martes, octubre 28, 2014

El Barça de Mascherano

No fue el equipo de Luis Enrique, a medio camino entre la idea inicial de la pretemporada y la lógica influencia que ejerce en un once Xavi cuando es titular. Ni el de Messi. Mucho menos el de Iniesta. Fue el Barça de Mascherano.

Titular como mediocentro en los dos últimos partidos frente a Éibar y Ajax Amsterdam, el argentino empezó en el Bernabéu como central y terminó como salvavidas del equipo y casi única referencia para evitar un naufragio mayor. Respetando y admirando su rendimiento y su profesionalidad, su protagonismo es la peor noticia para un equipo construido y pensado para mejores empresas.

Es recurrente el argumento de que "miren, Guardiola ya no está, aquel equipo y aquel fútbol no volverán". Es difícil saberlo, pero lo que sí es una certeza es que en la plantilla del Barça actual están Piqué, Busquets, Xavi, Iniesta y un tal Leo Messi, todos ellos referentes de aquella manera de jugar y solo uno mayor de treinta años. ¿Que el estado de forma individual de alguno de los citados está lejos del ideal? Muy probable. Pero si todos ellos son titulares en un partido en el Bernabéu, es arriesgado juzgarles como a uno solo y de repente asumir que sufren una vejez súbitamente sobrevenida, o deducir que el entrenador se ha equivocado en más de la mitad de la alineación. Entrenador quien hoy, por cierto, afirmó con rotundidad que "en Madrid no hubo ningún problema de actitud, estoy encantado con los jugadores", "el equipo estuvo bien, más que bien físicamente" o "Busquets está al cien por cien".  Debemos buscar más razones. Un lustro llevan defendiendo el sector diestro en el campo del Madrid Piqué, Alves y Xavi, y nunca fueron tan desbordados como en este partido.

Como sucedió en París, esta temporada en los duelos más serios el equipo mantiene la unidad, el avance con balón y la presión durante muy pocos minutos continuados. Las posesiones suelen terminar lejos de la portería rival, cuesta recuperar el balón, los delanteros se quedan, los mediocampistas se difuminan y los defensas se vencen. Con un fácil pase de dos centrales no precisamente muy dotados para ello, el Madrid superaba el sábado la delantera azulgrana. Con una conducción, todo el mediocampo. Con una aceleración en el lugar en que en teoría suceden menos espacios, la banda, Marcelo o Carvajal ganaban la línea de fondo.

Resulta difícil explicar desde un aspecto anímico, con el liderato en la Liga, cuatro puntos de ventaja y cero goles en contra, sin urgencias en el mes de octubre, con nuevo y se supone que estimulante entrenador, un desplome tan rápido y una cantidad de errores tan significativa: más de cuarenta balones perdidos y solo dos faltas en la segunda parte (y las dos de Suárez).

Una de las peores conclusiones para el Barça de la derrota de ayer es que, durante buena parte del primer tiempo, logró juntarse alrededor del balón, obtener superioridades por dentro y conseguir que Messi recibiera de cara y con espacio para maniobrar. Logró un buen gol y tuvo otras dos oportunidades clarísimas con 0-1, pero a la que el Madrid volcó el juego por las bandas, el equipo evidenció su tibieza y las dudas en el camino que pretende tomar.

El fútbol puede ser un estado de ánimo pero las razones a largo plazo son futbolísticas. Si Luis Enrique concede tan capital importancia a Mascherano, no resultará extraño que, tras otro mal resultado, este debate que bien describe Rafa León termine por generalizarse. Desde luego, la planificación deportiva y los fichajes de los dos últimos años van en esa dirección, por mucho que el XI del Bernabéu pueda llevar a engaño. Los delanteros ya no pisan la línea de cal. Quedan empotrados por dentro contra las defensas ajenas con intención de potenciar su talento y de conectar con Messi. Pero ya no participan en el juego y a la que la jugada no sale, quedan desconectados y aislados. Aquel trabajo de Eto'o, Villa, Pedro o incluso Henry de fijar posición cuando tocaba, diagonal a la siguiente, ha desparecido. La pegada, la pólvora, los tridentes mediáticos y sus acrónimos de tres en tres siglas. Y lo han notado los centrocampistas, otrora santo y seña de este equipo, ahora convertidos en náufragos ante mar abierto como Busquets (de los mejores en la primera parte de Madrid, por cierto) o en improbables cierres ante un córner a favor como Iniesta. Volver a invocar el juego de posición ante las dudas puede ser considerado hoy día como un ejercicio poco realista de nostalgia. Quizá sea mejor verlo como un sugerente reto pensando en lo que podría encontrarse, por ejemplo, Sergi Samper. El hecho diferencial construido por el Barça durante tanto tiempo merece una oportunidad. La normalidad es la excusa de la mediocridad generalizada.

1 comentarios:

Unknown dijo...

http://yino.tv

para nosotros el Barcelona es el mejor equipo de todos los tiempos, esa es mi opinion, creo en ninguna otra epoca se juntaron tan buenos jugadores.

 
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