograban en un número frecuente de intentos la recuperación casi inmediata de la posesión. Confianza, colocación, atacar bien para defender bien. Xavi e Iniesta, los que no podían jugar juntos en un medio campo de tres. El credo. muy lejos de la exuberancia física.

Como sabemos, el Barça de Tito, el Barça de Alba y Cesc, terminó por jugar a otra cosa, en parte porque la discontinuidad de Xavi y Thiago impidió que la paciencia resultara tan determinante como hasta entonces. A correr y a marcar más que el contrario. Válido para la Liga, insuficiente para la Champìons League y para los duelos vs Real Madrid, feliz al enfrentarse a un rival con sus mismas armas pero con un abismo de distancia a la hora de la habilidad para ponerlas en práctica.

Thiago ya no está, Cesc no sabemos si quiere/puede jugar como centrocampista puro (capaz es, como demostró en el Arsenal), Xavi es una incógnita e Iniesta brilla en zonas intermedias tras distraer con el pase. Arriba estarán Neymar y Messi. El físico no podrá hacer milagros. El juego devolverá realidades. Aquí no están Khedira, Javi Martínez, el Essien de 2008. Y durante años cualquier mediocampista de los citados en el Barça recuperaba como mínimo la misma cantidad de balones que los llamados especialistas en el noble arte de la destrucción. El Borussia Dortmund es un gran ejemplo actual del orden colectivo en la búsqueda de la pelota, aunque Klopp prefiere imponerlo unos metros más atrás.

Posiblemente tendrá más influencia en el resultado de la temporada la labor de motivación y de convencimiento en la pelea por los títulos que Martino sea capaz de introducir en el vestuario que lo físico, dando por descontados unos niveles mínimos para el fútbol de élite. El otro factor seguro, Leo Messi; más de doscientos treinta goles en las últimas cuatro temporadas, para afirmar que "debe jugar más cerca del área"... ¿en serio? Leo es el mejor centrocampista del equipo, y en ocasiones su afán de ayudar y participar le acerca más al círculo central que a la portería. Pero sus partidos evidencian su intuición para llegar al área cuando toca (no estar sino aparecer, ¿recuerdan?) y su voracidad para marcar. La única certeza posiblemente del FC Barcelona a fecha 30 de julio de 2013. No sean pelotudos, por favor.  

domingo, mayo 12, 2013

Bienvenidos al mundo real


Mientras se cumplía el vigésimo quinto aniversario del segundo advenimiento de Johan Cruyff,esta vez al banquillo, la afición y el periodismo del FC Barcelona pasaron días ofuscados entre celebrar como merece el titulo de Liga o asumir e iniciar las consecuencias de la debacle europea contra el Bayern de Munich.

En la mayoría de casos, al aficionado azulgrana la Liga no le sabe a poco, ni nadie tiene que recordarle que la valore o celebre. Pero la numéricamente extraordinaria primera vuelta, 18 victorias y un empate, sentó la base del título cuyo desenlace era esperado. El ilusionante inicio contra la Real Sociedad (5-1), las esforzadas victorias por la mínima ante Osasuna y Valencia mientras se alcanzaba la velocidad de crucero hasta enero, equipo a toda máquina impulsado por las comparaciones con Guardiola y motivado por la Liga de los 100 puntos de la "mejor plantilla de la historia", con excelentes minutos de fútbol vs Málaga y Espanyol. Las dudas sobre el exceso de verticalidad del equipo o la preponderancia en el juego de Cesc quedaban en un segundo plano tras el rendimiento y la clasificación, sumadas la recaída, operación, tratamiento y recuperación de Tito. Busquets, Iniesta, Piqué, Alba, Pedro y Xavi, muy cerca de su mejor versión, envueltos en la omnipresencia de Messi.

El 17 de enero, dos semanas más tarde de declarar en rueda de prensa que "siempre se ha dudado de mí" y "no descarto conocer otras culturas, otros tipos de fútbol, otros países, lo que venga", Víctor Valdés y su representante comunicaban a Zubizarreta sus intenciones irrevocables de no renovar el contrato, vigente hasta 2014, del portero, ni siquiera iniciando conversaciones económicas. La agencia EFE fue la elegida para difundir la noticia. Justo un mes antes, el club anunciaba las renovaciones de Xavi, Puyol (ambos hasta 2016) y Messi (2018). Cinco meses de perspectiva revelan aquella decisión mínimo como discutible y quizá motivo de algunas otras, como la de Valdés.

Enero y febrero trajeron al equipo carbón y plomo en forma de partidos pesados, carentes de fluidez y ritmo, la eliminación copera vs Real Madrid siendo inferiores y sometidos por la ecuación despeje + velocidad del equipo blanco (tras un partido de ida en el Bernabéu (1-1) en que se perdió la oportunidad de casi liquidar la eliminatoria ante el único sostén de Varane por parte local) y el infame día de Milán. 

La derrota de San Siro supuso el fin del experimento. Sin partidos de ida y vuelta, con espacios sobrevenidos o provocados, la pujanza de Cesc y facilidad para el gol en transición desaparecieron. El embudo central que tantos rivales propusieron en la etapa Guardiola regresó sin demasiadas respuestas para desentrañarlo. Xavi sin referencias ni posibilidad de triángulos, Messi desorientado, Cesc desaparecido y los extremos sin capacidad alguna de desequilibrio. En pleno debate Alexis. En aquellos días le preguntaron a Iniesta si se sostenía alguna comparación del momento del equipo con la última etapa de Rijkaard: "No tiene nada que ver, pero nada, en absoluto", enfatizó el jugador. "Aquí no estamos solo para ganar el triplete y decir ¡qué buenos somos! Cuando vienen mal dadas hay que recuperarse y aprender de lo que ha sucedido". Reconocía eso sí la importancia de la ausencia de Vilanova, en Nueva York. Los días en los que todos pensaban que no se notaría la falta del primer entrenador habian terminado.

Después de perder en el partido liguero en el Bernabéu, el equipo afrontaba la vuelta contra el AC Milan con ganas de verdadera afirmación. Recuperando la presión adelantada, la verdadera, basada en la posición grupal y no en los kilometrajes individuales, con Busquets al mando, Alves de interior y Messi siendo Messi, la remontada fue un hecho y el foco en la Champions League una consecuencia lógica. Los partidos de Liga se sucedieron de manera funcionarial y la eliminatoria contra el PSG anticipó lo que esperaba en semifinales: el reconocimiento final de que el equipo ya no podía competir de igual a igual con la élite del fútbol europeo. Todo ello ya sin Puyol, que decidió operarse por sorpresa y con relativo consenso con el club, tras ser suplente contra el equipo lombardo. Solo la reaparición de Abidal ha podido calificarse de buena noticia hasta la confirmación final del título número 22, el duodécimo tras la llegada de Cruyff en 1988. 

El título es especial, como lo son todos en realidad, cada uno impregnado de recuerdos y de momentos espectaculares, tras nueve meses de viaje. La demoledora presencia de Messi. La dignidad de Piqué. El regreso de Alves, La profesionalidad de Valdés. El ingenio de Iniesta. La rebeldía de Abidal. La victoria de Tito sobre el cáncer y sobre el mal gusto de el Pito. Pero también aspectos menos positivos que obligarán este verano a tomar decisiones. Las que anticipó y quizá se vio demasiado solo para afrontarlas. El resultado del Bayern obligará a fichar y a traspasar, y al Presidente Rosell, tras conquistar su primer gran trofeo, a asumir, por primera vez desde que accedió al cargo, verdaderas responsabilidades y con su sello, no con el heredado, del que aún obtiene réditos.    

En 2006, Rosell publicó un libro. Se publicitó como un interesante tratado de marketing y de management empresarial aplicado al fútbol, pero en la práctica se convirtió en un interminable ajuste de cuentas contra Txiki Beguiristáin y, de forma obsesiva, contra Cruyff, y una excusa de 324 páginas que preparaba el camino. Rosell pasaba directamente del episodio de Zubizarreta en Atenas, al "esperanzador renacimiento deportivo dirigido por Bobby Robson, secundado por el no suficientemente valorado Jose Mourinho", (pág. 160). Opiniones futbolísticas sobre el trabajo de Rijkaard, sus apuestas como Gratacós o Scolari como plan B...siempre en la superficie su verdadero desvelo: las cuestiones deportivas. 

El mencionado libro termina citando su propia carta de despedida del club en junio de 2005: "finalmente dejé claro que no he aspirado, ni aspiro a la presidencia del Barça, pero era obligado incorporar una coletilla, y es que, como dice un amigo mío, nunca digas nunca". Pero empezaba, en la introducción, con una confidencia. El libro estuvo a punto de titularse "Cuando ganan los malos", imaginen dirigido a quiénes, pero finalmente se llamó "Bienvenido al mundo real", en homenaje o inspiración de la película Matrix. El final de los fotógrafos, de los focos, del público. El mundo sin el Barça, según Rosell. Guardiola y las coartadas se han terminado. Recién anunciadas sus intenciones de presentarse a la reelección, puro comportamiento nuñista con tres años de mandato aún por delante. Los árbitros sin venir a cuento. Fichajes como Neymar con negociaciones convenientemente filtradas en prensa, sin saber muy bien a qué obedecen. La austeridad como leitmotiv de un club de fútbol. El lenguaje excluyente hasta en el triunfo: "Después del partido ante el Bayern, mucha gente quería quemar el estadio, al equipo, a la directiva...supongo que ahora no querrán quemar tanto". El equipo estará siempre obligado a sostener al clubBienvenidos, todos, al mundo real.  

domingo, marzo 03, 2013

Cada partido, un Vietnam


Tomo prestada la inspiración para el título de este post a Enric González y el primer capítulo de su libro Memorias Líquidas, en el que describe sus inicios en la profesión y la gráfica manera en que Josep María Huertas, legendario periodista catalán, entendía el oficio: cada taula, un Vietnam. Cada mesa de trabajo, un Vietnam. Resistencia y lucha. Cada día. Para cada texto.

El FC Barcelona, en apenas un mes, quizá dos, ha cambiado la competitividad, la desconfianza ante cualquier rival por débil que fuera, la búsqueda de respuestas ante la obligatoriedad de hacerse preguntas, por el piloto automático y la lección repetida pero no aprendida. El frío y el barro de la trinchera por el calor acogedor y la venda en los ojos del spa. Repensar cada partido por pretender jugar el mismo cada día. La plantilla corta y enchufada por aquello de los mismos once cabrones del domingo anterior.

Y no, no mencionen a Tito, inmerso en una lucha mayor, en su Vietnam particular. Ni a Roura, daño colateral de la difícil situación. La mejor primera vuelta de la historia de la Liga española. No puede quedar tan lejos de las cabezas de los jugadores, mucho menos de sus piernas.

El legado de Guardiola, por encima incluso de los títulos y del estilo, lo que ya es decir, fue, o debe ser, la competitividad y la valentía. "Us perdonaré que falleu però no que no ho intenteu". Considerar una temporada futbolística como algo dinámico y en constante evolución. Persistir en la percepción de cada partido, cada rival, como un reto para mejorar, no como otra hoja más en el libreto. Es agotadora, claro. La excelencia. Muchos de los miembros de la actual plantilla dejaron morir el proyecto de Rijkaard, saben por qué y cuándo ocurre. Necesitaron dos años para asumirlo, o si lo vieron antes, callaron.

En las últimas semanas, al menos Xavi y Alves reconocían públicamente que el equipo no está compitiendo bien. En el amplio espectro de significados que puede contener el término, sin duda está evitar el conformismo. Pero el puramente futbolero, no hace falta ir más allá. Reaccionar cuando el Milan te hace un gol. Ser ambicioso de cara a portería cuando visitas el Bernabéu en la ida de la Copa del Rey y el Madrid apenas si tiene un defensa titular, y le perdonas la vida. Reflexionar con un mínimo de inteligencia para darte cuenta que si todos tus ataques terminan con un pase (imposible) fallado al borde del área, cualquier grosero despeje se convierte casi en una asistencia de gol para Di María o Cristiano, como en la vuelta. Rebelarse ante el gol nuestro a balón parado de cada día. Abandonar a Messi a su suerte, obligándole a jugar cada vez más retrasado, pasto de las patadas y de las provocaciones.

El papel de un entrenador es muy importante. Se ningunea o se ensalza hasta el hastío mediático en función de su personalidad, de su historia, de sus colores. Pero es necesario. Como estratega táctico, como motivador y como gestor de personalidades en un vestuario. No, ni siquiera al Barça, ejemplo de continuidad idiomática y de respeto a un ideario, puede entrenarlo cualquiera. Y si los jugadores no quieren otro, han de dar un paso adelante. Seguro que Xavi es capaz de percibir que, para el partido del AC Milan, serán imprescindibles extremos y campo abierto para Messi. Seguro que Iniesta es consciente de que el ritmo del pase ha de ser más elevado. Seguro que Busquets añora líneas de pase y resopla ante la pérdida de control en los clásicos. Seguro que Messi sabe que de vez en cuando el uno contra uno en la banda es más eficaz que por el centro. Y seguro que todos comprenden  que el compromiso, precisamente hoy más que nunca, en la toma de decisiones, ha de ser grupal e indispensable. Y urgente. Porque si no, "algún día prendrem mal".

Foto: Jordi Cotrina, El Periódico de Catalunya

'Vuelve la coartada, regresa el viejo Barça', por Ramón Besa.
'Boxeador en la lona', por Martí Perarnau.
'El precio de la desidia', por Paco Cabezas.


 
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